Geidy Morfa Hernández: ‘La nueva vigencia del zapatismo bajo AMLO’
¿Cómo es el zapatismo hoy, bajo el gobierno de izquierda de Andrés Manuel López Obrador (AMLO)?
Ya son 25 años desde que el 1 de enero de 1994 irrumpiera en el escenario político de México el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), organización indígena política y militar que había sido fundada 11 años antes, en 1983; y que según medios mexicanos remonta su origen a las acciones que llevaron adelante las Fuerzas de Liberación Nacional (FNL), movimiento conformado en 1969 tras la matanza de Tlatelolco de 1968 en Ciudad de México… El mismo EZLN que en 1996 creó el Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN); aquel que en 2006 ‘participó’ de las elecciones nacionales, llevando a cabo la llamada ‘Otra campaña”, disolviendo el FZLN e impulsando la creación de uno nuevo de orden “civil y pacífico, anticapitalista y de izquierda, que no lucharía por el poder y que más bien se empeñaría en construir una nueva forma de hacer política”…; el que en su página web (http://enlacezapatista.ezln.org.mx) publica sus documentos en español, italiano, francés, alemán, portugués, inglés… En días pasados, en ocasión del Seminario Internacional “Perspectivas de la democracia en América Latina”, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociológicas ‘Mauricio Lefebvre’ de la UMSA, estuvo en el país la comunicadora mexicana Geidy Morfa Hernández, estudiosa del zapatismo.
— ¿Qué vigencia finalmente tiene hoy día el zapatismo?
— El zapatismo está vivo, tiene muy buena salud; son territorios en resistencia en Chiapas, van por 43 centros zapatistas; su Caracol y sus Juntas de Gobierno [una suerte de autonomías administrativas locales y regionales] han aumentado, se han expandido. En agosto han sacado hasta seis declaraciones, tanto del subcomandante Galeano [ex subcomandante Marcos] como de Moisés, donde hablan de que han roto el cerco, que están resistiendo, que se mantienen vivos; no solo el cerco territorial, sino también el paramilitarismo. En sus declaraciones mantienen esa misma concepción de tejer el poder desde abajo, y esa apertura a diferentes formas de ver el mundo.
— ¿Qué son esos 43 centros zapatistas?
— La autonomía zapatista es, digamos, muy creativa. Cuando el zapatismo dijo ‘el poder no nos interesa, porque acceder al poder también es una mirada del mundo desde arriba, el poder corrompe, se concentra en unos pocos, y noso-tros los indígenas chiapanecos —y yo creo que esto sirve para los indígenas de toda la región— hemos sido olvidados por este sistema, segregados y discriminados; entonces, nosotros mismos vamos a construir nuestras formas de vida, tejiéndonos desde abajo’.
En lo fundamental son indígenas mayas y tienen a las comunidades indígenas ordenadas en caracoles, que serían sus sistemas más básicos de gobierno, a nivel de comunidad, con sus formas de educación propia, y un sistema de salud también propio. También hay las Juntas de Buen Gobierno, que son un nivel intermedio de deliberación, y que mantienen esta lógica de cargos rotativos, de la asamblea como principio de deliberación y consenso, la forma de democracia participativa, real, no delegativa; el poder también como compromiso con la comunidad, más que como beneficio de concentrar un poder, y todos esos elementos de los horizontes indígenas.
— ¿Pero eso en los hechos no choca con todo lo que el Estado de todos modos hace?
— En las últimas declaraciones planteaban que estas políticas un poco clientelares, asistencialistas del gobierno [de Andrés Manuel López Obrador, AMLO] lo que están haciendo a veces es penetrar y despolitizar. Pero [los zapatistas] están reproduciendo realmente su lógica de vida, y tienen derecho a reproducir su vida desde otros horizontes, que no son los horizontes capitalistas, horizontes de defender la vida, más igualitarios, más equitativos. También hay que pensar en que históricamente son pueblos marginados, olvidados, que el interés por ellos solo lo es para penetrar sus territorios; pensar que son pueblos indígenas desplazados de su hábitat originario, porque éstos han sido de interés transnacional.
— ¿Qué interés concreto transnacional hay en el territorio zapatista: petrolero, ganadero…?
— En estos momentos, de hecho, están haciendo frente a los programas del gobierno sobre el Tren Maya de comunicación transoceánica que tiene que pasar por ese territorio, su impacto ambiental, cultural; el depredador que también tiene el turismo, el impacto que tiene de modificar culturas propias, de folclorizarlas, de quitarles su potencial político. También hay un proceso de expansión de la industrialización hacia esos territorios; hoy los zapatistas todavía están defendiendo su territorio.
