Bolivia-Boric, lo que se quiere, lo que se puede
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Luego de una auspiciosa visita a Chile, vino el inocultable tenso intercambio de declaraciones
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La fraterna visita a Chile para ver al nuevo Presidente se tiñó luego con un intercambio tenso de declaraciones.
El punto sobre la i
Pese a que fue muy auspiciosa la asistencia del presidente Luis Arce y comitiva a la posesión del nuevo mandatario chileno, Gabriel Boric, tampoco se puede dejar de lado la desazón que vino luego, a raíz de la mención de lo irrenunciable para Bolivia de la demanda marítima y de lo impensable de siquiera pensar algo de la soberanía territorial chilena, y el problema que siempre fue la restitución de embajadas entre ambos países (en 2022 se cumplen 44 años de la última ruptura de relaciones diplomáticas plenas). Mal que bien, fue un cable a tierra: si bien ya se proyecta —se informó en el Gobierno— una reunión entre los presidentes Arce y Boric, lo ocurrido da una pauta, un poco, de lo que se quiere y lo que en verdad se puede desde ambos lados.
No hay que olvidar tampoco que Chile vive un momento político, social y económico muy especial: en pleno proceso la reforma de su Constitución (donde la plurinacionalidad no es intrascendente), el propio hecho de un nuevo gobierno de declarada izquierda (no es dato menor aquello de que el exvicepresidente Álvaro García Linera sea considerado un referente intelectual, ya no solo del presidente Boric, sino del movimiento político-juvenil del que es parte; aclarar, sin embargo, que eso de García “gurú” de Boric es más una construcción mediática que otra cosa, generada en La Tercera).
INTERCAMBIO.
Empezó el canciller Rogelio Mayta: “El Presidente lo ha remarcado en la reunión, que para nosotros hay temas irrenunciables como el de nuestra reivindicación marítima” (declaración al canal de Tv estatal).
Al día siguiente, ante la prensa extranjera en Chile, vino lo que se puede considerar una respuesta del flamante presidente Boric: “Chile no negocia su soberanía, como me imagino no hace ningún país. Entiendo que el presidente Arce tenga que decir ciertas cosas, pero a lo que le he invitado, y creo que hay buena disposición de ambos, es a no poner la carreta delante de los bueyes”. Y la propuesta: “Tenemos muchos elementos de integración que podemos trabajar (con Bolivia). La reanudación de relaciones diplomáticas es un punto de llegada, me encantaría avanzar hacia allá, solo depende que haya voluntad de ambas partes”.
Y la réplica boliviana al día siguiente, también en voz del ministro de Exteriores Mayta: “Valoramos los criterios del presidente (Gabriel) Boric en relación a fortalecer nuestro relacionamiento bilateral, nosotros creemos que este relacionamiento bilateral debe ser sin condiciones, buscando soluciones creativas y constructivas en temas sensibles y de interés para ambos países”.
HISTORIA.
Con respecto a la reposición de embajadores (la relación diplomática plena), el historiador boliviano de la cuestión marítima, Andrés Guzmán Escobari, hace notar en las declaraciones de Boric un tono “fuerte, contundente y (que) marca un distanciamiento, que es como ponerle un freno al buen momento que estábamos atravesando”.
Pero Guzmán es el primer crítico: “De buenas a primeras se lance eso (la reanudación de relaciones diplomáticas), ello a mí me parece más bien poner la carreta delante de los bueyes; tratar de restablecer relaciones diplomáticas a cambio de nada; cuando las razones de la ruptura han sido cosas que han molestado mucho (en el país) en su momento: el desvío del río Lauca, primero; después el que no se haya podido avanzar el tema marítimo en las negociaciones de Charaña.
Cuando para el nuevo Presidente chileno es hasta “absurdo que dos países vecinos con una historia común en América Latina hace tanto tiempo no tengan relaciones diplomáticas”, Guzmán apela a la historia: “Si Boric está pensando que se va a restablecer solamente porque se llevan bien o porque hay una afinidad ideológica, claramente eso es poner la carreta antes que los bueyes; y si Boric no entiende eso, entonces definitivamente no vamos a avanzar en nada”.
