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No todo debe ser lucro

Una reivindicación histórica de las corrientes nacionalistas y patrióticas en Bolivia y en todos los países dependientes fue el manejo y control de sus recursos naturales. Los defensores del capital, por el contrario, sostuvieron y aún sostienen que dichos recursos deben y son mejor administrados por los agentes privados.

Por honestidad intelectual, es insostenible que alguien defienda la práctica nefasta de rapiña del colonialismo y neocolonialismo en América Latina, África y Asia. ¿Fue beneficioso el colonialismo y el imperialismo? No existe argumento ético para las atrocidades cometidas a nombre del progreso, el desarrollo y la civilización. Carece incluso de racionalidad (lógica) económica porque no contribuyó al desarrollo de las fuerzas productivas de los países sometidos; al contrario, los sumieron en el peor de los atrasos y miserias.

Idéntica ecuación se concluye del manejo de sus testaferros nacionales. Las clases dominantes, como en Bolivia, sin capacidad de oposición a los intereses trasnacionales fueron cómplices del saqueo de los recursos naturales. Sin iniciativa, sin el famoso ‘emprendedurismo’, se multiplicaron a la sombra del Estado, sea en regímenes dictatoriales sea en gobiernos democráticos.

Es pues ético y racional que un gobierno, cuando éste es patriótico, quiera manejar sus recursos naturales, sus empresas y su propia industrialización bajo administración de sus propios intereses.

De 2006 en adelante, una nueva visión y dignidad impuso el manejo soberano de nuestros recursos naturales y empresas, por lo menos de las estratégicas. El resultado inmediato fue la redistribución de la riqueza nacional como nunca en la historia. ¿Recuerda alguien la desastrosa administración de Comibol, YPFB, Entel o CBF, cuando los golpistas y demócratas de derecha manejaron esas empresas?

Por supuesto, si los privados, los militares, la derecha boliviana, las clases dominantes del país se hacen responsables de la economía, los beneficios no le llegan al pueblo. Se trata, claro está, de quién administra el Estado. Es decir, la clase que administra el bien público. De ellos, solo conocemos la postergación.

Pero cuando la administración del Estado está en manos de sectores progresistas y patrióticos, la esperanza y la soberanía se convierten en bonos para la población más necesitada, mayores ingresos, estabilidad económica, perspectivas de industrialización, desarrollo de las regiones, más salud, educación, trabajo y bienestar en general.

Entonces, no es per se que el manejo de la economía desde el Estado irá en beneficio del propio país. Depende de la clase que lo digita, de los intereses que se juegan; si son privados y de la derecha conservadora, por supuesto que ese manejo irá en beneficio de ellos y en desmedro de las grandes mayorías. Si son administrados por tendencias progresistas y liberadoras, los más necesitados (entre otras cosas los que producen la riqueza) serán los beneficiados, junto a toda la nación.

Lo más patriótico que ocurrió la última década fue que el Estado plurinacional haya recuperado la decisión de manejar parte de la economía nacional. De ser un simple regulador —como quieren y sueñan los privados— pasó a jugar un rol fundamental, producto de lo cual los indicadores económicos eran saludados por todos los estudiosos de economía del mundo, incluso por los organismos internacionales guardianes del capital internacional.

Que las empresas públicas son deficitarias vienen repitiendo los privados y la reacción, secundados por los medios de comunicación privados, que hoy son un monopolio a costa del cierre dictatorial de todos los medios alternativos. Del volumen de ingresos del Presupuesto General del Estado, es decir los recursos para que funcione el país, las empresas públicas aportaban 37%; los impuestos son 45%; ambos suman 82%. Recursos que hoy, con el Gobierno en manos privadas, están en riesgo.

Cuando la economía es manejada por un Estado que representa a las grandes mayorías, no todo debe ser lucro, pues algunas deben ser de carácter social como es el caso que tanto cuestionan los privados ahora envalentonados. Una de las virtudes del modelo económico, social comunitario productivo del Estado plurinacional es precisamente haber priorizado el mercado interno, la estabilidad de precios que beneficia a los campesinos, trabajadores y población necesitada.

No se necesita ser adivino del descalabro de la economía que se avecina en manos de los neoliberales, que siendo Gobierno transitorio se han dado a la tarea de destruir todo lo bueno que se hizo en 13 años. ¿Esto es democrático? ¿Tiene racionalidad económica? El tiempo nos dará la respuesta, como lo hace una lectura sencilla de nuestra historia.