La incomodidad de las encuestas
Las encuestas, en últimas, son solo una herramienta de conocimiento; el problema está en a quién favorece
Puede que la situación cambie en las dos semanas que restan hasta el 7 de marzo, día de los comicios subnacionales, pero hasta el cierre de la presente entrega, apenas una solitaria encuestadora, Ciesmori, había difundido dos rondas de intención de voto en vista a las próximas elecciones. Solo una, cuando en el Órgano Electoral Plurinacional (OEP), están registradas 24 “entidades habilitadas para la elaboración de estudios de opinión en materia electoral”, 13 inscritas en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y 11 en los tribunales electorales departamentales de Chuquisaca, Cochabamba, Potosí, Tarija y Santa Cruz.
A esta peculiar ausencia de encuestas preelectorales, en la semana que termina se le sumó una infrecuente andanada de cuestionamientos por parte especialmente del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Empezó el expresidente Evo Morales que, en una entrevista con Radio Kawsachun Coca el domingo 14, reiteró su incredulidad sobre las encuestas; dio a entender que, por lo general, en el pasado siempre hubo un menosprecio por el MAS.
El comentario de Morales ocurrió luego de que hace dos semanas se conociera la segunda encuesta de intención de voto de Ciesmori para la red televisiva Unitel. En el estudio, que da cuenta de la preferencia electoral en los tres departamentos del eje (La Paz, Cochabamba y Santa Cruz), en ninguna de las capitales de departamento más El Alto el MAS logra la victoria.
En lo relativo a las gobernaciones, en cambio, de los tres departamentos, en dos, en La Paz y Cochabamba, los candidatos del MAS (Franklin Flores y Humberto Sánchez, respectivamente) logran la primera mayoría, aunque insuficiente para conseguir la victoria en primera vuelta.
Evo directamente acusó a las encuestadoras de “instalar en 2020 la idea de una inevitable segunda vuelta” entre Luis Arce y Carlos Mesa, estableciendo unas estrecha victoria del primero sobre el segundo; lo cual último es cierto: dos semanas antes del día de la elección (18 de octubre de 2020), la distancia que Ciesmori preveía entre Arce y Mesa era de 7,9 puntos porcentuales; la otra encuestadora, el consorcio Tu Voto Cuenta, establecía dicha cifra en 6,8%.
AUDITORÍAS
En la línea de Morales, el miércoles 17 el concejal masista del municipio de La Paz Mario Condori presentó al Tribunal Supremo Electoral (TSE) la solicitud de una doble “auditoría” a Ciesmori: una “especial” a encuestas realizadas en 2020 antes de las elecciones generales del 18 de octubre; y, otra, a las dos encuestas efectuadas por la empresa recientemente en el departamento de La Paz, sobre la intención de voto para alcaldes y gobernadores. El concejal peticionante exigía, además, “toda la documentación” de las encuestas de Ciesmori, desde los recursos materiales que utilizó para las consultas hasta el personal con que trabajó.
A propósito de Ciesmori, pero esta vez ya como objetivo todas las encuestadoras, luego vino, el jueves 18, el anuncio del diputado del MAS, Renán Cabezas, que reveló que está trabajando en un proyecto de ley que busca regular la labor de las encuestadoras, para que no generen “desinformación”. “Hay encuestadoras que lo que hacen es desinformar a la población, jugar con los sentimientos, con las pasiones del electorado, principalmente con el elector indeciso. Aquello no puede seguir pasando”, aseveró el diputado alteño.
Ya apuntando hacia el Órgano Electoral, el viernes 19, el diputado cochabambino, también masista, Héctor Arce Rodríguez directamente responsabilizó al ente electoral de no estar ejerciendo suficiente control sobre las encuestas “que ha mandado a realizar el Tribunal Supremo Electoral”. El mayor argumento para la sospecha de un mal proceder por parte de la encuestadora no es otro que la diferencia que hubo en las elecciones nacionales de octubre de 2020 entre lo que predijo, por ejemplo, Ciesmori sobre el porcentaje de la votación que alcanzaría Luis Arce y el resultado que finalmente se dio: antes de “las elecciones de 2020 Ciesmori le da a Luis Arce 30,6%, cuando como MAS obtuvimos 55,10%”, una diferencia de más de 25 puntos porcentuales. Una vez que antes de publicarse la encuesta es conocida por el TSE, para el diputado Arce el ente electoral no estaría cumpliendo con su deber de “evaluar” el resultado de las consultas, que por esto autorizaría sin más su difusión.
