Factores técnicos que no vio la OEA
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La Comisión Interamericana dijo que Nicaragua no tiene las condiciones para que las elecciones municipales sean "libres y justas".
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El organismo confrontó las actas y el resultado y encontró coincidencias en 99,83%.
El punto sobre la i
El jueves 20 de octubre se cumplieron tres años de la elección fallida de 2019. Si hay algo que desencadenó la crisis política de entonces fue la suma de dos hechos: la “interrupción del sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP)” y el “drástico cambio de la tendencia difícil de explicar” (criterio introducido por la Misión de Observación Electoral (MOE) de la Organización de Estados Americanos, OEA, la noche del 21).
Para resolver la crisis que se desencadenó, si bien había otras propuestas, como ir directamente a una segunda vuelta o, la extrema (de Luis Fernando Camacho), de que Evo Morales y todo el Ejecutivo renuncien para constituir un “gobierno transitorio de notables”, el país objetivamente estaba entrampado en que había el resultado de una elección que daba ganador en primera vuelta a Morales, pero que no era aceptado, porque habría sido fraudulento, aunque no se tenía la prueba de ello.
Así, la salida más viable, evidentemente, era verificar si hubo o no fraude, cosa que se le encargó a la OEA.
Se buscaba en la OEA al auditor imparcial, pero resulta que no lo era. La OEA no era imparcial porque adelantó criterio: en su primer informe preliminar, del 21 de octubre, su Misión de Observación Electoral (MOE) dio por hecho la segunda vuelta, pues en su lectura la tendencia era esa; peor fue en su informe del 23 de octubre, cuando antes que concluya el cómputo oficial, la OEA se permitió advertir, que si el porcentaje de distancia entre el MAS y CC era apenas unas décimas sobre 10%, había que ir a la segunda vuelta, por lo mínimo de la diferencia. Esto, abiertamente, iba contra la Constitución (que en el punto, dice que triunfa en primera vuelta el candidato que superando 40% gane al segundo con al menos 10% de diferencia; no dice 10,2 o 10,7, etc.). La MOE, de la OEA, evidentemente se estaba extralimitando en sus funciones, porque estaba condicionando su reconocimiento de la elección a lo que ella creía la distancia razonable entre el primero y el segundo, y su estimación del resultado de la elección la hacía con base en un sistema de conteo rápido preliminar, solo informativo y no vinculante.
Continuando la anterior entrega de Animal Político, nuevamente se acude al testimonio y explicación de un protagonista de primera línea de la crisis de 2019, el entonces vicepresidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el ingeniero Antonio Costas.
Cuando llegó el equipo auditor de la OEA ¿qué información recibió la OEA?, propone esclarecer.
No fue poco, apunta Costas. Recibió copias de los sistemas del Cómputo oficial y del TREP, que incluyen las bases de datos y los logs de las bases de datos; insumos completos, destaca.
“Las bases de datos del Cómputo y del TREP son complejas; no son bases en que una persona puede ingresar, identificar una mesa y alterar los resultados. Están vinculadas, las bases de datos de las actas con el número de las mismas, tienen un código intermedio. Nadie podía ingresar a esas bases de datos y modificar si no conocía perfectamente esa información, y en este ámbito quienes tenían ese conocimiento eran los de Neotec (la empresa contratada para ello), y obviamente ellos no modificaron las actas; así está inclusive en las declaraciones del proceso penal que se llevó adelante”, relata el ingeniero.
Como ellos (la OEA) “no podían manejar eso”, hicieron un segundo requerimiento: que les exporten y les ordenen la información. Entonces, “de las bases de datos se han sacado archivos ya ordenados, donde está la geografía electoral, los números de mesa, los códigos de verificación con la base de datos original; los resultados en el TREP y los resultados en el cómputo; y las instancias de procesamiento. Todo”.
Esta base de datos, remarca Costas, además de los resultados, tenía información referencial de los usuarios, teléfonos, emails, y los puntos de transmisión; “se podía ubicar los celulares de todos los que transmitieron (para el TREP) y ver si la ubicación de la antena desde donde transmitieron era cercana al recinto. (Los de la OEA) no hicieron uso de esto, no les interesaba”.
Una importante información que también recibieron fue la base de datos de entrega de todos los sobres de seguridad en los tribunales departamentales, con horas, fechas y usuarios. “Eso de que se rompió la cadena de custodia es una falacia”, aseveró.
Además, recibió todo esto con “certificado digital, de tal manera que no se pueda modificar. O sea, se siguió el protocolo de entrega para que la OEA haga su auditoría, y no sea repudiable”.
