Un golpe de Estado jamás está constituido por un hecho aislado. Cualquier golpe es un proceso acumulativo en el que el “marco” es fundamental para crear las condiciones necesarias y suficientes que garanticen su efectividad. La erosión de legitimidad del objetivo a derrocar se hace por múltiples vías que abonan un campo en el que luego las acciones destituyentes procuran ser presentadas como democráticas.

Por el carácter multidimensional del proceso golpista, nunca podríamos afirmar que existe un único responsable.

He aquí un recuento breve, pero preciso, de quiénes fueron todos los corresponsables del golpe de Estado en Bolivia, con nombres y apellidos:

1. El fascismo de los comités cívicos, especialmente el de Santa Cruz. Este movimiento político, tan violento como racista, no es nuevo. Lo intentaron muchas veces. Y esta vez, el turno fue de Luis Fernando Camacho, quien no se presentó a elecciones, y decidió que la violencia y el terror eran las armas para derrocar a Evo Morales.

2. La oposición partidaria que sí se presentó a las elecciones. Carlos Mesa, principal contrincante de Evo Morales, derrotado en las últimas elecciones, fue clave en todo este proceso golpista, desconociendo resultados y declarando fraude por anticipado. Luego de las elecciones, mantuvo una postura tan silenciosa como cómplice.

3. La OEA. Participó de forma directa en el proceso electoral. Primero, con el informe preliminar de la misión electoral, que sin base alguna, anunció que era “recomendable una segunda vuelta”. Segundo, con el informe preliminar de la auditoría lleno de debilidades, sesgado y parcial, sin rigor, y centrado en su mayoría en criticar al sistema provisorio de transmisión de datos (no vinculante). Y es que a la hora de analizar las actas oficiales, únicamente logró demostrar irregularidades en 78 actas de un total de 34.555, lo que supone el 0,22%.

4. El Gobierno de los Estados Unidos. Otro infaltable: como siempre, tras cada golpe, reaparece precipitadamente reconociendo al nuevo presidente autoproclamado.

5. La Policía. Se amotinó y desconoció al presidente Evo. Fue un actor clave en la última fase del golpe de Estado.

6. Las Fuerzas Armadas. Seguramente este es el actor más difícil de descifrar en este golpe. Actuó en forma muy particular: hasta el último momento no se pronunció ante la grave situación. En uno de los momentos de mayor tensión, se mantuvieron en silencio hasta que, al final, salieron a pedir la renuncia del presidente Evo. Es muy probable que al interior hubiera división, y todavía la haya.

7. Ciertos medios de comunicación. Jamás pueden faltar en cada golpe. Son claves para construir el marco de referencia antes, durante y después. Uno de los principales responsables en esta tarea en Bolivia es Página Siete, que por ejemplo, desde la noche de las elecciones hasta 48 horas después, sostuvo en su portal como entrada principal el resultado de una encuestadora privada, ViaCiencia, que daba solo cuatro puntos a favor de Evo para instalar la idea del fraude a pesar que ya había sido publicado oficialmente el cómputo preliminar y definitivo.

8. Los actores económicos. Los grandes empresarios del país se enriquecieron mucho en el ciclo largo de bonanza económica. Es por ello que esta vez no está tan claro que este golpe de Estado tenga su raíz en su posición en contra del modelo económico boliviano.

9. Los oportunistas de siempre. No falta el títere de turno que siempre quiere la foto como presidente, aunque sea en condición de autoproclamado. Esta vez este papel, a lo Guaidó, lo desempeña la opositora beniana Áñez, que obtuvo algo menos de 50.000 votos para obtener su banca de senadora. De todas formas, lo que es seguro es que ella, a pesar de auto proclamarse y que algunos otros lo repitan, en el fondo jamás será la presidenta del país.

(*) Director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG)