La invención del modelo cruceño
Imagen: Comité pro Santa Cruz
La nueva directiva de Comité Pro Santa Cruz.
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Tras el discurso del cruceñismo está instalada una doctrina que hace al poder de las élites de Santa Cruz.
DIBUJO LIBRE
El llamado modelo cruceño de desarrollo es una invención de las élites cruceñas opulentas que embanderan un discurso de modernidad en torno al crecimiento económico de Santa Cruz. Desde los círculos empresariales más altos del oriente se exhibe como un éxito inherente al sector privado basado en la libertad de empresa, la promoción a las exportaciones y la creación de empleo formal. En contraposición, inhibe la participación del Estado – que es su antítesis- porque reprime la iniciativa privada.
Para que una historia parezca cierta no necesita ser verdadera, sino que esté bien contada. Después de la segunda guerra mundial, los países más avanzados -hasta ese entonces- inventaron la fábula de los tres mundos como una manera de crear un orden económico y político sobre los menos aventajados, el tercer mundo. Esta narrativa construyó una visión del subdesarrollo desde la mirada de los países desarrollados que condicionó teórica y políticamente las estrategias de desarrollo de los países pobres que se apropiaron culturalmente de esta visión importada desde el primer mundo. Esta estrategia fue desenmascarada por el antropólogo colombiano Arturo Escobar en su libro “la Invención del tercer mundo”. El modelo de desarrollo cruceño – así cómo se lo cataloga- guarda rasgos comunes con esta lógica de imponer un orden hegemónico imperante sobre la lectura del desarrollo.
Las élites del oriente exteriorizan a Santa Cruz como la región más próspera de Bolivia. Se describe como la locomotora del país por tener el segundo mayor crecimiento económico (4,7%) en comparación al promedio nacional (3,8%) de los últimos 33 años. Se la destaca como el primer departamento exportador (23% del total en 2020). También se la ha llamado el vergel de Bolivia por su alta participación en la producción de alimentos (44% del total en 2020). Además, se considera la región que más empleo absorbe del resto de Bolivia (1,5 millones en 2022). Con Bs142.157 millones entre depósitos y cartera en 2020, Santa Cruz está a poco de convertirse en el principal centro financiero de Bolivia, lugar que ocupa La Paz (Bs146.231 millones).
Hace poco menos de dos años escribí un artículo -por este mismo medio- en el puse en duda el crecimiento cruceño como modelo económico alternativo. Me preguntaba que si es tan exitoso como aparenta ¿por qué no se irradió a otros confines del país? Mi respuesta fue que el progreso cruceño fue una combinación del apoyo del Estado y el uso extensivo de tierras fértiles – factores que otras regiones no tuvieron- y que proporcionó condiciones inmejorables para el despegue de la agricultura industrial a finales de los 80 y comienzos de los 90 en el oriente boliviano. Fue en ese mismo periodo y no antes que comenzó a generarse abundantes excedentes económicos que el Estado no los retuvo, sino que fueron redireccionados e impulsaron otros sectores económicos como la ganadería, la construcción y la banca. Al contrario, el Estado continúo financiando al modelo cruceño hasta nuestros días a costa del elevado déficit fiscal que proviene de la subvención a los hidrocarburos.
Detrás del aparente buen comportamiento de los indicadores macroeconómicos de Santa Cruz se esconde marcados rasgos de atraso en otras dimensiones del desarrollo social, humano, territorial y medioambiental. Los índices de pobreza en el área rural continúan siendo altos, la desigualdad en el acceso a la educación y la salud son problemas crecientes en el área urbana. El Índice de Desarrollo Humano si bien ha mejorado, lo hizo a menor rapidez que en el resto de departamentos. La informalidad del empleo en Santa Cruz tampoco es distinta a la media nacional. La ganadería y la agricultura extractivista está degradando la tierra y son una amenaza a la biodiversidad de la zona. Son cada vez más los desplazamientos de pueblos indígenas provocados por colonizadores en el área de influencia del cultivo de la soya y los conflictos territoriales. La creación de riqueza no debe confundirse con desarrollo ni el crecimiento con igualdad. Santa Cruz experimentó un mayor auge del PIB pero concentró el ingreso y sus avances en desarrollo social son menores. ¿Dónde quedó las bondades del modelo cruceño de desarrollo? Aparentemente sólo en el discurso.
En realidad, la invención del modelo cruceño tiene un fin primigenio puramente doctrinal. Según Pierre Bourdieu (1990) las clases dominantes tratan de imponer sus sistemas de símbolos y significados a las clases dominadas a través de la acción pedagógica y la aculturización a nuevas generaciones. El capital cultural que resulta de este proceso, actúa -en favor de los grupos acomodados- como un medio de control sobre la sociedad ya que logran imponer su propia cosmovisión. El símbolo de poder económico cruceño es sin duda la feria de la Expocruz. Anualmente se anuncian millonarias intenciones de negocios con la esperanza que luego se conviertan en mayores ventas y fuentes de empleo. Las empresas exhiben sus mejores productos. La población cruceña asiste a la feria como parte de su tradición y su identidad cultural.
El adoctrinamiento empresarial está también presente desde años recientes en los medios de comunicación, en artículos de opinión y en la difusión de libros que tratan de enaltecer el espíritu empresarial y los valores ciudadanos como factores del desarrollo del oriente, pero no dejan de ser expresiones líricas del emprendedurismo cruceño sin abordar abiertamente las verdaderas causas de su despegue económico y la real incidencia de estos factores en su desarrollo.
La invención de un modelo cruceño tiene también un objetivo político antes que económico. Para empujar una campaña opositora desde el oriente es casi imprescindible proponer una agenda económica alternativa que haga contrapeso al modelo económico centralista implementado desde el occidente y que en paralelo se lo desprestigia.
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La intervención del Banco Fassil ha desnudado una parte vil de su funcionamiento. El modelo cruceño hizo metástasis porque puso en evidencia un esquema de estafa piramidal de apropiación de recursos de pequeños ahorristas que eran desviados a grupos empresariales privilegiados y que alimentaban una demanda especulativa de bienes inmuebles como medio para acrecentar su riqueza. Su puesta en evidencia no es un ataque a la sociedad cruceña sino a la clase dominantes que -asumiendo representación social- usufructuó de ella.
En suma, este discurso ha tejido una narrativa que justifica el control desigual de los medios de producción en poder de unas pocas familias organizadas bajo asociaciones secretas de parientes y amigos denominadas “logias” y representadas por sus líderes cívicos. Para preservar sus privilegios, las élites cruceñas necesitan sostener un eterno discurso que luzca al sector privado como eficiente. El silencio crepuscular de los defensores de este modelo genera más dudas sobre su real viabilidad. La invención del discurso de desarrollo cruceño hoy se encuentra defraudado en el sentimiento ciudadano de los bolivianos y los propios cruceños.
(*)Omar Velasco Portillo es economista.