Juicio por el Silala, el peso de la ciencia
Desde el principio se sabía que el litigio por el Silala en buena medida era de estudios científicos.
El Silala es un manantial; sin embargo, estudios encargados por Bolivia en la causa contra Chile dieron con que también es un curso de agua transfronterizo
Imagen: LA RAZÓN ARCHIVO
El punto sobre la i
En el litigio por el Silala ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, los estudios científicos y técnicos tuvieron un especial peso. Una prueba de esto es que en los alegatos orales, que se efectuaron en las primeras dos semanas de abril de 2022, hubo dos audiencias especiales, aquellas en que cada una de las partes interrogaba a los técnicos y científicos que había contratado la parte contraria, como queriendo probar la consistencia de las investigaciones del contrario y, a la vez, tratar de poner en evidencia lo que se consideraba sus debilidades.
Al principio del proceso en La Haya, que empezó en junio de 2016, con la presentación de la demanda chilena, era un punto de vista generalizado en el país que el Silala no es un río, sino manantiales que gracias a su canalización el agua se iba hacia Chile; sin canales, se decía, el agua se perdería en el entorno. Así, cuando se hablaba de estudios científicos para presentarlos a la Corte, en lo básico se pensaba en que dichas investigaciones lo único que debían hacer era demostrar que el Silala era manantial y no río. En el curso de la demanda, sin embargo, se vio que esto no podía ocurrir.
Cuando al exagente de Bolivia en La Haya por el caso Silala Eduardo Rodríguez Veltzé se le señala que fue Bolivia la que en la contrademanda “reconoció” el carácter del Silala de curso de agua internacional, en el acto reclama esto como, por lo menos, una imprecisión. Lo que pasó fue que Bolivia, por sus propios estudios, concluyó en la evidencia del curso de agua transfronterizo.
Cuando Chile presentó su solicitud de procedimiento (lo primero que entrega un país para abrir una causa en la CIJ) el 6 de junio de 2016, y luego, al año, su memoria, el 3 de julio de 2017, lo primero que quedó claro, apunta Rodríguez Veltzé, es que era un trabajo de larga preparación, “un conjunto muy grande de análisis de la zona, hidrológico, geológico, de la antigüedad del agua y otros”.
Ante tal volumen y calidad de argumento, era imperativo contar con unos propios estudios.
“Bolivia, cuando recibe esa memoria, ha trabajado, con mucho rigor, en preparar su propio entendimiento de lo que es el Silala”. O sea, si los estudios presentados por Chile señalaban, por ejemplo, que había flujos subterráneos transfronterizos, o que el flujo superficial tenía la suficiente fuerza para fluir hacia Chile por la gravedad, enfatiza el exagente, “todo eso había que comprobar para pronunciarse”, pronunciamiento que debía estar plasmado en la contramemoria que el país debía entregar un año después de entregada la memoria chilena.
Para preparar el pronunciamiento boliviano, detalla, se acudió a la “contratación de un conjunto de profesionales e instituciones que fueron aportando a la defensa de Bolivia en el Silala una cantidad de estudios”. Fue en esta circunstancia que se contrató al Instituto Hidrológico Danés (Danish Hydraulic Institute, DHI), una entidad especializada en el estudio de recursos hídricos transfronterizos.
Esto fue decisivo. Hasta ese entonces, se vio que los estudios efectuados anteriormente “eran parciales e incompletos, no se habían perforado pozos, y menos de profundidad, y menos se habían hecho exámenes sobre todo subterráneos”. Es aquí que intervino el DHI. Hay que recordar, como se informó en los alegatos orales, que el DHI hizo el estudio técnico entre febrero de 2017 y marzo de 2018.
La idea con el DHI era hacer un exhaustivo “trabajo de campo”: “Había que perforar, mandar agua a los laboratorios internacionales. Bolivia sacó como media tonelada de aguas, para saber la antigüedad de las aguas”, porque se decía que son bolsones de agua, que son aguas fósiles; se decía que es un desierto, que eso no se alimenta, cuando los registros de lluvia muestran que hay recargas sostenidas, relata el exagente.
“Entonces, a tiempo de responder (a la memoria chilena), en nuestra contramemoria Bolivia le dijo a la Corte: ‘Nuestros hallazgos, el conjunto de estudios que hemos logrado y que tenemos para responder a esta demanda, son éstos’. Así, no es apropiado decir que Bolivia respondió y reconoció” sin más, mucho menos que se “allanó” o “cedió” a la tesis de Chile.
Y he aquí otro aspecto clave del desarrollo del proceso: la coincidencia en muchos aspectos de los estudios nacionales, siempre en el lado boliviano, con los trabajos técnicos presentados por la parte chilena en el tramo chileno.
