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¿Cuánto de inclusivo es el ‘modelo cruceño’?

Luis Fernando Camacho y Rómulo Calvo.

El punto sobre la i

Cuando a fines de diciembre el vocero presidencial, Jorge Richter, definió de “agotado” el “modelo cruceño”, a raíz del destape del caso Ítems fantasma (un hecho de corrupción extendida), en el día, el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, en sus redes sociales, salió al paso devolviendo gentilezas:?“El modelo que se agotó es el de ustedes. El autoritario, el que usa la justicia como brazo operativo, el que pisotea los derechos de la gente y se impone a la fuerza”. De ahí en más, como sugirió un medio colega, el problema, el debate, sería saber cuál de los dos “modelos” es el mejor. En la presente entrega se propone que el fondo de la crítica de Richter y que desde Santa Cruz debieran saber responder es el carácter más o menos inclusivo de su modelo de desarrollo y la forma de institucionalidad, de “sociedad”, que construyó sobre ese modelo de desarrollo. Asume el desafío, desde su disciplina, la historiadora cruceña Paula Peña.

Ahora, esta interpelación ¿no tendría que hacérsela también a todas las regiones?: ¿y el modelo paceño, el tarijeño, el potosino, etcétera? Pero bueno, ese es otro debate. Van nuestros panelistas, cada cual con lo suyo.

El “modelo cruceño”, se apura a precisar Richter, es el desarrollo de “una forma de organización de sociedad, donde determinados sectores, conformados por familias tradicionales, castas familiares y poder económico, ciertos sectores de oligarquía, se han apropiado de la representación política, se han apropiado del dominio social sobre las principales instituciones de Santa Cruz y han conformado un poder privado, de casta política, que es el formato de las logias. Con todo ello, han cooptado las principales instituciones del departamento, llámese CRE, Saguapac, Cotas, colegios de profesionales, cámaras industriales, Gobernación y, en otro tiempo, la Alcaldía”.

Todo ello le confiere a este poder de casta, dice Richter, “un poder integral, que es económico, político, social, y eso se ha convertido en un modelo”.

DISTRIBUCIÓN. Cuando el gobernador Camacho dice que “el modelo cruceño sigue generando empleo y produciendo el alimento de más del 70% del país”, Richter apela a no reducir el modelo a la pura productividad económica. “Hay que tomar en cuenta que los modelos no solamente son una cuestión de acumulación económica;?Santa Cruz, en ello, es exitoso, genera recursos, genera acumulación, pero concentrada en pocas manos, sin un factor de distribución importante”.

Es este modelo productivo cruceño, “más la conformación de una organización social y política del departamento”, plantea el Vocero, lo que “estructura un modelo excluyente, conservador, que tiene todas las características propias de lo que son los modelos neoliberales”.

Es este el modelo agotado al que se refiere Richter. “Agotado porque es excluyente, que se corrompe; que ese había sido el eje del dominio tan conservador y cerrado en estas instituciones y que a través de estas lógicas lo que han buscado es exportar al resto del país, por eso la confrontación”.

Modelo agotado, dice desde otro lado, “porque es excluyente, porque no incorpora a los grandes sectores sociales, porque no redistribuye y porque preserva la institucionalidad cruceña para unas cuantas familias”.

En cuanto a los liderazgos de Camacho y Costas, que con las mutuas acusaciones de corrupción o de ser cada cual a su modo “funcionales” al MAS (su “aliado”, “cercano” o hasta “cómplice”), y que en Creemos habría que ver la radicalidad y en Demócratas lo moderado, Richter afirma que ambos no son tanto tendencias, sino solo formas diferentes de liderazgo.

“Lo que pasa es que son dos liderazgos distintos; el de Camacho es un liderazgo que solo tiene vigencia cuando tensiona y convulsiona una sociedad; algo diferente de lo que hacía Costas; él tenía violencia discursiva, pero no tanto una violencia de acción, que es lo que Camacho tiene, acompañada de una fuerte virulencia discursiva. Eso uno”. 