Ante los cuestionamientos al resultado de las encuestas y una supuesta falta de control por parte del órgano electoral, hace una semana salió al paso el presidente del TSE, Salvador Romero, quien dijo a los medios que tanto la metodología de las encuestadoras como el resultado de las consultas son supervisados por el ente electoral.
“Todas las encuestas que se difunden en medios de comunicación han pasado por un proceso de revisión de su metodología de trabajo y han tenido un proceso de aprobación técnica a cargo del Órgano Electoral, esta es una labor que se realiza para todas las encuestas que se difunden”, puntualizó el vocal Romero.
REGLAMENTO
En efecto, desde diciembre de 2020 está vigente el “Reglamento de elaboración y difusión de estudios de opinión en materia electoral en procesos electorales”. Allí se establece, entre otras cosas, que hay tres tipos de “estudios de opinión”: las encuestas preelectorales, el recojo de datos en boca de urna (que consiste en preguntarle al elector por quién votó), y el conteo rápido (la recolección de los conteos de voto, por lo general, la fotografía del acta electoral). En el reglamento también se establece la obligación que tiene la encuestadora de presentar al órgano electoral el diseño de la consulta, su metodología de trabajo. También es norma que el órgano electoral conoce el resultado de la consulta al menos dos días antes de su publicación, y que revisa y evalúa su consistencia.
Cuando algunos legisladores cuestionaban a Ciesmori, por ejemplo, de que su última encuesta (del 11 de febrero) tenía el margen de error de 6,78% en la encuesta departamental, el Reglamento establece (artículo 14, Diseño muestral) que el “nivel de confianza y error máximo aceptable” a nivel de departamento es de 10%; cuando la encuesta es de ámbito nacional, ese máximo de error es de 3%.
Aparte de la encuesta preelectoral presencial, el Reglamento también admite las encuestas telefónicas y las “por internet de telefonía móvil”, existiendo todo un catálogo de sus mínimos técnicos.
Ahora, si hay algo que cuestionan los legisladores masistas de las recientes encuestas son las grandes diferencias que establecen, evidentemente, perfilando dos o tres “ganadores” y un resto de “ninguna posibilidad”.
“Estas encuestas están induciendo al voto, están generando duda en la población, y hoy vemos, estas últimas encuestas, en las que a algunos candidatos se les da victorias abrumadoras sobre otros; ejemplo, el caso de Cochabamba, creo que le da más del 60% a Manfred Reyes Villa (candidato a la Alcaldía)”, cuestiona, por ejemplo, el diputado Arce Rodríguez la última consulta de Ciesmori.
En realidad, se trata de 52,8% para Reyes Villa, contra 12,8% del candidato del MAS, Nelson Cox: 40 puntos porcentuales de distancia. Las mismas grandes diferencias hay entre el 76,1% de Eva Copa contra el 6,6% de Zacarías Maquera del MAS, que pugnan por la Alcaldía de El Alto; o la distancia entre Iván Arias, de Somos Pueblo, que tras la renuncia de Waldo Albarracín, literalmente trepó a 42,4% contra el “favorito” César Dockweiler, del MAS, que se quedó con 23,7% de la preferencia de voto.
No es muy diferente (las considerables distancias) entre los candidatos a gobernadores, por lo menos de los departamentos del eje, siendo la más notoria la de Santa Cruz, de Luis Fernando Camacho, de Creemos, con 42,2%, contra Mario Cronenbold que llega a 28%; o la enorme distancia que hay en el caso de Cochabamba, donde el candidato del MAS, Humberto Sánchez, tiene 39,7% contra nada menos que 5,8% de Súmate (Manfred Reyes Villa). Solo en La Paz, hay una intención de voto más homogénea: hay más o menos tres candidaturas con posibilidades, Franklin Mamani, del MAS, con 21,3%; Santos Quispe (Jallalla), con 18,4%; y Rafael Quispe (Somos Pueblo) que tiene 14,9%.
