Hablemos de igualdad en Bolivia
En el camino hacia la igualdad, el desafío como sociedad es hallar nuestros propios saltos y atajos.
DIBUJO LIBRE
El camino hacia la igualdad es un proceso complejo, siempre en curso e inacabado (Thomas Piketty, 2021). La lucha por la igualdad está impregnada en la historia de las naciones. Solo con mayor igualdad podría una sociedad como la boliviana alcanzar mayor cohesión social y un sentido de unidad nacional profundo, que permita construir pactos sociales en torno a imaginarios colectivos comunes. La desigualdad, por el contrario, es uno de los riesgos más altos a los que se enfrenta la democracia. Estas son algunas reflexiones del informe La igualdad posible. Alternativas para imaginar la próxima milla en Bolivia que publicó el Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (OXFAM) y fue presentado el 18 de enero en el espacio Simón I. Patiño. En este artículo comento algunas de las cavilaciones más importantes de este informe.
OXFAM denomina “gran salto” a la reducción de la desigualdad que consiguió Bolivia en la década pasada y que fue ampliamente reconocida por organismos internacionales, por ser uno de los países con mayores avances. Esta reducción estuvo marcada por la voluntad política de los actores y su convicción de crear una sociedad más justa, plasmada en la Constitución Política del Estado de 2009, la cual permitió establecer un nuevo pacto social.
También influyó el contexto macroeconómico favorable y la redefinición del papel del Estado, otorgándole un rol redistribuidor y protector de la política fiscal.
Cuando los esfuerzos por reducir la desigualdad del ingreso se hacían cada vez más difíciles, sobrevino la crisis sanitaria. La pandemia reconfiguró las desigualdades acentuándolas. Según OXFAM, 9 de cada 10 bolivianos vieron afectada su situación económica por causa de la pandemia.
El informe identifica distintos tipos de desigualdades, no solo desde el enfoque clásico de la diferencia de ingreso entre segmentos de la población, sino a partir de múltiples miradas al empleo, la educación, al género, la etnia y al lugar de residencia. Actualmente, a pesar de los grandes avances, aún se advierte un gran espacio para las políticas públicas y millas por recorrer para reducirlas. Las diferencias salariales entre hombres y mujeres, la brecha digital, la condición urbano-rural, lo público y lo privado o la discriminación por causas diversas, como la condición étnica o la preferencia sexual, son algunas barreras que impiden vivir en igualdad entre bolivianos.
La problemática de la desigualdad no es únicamente una cuestión objetiva, sino que responde a las emociones y las valoraciones subjetivas de quienes las sufren. El informe revela que la percepción de los individuos sobre la desigualdad es diversa y puede diferir de su posición en la distribución del ingreso. En consecuencia, la sensación sobre desigualdad es diferente entre regiones, estratos sociales, niveles de educación y género, entre otras.
El hecho de que algunas desigualdades puedan ser consideradas más injustas para unos que para otros se debe a que cada quien tiene una percepción diferente de ellas, porque parte de contextos específicos distintos y, por tanto, tiene diferentes grados de permisividad o intolerancia. A nivel de la sociedad, se construyen imaginarios colectivos que tienden a dar mayor prioridad a la lucha contra una desigualdad frente a otra. De forma que en cierto momento una sociedad puede tener más interés en buscar mayor igualdad en, por ejemplo, el acceso a la salud, y en otro momento esa misma sociedad inclinarse por la conquista de otra, como el empleo de mejor calidad. Eso muestra que la percepción de igualdad/ desigualdad está arraigada en cada sociedad de forma distinta.
En esencia, lo que el informe comunica es que la cuestión de la igualdad no es un concepto unidireccional, estático, lineal y abstracto, sino que por el contrario tiene un carácter multidimensional, es cambiante en el tiempo, con múltiples trayectorias y se desarrolla sobre realidades concretas distintas.
La aspiración de una sociedad más igual no debe ser confundida con los postulados de los regímenes comunistas. El deseo de mayor igualdad no quiere decir que se la obtenga a costa de reducir el bienestar de quienes mejor posicionados están en la sociedad, sino que algunos grupos menos favorecidos, como los identificados por OXFAM (mujeres, indígenas o informales), mejoren más rápido su bienestar en relación a otros grupos. En la metáfora que utiliza el título del libro, de milla próxima para reducir la desigualdad, se quiere decir que mientras unos viajen en taxi, otros lo harán en teleférico. El camino hacia la igualdad es un tránsito al desarrollo que todo país debe recorrer, solo que algunos lo han hecho más rápido que otros y el desafío como sociedad es encontrar nuestros propios saltos y atajos.
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Para construir estos nuevos puentes, el informe propone algunas alternativas: 1) profundizar y consolidar la redistribución del ingreso, explorando nuevas y más eficaces formas de intervención; 2) atender las exclusiones más graves y aquellas intersecciones (más de una desigualdad a la vez) persistentes; 3) redistribuir la riqueza mediante mecanismos fiscales y otros que frenen la acumulación desmedida de la riqueza; y, 4) la lucha contra el racismo y toda forma de discriminación es parte de esta agenda. En síntesis, el trabajo muestra la necesidad de mejorar los actuales sistemas de protección social, del mercado laboral y del sistema educativo, como móviles que apuntan a caminar en esa dirección.
Estas acciones no podrían aminorar las desigualdades sin nuevos acuerdos y compromisos políticos y sociales. Podrán darse incluso situaciones en que las desigualdades se mitiguen sin la necesidad de ingentes recursos, sino más bien a través de voluntades políticas y una mayor conciencia social que impulsen estas transformaciones.
El camino hacia la igualdad comienza con el reconocimiento de las desigualdades. El informe propone alternativas, como parte de una agenda crítica en la que se advierte el resurgimiento de antiguas desigualdades y la aparición de nuevas. Este trabajo es como una brújula para marcar el horizonte hacia donde se debe orientar el esfuerzo de las políticas públicas y, seguramente, dará mucho de qué hablar.
(*)Omar Velasco P. es economista.