Las oposiciones y la luz al final del túnel
Entre contradicciones, gritos y desafíos irresueltos, las oposiciones no presentan propuestas atractivas a la ciudadania boliviana.
Una conversación con Carlos Börth sobre la situación actual y el porvenir de las alternativas al MAS.
El punto sobre la i
¿Hacia dónde van las oposiciones en el país? ¿Qué desafíos tienen por delante? ¿Les es posible construir unidad? ¿Cuál sería el sentido y los ejes de esa unidad? ¿Cómo afecta el clivaje regional al campo opositor? ¿Hay una luz al final del túnel? Sobre estos y otros temas más conversamos con Carlos Börth, analista político y exsenador.
Un primer aspecto que señala Börth en su análisis, es la dificultad que experimenta la vereda opositora para construir unidad. “Se mantiene o persiste una gran dispersión de las fuerzas de la oposición democrática en Bolivia. Esta vez la dispersión no sólo alude a la existencia de muchas organizaciones, que sí existen, sino también a que las dos organizaciones con presencia parlamentaria están fraccionadas en dos, tres partes. En el caso de Comunidad Ciudadana (CC) hay una dispersión mayor. Es lamentable que esto suceda, pero es una realidad. Es un dato de la realidad. Producto de este hecho es que ya se vislumbran en la oposición, aunque prematuramente, al menos siete u ocho precandidatos para las próximas elecciones de 2025”, afirma.
El analista observa que “desde la elección de 2005 hasta la de 2020 nunca ha habido una única candidatura de la oposición. Siempre han existido más de una expresión opositora, dispersando el voto. La versión extrema fue la de 2019. Participaron como cuatro o cinco candidatos opositores. En esa elección se puso en evidencia que esta dispersión le favorece y es fomentada por el MAS. Éste sacó un 47%, con la manipulación de la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) de por medio, pero era la primera fuerza. La suma de los binomios opositores pasaba del 50%, por ciento”.
Börth precisa que “hasta 2019, la dispersión era entre binomios occidentales. En 2020 se suma el componente territorial, porque Luis Fernando Camacho entra a disputar el escenario y curiosamente se cierra, se angosta el abanico. En realidad, fueron sólo Mesa y Camacho en esas elecciones. Hubo algún otro binomio de oposición, pero marginal, minimizado. La dispersión adquirió una tonalidad territorial”. Así, “el desafío para la oposición es en esta nueva oportunidad será construir una opción de unidad que supere los dos factores que acabamos de analizar. La simple dispersión de fuerzas que viene de occidente desde antes; y el factor territorial que introdujo Camacho. Si no se logra eso, las posibilidades de que gane el MAS nuevamente están presentes, pese a las dificultades internas que éste acarrea”.
Queda en claro que, luego de la irrupción de Camacho, el componente regional juega hoy un rol preponderante en las posibilidades de las oposiciones. Entonces, ¿cómo opera este factor? “Hay dos componentes que subyacen a esa tendencia, en parte de la élite cruceña, porque no es toda la élite, de anteponer la supuesta visión cruceña a cualquier otro factor. El primero es que esos discursos están dirigidos al auditorio local. No sé si tienen conciencia, o no, de que ese discurso les enajena el respaldo en el resto del país. Algunos probablemente sean conscientes y aun así lo hacen. Otros quizás no, pero lo objetivo es eso. Ahí la prueba es Luis Fernando Camacho. Fuerte apoyo en 2022 en Santa Cruz, casi nulo en el resto del país. El otro elemento es más profundo. El debate actual, el tema que ronda en las cabezas de varios analistas, es si Santa Cruz, que en efecto se ha convertido en el factor más dinámico de la economía, está preparada para dar el salto de lo económico a lo político. Si el próximo presidente o los próximos presidentes saldrán de Santa Cruz. Ese es un tema que está latiendo. Ahí, lo que encuentro es que la élite cruceña, gran parte de la élite cruceña, todavía no piensa el país en su globalidad. Todavía ven al país desde su región. Y ese elemento, que es un elemento de maduración, le está impidiendo convertirse en la nueva élite dirigente nacional”.
Börth cita un caso en extremo interesante. “En medio del paro de los 36 días, se articuló, aunque marginalmente, el tema de la justicia y los juristas denominados independientes. Entonces salió una propuesta emitida desde el Comité Pro Santa Cruz (CPSC), que pide que los magistrados (judiciales) sean nominados de ternas propuestas por las Asambleas Departamentales. ¿Qué hay de raro en esto? Pues que Santa Cruz y Tarija son los únicos dos departamentos, algo cercano quizás el Bení, donde la correlación de fuerzas es a favor de la región o hay un empate con el MAS. En el resto de los departamentos, el MAS tiene dos tercios en las asambleas departamentales. O sea, la propuesta de Santa Cruz le estaba diciendo a las fuerzas políticas democráticas del resto del país, sacrifíquense para que nosotros tengamos nuestros jueces. Probablemente nadie lo percibió en Santa Cruz. ¿Por qué? Porque no piensan todavía Bolivia como el terreno que ellos quieren y deben desde la economía. Naturalmente, aquí en occidente nadie le hizo caso al CPSC. Debe haber ya individuos que piensan con mente boliviana, globalizadora quiero decir, pero gran parte de la élite todavía está mirando a Bolivia desde su región. No está asumiendo su rol dirigencial a nivel nacional”.
También puede leer: Pederastia, secularidad y canonjía
Es un momento complicado para todos los actores políticos en el país. Al respecto, el analista señala que “dados los conflictos internos del MAS, si éstos se profundizan, parecen estar dadas las condiciones para que el MAS salga del gobierno. Parecen estarse configurando elementos que nos hablan de la posibilidad de un recambio. Ahí juega la unidad, ya el desafío para las fuerzas opositoras es cada vez más grande. Para mí está claro que, si no se unen, le estarán regalando al MAS un periodo o dos periodos más y eso ya será extraordinario”.
Pero no se puede construir una alternativa real apelando únicamente al discurso de la unidad por la unidad. Börth precisa con lucidez que “la oposición no podrá hacerse del triunfo ni convertirse en un factor alternativo si no construye en estos dos años que vienen una narrativa, un discurso, propuestas, capaces de confrontarse y derrotar a la narrativa masista que es fuerte. O son capaces de concebir un nuevo modelo y una nueva propuesta que sea inclusiva, que retorne al punto al que habían retrocedido ya los clivajes étnico y territorial, al finalizar el Estado neoliberal. Con la política de la participación popular y varias otras medidas, los clivajes territorial y étnico cultural se habían minimizado. No tenían ya el peso que se podía percibir décadas atrás. Con el MAS ha reflorecido eso, con la temática del Estado plurinacional, los pueblos indígenas, etcétera. Pero más que eso, con el estilo de hacer gobierno de Evo Morales. Ha reverdecido eso y estos clivajes son hoy muy fuertes. Entonces, debe construir la oposición una nueva propuesta que permita suavizar lentamente y nuevamente minimizar estos clivajes, porque Bolivia no va a retroceder ya. Lo que ha hecho el MAS es irreversible. Los indígenas han irrumpido en la política y no solo en la política, en la administración pública. Eso es irreversible. Si la oposición, como algunos elementos de CC que piensan que pueden volver a lo anterior, se equivoca y el MAS va a volver a ser gobierno, pese a todo”.
Concluyendo, el exsenador entrevé una luz al otro lado del túnel. “Si la oposición toma el poder, a mi juicio, será un gobierno de transición. Ahí pueden terminar de madurar las condiciones para que la élite cruceña tome la conducción del país, al cabo del gobierno de transición”, asevera.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político