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Subnacionales, la elección del contrapeso

EL PUNTO BOBRE LA I

Las elecciones subnacionales tan cerca de las nacionales acaso contengan una mayor carga política por este hecho. Originalmente, las municipales habían sido proyectadas a media gestión del periodo constitucional de las autoridades nacionales; pero, debido a las crisis políticas nacionales que hubo y a la misma Constitución, ambos procesos llegaron a ser continuos. Así, aunque los dos procesos tengan su propio signo y características, el que estén cerca en el tiempo definitivamente incide en su mayor politicidad. Aunque con el cómputo electoral todavía incompleto, tal como quedaron las nueve gobernaciones y las capitales de departamento más El Alto, la impresión básica acaso sea la del equilibrio en la distribución del poder que imponen las subnacionales con relación a los comicios generales de octubre de 2020; una constante de oposición-oficialismo durante los gobiernos nacionales del Movimiento Al Socialismo (MAS).

Hasta el cierre de la presente entrega (viernes por la noche, cinco días después del sufragio), solo dos departamentos habían cerrado su cómputo por gobernador, Chuquisaca y Tarija; en cuatro (Oruro, Potosí, Beni y Pando), se estaba sobre el 94% del avance del cómputo; y en tres, los departamentos del eje,  se hallaban con un retraso considerable: a Cochabamba le faltaba computar 25% de sus actas, 28% a Santa Cruz, y nada menos que 43% a La Paz.

Desde el ámbito político, el equilibrio que, guste o no, instalan las subnacionales con relación a la elección general, se expresa, por ejemplo, en que si bien el MAS (que por eso es el partido nacional por excelencia) está o primero o segundo en todos los departamentos, solo en tres (Oruro, Cochabamba y Potosí) logra alzarse con la victoria en primera vuelta; este es un retroceso ciertamente, porque, como se puede apreciar en el cuadro 1, en las elecciones subnacionales de 2015 logró ganar seis gobernaciones. Aquí, sin embargo, no hay que olvidar al departamento de La Paz: aunque no contundente, se trata de un auténtico retorno a la preferencia electoral tras la derrota que sufrió en 2015 ante Sol.bo y su candidato de entonces, Félix Patzi. Cerca de llegar a 40%, el candidato masista Franklin Flores puede ser el cuarto del partido azul en ganar la elección en primera vuelta.  

Con todo, el partido oficialista nacional tendrá que ir a segunda vuelta en tres departamentos (Chuquisaca, Tarija y Pando). Y he aquí que el peor escenario para el MAS es la segunda vuelta, dada la polarización, también en el nivel local y regional, que se da entre este partido y el resto de las organizaciones políticas, en el hecho de que persiste el escenario MAS frente a las oposiciones anti-MAS. El 11 de abril (día de las elecciones en segunda vuelta) se verá si el masismo logró seducir a la diversidad de variedades del antimasismo local. En el nivel de las gobernaciones, una derrota del MAS sin duda es haber perdido Beni a manos del Movimiento Tercer Sistema (MTS), y en primera vuelta. Pese a que el actual gobernador paceño, Félix Patzi, líder del MTS, dijo de esta victoria (además del triunfo en la Alcaldía de Cobija) es como el “salto a la Amazonía” de dicho partido, lo cierto es que, como en el caso de Eva Copa con Jallalla, mucho pesaron los candidatos para los referidos triunfos.

Si bien el MAS siempre perdió en la pelea por la Gobernación de Santa Cruz (sus verdugos primero fueron los Verdes, luego Demócratas y ahora Creemos), en la elección de marzo ciertamente tuvo un repunte, acercándose al 40% de la preferencia electoral, como en 2010.

ALCALDÍAS

En el caso de las alcaldías de las capitales de departamento más El Alto, el MAS más bien confirmó su trayectoria en este ámbito: desde 2010 no pasa de tres alcaldías que gane; aunque el 7 de marzo estuvo a la baja. En relación a las elecciones de 2015, su mayor pérdida fue que en tres capitales (de las nueve más El Alto) dejó de ser protagonista como primero o segundo. Los municipios capital donde el MAS salió de entre esos dos primeros contendientes son Potosí, Trinidad y Santa Cruz.

