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¿Erraron las encuestas?

Foro de Análisis Político de la FES: “Elecciones 2020: encuestas, conteos rápidos, votos”

Las encuestas preelectorales no se equivocaron: identificaron entre un 22% y un 28% de indecisos. En teoría, estos indecisos podrían inclinarse a favor de cualquiera de los candidatos, o distribuir su preferencia de manera proporcional en todos ellos. Ahora sabemos que la mayoría de estos indecisos optaron por el Movimiento Al Socialismo (MAS). En cambio, las encuestas fueron bastante precisas en prever el voto de Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana, CC) y Luis Fernando Camacho (Creemos), como se muestra en el gráfico adjunto.

Analistas: el problema

Más que en los datos de las encuestas, el problema estuvo en los analistas. Hubo tres tipos de analistas. En primer lugar, estaban los que miraban estos datos con el ojo derecho. Razonaron que, según las encuestas, solo un tercio apoyaba al MAS, y que los otros dos tercios no querían que este partido vuelva al gobierno. Por tanto, estimaron que Carlos Mesa subiría en su intención de voto y forzaría una segunda vuelta, en la cual sería elegido Presidente.

Un segundo grupo de analistas trató de mirar los datos con los dos ojos. Afirmaron que como los indecisos estaban en todos los segmentos, tanto en el área urbana (con un ambiente a favor de Mesa), como en el área rural (en un contexto a favor de Arce), en occidente, como en oriente (a favor de Camacho), estos votantes al final distribuirían su voto de manera proporcional entre los candidatos y se mantendrían las tendencias. Es decir, con una diferencia entre Arce y Mesa de cerca del 10%.

Finalmente, un tercer grupo de analistas miró los datos con el ojo izquierdo. Sostuvieron que entre los indecisos había un “voto oculto”. Después de la renuncia de Evo, en un ambiente antimasista, varios votantes no querían revelar su intención de voto, que al final favorecería al MAS. Tuvieron razón. Solo que no se imaginaron que casi la totalidad del 20% de indecisos apostaría por el partido azul.

Sin embargo, aunque los datos proporcionados por las empresas encuestadoras, con el 25% de indecisos en promedio, estaban bien, la pregunta persiste: ¿por qué en las encuestas no se pudo identificar que la mayoría de los indecisos votaría por el MAS? Existen ciertos parámetros que ayudan a prever estas tendencias. Por ejemplo, la percepción de los indecisos sobre la marcha general del país, la aprobación o desaprobación de la gestión de Áñez, su opinión positiva o negativa de los diferentes candidatos, su perfil sociodemográfico, etc. Con esta información se construyen índices de afinidad de los indecisos y, por medios estadísticos, se identifica la probabilidad del voto de los mismos. Nada de esto ocurrió. Los analistas tuvieron que realizar complicados ejercicios adivinatorios para tratar de precisar cuál sería el comportamiento de estos indecisos.

Comparación necesaria

¿Qué pasó en realidad el 18 de octubre? ¿Hubo en los hechos un 20% de indecisos que en masa votaron por el MAS? ¿O tal vez hubo un voto oculto que no fue identificado por las encuestas preelectorales? Fueron ambas cosas, pero no es posible saber con precisión el peso de los indecisos y el peso del voto oculto.

Si se comparan los resultados de las elecciones de 2019 y de 2020 se puede constatar los siguientes tres aspectos. Primero, el MAS incrementó su votación en más de 15% en el altiplano paceño, la ciudad de El Alto, Cochabamba y Oruro.  Segundo, el MAS incrementó su votación entre un 5% y un 10% en el área de influencia de este partido: el área rural de Potosí y el área rural de Chuquisaca. Tercero, en los demás departamentos de la ex “Media Luna”: Tarija, Santa Cruz, Beni y Pando, la votación del MAS fue prácticamente igual a la de 2019.

Es decir, entre 2019 y 2020 el MAS recuperó el voto en su base social de tierras altas. Voto que se había perdido cuando Evo quiso prorrogarse inconstitucionalmente como candidato a Presidente. Hay cerca de un 10% del padrón electoral que apoya al MAS; pero no al evismo. Es un voto popular que demanda renovación y “rostros nuevos”, y que en 2019 votó por Chi.

Tres segmentos

A partir de este análisis se puede concluir que el 18-O, el voto del MAS estuvo conformado por tres segmentos. Primero, el voto duro, que más o menos llega al 35% del padrón electoral, y que fue identificado claramente por las encuestas preelectorales. El segundo segmento puede ser denominado como “voto oculto” y que llega al 10%. Son los que en 2019 votaron por Evo, y que después de su derrocamiento, mantenían la decisión de apoyar al MAS; pero no quisieron revelar sus intenciones a los encuestadores. El tercer segmento está conformado por los “indecisos”, que más o menos llegan al 10%. Son aquellos que en las elecciones de 2009 y 2014 votaron por el MAS pero que, luego del intento del evismo de lograr una reelección indefinida del caudillo, aún violando la Constitución, optaron por el No en el referéndum del 21-F de 2016, y votaron por Chi en 2019, porque su imagen respondía a la demanda electoral de los indecisos de sectores populares: “lo nuevo” en la política.

Este 10% de indecisos optó por Arce Catacora en 2020. Tomaron la decisión las últimas semanas antes de las elecciones por dos razones. En primer lugar, su voto por el MAS fue por descarte, ya que, en el campo popular, no había ninguna oferta que represente la renovación que ellos buscan. En segundo lugar, el voto de estos indecisos fue un voto “de resistencia”. Frente a la represión y ante la discriminación sufrida en el régimen de Jeanine Áñez, optaron por el MAS para reafirmar su identidad étnico-cultural y política.

(*) Julio Córdova es director de Diagnosis SRL

(**) Sociólogo. Llevó a cabo estudios sobre movimiento evangélico, cultura, política y derechos sexuales y reproductivos en Bolivia.