Icono del sitio La Razón

La wiphala y el patujú, una misma Bolivia

DIBUJO LIBRE

Debo mencionar que me identifico tanto con la wiphala como con la bandera del patujú, independiente de que las use o no para manifestar mi identidad cultural y me cuesta creer que no se permita caminar a alguien que se identifique con cualquiera de ellas, sea en la plaza 24 de Septiembre de Santa Cruz o en la plaza Murillo de La Paz; siendo que, en términos normativos, la wiphala y la flor del patujú representan la misma cosa: la riqueza y complementariedad de lo diverso, lo que es en el fondo Bolivia. Quien no quiere ver esto realmente se deja llevar por lecturas chauvinistas, presentes en el oriente y en el occidente del país.

La wiphala representó en el proceso constituyente, que Bolivia vivió entre 2004 y 2019, al bloque social indígena campesino, tanto de tierras altas (occidente) como de tierras bajas (oriente), e identificó sus demandas políticas, jurídicas y económicas en ese contexto histórico. En el caso de la bandera del patujú, ésta emergió inicialmente como una bandera en 2011, durante la VIII Marcha por la Defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) y representó la lucha de los pueblos indígenas de tierras bajas de Beni y su oposición a las políticas extractivas del Estado central.

Ambas banderas están reconocidas en términos normativos, la wiphala a nivel nacional, el patujú a nivel departamental, en Santa Cruz, Beni y La Paz. En ese contexto, la wiphala representa al sistema comunitario, basado en la equidad, la igualdad, la armonía, la solidaridad y la reciprocidad del país (Art. 6 de la Constitución y DS 241 del 5 de agosto de 2009) y, la flor de patujú, como símbolo, no como una bandera nacional, representan la identidad boliviana y la unión e interdependencia de las regiones de Bolivia (Art. 6 de la Constitución).

Sin embargo, como bandera departamental (el patujú) en Santa Cruz representa a los habitantes, culturas y riquezas del departamento (Art. 2 del Estatuto Autonómico de Santa Cruz y Art. 5 de la Ley Departamental 57, promulgada en junio de 2013). En el caso de Beni, representa las luchas reivindicativas de los pueblos indígenas de ese departamento (Art. 4 de la Ley Departamental 36, promulgada el 2 de abril de 2015). Y, en el caso de La Paz, representa el modo pacífico de la convivencia y reivindicaciones de las naciones y pueblos indígenas de tierras bajas que habitan el departamento (Art. 4, Ley Departamental 167, promulgada el 20 de noviembre de 2018). Sin embargo, el uso partidario de la bandera del patujú por la Gobernación de Santa Cruz y el Comité Cívico pro Santa Cruz en contraposición a la wiphala, le dan otro significado a dicha bandera. Ocurriendo lo mismo con el Gobierno central, cuando enarbola la wiphala frente a los sectores cívicos y la Gobernación de Santa Cruz, como muestra de que dicho Gobierno reconoce a los pueblos indígenas del país. Con esta acción, ambos actores políticos utilizan el contenido cultural de dichas banderas de una manera folclórica y patética para la disputa política partidaria y las llevan al terreno de la polarización política. Vacían así el verdadero significado de estas dos banderas. En ese contexto, para unos, la wiphala representa la invasión de los collas, el centralismo, el andinocentrismo y además sería una bandera del MAS; para otros, la bandera del patujú representa a los oligarcas y racistas del Comité y Creemos.

En este punto, se debe aclarar que en un inicio tanto la wiphala como la bandera del patujú fueron enarboladas por actores indígenas y sociales subalternos frente al Estado, quienes hoy son los actores políticos dominantes, tanto del nivel central (MAS) como del departamental (Creemos); sus militantes las usan para fines partidarios, para polarizar más al país y azuzar la intolerancia frente al otro que es diferente y para ahondar el regionalismo entre cambas y collas.

La wiphala no es una bandera que únicamente represente a aymaras y quechuas; es incluso una bandera transnacional, usada por otros pueblos indígenas de América Latina; y, la bandera del patujú no es la única que representa a los pueblos indígenas de tierras bajas, cada uno de los 34 pueblos y organizaciones indígenas de la Amazonía, oriente y el chaco tienen una bandera particular que los representa a nivel territorial.

Lo sucedido con estas dos banderas en la plaza 24 de Septiembre, entre el gobernador cruceño (Luis Fernando Camacho) y el presidente interino del país (David Choquehuanca), la iza de la wiphala en instalaciones de la Gobernación de Santa Cruz y el intento de iza de la bandera del patujú en la plaza Murillo, muestran la necesidad urgente de una reglamentación específica para el uso de estas dos banderas en diferentes niveles nacional, departamental, municipal y en las autonomías indígenas.

Finalmente, se debe mencionar enfáticamente que cualquier persona que se siente identificada, sea con la wiphala, sea con la bandera del patujú, debería poder manejarlas orgulloso en cualquier lugar del país, El Alto, Potosí o Santa Cruz, y las personas que no se sientan identificadas con cualquiera de estas dos banderas deberían respetar que otras las manejen, como parte de la libertad de expresión, la madurez y tolerancia de nuestra sociedad. Sin embargo, esto no sucederá si la sociedad civil continúa creyendo los relatos excluyentes, irresponsables e intolerantes que manifiestan algunos líderes políticos, sociales y cívicos, respecto a estas dos banderas. En este tiempo, los líderes políticos tanto del nivel nacional como del departamental, debieron haber priorizado la discusión de temas más importantes, como la economía, la salud, el medio ambiente, etc., pero se dedicaron a otra cosa.

(*)Juan Pablo Marca es politólogo, investigador del CEJIS