Para Guzmán, un dato primero que deberían manejar los mandatarios chilenos es lo sensible que para los bolivianos es la reivindicación marítima; así, hablar de “reponer relaciones a cambio de nada” muestra “un total desconocimiento del asunto, de la sensibilidad del tema que tiene en Bolivia, de parte de Boric”.
En sana lógica, destaca el historiador, algo muy significativo tendría que pasar para que Bolivia acceda a restablecer relaciones diplomáticas plenas: “En el momento en el que se rastablezcan las relaciones, tienen que o resolverse los problemas que han causado la ruptura, o haya algo de perspectiva”, por parte de Chile. “Quizás podría restablecerse las relaciones, pero con un compromiso de que se va a negociar, o de que alguna mejora va a haber para el comercio boliviano hacia los puertos de Chile; algo que nos permita justificar el restablecimiento; a cambio de nada sería pues una derrota política humillante; (acabar) con un soplido más de 60 años de mantener una postura, una doctrina, de no restablecer relaciones hasta que se resuelva el problema”.
Para Guzmán, no es que no se deba hablar de las embajadas, sino que se lo deje para más adelante, cuando maduren las condiciones, “cuando haya un momento de mayor distensión, cuando terminemos el juicio (en La Haya, por las aguas del Silala), cuando haya un recorrido de estos dos gobiernos”. Ahora, esto no debiera impedir, asevera, conversar de otras y abundantes cuestiones: “Ojalá que se pueda comenzar a conversar sobre otros temas; a eso creo que se refiere Boric con lo de la carreta y los bueyes”.
CANALES.
Para el expresidente Rodríguez Veltzé, en contrario, el problema es la utilidad de mantener relaciones diplomáticas, sean cuales fueren las diferencias con el país vecino. “Las relaciones diplomáticas son un canal extraordinario en las relaciones entre Estados”. Hay que hacer notar, enfatiza Rodríguez, “que las grandes potencias o pequeños países que tienen diferencias mucho mayores que nosotros con Chile, mantienen relaciones diplomáticas con embajadores, por ejemplo Cuba con Estados Unidos. Incluso durante la tramitación de la causa marítima o lo del Silala, yo hice pública mi expresión y criterio de la importancia y utilidad de tener relaciones diplomáticas (con el Gobierno de Chile)”.
El expresidente insiste en separar, por un lado, el canal (de contacto), la necesaria relación fluida que se debe tener con Chile, y, por otro, los problemas o diferencias que se tienen con el país vecino. En efecto, remarca, “no se debe condicionar (la relación), ni por Chile ni por Bolivia a ningún elemento que los distancie, como es el tema marítimo”. Diferentes planos: “uno, en que lo importante es mantener una relación fluida, y otro, por el que se pueda tratar los temas de importancia, como es la negociación pendiente en la causa marítima o el Silala”, insistió el exmandatario.
En relación a la asistencia del presidente Luis Arce a la posesión de Boric, sobre todo hay que entenderlo, señala Rodríguez Veltzé, como un acto de cortesía, de saludo al nuevo mandatario, pero siendo el momento menos adecuado para abordar los temas delicados o difíciles; por eso, tras la auspiciosa visita y el intercambio de declaraciones a través de los medios de comunicación, hubo una suerte de desazón que se pudo evitar: “Para mí fue muy positiva la visita de Arce, pero no muy afortunada la secuencia de declaraciones que posiblemente afectaron el propósito (de dicha visita)”.
Ahora, cuando el canciller Mayta señalaba que se busca una relación sin condiciones con el país hermano, hizo un punto aparte para remarcar que la relación diplomática con Chile, “no se la va a llevar a través de los medios”, como dando a entender que ya nada más se dirá a la prensa acerca del avance de los diálogos con el nuevo Gobierno chileno.
Al respecto, el expresidente reivindica que lo esencial más bien es la transparencia de la gestión pública internacional y el adecuado manejo de los temas según sean más o menos reservados: “Yo no creo que deba limitarse la llegada de estos temas a los medios, de ninguna manera; más bien favorezco la transparencia de esa información; pero en diplomacia uno tiene que tener el cuidado sobre qué es lo que transparenta y qué lo deriva para momentos posteriores”.