En 2019, la OEA encomendó el análisis de los resultados al politólogo de la Universidad de Georgetown en Washington, Irfan Nooruddin. En agosto de 2020, el Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR), ya había revelado que este especialista se había equivocado. El economista del CEPR, David Rosnick, identificó que en los datos de Nooruddin las marcas de tiempo estaban ordenadas alfanuméricamente, en lugar de cronológicamente. Este fue un error vital para el análisis de la OEA, porque sus alegaciones de un “cambio drástico y difícil de justificar en la tendencia de los resultados preliminares” dependían de la cronología de cuándo se informaron los votos, destaca el CEPR.
Además de recordar ese hecho, Costas apunta, más bien, otros aspectos del trabajo del politólogo, los cuales antes que mostrar una “manipulación dolosa” del proceso, evidencian una labor eficiente del sistema electoral, destaca el ingeniero.
“Nooruddin hace el ejercicio de comparar los resultados del TREP con los resultados del cómputo, mesa a mesa, resultado a resultado; con un programa estadístico eso es muy fácil. Y ¿qué es lo que encuentra? Que los resultados del TREP y los del Cómputo coinciden prácticamente todos. Dice: el porcentaje de acierto para Comunidad Ciudadana, de todas las actas verificadas (no toma en cuenta las transmitidas), supera el 98,79%. ¿Por qué no es el 100%? Porque en el Cómputo oficial hay actas que tienen alguna observación, pero estamos hablando del 98-99%, ¿dónde hubo manipulación? Y en el caso del MAS, la coincidencia es de 98,79; ambos tienen el mismo nivel de acierto.
Siempre se dijo que el TREP se interrumpió en la noche del 20 de octubre, con un resultado que obligaba a la segunda vuelta, y “volvió a reanudarse” al día siguiente, ya con un resultado que daba al MAS ganador en primera vuelta. Aquí, Costas aclara.
“¿Qué se cortó ese día? Se cortó dos aspectos: la verificación de las actas, no la transmisión desde los recintos; y, la publicación de los resultados”.
Siendo 34.555, el total de las actas de la elección de 2019, “se han transmitido 34.178 actas, que corresponden a 98,91%, esta fue la eficiencia del TREP y, además, 98,69% se transmitió en el día. Entonces, ¿cómo puedo yo modificar los resultados si éstos ya estaban en la base de datos?, y eso lo sabe Nooruddin, el especialista contratado por la OEA.
Si el mismo día de la elección se transmitió más de 98%, destaca Costas, “se cae el mito de que después llegaron las actas del área rural; ese día llegaron prácticamente todas, del área urbana y del área rural”.
Los estudios que se han hecho no toman en cuenta este dato clave, reclama. “Esta información es decisiva, porque si un acta ya está en la base de datos, no la puedes modificar, ni sus datos ni su imagen; si yo quiero meter una nueva, salta a la vista”.
La base de datos se protege a sí misma registrando cada uno de los accesos. En este sentido, es una fantasía aquello de que cualquiera puede entrar y cambiar los datos y no dejar rastro alguno de su acción. “Eso no ocurrió”, asegura el ingeniero. Y todo esto, remarca, “lo tenían ellos”, era de conocimiento de la OEA.
El ingeniero Costas es enfático al asegurar que “no hubo el cambio de tendencia” denunciado por la OEA. Este hecho es fruto de un equívoco que tuvo el analista Nooruddin al ordenar el último 5% del cómputo. El cómputo es secuencial, “tiene que estar en tiempos de fecha y hora, y él utiliza un formato alfanumérico; y si yo hago un ordenamiento alfanumérico, la ubicación de los registros es diferente a la ubicación cuando es por fecha y hora. Ahí yo voy justificando ese ‘cambio de tendencia inexplicable’”.
Costas afirma haber hecho el mismo análisis de la tendencia del voto, tanto en el TREP como en el Cómputo, y encuentra que no hubo ningún cambio. Nooruddin, sin embargo, pese a haber reconocido su error, “no cambia su informe” y dice que el cuadro que compuso, del cambio drástico de tendencia, no se ve afectado, no cambia. “Yo, en cambio, creo que sí se modifica” dicho cuadro, elaborado por Nooruddin, concluye Costas.
Hallazgo 4: ‘las actas de cómputo no son confiables’
En el “Hallazgo 4”, del Informe de Análisis de Integridad Electoral de la OEA, emitido en diciembre de 2019, se dice que las actas del cómputo no son confiables en el último 4,4%, tienen un llamativo número de observaciones.
Costas de entrada hace notar que “no hay una clara información de cuál es su muestra”. Luego, no es nada anómalo que las actas tengan observaciones, “desde el horario de apertura, que no asistió el jurado tal y vino otro; en algunos casos hay errores.
