El difícil ejercicio del voto en el exterior
Se lo empezó en las elecciones de 2009, en 2019 alcanzó su máximo porcentaje con respecto al padrón total: 4,66%
A raíz de la nueva proximidad de las elecciones, la pugna por socavar los nichos electorales del adversario y la expectativa que se ha formado sobre su peso específico, el voto de los bolivianos en el exterior nuevamente ha entrado en el debate. En la semana que termina, el Senado llamó a un informe oral a la ministra de Relaciones Exteriores, Karen Longaric, para que explique qué está haciendo el Gobierno para preservar el derecho político del voto de los bolivianos en el exterior, esto por la desconfianza, d icen los legisladores interpelantes, que ha generado el reclamo del gobierno transitorio boliviano a su par argentino sobre una supuesta intención del gobierno extranjero de manipular el voto en Argentina, casualmente mayoritariamente masista.
Al margen de esta nueva tensión política sobre el voto en el exterior, vale la pena precisar algunas de sus características básicas. El siguiente apunte fue hecho con base en las publicaciones oficiales del Órgano Electoral.
El voto en el exterior es relativamente nuevo, surgió, detalla el Atlas Electoral de Bolivia(primer tomo, Órgano Electoral Plurinacional, OEP), con las primeras elecciones del Estado Plurinacional, las generales de diciembre de 2009. Nacieron junto con “la reelección presidencial, el Padrón Biométrico y las circunscripciones especiales indígena originario campesinas creadas para permitir la representación de los pueblos indígenas minoritarios”.
Como se puede ver en el primer gráfico, nada más irregular que su desarrollo. Si para las elecciones de 2009 en el exterior se inscribieron para votar (el padrón electoral) 169.096 personas, cinco años después, para las elecciones de 2014, este padrón se incrementó nada menos que en 61% (a 271.986 inscritos), pero para el referendo del 21 de febrero de 2016 algo pasó que bajó en hasta 5%, volviendo a subir para las elecciones de 2019 en 32%.
Pero, como se sabe, una cosa es el padrón (las personas inscritas habilitadas para votar), y otra la cantidad de gente que efectivamente asiste a votar, lo que hace al llamado porcentaje de participación, los votos realmente emitidos.
Como se puede ver en el gráfico, al igual que en el país, el voto en el exterior por lo general tiene altos índices de participación: 74% en 2009, 62% en 2014 y en 2019; pero he aquí la gran inflexión del voto fuera de Bolivia: en el referendo constitucional de 2016 (el 21F), de 258.990 inscritos, apenas acudieron a las urnas 81.081, o sea solo un tercio, 31,31%.
Otro dato revelador de la historia estadística del voto en el exterior es su grado de incidencia o peso específico en el padrón o en la votación nacional. En las cuatro contiendas electorales, el voto en el exterior no pasó del 5 por ciento del total de los inscritos o de los votantes. En lo relativo al padrón (número de inscritos), en 2009 el voto en el exterior significó 3,29%; en 2014, 4,36%; en 2016, 3,98%; y, en 2019, lo más alto, 4,66%.
Las cosas no van mejor en lo relativo al porcentaje que representa el voto efectivo en el exterior (el voto emitido) en relación al total de votos emitidos en el país y en el exterior: 2,57% en 2009, 3,07% en 2014, 1,48% en 2016, y 3,25% en las elecciones de 2019.
Ahora, en el ejercicio para conocer el voto en el exterior que le ofrece Animal Político, no deja de ser llamativa la evolución que tuvo en relación a la preferencia mayoritaria que mostró por el Movimiento Al Socialismo (MAS) sobre todo en las dos primeras elecciones (2009 y 2014). En estos años dorados para el MAS, este partido se impuso a sus oposiciones con 75,77% en 2009, y 72,29% en 2014.
2016, indudablemente es la elección (es cierto, referendo, pero que también fue un plebiscito) de la inflexión del MAS, también en el exterior: allí se impuso por solo 51,37% por el Sí a la reforma constitucional que viabilizaría la repostulación de Evo Morales, contra 48,63% que votó por el No.
Aunque en 2019 se puede hablar de una recuperación de la hegemonía del MAS, pues ganó 60 a 40 por ciento, ya es inocultable su bajón con respecto a los comicios de 2009 y 2014.
Hay un dato aún sobre el que queremos llamar la atención, y es lo que se puede denominar el “aporte” del voto en el exterior tanto a la votación total del MAS, como al caudal de votos de las oposiciones.
Siendo, por ejemplo, en 2009 la votación total por el MAS 2.943.209 votos (casi tres millones), el voto en el exterior le aportó con 91.213 votos, o sea 3,10%; así las cosas, en 2014 le aportó con 3,64%, en 2016 (otra vez la caída) con solo 1,55%, repuntando de alguna manera en 2019, cuando la votación por el MAS en el exterior le significó 4,18% de todo su caudal electoral.
