La política cruceña en incertidumbre
Imagen: aldsc
El sillón vacío del gobernador cruceño, Luis Fernando Camacho, en los actos del aniversario del departamento, ilustra el momento actual del poder local y sus bregas.
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Una conversación con Gustavo Pedraza y Reymi Ferreira sobre la actualidad y los desafíos de la brega por el poder en Santa Cruz.
El punto sobre la i
Hoy Santa Cruz celebra 213 años de su grito libertario del 24 de septiembre de 1810. Sobran los motivos para celebrar. La Santa Cruz contemporánea, esta maravilla que lleva siete décadas de construcción, donde confluyen los esfuerzos de bolivianas y bolivianos de todos lados, es un motivo de orgullo nacional.
La Guerra del Chaco cambió de manera definitiva la historia del país. La generación que combatió en la región del Chaco, comprendida entre Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, fue precisamente la que, con la Revolución Nacional de 1952, inició la “marcha al oriente”.
La apertura de la carretera con Cochabamba, en 1954, y las líneas férreas con Brasil y Argentina, cambiaron las condiciones para la producción y la actividad empresarial en el departamento. Ahí comienza a emerger la economía moderna en el oriente boliviano, con Santa Cruz como su epicentro.
Con todo, el desarrollo cruceño no ha sido y no es un camino de rosas. A su modo, Santa Cruz ejemplifica la noción harto conocida en sociología de que los cambios culturales son más complejos y requieren más tiempo que los económicos. No es en vano que el antropólogo Adrian Waldmann hable de la “feudernidad” al caracterizar la sociedad cruceña. Con esto, el autor de El Habitus Camba, describe una formación moderna en lo económico, pero feudal en sus concepciones políticas y sociales.
El proceso político cruceño se encuentra actualmente en un momento muy particular. A diferencia de lo que pasa con el empresariado, que definitivamente ocupa un rol protagónico a nivel nacional y regional (basta ver la copiosa presencia de cadenas de servicios originadas en Santa Cruz en el resto del país), la dirigencia política tradicional se encuentra en una fase de retracción.

El MAS en Santa Cruz no tiene un vuelo propio y esta sigla no se ha logrado constituir en un contendor serio en lo que hace a los principales espacios del poder local.
Cabe preguntarse entonces, en qué momento está hoy el proceso político cruceño, cómo se llegó al presente y qué perspectivas tiene hacia adelante. Como es usual, los aniversarios no son únicamente momentos para festejar, sino para hacer un balance y proyectar lo que viene.
“A lo largo de este siglo Santa Cruz ha crecido económicamente. La sociedad cruceña prácticamente en población se ha duplicado y la economía ha crecido seis veces. Yo creo que ese crecimiento, ese crecimiento de la población, ese crecimiento de la economía se lo ha dado en tensión política permanente con el MAS. Y creo yo que esa tensión permanente ha sido como contrapeso territorial, pero también en la disputa del territorio en Santa Cruz”, afirma Gustavo Pedraza, abogado y excandidato vicepresidencial de Comunidad Ciudadana.
Efectivamente, cuando el orden político que caracterizó la democracia pactada comenzó a erosionarse hasta caer finalmente en los primeros años del Siglo XXI, lo que quedó se concentró en Santa Cruz. Ese fue el correlato a la emergencia del MAS. La resistencia al proceso constituyente fue muy fuerte en este departamento, lo que incluye los cabildos y la lucha por la autonomía, en aquella década.
Ahora bien, los catorce años en el poder de Evo Morales, fueron también los quince años en el poder de Rubén Costas y Percy Fernández; sucedido éste último, dentro de su gestión, por Angélica Sosa.
“Así como Evo Morales cierra su ciclo de una manera violenta, abrupta, los ciclos de los caudillos en el departamento también se cierran, pero no de la misma forma. Sobre el alcalde Percy Fernández, no creo que haya habido hartazgo, simplemente se agotó en su capacidad humana de gobernar. Y sucede lo que conocemos, o sea, delega a una concejal y el desastre empieza y no se detiene hasta ahora. Y en el caso de Rubén Costas, cierra su ciclo y el resultado electoral del 2021 es la confirmación. Estos dos ciclos se cerraron en Santa Cruz y me parece que se inicia un nuevo ciclo con el liderazgo del gobernador actual, Luis Fernando Camacho”, sostiene Pedraza.
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Con todo, esta rotación intraelitaria que tuvo lugar en Santa Cruz entre 2020 y 2021, no es una continuidad de lo mismo. Costas y Camacho tienen formas diferentes de entender y abordar la política.
“La dirección o la oposición de Costas podía tener algún alcance nacional por su contenido. Si bien es un conservador, era partidario de cierta democracia. Era parte del proceso democrático, de las reglas del juego democrático que ellos las aceptaron. Y por eso tuvieron alcalde en Cochabamba, gobernadores en Beni y otras autoridades. Tuvieron repercusión nacional en su momento y llegaron a constituir una especie de media luna. Sí llegaron a tener cierto alcance. Ahora hay un grupo fascista directamente, sin un proyecto nacional, atrincherado en un discurso del siglo XVII, ni siquiera del XVIII, que no tiene ningún tipo de propuesta nacional y son obviamente antidemocráticos, porque aparte del bloqueo, la lucha y la acción violenta, no tiene otro discurso”, asevera el abogado, exministro y exrector de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, Reymi Ferreira.