Pero la OEA no dice cuántas son. Ese 4,4% equivale a 1.500, y los auditores aquí solo dicen que “hay un gran y llamativo número de actas con observaciones”.
Ahora, un hecho de destacar del equipo auditor de la OEA es que “han contrastado las imágenes con los resultados; de todas”; es más, revela el exvicepresidente del TSE, “hay información” de que contrataron un equipo de transcriptores” para volver a escribir los resultados, como si desconfiaran de lo hecho por el Órgano Electoral; pero tuvieron que desistir, dada la magnitud del trabajo (más de 35.000 actas).
Pero ¿qué es lo que encontraron? Según su propio informe, se vio “que se han encontrado coincidencias en 34.495, que corresponden al 99,83%; solamente el 0,17% no coinciden”.
Luego, la OEA también vio cómo estuvo compuesta la mesa.
En una muestra de 5.000 actas (14,47% del total) encontraron que el promedio de jurados en la mesa fue de 5,1 jurados, en el momento de cierre de la votación; es decir, que “la mayoría de las mesas estuvieron completas”.
Añade la OEA como otro hallazgo el que “88% de las mesas tuvo al menos un delegado de partido”.
La OEA también informa que la presencia del MAS fue en 66% de las mesas, y la de Comunidad Ciudadana (CC), 55%.
Así, lo que dice el Hallazgo 4 “no corresponde a la realidad, porque aquí no dice si se alteraron o no los resultados, ni en qué magnitud los alteraban”.
Ahora, estas mesas estuvieron conformadas por un número adecuado de jurados y con la presencia de delegados de partido.
Uno de los argumentos para desconfiar de las actas era “falsificaciones” de firma y otras irregularidades. Costas cuestiona las generalizaciones que se hacen aquí y lo que no se dice.
Hay que recordar, establece, que para esto, la OEA empleó un perito forense, que “lo único que hace es ver la semejanza de las letras, un análisis de peritaje grafológico”, pero no se pronuncia sobre los siguientes aspectos, que no son de echar de menos:
– ¿Las actas eran o no legales? Las actas tienen sus propias medidas de seguridad, “y el perito no se manifiesta sobre esto”. Se entiende, entonces, que las actas eran verdaderas; no hubo observaciones al respecto.
– El perito no se manifiesta sobre si los jurados registrados en la mesa eran o no los designados y si correspondía el número de su documento de identidad. Tenemos que suponer que sí.
– En cuanto a dudas que tuvieron sobre algunas firmas, “ellos podían haber pedido al TSE ‘queremos ver la firma de este jurado en el padrón electoral’, y verificar si correspondía la firma. “No lo han hecho. Entonces, doy por sentado de que sí eran sus firmas”.
Ahora, según Costas, si dudaban de estas actas, de que las habrían falsificado, ellos tuvieron acceso a las hojas de trabajo que vienen en los sobres de seguridad.
“Las hojas de trabajo reflejan el conteo de los votos. Entonces, si yo he visto estas actas que “tienen manipulación”, debería haber ido a la hoja de trabajo y ver si efectivamente lo que se anotó en esta hoja correspondía al resultado.
A juicio de Costas no lo hicieron. Y, en últimas, si seguían dudando del acta, tenían el sobre B, donde están todas las papeletas que se ha usado. No las contaron. Eran solo 226 mesas”, asevera.
La falacia de los ‘servidores ocultos’
Que nos digan que había ‘servidores ocultos’ es una mentira. El servidor B01 (desde el cual Marcel Guzmán de Rojas, director de Neotec, pidió verificar masivamente actas, lo que provocó luego la suspensión de la publicación del TREP) estuvo monitoreado por Ethical Hacking por lo menos dos horas antes —está documentado, además— de que se produzca el incidente por el cual se indujo al corte del TREP”, deplora Costas.
“La OEA ve como un verdadero anatema el hecho de que el ingeniero contratado que dio soporte al TREP y al Cómputo, ingrese y corrija un error del sistema, como algo que ocasionó modificación del resultado, es una mentira absoluta”, remarca el exvicepresidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Ciertamente se trata de una “mala práctica”, reconoce Costas, pero que de ahí se quiera hablar de “servidores ocultos” ya es falsear la realidad.
Era de conocimiento, lo que no tenía ese servidor, que además era de acceso al sistema, afirma, era el agente necesario para monitorearlo.
El servidor B01 era una puerta de acceso al sistema.
En el día de la alerta, fue revisado y no tenía ningún programa capaz de cambiar el resultado o dañar la base de datos.
(*)Iván Bustillos es periodista de La Razón