Y, dos, “hoy en día no es que ellos estén confrontados, sino que la crisis que ha producido este modelo, donde ya interviene la justicia, cuando ya hay gente que está siendo investigada y detenida, una larga lista de personas de la sociedad que pertenecen a estos clanes y castas familiares, las disputas (entre ellas) terminan siendo profundas; cuando ya se está investigando, buscan el sálvese quien pueda”.

Hay la necesidad de “democratizar el poder político, económico, social e institucional de Santa Cruz”, interpela Richter, “porque hoy día eso está en unas cuantas manos, que son los poderes privados de las logias, y que tienen en sus manos todas las instituciones de Santa Cruz. Es necesario un proceso de inclusión de los sectores sociales, populares, de los diferentes estamentos de la sociedad cruceña que no necesariamente tienen la posibilidad de ser parte de estas castas familiares, y de las logias”. 

LOGIAS. Por su lado, la historiadora cruceña Paula Peña cuestiona el mito de que las logias sean un patrimonio exclusivo de Santa Cruz. “Hay logias a nivel nacional y en los distintos departamentos; lo que sí pasó en Santa Cruz es que han sido develadas. Hay logias a nivel nacional que han dominado este país los últimos 60 años”.

“Pero, decir que las logias son exclusividad de Santa Cruz no corresponde a la realidad boliviana, por un lado; por otro, no afirmaría yo que la élite cruceña o los grupos más dominantes cruceños sean los que pertenecen a las logias; por el contrario, más bien las logias están formadas por gente de clases medias”; grupos sociales que a través de las logias han buscado tener presencia en algunas instituciones, “pero los grupos más poderosos, en términos económicos, no son los que pertenezcan a las logias”, precisa la historiadora.

En cuanto a los actuales liderazgos cruceños, pese a que Creemos ganó la Gobernación, Peña es categórica en afirmar que el verdadero partido de proyección nacional es el Movimiento Demócrata Social-Demócratas. 

“Demócratas ha sido probablemente la más exitosa construcción política hecha desde Santa Cruz, porque ha tenido un carácter nacional”; además de haber ganado la Gobernación cruceña tres veces, no es menor su presencia en varios municipios del país, desde provinciales hasta capitales de departamento, destaca Peña. 

Más todavía, en últimas, Creemos no se le compara, apunta. “No se puede comparar Demócratas con Creemos, porque éste es sencillamente una agrupación nueva, circunstancial, mientras que Demócratas se constituyó en un partido político de alcance nacional”.

 Ante la percepción de que Camacho y Creemos serían el ala radical del liderazgo cruceño, y Costas y Demócratas serían el ala moderada, Peña más bien protesta. “No se puede leer así. Demócratas y Creemos no están en el mismo lugar; es realmente una muy mala percepción pensar que los dos forman parte de un mismo grupo, que uno es moderado y el otro radical. En todo caso, creo que son dos grupos totalmente enfrentados”.

A la fecha, asevera Peña, hay una suerte de reacomodo de las fuerzas internas opositoras al MAS, “que de alguna manera también son opositoras entre sí; hay dos frentes (Demócratas y Creemos) que no son lo mismo, son atípicamente distintos. En 15 años de gobierno, Demócratas tuvo la capacidad de enfrentar al MAS; en el caso de Creemos, no veo que haya desarrollado esas capacidades políticas de poder enfrentar al actual gobierno”. 

En lo relativo al “modelo agotado por excluyente” del Vocero presidencial, la historiadora cruceña más bien defiende el carácter “colaborativo, de apertura” hacia la inversión extranjera que distinguiría al referido modelo. 

DIVISIÓN. Peña parte de una división clave: uno es el modelo económico, en fin de cuentas capitalista, “que hay en cualquier lugar”, dice; y otro, el modelo cruceño cultural, que es el que sobre todo se debería destacar. Un modelo inclusivo a través del “cabildo”, por ejemplo, alega la historiadora.

“Cuando hablamos del modelo cruceño, estamos hablando de un modelo institucional, de instituciones que se fueron desarrollando a lo largo de su historia; una expresión de la institucionalidad cruceña, de su modelo, son, por ejemplo, los cabildos; la deliberación a través de los cabildos, que no es una cosa de este año o de hace 10 años; sino que a lo largo de la historia, desde 1825, los cruceños han tenido este tipo de pactar”.

