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Preferencia electoral

Los sondeos de opinión y las encuestas realizadas últimamente sobre las preferencias electorales, en promedio y en cifras redondeadas, arrojan un 40% para el Movimiento al Socialismo (MAS), un 20% a Comunidad Ciudadana (CC) y, para Bolivia Dice No 10%. Un 10% se disputan los binomios restantes, quedando aun 20% de indecisos, sobre los cuales se centra la campaña electoral. Por el momento, lo importante es saber a quienes representan estas tendencias, qué estrategias políticas utilizan y los mensajes económicos que lanzan en el horizonte de 2025.

Está claro que la base fundamental del MAS siguen siendo las organizaciones corporativas, particularmente los productores de coca, los cooperativistas mineros, los empleados y los trabajadores del Ejecutivo y las empresas estatales, la mayoría de los trabajadores por cuenta propia del comercio minorista, el transporte y, sobre todo, los pequeños productores del campo. Organizaciones tan grandes y diversas que naturalmente tienen rupturas y contradicciones. Junto a ellas está también una clase media profesional (nueva y antigua), tecnoburocrática, política y el ejército activo, que garantizan el proceso iniciado en 2006.

La base de CC es la clase media profesional de los sectores de educación y salud, la tecnoburocracia y los políticos desplazados por el proceso, los Comités Cívicos, los miembros pasivos del Ejército, las jefaturas y técnicos de las organizaciones no gubernamentales, disminuidas radicalmente en su influencia por más de una década, la jerarquía de la iglesia, en fin, los izquierdistas desencantados. Este sector cuantitativamente minoritario es, sin embargo, cualitativamente poderoso a la hora de influir en la opinión pública con un discurso catastrófico de la economía y de la política del país.

La Alianza Bolivia Dice No, cuya base es Unidad Demócrata en Santa Cruz y extendida eventualmente a Beni y Cochabamba, logra por exclusión capitalizar el apoyo de la compleja hegemonía del poder cruceño, que abarca la Cámara Agropecuaria del Oriente, liderada por los productores de soya, caña de azúcar y ganaderos, las agroindustrias de azúcar y aceite, desde el lado de la producción; a esto se suman el capital financiero de los bancos y la administración de los servicios, también hegemonizada por este poder regional. Nuevamente, bajo esta tendencia están en la base jerarquías, técnicos, empleados, trabajadores, comunicadores y políticos que en cascada influyen en sus entornos.

La estrategia de campaña del MAS parte de la demostración de resultados de la gestión de gobierno en infraestructura carretera, educacional y de salud, de riego, vivienda popular y con mayor insistencia en los proyectos de industrialización del gas, litio y hierro, la hidroeléctrica, todos ellos de gran inversión y resultados de mediano y largo plazo. Insiste en la estabilidad y crecimiento económico, incluso frente a la baja de los precios de las materias primas y, tiene a su favor la rápida crisis de los intentos de retorno a la vía liberal por parte de países como Argentina y Brasil.

CC centra su campaña en el dilema de dictadura o democracia, trata de establecer en el ideario colectivo que, sin una libertad de pensamiento, sin una independencia de los poderes del Estado y sin un cumplimiento de la Constitución, no puede existir un desarrollo real. Su estrategia es minimizar los resultados de la gestión prolongada del MAS, destacar el déficit comercial (importaciones mayores que exportaciones), el déficit fiscal (mayor deuda frente a las reservas), la ineficiencia de las empresas estatales, coyunturalmente de la defensa del medio ambiente y el derecho de los pueblos indígenas. Tiene a su favor la crisis general de Venezuela, que la utiliza como un fantasma que recorre América Latina.

Bolivia Dice No en su campaña se apropia de la lucha contra la corrupción pública del proceso actual y de los anteriores, así como de la defensa de las autonomías contra el centralismo. Se presenta como una tercera posición, distinta al capitalismo de Estado y al liberalismo ortodoxo, como una nueva generación política de “manos limpias y cuentas claras”. Tiene a su favor la demanda constante de mayores recursos de las instancias subnacionales.

En el mensaje económico de las alianzas que analizamos sorprende la coincidencia de mantener la estabilidad económica, el crecimiento del valor bruto de la producción, la necesidad de diversificar la economía y la industrialización. El MAS, sin embargo, plantea que esos objetivos son posibles solo por vía de la planificación y la hegemonía del Estado que articula la economía plural. CC es contraria al capitalismo de Estado y partidaria del desarrollo sostenible con inversión privada nacional y extranjera. La Alianza Bolivia Dice No postula que el desarrollo económico y social depende de la ruta del pacto fiscal, de las autonomías subnacionales y del federalismo.

De cualquier forma, sin tener en cuenta los fenómenos electorales de “la inclinación del voto al ganador” y de “la polarización del voto”, que hacen únicas a cada elección, por un lado, y por otro, suponiendo que los indecisos definan su voto de acuerdo a la distribución porcentual de las alianzas, el resultado de las elecciones generales, otra vez en cifras relativas y redondeadas, sería el siguiente: MAS 50%, CC 25%, Bolivia Dice No 12,5%, y el resto de binomios, 12,5%. Esto implica que no habría segunda vuelta, pero tampoco dos tercios del ganador en el parlamento. Naturalmente, este cálculo es hipotético, que solo será probado o refutado el 20 de octubre; por de pronto, es solo un dato para la acción política en el mes que nos separa del “único día en el que todos los ciudadanos valemos lo mismo”. Teniendo presente siempre que en este periodo eleccionario restante surgen y surgirán variables aleatorias, objetivas y subjetivas, que modificarán las proyecciones trazadas. Cada elección sorprende a propios y extraños, esa es la regla, no la excepción.