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Bernardino Bilbao Rioja

DIBUJO LIBRE

Bernardino Bilbao Rioja de su padre, José Bilbao, adquirido la humildad, y de Andrea Rioja, su madre, el carácter. Sobre el carácter, él decía: “Debo confesar que yo no tengo inteligencia ni talento, soy un simple mortal con perseverancia y quizás con algo de carácter que heredé de mis padres. Si tener carácter es el despotismo con todos, el atropello con o sin razón a las personas y hacer sentir el peso del cargo y situaciones que momentáneamente se ocupa, entonces no tengo carácter, porque no pude ni puedo tratar al más humilde ciudadano en esa forma”.

Otra cualidad de Bilbao Rioja fue el honor. Manchamos nuestro honor si cometemos una falta que no es digna de hombres, si no tenemos la hombría para confesar una falta; si recurrimos a las evasivas de los cobardes, a la mentira; si no podemos dominar nuestras pasiones; entonces, efectivamente, sufre nuestro honor, pero no por culpa de otros, sino por culpa nuestra.

Fue piloto militar, designado Director de la Escuela Militar de Aviación; durante la guerra, fue Inspector General del Cuerpo Aéreo Boliviano, organizando los escuadrones de combate, así como el transporte aéreo para el abastecimiento logístico.

Desde que empezó la Guerra del Chaco, se perfiló en el campo de batalla como un hombre de verdadera valía, de esclarecido talento militar, de ferviente convicción y vocación de servicio, que luego atraería las miradas de simpatía y admiración en Bolivia, Sudamérica, traspasando más allá de los océanos.

Para orgullo de la bolivianidad, fueron tres victorias ganadas al ejército paraguayo: la batalla de Kilómetro 7, el 10 de noviembre de 1932, cuando el Destacamento Bilbao a la cabeza de su comandante dijeron al enemigo ¡No pasarán! y no pasaron; fueron inicialmente 730 voluntarios del fortín Alihuatá que decidieron resistir la presión del avance paraguayo, pese a su superioridad numérica. Luego, la batalla de Cañada Strongest, victoria para las tropas bolivianas en mayo de 1934. Finalmente, Bolivia se jugaba la última carta para decidir la guerra a su favor, nuevamente en Villa Montes surge la figura emblemática del comandante del Sector Sur, Bernandino Bilbao Rioja, junto a 27.832 combatientes salvó el honor boliviano y las zonas petroleras. La consigna era ¡Vencer ahora o nunca, retroceder jamás!

Bilbao, frente a su Estado Mayor, expresa: “Cualquier irrupción enemiga no corregida significaría la caída de este ejército, que es todo lo que le resta ya a Bolivia y la más dolorosa conclusión de la guerra, pensar en una retirada después de una ruptura, sería un absurdo. De modo que la única consigna que hay que admitir, es resistir hasta el final”.

Cabe mencionar algunos errores que afectaron el desarrollo de la guerra: la falta de organización de un Estado Mayor General, que planifique en el más alto nivel la conducción militar; la preparación del Comando Superior; la falta de un instituto de formación de oficiales de reserva para la conducción de tropas; asimismo, la intromisión de Salamanca en la conducción militar de la guerra y las relaciones frías con el Alto Mando Militar, llegando a actos de indisciplina, sumándose a esto las relaciones vengativas de altos jefes, tales como Osorio, Quintanilla, Kundt, Peñaranda y Toro contra Bilbao Rioja.

Incidió también el embargo que aplicó Chile en sus puertos y fronteras, impidiendo que la carga ingrese a Bolivia. Finalmente, la ayuda que prestaron al gobierno paraguayo los industriales argentinos y dueños de tierras de origen inglés, norteamericano, belga, italiano, alemán, francés, español y argentino, con grandes intereses en pleno chaco boliviano.