Asimismo, desde esta perspectiva cultural y social, añade Peña, el modelo cruceño bien puede definirse como “colaborativo” antes que excluyente. “El modelo institucional de que se habla es el modelo colaborativo, y este modelo no creo que esté agotado”. 

Al margen del modelo capitalista de la economía cruceña, lo que hay que saber distinguir, insiste Peña, es “el modelo institucional y una cultura que caracteriza a los cruceños marcada por el emprendedurismo, el espíritu colaborativo, la apertura a la llegada de capitales de afuera, al desarrollo”.

En este “modelo institucional”, por ejemplo, destaca Peña, hay que ubicar al Comité pro Santa Cruz y su legitimidad (“gobierno moral” del departamento, dijo de la entidad su actual presidente, Rómulo Calvo), una institución “que ya tiene más de 70 años”, y que “a mediados del siglo XX logró el pago de las regalías petroleras, que fueron la condición necesaria para la transformación de Santa Cruz”. Y su credibilidad persiste hasta el día de hoy; no es un hecho agotado, destacó la historiadora cruceña.

El empresariado ante las protestas de 2018-19 (*)

Si observamos la movilización contra la repostulación de Evo Morales durante los años 2018 y 2019 y, luego, la escalada de las protestas después de las elecciones del 20 de octubre de 2019, es llamativo el rol marginal y la posición cautelosa que han asumido las élites económicas. Las diferentes asociaciones empresariales clave se sumaron al movimiento opositor al gobierno del MAS de manera muy gradual e inconsistente y, en general, bastante tarde, a pesar de una evidente afinidad político-ideológica y de la cercanía sociocultural con este movimiento.

Veremos algunos ejemplos de la actuación de las asociaciones empresariales en respuesta a las movilizaciones preelectorales, es decir, al movimiento por la defensa del referéndum del 21 de febrero de 2016 (“21F”):

– Cuando se convocó a un paro cívico para el 21 de febrero de 2018 con motivo del aniversario del referéndum de 2016, la Confederación de Empresarios de Bolivia (CEPB) se abstuvo de adoptar una posición oficial, dejando la decisión en manos de las federaciones y cámaras a nivel departamental y/o sectorial. En respuesta, varias organizaciones importantes se sumaron explícitamente a la convocatoria, entre ellas, la Cámara Nacional de Comercio (CNC), la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (FEPSC). La (Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban), en cambio, no se pronunció sobre el paro cívico.

– Un patrón similar se repitió en diciembre de 2018, cuando la movilización se centró en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) que debía autorizar (o rechazar) la candidatura de Evo Morales. En este contexto, según El Deber, el presidente de la CEPB, Ronald Nostas, puso “énfasis en que la CEPB es una institución que representa los intereses de los empresarios del país en aspectos inherentes a sus actividades específicas, pero no tiene facultades para decidir sobre otros ámbitos que corresponden a los intereses, objetivos y visiones de sus afiliados”. La Cainco, por su parte, sí emitió un comunicado de apoyo al paro convocado por el Comité pro Santa Cruz, pero también refirió principalmente a sus “asociados”, quienes “en su gran mayoría han indicado que estarían cumpliendo la disposición” propuesta por al comité cívico.

– En marzo de 2019, en una entrevista con Los Tiempos antes de su elección como presidente de la CEPB, el presidente de la FEPSC, Luis Barbery, respondió a la pregunta de por qué “estuvo distante” cuando otros empresarios bolivianos “se pronunciaron por el respeto al 21F”. “Creemos que desarrollamos una representación totalmente empresarial y para la parte política están los sectores llamados a eso. Los empresarios nos han pedido representarlos en temas que tienen que ver con el desarrollo de Bolivia y en la medida en que pueda haber cabida para trabajar en esa dirección estamos allí para apoyar”, afirmó.

(*) Fragmento del artículo Las élites económicas en la Bolivia contemporánea, de Jonas Wolff, contenido en el libro Nuevo mapa de actores en Bolivia. Crisis, polarización e incertidumbre (2019- 2020). Jan Souverein y José Luis Exeni (Coordinadores), FES, La Paz, 2020.

(*)Iván Bustillos es periodista de La Razón