La reelección de Almagro ahonda la división de la OEA
Todos los secretarios generales de la OEA tuvieron un segundo mandato, para el cual eran ratificados por unanimidad; con Luis Almagro se rompió esta tendencia.
Como no sucedía antes, la reelección de Luis Almagro como Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) tuvo como principal característica la votación dividida de los países miembros: de 33 asistentes, 23 lo hicieron a su favor y 10 por su contrincante, la excanciller de Ecuador, María Fernanda Espinosa.
La votación, que es secreta, se realizó pese al pedido de postergación planteado por México y la Comunidad del Caribe (Caricom) dada la emergencia sanitaria por el coronavirus. Mientras que la candidatura de Espinosa había sido respaldada por Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas —naciones caribeñas cercanas al venezolano Nicolás Maduro—, además de México y Argentina, la de Almagro contó con el respaldo de Estados Unidos. El propio secretario de Estado de ese país, Mike Pompeo, discursó en la OEA, en enero de este año, apoyando su reelección.
Reelección, pero no unánime
Si bien se trata de un triunfo por una mayoría que supera incluso los dos tercios de los países electores, la nueva elección de Almagro rompe con la tradición de las anteriores reelecciones, cuando el Secretario que asumía por segunda vez el cargo era reelegido con el apoyo unánime o casi unánime de los países miembros. Recordando que el chileno José Miguel Insulza (secretario general entre 2005 y 2015) tuvo muchos problemas para ser elegido la primera vez (en 2005), el excanciller boliviano Javier Murillo ratifica este hecho: “Fue difícil su elección (de Insulza), y claro, en el segundo mandato, sí ya, casi por rutina, vamos a llamar, fue elegido nuevamente; aparte de ese caso, sí, todos los demás secretarios generales recibieron un voto unánime”.
Desde 1947, cuando empezó la gestión del primer secretario general del organismo —el colombiano Alberto Lleras Camargo—, la OEA tuvo un total de 11 secretarios (Almagro incluido), de los cuales todos fueron reelectos. Después de Lleras, que estuvo en el cargo 7 años, entre 1947 y 1954, se sucedieron: Carlos Dávila Espinoza (Chile), un año, entre 1954 y 1955; José Antonio Mora (Uruguay), 12 años, de 1956 a 1968; Galo Plaza Lasso (Ecuador), 7 años (1968-1975); Alejandro Orfila (Argentina), 9 años (1975-1984); Joao Clemente Baena (Brasil), 10 años (1984-1994); César Gaviria Trujillo (Colombia), 10 años (1994-2004); Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica), un mes, renunció para defenderse de un proceso legal en su contra en su país (2004); Luis Einaudi (Estados Unidos), siete meses, interino (2004-2005); José Miguel Insulza (Chile), 10 años (2005-2015); y Luis Almagro (Uruguay), 5 años (2015-2020), reelecto hasta 2025.
Pese a que Almagro alcanzó a ser elegido secretario general de la OEA con 33 votos a favor, una abstención y ningún voto en contra, el 18 de marzo de 2015, en su reelección (ocurrida el 20 de marzo reciente) no logró repetir el respaldo de hace cinco años. Tal el contexto de su victoria, lo que deja entrever la división persistente en la OEA.
Difícil nueva gestión
La votación dividida, destaca Murillo, “está demostrando que (Almagro) entra con un cierto respaldo debilitado, lo que quiere decir que tampoco existe consenso sobre la eficacia de su mandato. No es bueno ingresar con esta falta de unanimidad, porque eso resta eficacia a su gestión”.
Los organismos internacionales, recuerda el excanciller Murillo, “son lo que los países (miembros) quieren que sean”, ganan en eficacia cuando dichos países le apoyan, y la pierde si los gobiernos están enfrentados; definitivamente, esta es la “desventaja con la que entra el Secretario General”.
Claro, en la votación dividida para el segundo mandato de Almagro, pesó su primera gestión: “No creo que haya sido particularmente brillante su conducción del organismo regional. A esa percepción que tiene la gente de que (la OEA) es un organismo casi inoperante, se suma el hecho de que Almagro no ha mostrado un verdadero liderazgo que contribuya a fortalecer las relaciones de los países miembros del sistema interamericano. En esta segunda gestión tiene que mostrar una absoluta coherencia, cosa que no ocurrió en su primer mandato, y eficacia para acometer los desafíos del sistema interamericano”, concluye Murillo.
Lo que pasa con Almagro, destaca a su vez el politólogo Franklin Pareja, es que le tocó vivir el viraje ideológico que dio la región de gobiernos progresistas o de izquierda hacia los regímenes de corte liberal. Y su pecado fue tomar partido por una de las partes.
El contexto actual es completamente diferente de cuando fue electo por primera vez (2015), “porque en este momento hay una polarización extrema en la región, donde uno de los óbices para que exista una visión compartida sigue siendo Venezuela, de manera que cuando se forma el Grupo de Lima, con una política para restituir el estado de derecho y la democracia en Venezuela, Almagro secunda esto de forma explícita; entonces, se generó una especie de quiebre en la región”; cuando Almagro tomó posición en la cuestión venezolana, “polarizó y dejó de ser un representante con adhesión”, apunta Pareja.
Con el problema de Venezuela irresuelto, y aún más, con un nuevo viraje hacia la izquierda en varios gobiernos de la región y el debilitamiento de los regímenes de “corte liberal”, destaca Pareja, claro que “se preveía que la nueva elección de Almagro iba a ser complicada y con toda seguridad no va a ser estable, va a generar turbulencia, y con los problemas que estamos viviendo, lo más probable es que muchos países entren en una profunda recesión económica, lo que puede reavivar posiciones ideológicas de izquierda. Hay un desgaste natural de Almagro, una polarización, una confrontación ideológica en que Almagro ha tomado partido por ubicarse más con las corrientes liberales”.
Ahora, la personalidad de “el Oso”, como le llamaban en su partido en Uruguay, contribuyó enormemente en su actual situación; tenía acciones contradictorias, dice Pareja: “fustigó duramente la repostulación de Evo Morales, él fue quien impulsó el informe de la Comisión de Venecia, que decía que la repostulación indefinida no era un derecho humano, pero vino a Bolivia y dijo que no podía oponerse a dicha repostulación. Este tipo de situaciones han generado un descrédito también con los gobiernos de corte liberal”.
“El hecho de que Almagro haya logrado ser nuevamente secretario general de la OEA demuestra que es un hombre camaleónico, hábil, negociador, astuto y que no siempre demuestra consecuencia con sus actos”, remarca Pareja.
“Hoy todos debemos trabajar juntos. Debemos transformar nuestras prioridades, la OEA no puede ser la misma en estos tiempos, debemos modernizar nuestros procedimientos para seguir adoptando decisiones colectivas. Asumo este nuevo periodo al frente de la OEA en tiempos complejos de pandemia, renovando mi compromiso con ustedes, cada una de las personas que trabaja para esta organización. Hoy más que nunca, la región requiere de una OEA presente, con claridad y capacidad para liderar procesos y sobre todo que sea capaz de entender los derechos de las personas en los nuevos contextos y apoyar a los Estados, para su garantía y respeto. Es fundamental seguir funcionando. Nuestros sistemas políticos van a sufrir y nuestros tejidos sociales van a sufrir, pero no podemos emerger de esta situación ni menos democráticos ni nuestros pueblos con menos derechos”, señaló Almagro en un reciente mensaje a través de las redes sociales.