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Bolivia, país híbrido

Cómo saber cuándo un país es más o menos democrático o autoritario o una mezcla de ambas cosas?

IDEA Internacional propone cinco parámetros para medir la “calidad democrática” de cada país: si en este hay un gobierno representativo (producto de elecciones libres y competitivas); si respeta derechos fundamentales de la población; si hay controles eficaces del gobierno; si hay una administración imparcial de las instituciones; y, si hay participación ciudadana. Una metodología, remarca la investigadora de la institución Annika Silva-Learner, acaso no para el mundo académico, sino sobre todo para quienes se ocupan del quehacer democrático de los países.

— ¿Cómo está el panorama a nivel global?

— De acuerdo a nuestros índices, lo que vemos es que la mayoría de los países del mundo en 2019 son democracias. 98 países, 60 por ciento, pero dentro de esto vemos muchos niveles, diferentes calidades. En los últimos diez años ha ido disminuyendo la calidad de esas democracias. También vemos que la proporción de regímenes autoritarios es mucho menor que hace cuatro décadas: hay sólo 34 gobiernos autoritarios en el mundo, dos están en América Latina, Venezuela y Cuba, pero hace cuatro décadas había 90 gobiernos autoritarios. También vimos que la cantidad de gobiernos híbridos ha ido aumentando en las últimas décadas: en 1975 había ocho gobiernos híbridos en el mundo, hoy día hay 30. Hay una tendencia a que estos gobiernos híbridos se vuelvan más comunes; son como una fase intermedia entre democracia y régimen autoritario, tienen rasgos democráticos y autoritarios.

— ¿Cuál es el criterio mínimo para considerar a un país como democrático?

— El criterio mínimo para calificar como democracia es que el país tenga elecciones multipartidarias mínimamente competitivas, donde todos los partidos tengan posibilidades reales de acceder al poder mediante elecciones limpias. Y los regímenes híbridos y autoritarios no cumplen con eso. Ahora, para poder entender mejor las diferencias en calidad de democracia, hemos definido tres subcategorías, de alta calidad democrática, los países, como Suecia, que cumplen los cinco requisitos de democracia; luego las democracias débiles, baja calidad en al menos uno de los cinco a tributos o más. Y las democracias de rango medio, que están entre los dos extremos aludidos.

— La peculiaridad parece ser los híbridos. Aparte de estar al medio, ¿se puede decir que son transitorios, temporales?

— Es como una categoría intermedia porque no cumplen con los criterios mínimos de las democracias, tienen elecciones pero muchas veces no son libres, los partidos de oposición pueden estar bastante restringidos y no tienen siempre una posibilidad real de acceder al poder. Depende del país híbrido; por ejemplo, Singapur, que no tiene elecciones libres, pero sí tiene un alto grado de administración imparcial. En cuanto a si son transitorios, vemos que la gran parte de los regímenes híbridos han perdurado en el tiempo como tales, entonces, no necesariamente es una fase transitoria, depende del país. Hay países híbridos que antes eran democracias frágiles y que luego han tenido un quiebre y pasaron a ser híbridos, un ejemplo es Haití; hay países que se mueven entre una democracia débil y la hibridez.

— ¿Cómo está Latinoamérica? ¿Parece la tercera?

— Sí, vemos que 19 de los 23 países de la región son regímenes democráticos; eso es 83%. Esto es muy alto en comparación con regiones como África, donde sólo 40% de los países son democráticos; como Asia, donde son sólo la mitad. Ahí América Latina se encuentra más cerca de América del Norte y de Europa. En la primera son dos países, el 100%, pero en Europa tenemos 91% de democracias.

— En participación política de las mujeres, si el promedio global es de 25%, en la región es de 31%.

— Efectivamente, América Latina también es una de las regiones del mundo, junto con Europa, que tiene mayor representación femenina en los parlamentos, y su promedio en esto está por encima de la media global. Tenemos a cinco países de la región, Bolivia, Cuba, Costa Rica, Nicaragua y México, que se encuentran entre los diez países del mundo con más representación femenina en los parlamentos. Y la razón de esto es porque muchos países de la región han adoptado legislación sobre cuotas de mujeres en los parlamentos y en algunos casos hay leyes de paridad. Pero todavía hay muchos retos. El promedio regional (31%) aún está muy por debajo del 50%.

— Siempre vigente, la desigualdad ¿Cómo se inserta esto en la calidad de las democracias?

— Efectivamente, América Latina es la región más desigual del mundo de acuerdo a nuestros índices, de los 26 países más desiguales del mundo, más de la mitad están en América Latina. La relación de esto con la democracia es compleja. Esa desigualdad socioeconómica se traduce en desigualdad en representación política; el otro aspecto es que cuando la desigualdad es muy grande en democracias, eso reduce la confianza en la democracia; la democracia como sistema de gobierno, y eso hace aumentar el descontento cívico; eso es lo que hemos visto en varios países a finales de 2019, esa ola de protestas donde muchas de las demandas se centraban en la desigualdad.

— ¿Bolivia? ¿Por qué estamos en la categoría híbrido?

— Lo que hemos visto en nuestros datos es que a partir de 2019 y a raíz de las elecciones, Bolivia ya no se puede considerar como régimen democrático, porque hubo acusaciones de irregularidades en las elecciones; ese criterio mínimo que es establecó ya no se cumplía en Bolivia. De haber sido una democracia que hasta ese entonces tenía un rango de calidad media, pasó a ser un régimen híbrido.

También es importante decir que lo que hemos visto también en Bolivia en los últimos cinco años, es una disminución no sólo en la calidad de las elecciones, lo que se mostró muy claramente al final de 2019, sino también hemos visto un declive en otros indicadores; por ejemplo, hemos visto una bajada en las libertades civiles, sobre todo en la libertad de expresión, la libertad de movimiento; también en los indicadores que miden la participación de la sociedad civil hay un declive en los últimos cinco años; también un declive en la libertad de los partidos políticos. Entonces, hubo declives en varios aspectos de la democracia boliviana, no sólo en la parte electoral. También hemos visto un declive en independencia judicial; en esto ahora Bolivia está entre lo más bajo del mundo, dentro del 25% de países del mundo con más bajo nivel de independencia judicial.

— ¿Cómo ha trastocado la pandemia la democracia?

— Ha habido desarrollos preocupantes, muchas restricciones a las libertades de movimiento y de asamblea. Ahí la clave es si esas restricciones se han implementado dentro de un marco legal. Hubo una cantidad grande de países que han hecho un uso excesivo de violencia y de fuerza para implementar las restricciones.

(*) Iván Bustillos es periodista de La Razón