En 2019 fueron poco más de 120 mil votos lo que le vino del exterior al MAS; tomando en cuenta lo reñido que estuvo el si alcanzaba o no los 10 puntos porcentuales de diferencia con respecto al segundo, pues esos 120 mil sufragios bien pudieron inclinar la balanza a su favor. No por pequeño, el voto en el exterior es menos, en determinadas circunstancias, puede ser decisivo.
Y en el lado de las oposiciones, como se puede ver en el cuadro, el aporte del voto en el exterior más bien es bajo, no pasa de 2,5%, siendo: 1,78% en 2009, 2,22% en 2014, 1,40% en 2016, y 2,49% en 2019.
Ahora, para hablar del voto en el exterior, hay que tener claro que en lo sustancial esto se refiere cuanto más a siete países. Por lo menos para el padrón vigente hasta las elecciones de octubre de 2019, de los 341.001 inscritos en el exterior, 98% (333.394 habilitados) rasidía en esos siete países: 161.057 en Argentina, 72.606 en España, 45.793 en Brasil, 30.943 en Chile, 14.754 en Estados Unidos, 6.601 en Italia, y 1.640 en Gran Bretaña.
Frente a las dudas que se vinieron sembrando sobre el ciertamente incógnito voto en el exterior, el pensar, por ejemplo, que si hay cuestionamientos al padrón electoral en el país, qué se podría decir del padrón fuera de nuestras fronteras, el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Salvador Romero Ballivián, detalla que la gestión del padrón es integral, lo que se hace en el país para cuidarlo o mejorarlo, se hace en el exterior.
“El padrón electoral está compuesto por personas inscritas en Bolivia y en el exterior, y seguimos, en cualquiera de los casos, los mismos procedimientos, para la inscripción de ciudadanos, para el proceso de inhabilitación, cuando corresponde, y también los mismos mecanismos para la inscripción, la actualización domiciliaria, igualmente para la depuración”.
Por eso, remarca, “el saneamiento del padrón es integral y comprende a los registros en Bolivia y en el exterior”.
Ahora, claro que hay mayor atención a los países donde hay más votantes bolivianos; para la elección de 2020, por ejemplo, detalla Romero Ballivián, se activó el empadronamiento permanente en Argentina, Brasil, Chile, España y Estados Unidos; “en los otros países se ha trabajado con el registro de las personas que ya estaban inscritas en 2019”, concluye.
La anterior semana, la ministra de Relaciones Exteriores, Karen Longaric, en el programa Sin Tregua de la televisora Cadena A, afirmó que el TSE debería “hacer los cambios de los funcionarios que tiene acreditados en Argentina para las elecciones, (pues) esos funcionarios son los mismos que estuvieron durante octubre de 2019; no han sido removidos, continúan allá (en Argentina)”. Como se conoce, el actual oficialismo insiste en que el 20 de octubre de 2019 hubo un fraude electoral.
Sin hacer ninguna alusión a lo dicho por la ministra, Romero Ballivián, sin embargo, anunció que en las próximas semanas “se va a hacer una designación de los funcionarios que van a trabajar en el exterior, son contratos de corta duración, aproximadamente 400 personas que van a ser contratadas y que van a encargarse de las tareas administrativas y logísticas en los 30 países donde tenemos prevista la votación”. Este personal es contratado, dijo, a través de convocatorias públicas “a las cuales podían acceder los bolivianos que viven en esos países”.
Cuando en las elecciones del 20 de octubre de 2019 se votó en 33 países, en los comicios del 18 de octubre próximo esta cifra se reducirá a 30; y es que ya no se votará en tres países por el giro de la política exterior que llevó adelante el gobierno de transición de la presidenta Jeanine Añez. “No está contemplada para 2020 la votación en Irán, Nicaragua y Venezuela, en razón de las decisiones diplomáticas que ha tomado el país en los últimos meses”, explicó Romero Ballivián a este medio.
Sobre la forma de trabajo que lleva adelante el Estado boliviano en la organización de las elecciones fuera del país, Romero Ballivián indicó que dada la magnitud de la tarea, es imprescindible la coordinación entre el Órgano Electoral y el Servicio exterior (Cancillería, embajadas y consulados).
“Este es un proceso que exige una coordinación entre el Tribunal Supremo Electoral y el Servicio exterior boliviano, y nosotros requerimos adaptarnos a las exigencias o lineamientos que fijan los países anfitriones”, señaló el presidente del TSE.
Añadió que a lo dicho hay que agregar la particularidad que tiene cada país con respecto a los efectos del coronavirus. “Esto es particularmente cierto en esta elección, en la cual todos los países han sido afectados por la pandemia y pueden tener regulaciones de distinta naturaleza sobre las características que puede tener este proceso electoral”.
De los 30 países en que está proyectada la elección boliviana, a la fecha, precisó el vocal del TSE, “ningún país ha señalado hasta el momento que Bolivia no puede realizar la elección en su territorio”.
(*) Iván Bustillos es periodista de La Razón