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Hernán Siles Zuazo

El 10 de octubre de 1982, tras dos décadas de dictaduras oprobiosas que asaltaron el poder político, coartando las libertades constitucionales, institucionales y el Estado de derecho, Bolivia entera festejaba el retorno a la democracia, el respeto a los derechos humanos y la convivencia pacífica, todo ello gracias al aporte del blasón y proficuo demócrata: Hernán Siles Zuazo, quien junto al buró político y la militancia del MNRI, partidos democráticos, movimientos populares, sindicales, profesionales, universitarios y otros, supieron afrontar, arriesgando el pellejo, a la omnipotencia y al despotismo que detentaban arbitrariamente el poder político y en el que cundía las persecuciones, prisiones, torturas, exilios y el trato inhumano a todo lo que se oponía al régimen de facto y totalitario que violaba las normas constitucionales y las leyes de la República. Desde entonces pasaron 38 años en que los bolivianos supimos resguardarla para consolidar el proceso democrático hasta nuestros días.

Los resultados de la convivencia pacífica desde 1982 hasta el presente nos traen el recuerdo de un gran demócrata como fue don Hernán Siles Zuazo, en su andamiaje como estratega y planificador de acontecimientos trascendentales, como la guerra civil de 1949, el triunfo electoral de mayo de 1951, la insurrección popular de 1952, que victoriosa determinó la derrota de la oligarquía minero feudal y la adopción de medidas revolucionarias que eventualmente cambiaron la estructura política, económica y social del país, aunque no se pudo romper la dependencia extranjera.

En el mencionado proceso político es cuando más destaca la personalidad del típico conspirador y revolucionario, considerado como el “Caudillo del Altiplano”, tal cual describe el periodista Ted Córdova: “Con ciertas características de mítico, llevando una vida solitaria pero monacal, la trayectoria de Hernán Siles Zuazo, para situarle en términos universales, es una mezcla de Mahatma Gandhi con Willy Brand. Del primero aprendió los métodos de resistencia pacífica, el recurso de ayunos forzados, la actitud filosófica; y al igual que Brand, Siles, es un hábil conspirador. El alemán buscó refugio en Noruega en los tiempos de Hitler y desde allí operó clandestinamente, cambiando de nombre y de fisonomía. Siles Zuazo, por su parte, desde sus numerosos exilios, acometió contra los regímenes dictatoriales de turno, en todas las formas: unas veces entró clandestinamente a Bolivia vestido de ferroviario… asimismo, quienes lo conocimos y compartimos con él podemos testificar que en numerosas oportunidades convivió junto a campesinos del altiplano y trabajadores de las fábricas y las minas de manera clandestina y humilde.

Al finalizar la década de los setenta del siglo pasado, como consecuencia de sus tres legítimas victorias electorales frente a las dictaduras y los partidos de derecha (pese al fraude electoral manipulado desde las esferas gubernamentales en componenda con la Corte Nacional Electoral, que tergiversó la voluntad popular), como justo reconocimiento a esos procesos eleccionarios, el 10 de octubre de 1982 es investido por el Honorable Congreso Nacional como Presidente Constitucional de la República, cuyo proceso democrático está vigente hasta el presente. En su mensaje a la nación, aunque sabía que se le entregaba un poder limitado y retaceado, pues no tenía una mayoría congresal, el entonces flamante Primer Mandatario, prescindiendo de todo afán revanchista del pueblo y de la Ley contra los abusos de poder de los regímenes dictatoriales, sostenía que el nuevo gobierno no se aferrará al pasado y que debe existir la capacidad de reconocer que el tiempo no pasó en vano para encontrar “un movimiento de unidad nacional”.

Asimismo, exhortó a los parlamentarios a apegarse a las normas constitucionales y las leyes en vigencia, señalando que es imperioso “escuchar al pueblo para ser el Ejecutivo y Legislativo de hoy y mañana. La democracia como gobierno del pueblo y para el pueblo tiene que ser fiel intérprete de las mayorías nacionales”.

De esta manera, Hernán Siles Zuazo inauguró el nuevo proceso democrático de Bolivia, aun con el sacrificio de su misma investidura presidencial, con un renunciamiento sincero, por lo que es aplaudido por todos los bolivianos. Al dejar la Presidencia de la República el 6 de agosto de 1985, en su último mensaje democrático, decía: “Es imperioso que esta nuestra tierra siga siendo tierra de hombres libres”. El país entero estaba de regocijo porque había costado tanto sacrificio retornar a la democracia y al ejercicio del Estado de derecho; y no como se observa en estos tiempos, los políticos aferrados al poder, abusan de su autoridad e imponen su voluntad, los despotismos son propios de los sistemas absolutistas y tiránicos. Cuánto añoramos que retorne el pensamiento y obras del paladín de la democracia: don Hernán Siles Zuazo.

(*) Franz Solano Chuquimia, exembajador de Bolivia en Perú