Acabada la guerra, 30 años después, Bilbao expresaba: “Por mis años y lejos de las pasiones humanas, declaro ante Dios y la nación, que nunca sacrifiqué la vida de un reservista inútilmente en los campos de batalla, que nunca entregué al enemigo un solo prisionero por descuido o incapacidad de Comando y finalmente que puse y di a mi Patria, el máximum de mis esfuerzos, capacidad y sacrificio. Fui educado en la escuela de la tolerancia, la dignidad, honradez y de respeto a mis semejantes, incapaz de hacer daño por premeditación”.

¡Qué grandioso! Nos encontramos frente a un hombre de personalidad integra, Bilbao había amalgamado valores ético-morales y patrióticos, convirtiéndolos en fuente de su energía, que en esa época y hoy no muchas personas en su diario vivir profesan como su forma de vida.

En octubre de 1939, siendo Comandante en Jefe del Ejército, fue golpeado en el Palacio de Gobierno; los que ejecutaron este hecho infame respondían a intereses políticos de altos jefes y a un grupo de civiles que conformaban la rosca minera. Preso político en el Panóptico de La Paz (hoy cárcel de San Pedro), fue recluido de 1953 a 1956. También, en la cárcel como preso político se encontraba el héroe de Boquerón, coronel Manuel Marzana. Fue obra de la democracia del momento, el MNR en el poder. Son ironías de la vida, quiso el destino que se haga justicia: a tres años de su fallecimiento (13 de mayo de 1983), mediante Ley 824 del 3 de abril de 1986, firmada por Víctor Paz Estenssoro, el que fue artífice del calvario en su vida sociopolítica, le ascendía a Mariscal de Kilómetro 7 Bernardino Bilbao Rioja.

Y por qué Bilbao Rioja es un ejemplo a seguir. En 1945, comprometido con ser útil al servicio de Bolivia, a sus 50 años, se gradúa Ingeniero industrial, habiendo realizado estudios universitarios en Londres y Madrid, siempre con el ideal de construir una nueva patria; el país necesitaba del esfuerzo de cientos de ingenieros para transformarla hacia el desarrollo. En 1969 es designado por el general Alfredo Ovando presidente de la Comisión Moralizadora e Iniciativas Populares. En su posesión expresa: “Pondré todo de mi capacidad, la totalidad de mis fuerzas y de mis empeños en cumplir con la misión delicada y difícil. Lo haré como en todos los actos de mi vida, con la idea puesta en los destinos superiores de Bolivia y de todos los bolivianos, sin exclusivismos ni preferencias de ninguna clase”.

Fue Bilbao Rioja, convencido de nuestra realidad nacional, el que transmitía en tiempos de guerra y de paz un sólo pensamiento directivo LA UNIDAD NACIONAL, que significa concurso colectivo y uniforme de esfuerzos y voluntades en servicio de un sólo ideal. El país no había comprendido, ni mucho menos asumido con responsabilidad el concepto de cohesión de la bolivianidad; base fundamental para forjar una nueva Patria, un nuevo Estado, permanentemente pregonado por Bilbao y que tanto nos hace falta.

A 86 años de finalizada la guerra, ese eco de victoria no se perdió, hoy representa un eco de coraje, de dignidad y de orgullo nacional, eco de victoria que continúa retumbando, desde los nevados hasta el mar, desde los valles hasta los llanos y desde el chaco y amazonas hasta el altiplano. Es el eco de la personalidad del Mariscal Bernardino Bilbao Rioja, ejemplo que debemos asumir todos, sin discriminación ni exclusión como un referente imperativo. Por último, ese eco de victoria se constituya en la fuerza de inspiración al estudio, trabajo y al desarrollo sin egoísmos, para ser mejores bolivianas y bolivianos día a día, por nuestras futuras generaciones; porque pensar en ellas es pensar en la Patria y es hacer Patria. La Patria es de todos y todos para la Patria. No nacimos para el fracaso, sino, para el éxito. ¡Adelante y viva Bolivia unida!

(*)Claudio Pacheco P. es Oficial del Ejército en Reserva.