Acerca del valor práctico que pudiera tener la “afinidad ideológica” entre los gobiernos boliviano y chileno hoy día para la relación bilateral, Rodríguez Veltzé apunta que dicha afinidad “contribuye a la aproximación, pero en todo caso, lo más importante son los intereses de Estado”; la cercanía ideológica no es un factor decisivo que vaya a cambiar los rumbos, y menos las diferencias que nos separan; la afinidad ideológica contribuye a que fluyan las comunicaciones, se profundice la relación, pero en todo caso cada país hará prevalecer sus intereses antes que la ideología”.
Ante el anuncio de una próxima reunión entre los presidentes Arce y Boric, el exmandatario llama la atención sobre el hecho de que acaso la verdadera importancia del encuentro sea el trabajo preparatorio que hagan los equipos gubernamentales; generalmente la cumbre de mandatarios solo culmina lo que previamente han desarrollado sus cancillerías.
“A mí me preocupa mucho la tardía designación de autoridades en Santiago; entiendo que hay un cónsul, pero no un cónsul general; realmente preocupante que en países vecinos, como Chile o Brasil, todavía no haya representación”, reclama el expresidente.
POSTURA.
La relación y su futuro también pasa por cómo es el especial momento por el que atraviesa Chile y su futura perspectiva. Ya desde Santiago, la capital, el historiador Máximo Quitral señala que aún con el nuevo gobierno de Boric, no cree que vaya a ser diferente la postura chilena con respecto a la demanda marítima boliviana.
“No creo que pueda cambiar la percepción que se tiene con respecto a temas pendientes con Bolivia; particularmente porque, claro, la discusión de soberanía, la tradicional, genera bastante incomodidad, desencaja a nuestras autoridades. Siempre he planteado que hay que buscar alternativas que sean medianamente creativas como para que las percepciones de ambos países tiendan a flexibilizarse un poco”, remarca el estudioso.
El académico reveló que luego del juicio por el mar en La Haya, también se afectó la relación no diplomática, de ciudadanías. Quitral encuentra un freno a la integración el hecho de que toda la relación boliviano- chilena tienda a reducirse al mar: “La relación Chile-Bolivia no puede estar solo circunscrita a la cuestión diplomática, política de acceso al mar; también hay otros espacios de integración y de acercamiento que se debe trabajar, porque justamente la existencia de estos otros espacios también pueden ser un mecanismo de acercamiento de los pueblos”.
Desde hace mucho tiempo, Quitral sostiene que en lo relativo a la integración, Chile se ha construido de espaldas a Latinoamérica; “Sigo sosteniendo aquello, no veo que haya cambiado”. Hay que desarrollar un diseño de integración latinoamericana en que Chile sea un actor importante, reclama hoy día. “Ahora bien, no podemos continuar con una política exterior de espaldas a América Latina, porque es un diseño que hoy fracasó”.
En lo relativo a la Convención Constituyente, Quitral apunta que “está marchando”; el problema es que al final cuánto va a recoger de la revuelta popular de 2019. “Hay que ver si el texto final responde a esa revuelta; esa es la gran duda que hay: cuán reflejo de la revuelta puede presentarse en este nuevo texto constitucional, esa es la gran pregunta”.
El gobierno de Boric apoya militantemente el proceso constituyente en curso. Aquí hay un problema que cita Quitral: el hecho de que se vaya identificando, volviendo las dos caras de una medalla, la Constituyente y el Gobierno, que al final, en el referendo de salida (el que finalmente aprobará el nuevo texto constitucional) la consulta se vuelva un plebiscito que calificará al gobierno de Gabriel Boric.
En lo relativo a lo plurinacional, Quitral apunta que es una discusión abierta, que hay que profundizarla, “todavía sigue siendo una discusión bien en frío; es un concepto que hay que instalar en la opinión pública, discutirse, cosa que lo plurinacional se entienda; posiblemente va a ser un proceso muy similar a Bolivia, de hacer entender a la opinión que sí Chile forma parte de una identidad plurinacional. Hay mucho en juego en el plebiscito de salida”, concluye el historiador.
(*)Iván Bustillos es periodista de La Razón