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ALICE en Bolivia

SALA DE PRENSA

La primera edición de este libro se presentó en octubre de 2019, poco antes de las elecciones. Contra todo pronóstico, dichos comicios, a la postre fallidos, fueron declarados “sin efecto legal”. Se había instalado una vertiginosa coyuntura crítica con movilización urbana, derrocamiento presidencial, gobierno provisorio de ipso facto, recomposición del órgano electoral y nueva convocatoria a elecciones. Más allá de narrativas irreconciliables, el tenso período se sintetizó en tres palabras: crisis, polarización e incertidumbre.

A reserva del análisis de esta coyuntura crítica, me gustaría ensayar algunas impresiones sobre el devenir del proceso (pos)constituyente en Bolivia. La premisa es que la refundación del Estado es un proceso histórico de largo plazo, pleno de tensiones irresueltas. Un terreno en disputa, con caminos experimentales, sin soluciones definitivas.

En tal horizonte, planteo que las tensiones posconstituyentes registradas durante una década (2009- 2019), al amparo de sucesivos gobiernos del MASIPSP con núcleo en el “evismo”, se mantuvieron en esencia durante el régimen provisorio de Áñez (ese oscuro paréntesis). Así, más que cambios estratégicos en el rumbo de la refundación estatal, hubo prolongación de la querella: con agresión simbólica, silenciamiento, añoranza del pasado preconstituyente. Tampoco se perciben variaciones relevantes tras retomar el cauce democrático y constitucional con las elecciones generales de octubre de 2020.

Respecto al constitucionalismo transformador, la disputa se inclinó, al menos en los mensajes del régimen provisorio, a favor de la desconstitucionalización en clave de negacionismo. Quienes en su momento buscaron abortar el proceso constituyente (re)izaron la consigna del “retorno a la República”. Era su forma de negar, con mala fama, aquello que identifican no como cualidad esencial del nuevo modelo estatal, sino como marca del “masismo”: el Estado Plurinacional.

Así, la falacia se nutre de ida y vuelta: oponer como irreconciliable aquello que es complementario. El Estado Plurinacional no pretende reemplazar a la República, sino superar el proyecto homogeneizador de “un Estado, una nación”. El principio es que, en un mismo Estado, en la nación cívica boliviana, pueden convivir muchas naciones culturales (Santos, 2010). El discurso obseso de “la República” no lo entiende.

Tampoco le va mejor al discurso excluyente del solo Estado Plurinacional (“sin República”, como si fuese posible). La tradición de la República, vigente en la letra de la Constitución, no se opone a lo plurinacional, sino a la monarquía, al poder arbitrario, a la negación de lo público. La falacia es inútil, con saldo doblemente negativo: se debilita la República, se frena la construcción del Estado Plurinacional.

Lo que más se avivó en la coyuntura crítica fue la disputa de símbolos, que también es una contienda por la imposición de relatos. No es casual que el derrocamiento del expresidente Morales haya tenido, como momento emblemático, la quema de la Wiphala, arriada con desprecio.

Como sea, más allá de discursos y símbolos, persiste la brecha entre el reconocimiento constitucional de derechos (individuales y colectivos) y su realización-ejercicio. Pero también hay avances que profundizan el proceso, como la larga marcha del autogobierno indígena originario campesino.

Entre tanto, el horizonte asumido de la democracia intercultural sigue siendo “una buena idea”. El reconocimiento de tres formas de democracia: directa y participativa, representativa y comunitaria, significa un salto cualitativo. Pero el reto es pasar al ejercicio complementario con igual jerarquía. Ese horizonte de demodiversidad continúa distante.

¿Y los buenos vivires? ¿Los derechos de la Madre Tierra? ¿La apuesta por una alternativa al desarrollo? Si durante una década estos principios constitucionales fueron relegados al ámbito discursivo, la simbología, algunos planes, en el último período salieron de escena oficial. La evidencia muestra el persistente predominio de un modelo de desarrollo con base extractivista.

Planteo estas pocas impresiones generales para destacar la necesidad de una agenda de investigación, y de amplio debate, sobre el itinerario del proceso (pos)constituyente en Bolivia. El libro Estado Plurinacional y democracias. ALICE en Bolivia, ahora en segunda edición, es una contribución en ese sentido. Queda a consideración para alentar la conversación pública en democracia.

(*) José Luis Exeni Rodríguez es coeditor del libro junto con Boaventura de Sousa Santos. Versión sintética del “Epílogo personal”.