Victoria neta del MAS, en cambio, fue en el municipio de Oruro, pues es la primera vez que gana directamente la Alcaldía en este territorio.

El caso de Tarija es peculiar: en las tres elecciones subnacionales efectuadas hasta hoy (2010, 2015 y 2021), irremediablemente le ganó la oposición dirigida por el exalcalde tarijeño Óscar Montes y, como se ve en el cuadro, todas las veces a través de una mayoría absoluta.

Pero en el caso de las alcaldías, aparte de la mayor o menor contundencia con que pudo haber ganado el alcalde, importa la mitad del problema: la conformación que hay del Concejo Municipal, o sea la gobernabilidad que habrá en el gobierno edil.

Empezando por la Alcaldía donde el MAS ganó de modo más claro, Oruro, pasa que, aplicando la regla de conversión de votos en escaños dispuesta por la Ley 026 de Régimen Electoral, se encuentra que allí habrá un Concejo dividido entre cinco concejales del MAS y cinco del opositor Un Sol para Oruro, quedando el antiguo “voto de oro”, el único voto que decide cuál mayoría gana, en manos del Partido Demócrata Cristiano (PDC).

En Potosí, donde esta vez ganó la Alcaldía el bloque cívico liderado por el exdirigente vecinal Jhonny Llally, la distribución está más dispersa: el MCP de Llally logra cinco concejales. Alianza Social (AS) cuatro, el MAS y Demócratas deben contentarse con uno cada cual. Pese a que son siete los partidos que sobrepasaron el 3% mínimo de votación por la Alcaldía potosina, según la fórmula aplicada, solo cuatro logran escaños en el Concejo.

No hay que olvidar que todas las capitales de departamento, sin importar su población, deben contar concejos de 11 miembros.

En Tarija, reflejando la mayoría opositora que siempre le ganó al MAS, su Concejo está formado por seis concejales de Unidos Por Tarija (UPT), el partido del alcalde electo, suficiente para imponer su gestión, tres del MAS, uno de Comunidad de Todos, y uno del Movimiento Tercer Sistema (MTS).

Toda vez que el MTS se alzó con la victoria por la Alcaldía de Trinidad (Beni), su gobernabilidad no está asegurada, pues mientras el partido del alcalde (MTS) solo tiene cuatro concejales, la agrupación Todos logra tres, el MAS dos y Ahora otros dos.

Cuando en Cobija ganó la exalcaldesa masista Ana Lucía Reis, pero esta vez bajo la sigla del MTS, su gobernabilidad tampoco está asegurada, pues si el partido oficialista tiene cinco concejales, el MAS ostenta cuatro, Comunidad de Integración Democrática retiene dos concejalías.

En el caso del municipio de Cochabamba, la abrumadora mayoría que logró el retornado Manfred Reyes Villa se refleja en siete concejales de su agrupación Súmate, solo tres del MAS y uno del MTS.

Pero la mayor hegemonía en el Concejo Municipal la va a ejercer Jallalla en El Alto. El masivo apoyo que tuvo Eva Copa se expresa en hasta nueve concejales de Jallalla y tan solo dos por parte del partido azul.

En el municipio Nuestra Señora de La Paz (que es su nombre oficial), la polarización entre dos grandes contendientes se expresa en seis concejales para la ganadora de la Alcaldía la alianza Por el Bien Común Somos Pueblo (Negro Arias); y, cinco para el MAS; esto está pendiente de revisión pues, el candidato de Jallalla, David Castro, estaba seguro de que su agrupación tendría al menos un concejal.

En lo relativo a Sucre, donde el MAS ganó apenas por unos votos y acaso la situación cambie con la repetición del sufragio en tres mesas, igual la gobernabilidad está en vilo: mientras el MAS y la agrupación R-2025 tienen cada uno cuatro concejales, Comunidad Ciudadana Autonomías (C-A), Chuquisaca Somos Todos (CST) y la agrupación Unidos, cuentan con un concejal cada uno.

Y la pelea de voto a voto por la Alcaldía de Santa Cruz también se reflejó en una peculiar conformación del Concejo edil cruceño: mientras las fuerzas mayoritarias, C-A y UCS tienen a cuatro concejales cada uno, el MAS cuenta con dos y Demócratas con uno.

(*) Iván Bustillos es periodista de La Razón