La Administración Trump, en estrecha colaboración con el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, convertirá las dos grandes e históricas instituciones interamericanas, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en instrumentos de ideología ultraconservadora en un contexto de guerra fría con China, según fuentes diplomáticas consultadas en Brasilia y Washington.

La operación se ha consumado el sábado 12 con la elección como presidente del BID del halcón neoconservador y portavoz del exilio cubano en Miami Mauricio Claver-Carone. Será el primer estadounidense que asciende a la presidencia del banco desde su fundación en 1959, pese a los intentos de Argentina y otros países de boicotear parcialmente este nombramiento. Claver Carone contó con el apoyo de más del 50% de los votos.

Hasta la fecha, existía un acuerdo no escrito de que el presidente del poderoso banco de desarrollo debía proceder de un país latinoamericano pese a que Estados Unidos, con el 30% del capital y los votos, tuviera un poder de veto de facto. Los dos últimos presidentes han sido Enrique Iglesias, uruguayo nacido en España, y el colombiano Juan Luis Moreno.

Claver-Carone no es un estadounidense cualquiera. “Es un agresivo lobista, bloguero y bag-man (repartidor de fondos ilícitos) para los elementos más extremos de la política exterior estadounidense”, afirma Fulton Armstrong, exasesor de la administración de Bill Clinton en una entrevista telefónica. Claver-Carone tiene otra ventaja para Trump: diseñó en colaboración con el senador por Florida Marco Rubio la estrategia de frenar el avance de China y, en menor medida, de Rusia, en América Latina.

El nombramiento de Claver-Carone cumple con dos objetivos de Trump, dice Peter Hakim del think tankInteramerican Dialogue, en Washington. “Necesita el apoyo electoral de Rubio en Florida y, además, quiere restablecer la doctrina Monroe [control del continente americano] para enfrentarse a China y hacerse con el mando de las instituciones interamericanas”.

Pero la fórmula elegida puede hacer mucho daño a largo plazo, incluso en Estados Unidos. “El BID ha sido el vehículo del soft powerestadounidense en América Latina y Trump lo quiere convertir en el hard power”, dice Celso Amorim, excanciller de Lula da Silva consultado en Río de Janeiro. Consciente de que es la única posible fuente de inversión en infraestructuras en América Latina y el principal socio comercial de la región, Moreno había intentado elevar el perfil de China en el BID.

Sin experiencia en banca ni en relaciones exteriores, Claver-Carone adoptará una agenda más ideológica que tecnócrata. Sigue así los pasos de Luis Almagro, el polémico secretario general de la OEA, muy próximo a los halcones de Miami en su defensa del cambio de régimen en Venezuela, Cuba y Bolivia (ya logrado). Almagro acaba de forzar un cambio en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) bajo presiones de Bolsonaro, aseguran fuentes en Brasilia. Bolsonaro fue el primer presidente en dar su apoyo al estadounidense en un pacto en el que Brasil tendrá la vicepresidencia ejecutiva del banco, según el senador Patrick Leahy. “En el BID y la OEA estamos viendo la erosión de las únicas instituciones interamericanas que quedan”, dice Armstrong.

También en Estados Unidos se teme lo peor. “La elección de Claver-Carone desencadenará una crisis institucional inmediata en el BID y pondrá en entredicho el apoyo de Estados Unidos al banco”, advirtieron la veterana republicana Carla Hills y el actual senador demócrata Patrick Leahy. Asimismo, una serie de exmandatarios en América latina y Europa como Fernando Henrique Cardoso, Ricardo Lagos, Julio María Sanguinetti, Juan Manuel Santos, Ernesto Zedillo, Felipe González o François Hollande han expresado públicamente su rechazo a Claver-Carone. Pero si los presidentes del pasado sienten pavor ante este halcón, los actuales en su mayoría lo apoyan, un indicio del cambio sísmico que ha ocurrido en la política latinoamericana en los últimos años.

El BID ya sufrió una grave crisis en sus relaciones con China —accionista minoritario del banco— el año pasado cuando Pekín canceló la asamblea anual que se iba a celebrar en Chengdu por la polémica decisión de incorporar a su consejo al economista venezolano Ricardo Hausmann en representación del paralelo gobierno venezolano de Juan Guaidó.

Venezuela, representada por Guaidó, es uno de los 17 de 23 países que apoyan a Claver-Carone, liderados por Brasil y Colombia. Otros son el gobierno no electo de Bolivia y el de Lenin Moreno en Ecuador, que fue anfitrión del BID tras la cancelación de la reunión en China.

(*) Andy Robinson es economista y sociólogo. La Vanguardia