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Polarizar en Bolivia

DIBUJO LIBRE

Desde hace años que en Bolivia se utiliza la categoría “polarización” para caracterizar causas y consecuencias de los problemáticos fenómenos que moldearon el escenario sociopolítico en el país. Sin embargo, a pesar de que “polarización” es un concepto pregnante, su instalación en el debate público y en los análisis políticos suele estar revestida por simplificaciones y sentidos comunes. Ante eso, primero, es preciso preguntarse qué es la polarización, para luego identificar las perspectivas de comprensión del fenómeno dentro de los análisis realizados en el país, así como sus principales límites.

De manera simple, la polarización hace referencia al grado en que las opiniones se encuentran en extremos opuestos con relación a diferentes aspectos de la vida social y política de determinada sociedad. Consecuentemente, la polarización política —que es de la que suelen hablar con mayor frecuencia los analistas— hace referencia al grado en que las opiniones se encuentran en extremos opuestos con relación al sistema y a los fenómenos políticos. Así, la polarización, en tanto que se vincula con el grado de divergencia entre las opiniones de los distintos grupos sociales, es una categoría relacional.

Dado que, como puede presuponerse, es lógico que existan múltiples posiciones/opiniones en el seno de la sociedad —en razón de ideología, clase social, identidad cultural, posiciones políticas, etc.—, es pertinente preguntarse ¿cuándo se habla de polarización? Generalmente cuando se considera que esas posiciones/ opiniones diferenciadas pueden traducirse fácilmente en conflictos y crisis que amenacen la estabilidad social. Por ello, una de las dimensiones por medio de las cuales se operacionaliza la polarización se relaciona a las particularidades de su impacto en la vida sociopolítica de una determinada sociedad y en sus posibilidades de desencadenar actos de violencia. Algunos autores indican que la polarización es un fenómeno de carácter permanente dentro de las sociedades democráticas, aunque de manera atenuada, presentando muchos niveles de gradación e intensidad y que, por tanto, el énfasis se debe poner en qué tan problemáticas son sus consecuencias en sus momentos más álgidos.

Ahora bien, la idea de que Bolivia es un país en el que los distintos grupos sociales y su comprensión de la sociedad se encuentran polarizados no es nueva; desde hace mucho tiempo se habla de las fracturas sociales que desencuentran a los grupos sociales de la formación social boliviana —fracturas de clase, étnico/ raciales y regionales, principalmente— y desde hace aproximadamente 20 años se habla bastante, de forma específica, de la polarización política. Habitualmente, al hablar de polarización política se esbozan sucesos que funcionan como una suerte de hitos demostrativos de su presencia en el país durante los últimos años; por ejemplo, se hace referencia al estallido de violencia y a los enfrentamientos sucedidos en 2007 en Cochabamba, a los conflictos emergidos a consecuencia del referéndum del 21 febrero de 2016 y, por supuesto, a los últimos procesos electorales, mediados por la crisis de 2019.

Los análisis acerca de la polarización en Bolivia son difusos en cuanto a demostrar si ésta se da preeminentemente a nivel de las élites políticas y los grupos de poder o si se da preeminentemente a nivel de la “sociedad civil”. En la literatura sobre el tema no existen posiciones únicas, aunque la idea de que la polarización se presenta sobre todo a nivel de las élites políticas es dominante.

Hay análisis que señalan que la sociedad civil muestra cansancio por la polarización a la que las élites recurren frecuentemente como estrategia política, argumentando que la población focaliza su atención más bien en fenómenos relacionados con sus necesidades materiales cotidianas. Sin embargo, paralelamente, existen análisis que señalan que las élites incurren en lógicas polarizantes en respuesta al complejo antagonismo que se encuentra instalado en las relaciones sociales cotidianas, buscando capitalizarlo, sobre todo en periodos electorales.

Tampoco existen posiciones únicas en cuanto a la identificación de las causas de la polarización en el país. Algunos consideran que las diferencias socioeconómicas e identitarias son una clave en la conformación de escenarios de polarización, mientras que otras perspectivas aseguran que el factor verdaderamente clave en la producción de esos escenarios es el político/ ideológico. De hecho, uno de los puntos centrales del debate acerca de la polarización en el país se relaciona con la caracterización de sus causas.

Sin embargo, las precedentes no son posiciones excluyentes per se. Así, i) la polarización social y/o política que irradian las élites puede no ser replicada en los mismos términos a nivel societal, sin que ello conlleve la inexistencia de polarización a nivel de la sociedad civil; y, ii) las causas de la polarización pueden ser multivariables y, por tanto, combinar determinantes políticas, económicas y sociales, de tipo coyuntural e histórico. Ello, además, contemplando que la polarización es un estado que emerge a consecuencia de procesos acumulativos de antagonismo en las relaciones sociales entre los distintos grupos sociales —ergo: es un estado moldeado por las determinantes materiales que caracterizan la posición de los distintos grupos en el jerárquico espacio social, a saber: desigualdad socioeconómica, asimetrías de poder, etc.

En ese marco, aunque la polarización presente como principal dimensión la ideológica/política en un momento dado —este es el caso de Bolivia hoy, cuando la forma más visible de polarización es consecuencia del posicionamiento político sobre lo sucedido en 2019, si fue un “golpe de Estado” o una “movilización ciudadana en contra de un fraude”— los distintos grupos de la sociedad no incurren en el escenario de polarización vaciados de historia, de identidad, de experiencias de clase y de sentidos comunes. De ese modo, la polarización no se encuentra —ni puede hacerlo— en los márgenes de las contradicciones estructurales que moldean y configuran el contenido de las relaciones en una formación social. Hay que aclarar que aunque la polarización se encuentre revestida por esas contradicciones, tampoco se reduce a ellas.

Por tanto, en lugar de pensar la polarización como lógicas dicotómicas —polarización de las élites/polarización societal; polarización estructural/polarización coyuntural; polarización a consecuencia de la desigualdad socioeconómica y cultural/polarización a consecuencia de la diferencia política e ideológica— resulta más útil abordar el fenómeno comprendiendo que en Bolivia existen factores sociales, económicos, culturales, políticos, coyunturales e históricos que actúan simultáneamente, y de formas diferenciadas de acuerdo al caso específico, en la conformación de escenarios de polarización.

 (*)Rodrigo Pacheco C. es politólogo UCB.