“Bolivia presentó su propio entendimiento, que era coincidente en muchos aspectos (con lo presentado por Chile)”. Calidad de las aguas en ambos lados de la frontera, profundidad de los flujos subterráneos, velocidad de estas aguas bajo tierra, entre otros, se vio que daban las mismas características. “Hay coincidencias notables”, señala el exagente.
Al respecto, el equipo de expertos de Bolivia cuando presentó a la Corte su Resumen de los hallazgos científicos de DHI con respecto a la disputa sobre el estado y uso de las aguas del Silala (Chile vs. Bolivia). Declaración escrita de DHI, el 10 de enero de 2022, señaló las coincidencias y divergencias con el documento que a su vez habían presentado los expertos por Chile.
A saber las coincidencias:
– Fuente de descarga: La principal fuente del agua superficial de los manantiales del Silala es la descarga de aguas subterráneas.
– Complejo: El Silala es un sistema de naturaleza compleja y comprende un mecanismo acoplado de aguas subterráneas y superficiales.
– Pendiente: En general, las pendientes tanto del nivel freático como del terreno son significativas. La construcción de los canales no puede haber cambiado la dirección del flujo en el agua superficial o subterránea.
– Drenaje de 1928: Las obras de drenaje de 1928 han afectado los caudales superficiales a través de la frontera y han llevado a una pérdida directa de agua por evapotranspiración y posiblemente infiltración.
– Aumento del caudal: Se está en acuerdo en que el flujo a través de la frontera ha aumentado como resultado de los drenajes artificiales y la canalización, pero en desacuerdo en la magnitud de este incremento.
– Reconocimiento de Chile: Los expertos de Chile están de acuerdo con DHI en que el simple cálculo manual del flujo de los canales presentados por ellos es insuficiente para evaluar cuantitativamente la magnitud de impacto de los canales.
A propósito, recuerda el exagente, todos estos estudios están a disposición pública, e invita a cualquiera que dude de la veracidad de los mismos a revisarlos y hasta ver en el terreno, en el Silala, la consistencia de estos trabajos.
Rodríguez Veltzé defiende, además, la “integridad” de la posición boliviana y de lo hecho y presentado a la Corte, en el sentido en que si algo debe buscar cualquier litigio judicial es llegar a la “verdad material de los hechos”; que el objeto en el proceso judicial no es empeñarse en demostrar lo que uno cree, más aún viendo que la materia en litigio es un hecho tangible, como son las aguas del Silala.
“La seriedad, la integridad, la responsabilidad yacía en actuar con lo que la realidad es, no con lo que alguien decía que era o con un imaginario”, remarca el exagente.
Pero determinar lo que realmente era el Silala era solo una parte. El otro gran hecho eran las canalizaciones que se habían hecho para captar el agua y conducirla hacia Chile. Hay que hacer notar, destaca el exagente, que Chile ni en su solicitud de procedimiento ni en su memoria habla de los canales.
Aquí vale la pena apuntar la descripción que hace el jurista de los canales, siendo alguien que estuvo allí en varias oportunidades: “Los canales no cubren la totalidad del Silala en nuestro territorio; están ahí en fracciones del curso de agua; hay canales transversales a curso de agua principal, que fueron hechos para captar el agua, hacer una suerte de ojos de agua; en unos sectores son canales anchos, en otros, angostos; y, en otro tramo, no hay canales porque el agua discurre por gravedad en un cañadón en forma de V, por varios cientos de metros; no todo está canalizado. Hay dos grandes flujos, uno del norte y otro del sur; en este último incluso hay una gradiente, que produce una caída de agua. Y, en el lado chileno hay el mismo tratamiento, captaciones, canal, tubos, etc.”
Esta constatación de los canales, pues, es el origen de la contrademanda boliviana (presentada junto con la contramemoria, el 3 de septiembre de 2018).
El razonamiento básico es, resume Rodríguez Veltzé: “Debe declararse que estos canales están en territorio sobre el cual Bolivia tiene soberanía, y, en consecuencia, Bolivia puede disponer de ellos; y si Chile quiere mantener el provecho del flujo mejorado, Bolivia y Chile deberían suscribir un acuerdo en el cual se fijen las condiciones de reconocimiento de la mejora que representan estos canales, sobre todo en la velocidad y calidad del agua”.
Es en este momento cuando surgió la diferencia entre los técnicos de ambos países: para Bolivia, quitando los canales, el flujo hacia Chile disminuiría entre 30 y 40%; y para Chile, menos de 8%.
En cualquier caso, esto planteaba la posibilidad de una negociación sobre el costo que podría implicar mantener los canales. Pero he aquí que el exagente hace una revelación, lo que, considera de suma importancia: Entregada la contrademanda, Chile respondió diciendo que “Bolivia proceda a desmantelar, y si ese desmantelamiento genera una disminución en el flujo que recibimos, Chile no va a reclamar”.
