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CONSTITUYENTE EN CHILE, ENTRE LA ESPERANZA Y LA CAUTELA

EL PUNTO SOBRE LA i

El sábado 15 y el domingo 16 de mayo serán recordados por mucho tiempo en Chile. En esos días el país votó por la elección de su Convención Constituyente (Asamblea Constituyente). 155 constituyentes, elegidos de entre 1.373 candidatos, que en los próximos 12 meses (9 inicialmente y 3 si deciden ampliar el plazo), tendrán la tarea de redactar una nueva Constitución. En la elección (en que votar no es obligatorio) hubo una participación de 43,4%, sufragaron 6,5 millones de 14,9 millones inscritos en su padrón electoral. La elección del 15 y 16 viene precedida en el plebiscito del 25 de octubre de 2019, cuando 78% de los votantes aprobaron la redacción de una nueva Carta Magna. Una peculiaridad de la Convención Constituyente electa es su paridad de género: al menos 45% de los constituyentes deben ser mujeres; y, otra novedad, los pueblos indígenas chilenos tienen asegurados 17 escaños.

Pero la verdadera sorpresa fue la forma en que se distribuyó la votación. Pese a que resultó la primera mayoría (con 37 constituyentes), la representación del actual gobierno, considerado de derecha, se siente perdedora, pues no alcanzó el tercio que podría vetar cualquier cambio constitucional. No por nada el presidente Sebastián Piñera dijo el mismo domingo de la elección que “la ciudadanía nos ha enviado un claro y fuerte mensaje al Gobierno y también a todas las fuerzas políticas tradicionales: no estamos sintonizando adecuadamente con las demandas y los anhelos de la ciudadanía y estamos siendo interpelados por nuevas expresiones y por nuevos liderazgos”. (La Tercera de Chile)

Tampoco es de echar de menos la declaración de Heraldo Muñoz (canciller de Chile en el gobierno de Michelle Bachelet), que en representación de la centroizquierda, que también gobernó el país en los últimos años, dijo: “Quiero decirlo en forma clara: la ex Concertación murió y se enterró hace tiempo y eso ha quedado muy claro en esta elección. La gente quiere cambios y quiere visiones nuevas”.

Y es que a esta centroizquierda tradicional, representada en la fórmula Apruebo, que obtuvo 25 constituyentes, le ganó la coalición Apruebo Dignidad (con 28 constituyentes), conformada por organizaciones de izquierda, como el Partido Comunista de Chile. En general, se afirma en medios chilenos, que la justa la ganaron la oposición de izquierda y los candidatos independientes.

Desde este lado de la frontera, cabe desde la esperanza que el país vecino cambie ciertas políticas propias de sus élites, hasta la cautela que se debe tener ante la posibilidad de que dicho proceso constituyente en realidad cambie muy poco la relación con Bolivia y el resto de los países de la región.

CAMBIOS. Para el historiador chileno Máximo Quitral, la nueva Constitución podría establecer un cambio de timón en la presencia de Chile en la región. “Tenemos temas en común, cuestiones abiertas en política internacional, y quizás este nuevo contrato social pueda pensar y tomar visiones distintas, sobre todo a partir de la irrupción de nuevas ideas en la Convención Constituyente”, aseveró a Animal Político.

Uno de los debates que se anuncia de los más interesantes es sobre la posibilidad de establecer la plurinacionalidad en el Estado chileno.

El tema de lo plurinacional se va a instalar en la Convención, por dos razones, apunta Quitral: “Una, porque hay nuevas fuerzas políticas que conciben que Chile debe ser un Estado plurinacional; y, dos, porque en esta Constituyente hay representación de los pueblos indígenas, que también están de acuerdo con esa cosmovisión”.

Y es que si algo caracteriza a la futura Convención (tras las elecciones del 15 y 16) es que carga en sí antiguas demandas sociales, ignoradas, “encapsuladas y arrinconadas” por la política tradicional y los propios medios de comunicación. Demandas “que adquirieron fuerza a partir de la revuelta popular de 2019; y, en el fondo, esa revuelta popular hoy está presente en esta Convención Constituyente”, destaca Quitral.

Se anuncian cambios también en la regulación de la economía, en cancelar una vieja deuda de Chile, pese a su robusto capitalismo: la desigualdad. “Chile es muy desigual; esa desigualdad se fue expresando en la calle; se hizo visible, pero no tuvo el espacio institucional para expresarse”.

El bloque Lista del Pueblo (que obtuvo 27 constituyentes), por ejemplo, dice, “recoge justamente ese sentir de molestia, rabia y expresión de la desigualdad que Chile tiene visibilizado desde hace mucho rato”.

La reforma también llegará, se prevé, a cuestionar el exitoso llamado modelo económico chileno. “Hay una mirada crítica de lo que ha pasado en Chile con este mal llamado modelo económico, que yo siempre he dicho que es un espejismo: se construyó la idea de un país que era una especie de burbuja, que reventó a partir de octubre de 2019”.

El punto es lo que en los hechos logrará la nueva Constituyente. “Ojalá tengamos, por así decir, una naciente nueva república; veremos si este nuevo Chile emerge realmente y se expresa en esta nueva Constitución”.

