Tapar el sol con un dedo
Revilla tiene al frente un conflicto ambiental y social complejo.

El 30 de julio, el relleno Sanitario de Alpacoma registró un nuevo colapso. Un estanque, el EG-9, que contenía más de 5 millones de litros de lixiviados se derramó hacia el lecho del río Alpaco. Este evento es el corolario del mayor desastre ambiental que enfrentó La Paz, el pasado 15 de enero, cuando 850.000 m3 de basura, que equivalen a la basura generada durante un año, se deslizaron y esparcieron en 10 hectáreas.
¿Cómo ocurrió esto? Los informes técnicos del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA) indican que las causas del deslizamiento de enero fueron la excesiva carga de peso por el sobrealmacenaje de basura en las celdas y la sobresaturación de agua en la basura almacenada por la mala operación de los sistemas de drenaje. En julio, el deslizamiento habría sido provocado por deficiencias técnicas en los estanques de lixiviados y en el manejo precario de los “queques” (mezcla de tierra y lixiviados que la empresa TERSA realiza para eliminar las aguas negras, porque perdió la capacidad de tratar éstas en el desastre de enero de 2019) que se acumulaban al lado de los estanques y cuyo sobrepeso afecto al terreno, debilitando las paredes del estanque EG-9 que reventó y derramó los lixiviados, dando lugar a este nuevo desastre.
En ambos eventos, las autoridades municipales minimizaron la dimensión y el alcance del desastre, con la estrategia de tapar el sol con un dedo: “el alcalde Luis Revilla, descartó que haya ocurrido un desastre ambiental por el deslizamiento ocurrido en el relleno sanitario de Alpacoma” (La Razón 08/01/2019)” y ante el más reciente incidente el twitter oficial del GAMLP publicó que “no existe un nuevo deslizamiento, el relleno sufrió un desajuste en una de sus piscinas” y que “el riesgo de contaminación es mínimo”.
Las declaraciones sobre las causas que originaron las fallas en el relleno son de todo tipo, menos técnicas: sobre enero Revilla indicó a medios de prensa que “posiblemente se haya usado explosivos para dañar las celdas que colapsaron” (11/06/2019) y sobre el derrame de esta semana señaló que “se pudo haber provocado por movimiento de maquinaria o por el estallido de dinamitas” (31/07/2019). Cuando se manifestaron observaciones sobre la imprevisión del GAMLP, ésta recurrió una vez más a justificaciones políticas evadiendo respuestas claras al problema: “no se trata de una negligencia, de una falla, se trata de un sabotaje para cerrar el relleno de Alpacoma” (La Razón 11/06/2019).
En realidad, el problema sigue sin resolverse debido a: 1) la falta de previsión y planificación del GAMLP para organizar la gestión de la basura en la ciudad, al filo de la vida útil del relleno sanitario de Alpacoma ni siquiera se había pensado en su reemplazo, algo sorprendente si se considera que desde hace más de 15 años es la misma fuerza política la que detenta la gestión municipal; y 2) la incapacidad del Alcalde para dialogar y acordar con los afectados, situación que obligó la intervención del Gobierno Nacional, que tuvo que mediar para resolver los conflictos generados por la emergencia de contaminación con basura que vivió la ciudad de La Paz durante casi dos semanas.
El ejecutivo nacional ha propuesto también soluciones estructurales al GMLP, facilitando la habilitación de un espacio para instalar un nuevo relleno sanitario en Mecapaca en coordinación con las autoridades municipales y comunidades de esa zona y, por otra parte, desarrollando un estudio que caracteriza el tipo de basura de La Paz, para definir la tecnología más adecuada para el tratamiento de esos residuos sólidos. Mientras tanto, aunque el compromiso de Revilla, durante la crisis, fue resolver el problema de la basura en dos meses, este se postergó primero a cuatro y ahora a seis meses. Y todavía no está claro para nadie si la Alcaldía tiene una solución concreta.
Con estos antecedentes cabe preguntar: ¿Revilla tiene alguna estrategia para gestionar la basura de La Paz? En el ámbito técnico las respuestas de su equipo denotan desconocimiento de la realidad, o peor aún, un intento de esconder la verdad de los hechos acaecidos en enero y julio. Victimizarse continuamente tampoco ayuda, atribuir todo a supuestos sabotajes y extrañas conspiraciones le resta credibilidad a esta autoridad, en un contexto donde se investiga denuncias sobre tráfico de influencias entre funcionarios de su Gobierno con socios de la empresa que gestiona la basura.
¿Por qué el GAMLP no ha encarado con la solvencia técnica necesaria la atención a la operación del relleno de Alpacoma, sabiendo además que esta es nuestra única alternativa de gestión de la basura en lo inmediato? Revilla desde febrero, se enfrascó en una disputa legal para que el MMAyA no lleve adelante la auditoría ambiental al relleno de Alpacoma, cuando lo importante era activar medidas urgentes en el relleno para evitar nuevos desastres. Es llamativo que recién el Alcalde anuncie procesos legales contra TERSA, siendo que el Sistema de Regulación Municipal (SIREMU) supervisa y aprueba todas las acciones desarrolladas por esta empresa.
Lo peor de todo es que la improvisación y escasa responsabilidad del GAMLP nos está colocando otra vez en vilo ante la posibilidad de conflictos sociales resultantes de la incertidumbre que se ha vuelto a instalar entre los vecinos de Mallasilla, Achocalla y Mecapaca después del nuevo desastre ambiental y el riesgo de que se provoque innecesariamente otra crisis de la basura que impactaría en toda la ciudad de La Paz, con sus consecuencias negativas en la salud pública de los paceños. Revilla tiene al frente un conflicto ambiental y social complejo ¿Cómo superará este trance? De hecho, la única salida posible, de corto plazo sigue siendo que converse y negocie, sinceramente, con las autoridades de Achocalla y sus organizaciones sociales para encontrar soluciones conjuntas en beneficio de toda la ciudadanía. Pero no solo eso, porque la ciudadanía espera también un compromiso serio para remediar el daño ambiental causado por los errores técnicos de su administración, los cuales ya fueron demasiados.
Por su parte, el Gobierno ha hecho todos los esfuerzos para coadyuvar en la búsqueda de soluciones y lo seguirá haciendo, pero este esfuerzo no alcanza si la Alcaldía no asume sus responsabilidades con seriedad, humildad, transparencia y, sobre todo, amor hacia la ciudad que nos cobija. La ciudad merece mejores días. Jallalla La Paz.