La estabilidad política de Israel
Cuadro de la situación política del Gobierno de Israel y las consecuencias que puede traer para el futuro.
DIBUJO LIBRE
En los últimos años, Israel experimentó cambios políticos profundos. Después de más de una década, el gobierno del primer ministro Benjamín “Bibi” Netanyahu —líder del partido Likud (La Consolidación)— llegó a su fin. Con un total de 15 años, Netanyahu fue el primer ministro que más tiempo ocupó aquel cargo (1996- 99, 2009-21). Talvez por este motivo, su término de mandato y las subsiguientes elecciones significaron una crisis política sin precedentes para Israel.
Bajo un contexto del inicio del COVID, la elaboración de una polémica ley de servicio militar obligatorio para las comunidades judías ultra ortodoxas y denuncias de corrupción en contra de Netanyahu, Israel tuvo nada menos y nada más que cuatro elecciones en dos años (abril de 2019, septiembre de 2019, marzo de 2020 y mayo de 2021).
Durante este tiempo, ante un inicial empate entre el entre el partido Likud de Netanyahu y el partido Blanco y Azul, liderado por Benny Gantz, las distintas facciones políticas del Knesset (parlamento) tuvieron muchas dificultades en formar un gobierno de coalición capaz de sacar al país del estancamiento electoral.
Al final, luego de numerosas maniobras políticas e intentos de alianzas dignas de una novela —e irónicamente gracias al apoyo del partido árabe Ra’am (Trueno) liderado por Mansour Abbas—, el Knesset pudo formar una coalición de mayoría anti-Netanyahu.
El nuevo gobierno fue formado principalmente gracias a una alianza entre Naftali Bennet del partido Yamina (Hacia la Derecha) —nombrado como primer ministro—, Yair Lapid del partido Yesh Atid (Hay Futuro) —nombrado como ministro de Relaciones Exteriores— y Benny Gantz del partido Azul y Blanco —nombrado ministro de Defensa. A menos de un año de aquel gobierno de colación, Bennet y sus ministros se enfrentan a uno de sus primeros desafíos de seguridad nacional. Desde finales de marzo de este año y en menos de dos semanas se llevaron a cabo cinco ataques contra policías y civiles israelitas. Alrededor de unas 15 personas fueron asesinadas.
Por su parte, las fuerzas del orden de Israel respondieron asesinando a alrededor de 16 palestinos involucrados en los ataques, incluidos familiares y arrestando a muchos más. Cohetes también fueron intercambiados entre la Franja de Gaza e Israel y hubo una intervención policial en la mezquita Al Aksa, debido a un altercado mientras turistas israelitas visitaban el Monte del Templo, donde 170 palestinos resultaron heridos. Estos violentos eventos se dan bajo dos peculiares contextos.
Primero, a finales de marzo tuvo lugar en Israel la “Cumbre del Negev” la cual reunió a los ministros de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos. El encuentro simbólicamente tuvo lugar en Sde Boker, lugar donde yace la tumba de David Bengurion, el primer ministro y principal fundador de Israel. El evento es uno más dentro del proceso de normalización de las relaciones entre algunos países árabes con Israel que inició con la firma de los “Acuerdos Abrahámicos” durante la presidencia de Donald Trump. Tales hechos son vistos por algunos como un abandono/ traición a la causa palestina.
Segundo, dichos incidentes también coinciden con el inicio de la festividad judía del “Pesaj” (salto) que celebra el éxodo judío de la esclavitud en Egipto y la festividad musulmana del “Ramadán” (calor abrasador) que conmemora la primera revelación sobre el “Corán” (la recitación) que recibió el profeta Mohammed del ángel Gabriel.
Ante tales escenarios, propicios para la convulsión, queda la pregunta: ¿será éste el prematuro principio del fin del gobierno de colación que tanto costo formar? Y si es así, ¿será posible que Netanyahu vuelva al poder?
(*)Álvaro Montenegro P. es politólogo, analista internacional.