Una de las demandas sociales más reiteradas es que el Estado chileno deje de ser “subsidiario”, de la menor intervención, por ejemplo, en la garantía de los derechos básicos. El derecho al agua como un bien básico, apunta el historiador, el tema del agua por supuesto que estará en la Convención, “porque hay fuerzas que vienen con todos estos elementos del movimiento social, que se expresaron en el estallido de octubre de 2019, y que hoy tienen representación institucional, esto es que esa revuelta entra en la discusión central, y eso constituye un hecho histórico en nuestro país”.

Queda la esperanza: “Esperamos una Constitución que responda a la realidad de Chile, no que esconda la realidad de Chile”, sentencia Quitral.

IDENTIDAD. Del lado boliviano, el economista, historiador y diplomático Andrés Guzmán Escobari afirma que el país, y en especial la Cancillería, debiera poner suma atención en el proceso constituyente chileno, más aún con el resultado del 15 y 16 de mayo, “porque en este momento, toda la estructura del sistema de pensamiento chileno está en cuestión; se está refundando el país, volviendo a cuestionar las bases mismas de la identidad chilena”.

Acaso este sea el momento, apunta Guzmán, de convocar, tanto en Bolivia como en Chile, pero especialmente allí, a revisar las narrativas históricas que han separado siempre a ambos países, desde lo que realmente pasó en 1879, repensar los nacionalismos de ambos lados de la frontera. Pese incluso a la sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya de 2018, ver las nuevas condiciones que se pueden generar para replantear la demanda marítima boliviana: “ver el tema del mar desde otra perspectiva, ya hacia el futuro”, asevera Guzmán.

Lo de la plurinacionalidad no es un tema menor, afirma el historiador de la relación boliviano- chilena. Y es que toda vez que a fines del siglo XIX Chile se construyó, lo dijo un historiador chileno, atacando a los indios del norte (aymaras bolivianos y peruanos) y a los indios del sur (mapuches), en una labor civilizatoria a la fuerza, “todo esto ahora se está revisando, discutiendo para escribir esta nueva Constitución; por eso digo que es un momento clave para también tratar el tema de qué realmente ha pasado en la Guerra del Pacífico, de cómo se ha manejado, y qué hay que hacer para el futuro”.

Por la experiencia que vivió Bolivia en su proceso constituyente y la definición que tomó de Estado Plurinacional, con seguridad que el país será un referente en esta discusión en la Convención chilena, asegura el historiador boliviano.

En la tendencia que hay en Chile hoy de cuestionar la desprotección en que incurriría el Estado chileno sobre los servicios básicos, especial atención se debe prestar, señala Guzmán, al acceso al agua como un derecho humano, especialmente en el norte de Chile, “que vive del agua que fluye de la cordillera boliviano-chilena; ahora que tenemos estos problemas de recursos hídricos, también es un tema de discusión importante, qué política se va a adoptar en este y otros temas de suma sensibilidad”.

CAUTELA. Por su parte, también en declaración a este suplemento, el excanciller Javier Murillo de la Rocha más bien convoca a la cautela sobre el efecto directo que tendrá para el país el proceso constituyente en Chile.

“(Los cambios) en lo interno raras veces influyen de una manera significativa respecto de los temas internacionales, porque hay líneas maestras (en las que) los cambios internos influyen de manera poco significativa”, asevera la exautoridad.

Murillo no cree que los cambios internos en Chile vayan a traducirse en la modificación de ciertas políticas que a lo largo de los años, “de un siglo y más, han sido las directrices maestras de la política exterior de Chile. Yo no alentaría muchas expectativas en este tema”, concluye.

Y es que el excanciller, con base en su experiencia, llama al realismo diplomático: el tema son los gobiernos en concreto. “Los gobiernos, que son los que actúan, interpretan y ejecutan la política exterior de los Estados, se rigen por lo general en los temas fundamentales o lo que se llaman las líneas maestras de la conducta exterior de los Estados”.

Y esas líneas maestras, asegura, se mantienen más allá de las percepciones internas, “porque muchas tienen que ver con temas históricos, simbólicos inclusive, difíciles de cambiar. Así, no habría que alentar muchas expectativas en el orden internacional y, por supuesto, con Bolivia en el orden bilateral”.

De todos modos, no deja de añadir Murillo, “habrá que ver cómo estos cambios se van posicionando de los órganos de ejecución de la política en general en Chile”.

Cuando analistas en Chile aseguran que en la futura Convención también se verá el tema de la migración, el excanciller resalta que esta es una cuestión especialmente sensible en el mundo entero. “Con Argentina, por ejemplo (donde está la mayor migración boliviana en el exterior), se tardaron muchísmos años, décadas, hasta que recién en 1998 se pudo suscribir un convenio migratorio con ese país. En el caso de Chile, no tenemos una población migrante tan grande como en Argentina, pero falta mucho todavía para sacar alguna conclusión sobre la forma en que las nuevas tendencias políticas en Chile van a gravitar significativamente en su relación con Bolivia y los países vecinos”.

Pero no hay que dejar de seguir el proceso constituyente chileno, en la justa medida de la expectativa, concluye Murillo: “En todo caso, aparentemente, se va refrescar la política con la intervención de otros grupos (políticos y sociales) que seguramente van a tratar de modificar ciertas líneas; tal vez en ese contexto, se pueda un poco reformular las formas en que se han venido desarrollando los vínculos bilaterales”, sentencia.

(*) Iván Bustillos es periodista de La Razón