Esta posición la expresa en tres oportunidades, enfatiza Rodríguez Veltzé: “Lo dice al responder la contrademanda, en la memoria de contestación, por escrito; lo dice en las audiencias orales; y lo dice en el proyecto para iniciar una negociación en 2019”.
A tal punto, pues, llegaron las coincidencias básicas, las cuales la Corte solo recogió y sistematizó. Como se sabe, los jueces, en seis de los ocho petitorios presentados por las partes, decidió no pronunciarse, no sentenciar nada, porque vio que en el fondo ya no había litigio.
En la actuación boliviana no hubo un ‘giro’
En el litigio que el país tiene con Chile desde junio de 2016 sobre lo que realmente es el Silala y los derechos y obligaciones que esta definición genera para ambos países, la representación boliviana no dio ningún “giro”, precisó a LA RAZÓN el exagente en este caso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) Eduardo Rodríguez Veltzé.
El referido “giro”, viraje o cambio de argumento se refiere (como detalla el suplemento Animal Político del domingo 27) al hecho de que antes de que Bolivia presente a la CIJ su contramemoria y contrademanda (en agostoseptiembre de 2018), el argumento común que se manejaba era que las aguas del Silala son manantiales, aguas que por sí mismas, sin captación ni canalización artificial, no podrían llegar al lado chileno. Por tanto, no se trataba de un curso natural de agua compartido, de un “río”, tal como afirma Chile.
Pues bien, el exagente señaló que “en ningún momento” éste fue el argumento de Bolivia en los alegatos escritos bolivianos, tanto en su contramemoria como en la contrademanda, presentadas el 3 de septiembre de 2018, siendo éstos los primeros documentos del país ante la Corte, en respuesta a la memoria chilena.
En efecto, en la contramemoria se puede leer que “el Silala es un sistema complejo de aguas superficiales y subterráneas que atraviesan la frontera boliviano-chilena”. Pero tal caracterización de estas aguas tiene como condición imprescindible tomar en cuenta la canalización que se hizo del sistema para captar y conducir el agua hacia Chile.
“Hoy se sabe que el drenaje y canalización del Silala en Bolivia ha tenido un impacto considerable en la descarga de agua de manantial que emerge de los manantiales Silala, así como la tasa de flujo y volumen de agua que atraviesa la frontera boliviano-chilena. Al evaluar el Silala sin la presencia de la infraestructura artificial, el estudio de expertos más reciente realizado por Danish Hydraulic Institute en 2018 sugiere que los flujos superficiales disminuirían en un 30-40% por debajo de la actual tasa de flujo superficial, mientras que los flujos de agua subterránea aumentarían en un 7- 11% en comparación a lo que hoy presentan los flujos subterráneos”, destaca parte de la contramemoria.
En relación a Chile, Bolivia es un país aguas abajo
Todas las argumentaciones que se hizo, todas las pruebas y contrapruebas presentadas, y todo el ejercicio jurídico que se llevó adelante en el caso Silala es un material de alto valor para que el país pueda encarar todos los cursos de agua pendientes con Chile, sobre todo cuando en la mayoría de los casos Bolivia es un país de aguas abajo, destaca el exagente Eduardo Rodríguez Veltzé.
“Si Bolivia examina su frontera de casi mil kilómetros con Chile y asume con responsabilidad los últimos estudios de inventario que se realizaron hace pocos años, advertirá que un altísimo porcentaje, más de 80% de los cursos de agua transfronterizos, llámense ríos, salares, bofedales, Bolivia es un país aguas abajo”.
Siendo un país aguas abajo, lo mejor es avanzar en acuerdos, asevera el exagente. “Tenemos el Lauca, el río Todos Santos, que es muy parecido (al Silala), excepto que las aguas son al revés, el bofedal baja hacia Bolivia, y hay una población allí, que se llama Todos Santos”, cita casos.
A Bolivia le interesa, por ejemplo, insiste, en aplicar en todo su alcance el principio del “Uso equitativo y razonable” para el Lauca, y para todos los recursos hídricos transfronterizos. “Bolivia tiene problemas de ríos con sus cinco vecinos”.
Bolivia también debe asumir una mirada más ‘moderna’ en el sentido de ‘amplia’, de uso del derecho internacional. Una “mirada grande” a trabajar con el resto de los países, bajo la premisa de que las aguas no son un tema de ‘soberanismo’ (que el recurso es mío y no lo comparto); “eso ya no hay más, la humanidad lo ha superado, porque las fronteras son artificiales, cuando la naturaleza busca sus cauces” por sí misma, destaca Rodriguez Veltzé.
(*)Iván Bustillos es periodista de La Razón