— ¿Qué incidencia tiene el zapatismo en las ciudades?
— Hoy se participa mucho, se discute incluso las declaraciones que salen en Enlace Zapatista o los videos en YouTube, cuando no se los censuran. Hay mucho interés también en la academia, investigaciones sobre el zapatismo, que es un movimiento vivo y en evolución, por la ruptura que planteó el 94, que fue determinante para el movimiento indígena latinoamericano; es importante comprender esa historicidad del movimiento indígena latinoamericano y el papel que tiene el zapatismo en ello, y hoy mismo creo que se reactualiza el interés luego de la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador, porque a pesar de su discurso fuertemente nacionalista, a favor de los pobres, de lograr mayores cuotas de igualdad en la población, desde políticas todavía asistencialistas de parte del Estado, es muy interesante la posición del zapatismo hoy, y la defensa de su politicidad y de otros horizontes más allá del capitalismo y esa estructura estatal que se mantiene y se reproduce, una estructura heredada del neoliberalismo. Creo que el interés se ha reavivado con esto, con la posición del zapatismo frente a las elecciones, cuando se hizo campaña, pero no para la toma del poder, sino, para extender la forma de vida de los indígenas al resto de la sociedad; dar a conocer sus formas de vida, de ver el mundo, la política y la forma de reproducir el mundo de los indígenas. También como un levantamiento de voz: aún estamos aquí y seguimos resistiendo.
— Un rasgo del zapatismo, mal que bien, es mirar más allá; siempre tiende a cuestionar más estructuralmente todo.
— Exacto. Es importante una mirada, diría Immanuel Wallerstein, más de sistema mundo, de una economía mundo capitalista que tiene una estructura estatal que se reproduce; aquí hay que hacer diferencias entre Estado y gobierno; eso es importante para analizar cada formación estado-nacional. En un Estado que tiene una estructura capitalista, incluso neoliberal, y determinados gobiernos que se muevan en un diapasón político, pero que mantienen esa estructura estado-nacional y no hacen un cambio radical en ella, la estructura sigue limitando las formas de ejercicio del poder. Siempre va a ser también un poder desde arriba, un poder delegado, cuando los zapatistas llaman a construir ese poder desde abajo y a contrapelo.
— ¿Y con las fuerzas estatales armadas, su relación?
— Están resistiendo. Todos los meses mueren zapatistas; de hecho, el cambio de subcomandante Marcos a subcomandante Galiano es para reavivar la imagen de Galiano, que había sido abatido. Están resistiendo no solo al Estado, al embate de las empresas privadas, sino también al paramilitarismo. Los líderes sociales en México están siendo abatidos hoy, y con ellos el zapatismo. No es que están en un periodo de tregua y reproduciendo su vida bien en su territorio, y que se olvidaron y dijeron bueno dejen a estos pueblos indígenas allá y que ellos vivan; no, no es el caso; están todos los días defendiendo su territorio. La importancia de las declaraciones, de la apertura a congresos en territorio zapatista también es para visibilizarlos a nivel mundial y lograr el apoyo al zapatismo de la comunidad internacional. Además que así comunican sus formas de vida y de pensar al mundo desde otras lógicas, que no son capitalistas; esos encuentros son también una forma de defender su territorio y al zapatismo.
— ¿Es un movimiento que, digamos, se ha generalizado?
— El zapatismo ha irradiado una esperanza y ha visibilizado también al movimiento indígena latinoamericano; ha mostrado formas de pensar más allá del poder, por debajo del poder; pensar una sociedad que no necesariamente tiene que estar dirigida a tomar el poder de arriba y concentrarlo en un ejecutivo, con poder decisorial sobre el resto de la sociedad civil. Yo creo que ha mostrado también formas de equidad, de pluralidad, de participación directa a mayores márgenes de decisión desde la población. No todos tenemos que estar de acuerdo, el problema es cómo pensar un mundo desde formas diferentes de verlo, desde formas pluralistas.
Geidy Morfa Hernández. Otra forma de definición del zapatismo: “o sea, su autonomía es al margen completamente; como si dijeran: ‘nosotros nos autodeterminamos, ustedes desde el poder no se metan con nosotros, que nosotros mismos vamos a desarrollar y reproducir nuestra vida’”.
Datos
País: México.
Profesión: Licenciada en Comunicación, candidata a doctora en Ciencias Sociales y Políticas.
Ocupación: Profesora de Filosofía Marxista en la Universidad Las Villas.
Perfil
Últimas publicaciones: La revolución cultural de 1968. La emergencia de una lucha social plural (2018); Telesur y las políticas públicas de comunicación en el ALBA (2018).