Sumándose a otros candidatos, el aspirante a asambleísta departamental de La Paz por el Movimiento Tercer Sistema (MTS), Édgar Ramos Andrade, apunta a que lo que preocupa de estas encuestas en particular es el “acelerado descarte” de candidatos, predisponiendo el voto.
En el programa de La Razón y Extra, Piedra, papel y tinta por internet del miércoles 17, tres expertos coincidieron en que se debe tener cautela y cuidado con las encuestas difundidas de cara a las elecciones subnacionales del 7 de marzo, porque los resultados pueden variar por distintas circunstancias, según afirmaron.
Según resumió este impreso, el economista Armando Ortuño, advirtió que si bien cree en las encuestas, porque permiten dar una idea a cerca del “juego político” que existe por detrás, en ciertas condiciones se debe ser “muy prudente” y leer con cuidado los resultados debido a las condiciones en que fueron hechas y a los márgenes de error que se manejan.
“Los márgenes de error son incluso más grandes que los márgenes de error de las encuestas de las elecciones presidenciales (de octubre de 2020), en promedio hablamos de márgenes de error entre 5% y 6%… y esto quiere decir que si un candidato tiene 20% su valor real está entre 14% y 15%, ¿se imaginan esos márgenes de error?”, cuestionó Ortuño en el programa dirigido por la directora de La Razón, Claudia Benavente.
Verónica Rocha, analista, por su parte, sostuvo que la relación entre encuestas, campañas, resultados y opinión pública plantean “varios escenarios mediáticos” por lo que resulta complicado tratar de hacer “adivinanza” sobre resultados, y ver si inciden o no en la ciudadanía porque se habla de “muchísimos electorados distintos que están participando”.
“Las encuestas otorgan algunos datos que a reserva de que uno diga no lo creo o lo creo, sí generan sensaciones distintas, sean éstas de miedo, de preocupación, de finalmente tomar una decisión; y hay unas bolsas grandes como pasó en (las elecciones) de 2020 de gente que decía que votará nulo o no sabía por quién votar, son bolsas grandes, es decir, hay muchos resultados que pueden cambiar”, advirtió la comunicadora.
ESTUDIO
Y, finalmente, un tanto en defensa de las encuestas, vertimos algunos criterios emitidos por Hugo Gálvez, gerente de Investigación y Estudios de Opinión de Ciesmori, a través del sitio web de la empresa.
El reclamo, por ejemplo, de que las encuestas no debieran ser parte del discurso de campaña de los contendientes, pues solo son una herramienta que, bien utilizada, debería ayudar a realizar ajustes entre lo que la población espera y lo que los candidatos ofrecen. Textual, dice Gálvez: “Las encuestas electorales no son y no deberían ser presentadas a la población como si fuera una “carrera de caballos” donde lo único que se aprecia es quién gana y por cuánta distancia. En cambio, debería ser utilizada en todo su potencial, como lo hacen los estrategas de campaña entendidos en la materia; quienes consideran que el objetivo de éstas es el conocer qué necesita, qué espera la población votante de sus futuros gobernantes”.
Y, algo central que plantea el experto en estudios de opinión: las encuestas no predicen, pero sí influyen. Si bien existen algoritmos estadísticos que tienen la finalidad de predecir los resultados electorales —destaca la publicación por web de Ciesmori— “estos requieren de gran cantidad de información y datos históricos (varias encuestas consecutivas); lo que demanda una fuerte inversión de recursos económicos. Pero con todo, sí es posible construir probables escenarios finales, considerando determinados supuestos respecto a la cantidad de datos con los que no se cuenta en lo que refiere a preferencia electoral”.
En palabras del experto de Ciesmori Gálvez: “A partir de una encuesta no es posible predecir los resultados de una elección. Las encuestas preelectorales son estudios de tipo transeccional, vale decir que se obtiene información en un determinado intervalo de tiempo y, normalmente varios días antes de las elecciones, donde hay todavía un considerable número de personas que no tienen definido su voto y otro tanto que no se niega a responder (voto secreto)”.
(*) Iván Bustillos es periodista de La Razón