Pedraza considera que la rápida emergencia de Camacho fue seguida por una evolución efímera. “Esa explosión social, esa fuerza del 2019, se reduce a la mínima expresión en 2020 por los errores cometidos. No hubo visión estratégica. Pensaron que Evo Morales y el MAS estaban liquidados y ese fue un gravísimo error. Entendían al MAS a través de Evo Morales, cuando el MAS es un bloque, no es un caudillo y eso lo ha demostrado. Entonces, ese error de percepción, ese error estratégico ahora tiene como resultado lo que está sucediendo. Yo creo que cuando Camacho se presenta en 2020, me parece que se aísla más del resto del país”.
En criterio del excandidato vicepresidencial, la posición de Santa Cruz queda “mucho más en solitario que durante la época de Costas y Demócratas, que intentaron y lograron instalarse orgánicamente en otros departamentos. Entonces había, había una visión nacional. Esto con Camacho no ha habido. Yo creo que Santa Cruz, esa visión de Camacho, lo aisló más a él y a su electorado” respecto al resto del país.
Ferreira sintetiza la situación presente diciendo que en Santa Cruz hay “un empresariado que ha entendido fácilmente la economía de mercado y las reglas de una economía moderna, mientras que hay una dirigencia política que sigue en la Edad Media. Es una clase política que bien pudiera estar en el siglo XVI español, de la santa inquisición, intolerante, del discurso único y el fanatismo mezclado con la religión. Entonces, ese es el gran desfase”.
Así, las cosas parecen no haber mejorado en la política cruceña sino, por el contrario, hay señales de involución. “Lo que ha ocurrido, desde la deácada de 1950, 1960, es que había un gran intelecto tecnócrata. Fue una tecnocracia la que gobernó, desde el Comité de Obras Públicas, Cordecruz y también durante los siguientes gobiernos neoliberales. Era una tecnocracia, aunque carente de cualquier concepto social. Y lo que hay ahora es peor todavía, ahora ni siquiera hay tecnocracia, eso es lo grave. Antes había tecnocracia, pero ahora son algunos desubicados que gritan y el que grita más fuerte no es el que tiene más claridad conceptual. Son personas queriendo reivindicar un discurso de hace 300 años”, señala Ferreira.
Pero entonces, ¿qué pasa con el MAS en Santa Cruz? ¿Qué rol juega? “Las perspectivas del MAS no son buenas tampoco, porque lamentablemente no han entendido, ni creo que vayan a entender, el tema identitario. Y eso la derecha lo ha usado y lo sigue utilizando porque es un espacio abierto que ha dejado el MAS, que ha mantenido un discurso andino, andinocéntrico, en una región que es diferente. Santa Cruz es cosmopolita, tiene una identidad y tiene derecho a tenerla. Para el MAS esto es casi totalmente desconocida. Se ve en los operadores de los diferentes niveles de la administración pública que no perciben la identidad local. Parece que el MAS no tiene posibilidades ni a mediano ni a largo plazo en Santa Cruz de obtener victoria electoral”, afirma Ferreira.
En ese mismo sentido, Pedraza observa que “el masismo cruceño parece que se encoge y se repliega hacia su campo, donde tiene mayoría, pero no ha logrado conquistar a la clase media o los sectores populares urbanos”.
Ahora bien, en conjunto, la situación institucional en Santa Cruz aparece como bastante precaria. “El gobierno de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, yo creo que es uno de los más funestos y que ha tocado fondo, porque se ha apropiado, se ha cooptado la institución y la han patrimonializado. ¿Para qué? Para el enriquecimiento ilícito, para la corrupción. Y el gobierno departamental, la Gobernación, no ha respetado el ordenamiento. Protestamos, lo vamos a hacer siempre y vamos a condenar el secuestro del gobernador Camacho, pero percibo que no ha habido una decisión inteligente en la Gobernación para que pueda funcionar como institución. Lo que hemos visto es una actitud personalista, que ha pasado por sobre las normas de la misma institución al negársele, por ejemplo, al vicegobernador que pueda asumir. No sé cuál es el objetivo, pero me parece que ahí debió respetarse la institucionalidad de la gobernación y es una tarea pendiente”.
En relación al gobierno de la capital cruceña, Ferreira expresa que “la UCS (el partido del alcalde, Jhonny Fernández) tiene una conducta pendular De pronto está en la extrema derecha, apoyando a Janine Añez o a Camacho, y de pronto le sonríe al MAS. Estuvo en el gobierno de Banzer, pero también estuvo en el de Goni. Tiene una acción pendular permanente. De alguna forma tiene un público que lamentablemente lo comparte con el MAS. Por eso es que le afectó mucho en la última elección municipal al MAS. Es un proyecto obrista, sin proyección, sólo como inercia ante la falta de alternativas. Ese es el gran problema, un drama, la verdad. Vimos una sociedad en una crisis política profundísima”.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político