Los dólares y la responsabilidad del sector privado
Fotos: LA RAZÓN-ARCHIVO
El autor sostiene que, para superar la situación actual de falta de divisas, se requiere avanzar hacia una lógica productiva diferente.
Dibujo Libre
Si estas preocupado o molesto por la falta de dólares en el país, este artículo es para ti. Ha pasado poco más de un año desde que los dólares comenzaron a escasear y la población está expectante que el gobierno lo resuelva pronto.
Si eres importador, comerciante o industrial posiblemente estás atravesando un viacrucis de sobrecargos financieros. Entraste a una lista de espera, ansioso de que tu banco confirme la transferencia a tu proveedor. Temes no poder ingresar tu mercadería a tiempo y quedarte sin materia prima para procesar o vender, pues la logística de importaciones ha cambiado.
Si eres ahorrista y tienes dólares en un banco y no los puedes retirar, te sobrecoge -el sólo hecho de pensar deno volver a ver tu dinero. Te incomoda tener que ir todos los días al banco, hacer una fila de 20 minutos o más para retirar sólo $us 100. Ahora recibes tu dinero fraccionado de cortes de 50 y 20 y varios billetes están viejos o deteriorados.
Si eres inquilino de un centro comercial por la Uyustus o en Equipetrol, necesitas de la divisa norteamericana para cubrir tu arriendo. Tienes un bien inmueble que no lo puedes vender o un anticrético que no lo puedes recuperar porque esperas recibir dólares y ¿no los hay?
Si eres turista o viajero, sentirás que encontrar dólares a un precio accesible se han convertido en el principal obstáculo entre hacer tus sueños realidad o quedarte en casa. Te decepciona saber que desde mediados de junio necesitarás de dólares para comprar pasajes de avión. Muchos se han desilusionado cuando al momento de utilizar su tarjeta en el exterior para adquirir regalos o recuerdos no pudieron hacerlo por que superaron el monto de retiros semanales impuesto por los bancos, ipso facto.
Si eres consumidor de las deliciosas galletas colombianas “Oreo”, los famosos alfajores argentinos “Havanna” o los riquísimos wafles uruguayos “Sensación”, utilizas cremas “Dove”, compras leche holandesa o argentina en lugar de la nacional, chocolates “Noka” en vez de “Para Ti” o consientes tu paladar con vino chileno como el “Casillero del diablo”, te habrás dado cuenta que varios de estos productos han subido de precio y la causa es siempre la misma, la falta de dólares.
Según la última encuesta de presupuestos familiares de 2016, los bolivianos destinábamos un quinto de nuestro ingreso a la compra de bienes importados. Si a eso le sumamos las compras que realizan las empresas para producir los bienes y servicios que luego los consumimos, el peso de las importaciones es mucho más alto. Por ejemplo, en 2023 importamos $us 11.489,3 millones a razón de $us 950 por habitante y dos dólares y medio por día. Ello representa, 25% del ingreso medio por habitante.
Más de la mitad de las compras externas las realizaron las empresas de forma directa para la adquisición de materia prima, suministros, bienes de capital y equipos de transporte. Las familias compramos alimentos, bienes duraderos y semi duraderos además de vehículos en un 20%, es decir, unos $us 2.300 millones. El resto lo hace el sector público, principalmente en combustibles que luego los vende a las empresas y consumidores. Te has preguntado ¿de donde provienen las divisas que utilizaste para consumir bienes importados, realizar viajes al exterior, mantener depósitos en moneda extranjera y pagar tus alquileres? Desde principios de siglo, las exportaciones del sector público superaron ampliamente a sus importaciones -en $us 1.880 millones en promedio- logrando acumular una ingente cantidad de divisas que fueron a acrecentar las reservas internacionales. En cambio, el sector privado mantuvo sendos márgenes comerciales negativos de $us 1.180 millones por año.
A partir del 2015, el déficit comercial privado fue mayor que el superávit comercial público, comenzando un ciclo de déficits comerciales globales. Para financiarlos, el Estado tuvo que recurrir a las reservas internacionales que acumuló una década atrás a fin de mantener el nivel de consumo e inversión estable y sin comprometer la estabilidad cambiaria. Este déficit comercial no fue malo porque repercutió en un mayor bienestar que se tradujo en un mayor consumo de bienes extranjeros y menor crecimiento vía importaciones, pero no fue corregido a tiempo.
La escasez de dólares que atraviesa el país se debe íntegramente al déficit comercial privado. Por tanto, la responsabilidad de corregirse debería recaer también en el propio sector. Los bolivianos nos quejamos de no tener los suficientes dólares para atender nuestras necesidades y complacer nuestros gustos, pero no somos conscientes del esfuerzo productivo que se requiere para generarlos. Es comprensible la desazón que se siente ante la falta de dólares, pero en lugar de lamentarnos y esperar que el Estado lo resuelva -por sí sólo-, deberíamos reflexionar en ¿cómo contribuir a generarlos o evitar su despilfarro? Te has preguntado ¿con cuántos dólares aportas a la economía nacional? En realidad, son muy pocas las personas que con su actividad u ocupación los generan.
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Superar la situación actual requiere cambiar nuestra actitud hacia una lógica productiva. Ello implica por un lado incentivar las exportaciones privadas. Se debe reconocer el reciente esfuerzo público-privado por elevar la producción de carne, azúcar, lácteos, piña y estaño, pero además se debe incentivar al sector microempresarial y comunitario. El aumento de las divisas agroindustriales deberá basarse en mejoras en productividad y no únicamente en el avance de la frontera agrícola. Tenemos un gran potencial de exportaciones comunitarias en quinua, café, sésamo, chía entre otros, pero necesitan logística, mercados y capital de operaciones. Pero al mismo tiempo, desarrollar un compromiso social y de responsabilidad empresarial con el país del cual obtienen sus ganancias. La regla es muy sencilla, dólar que se genere en el país debe retornar y tener un uso nacional, aunque no necesariamente sea estatal.
La sustitución de importaciones es también responsabilidad privada y no sólo pública. La estrategia, no sólo incluye mejorar nuestras capacidades productivas sino cambiar nuestros hábitos de consumo. Los bolivianos debemos de valorar más la industria nacional, dejar de creer que todo lo bueno es extranjero y, así como en el futbol, comenzar a ganar mayor amor por nuestra camiseta.
Debemos también sustituir servicios y exportarlos. El turismo es una gran fuente de divisas que no lo estamos aprovechando. De cara al bicentenario elaboremos una estratégica público privado que tenga como meta aumentar en 50% el flujo de turistas extranjeros y mejorar la oferta local para retener al turismo emisor. El Estado deberá estar a cargo de la infraestructura e invertir en publicidad para mejorar nuestra imagen país. El sector privado y socialcomunitario invertir en logística, cadenas de valor y distribución.
A muy corto plazo se tiene que gestionar la escasez mediante una política de racionamiento de dólares explícita que establezca: 1) un cupo mínimo de divisas para pequeños productores cuya producción nacional depende de los insumos importados, 2) otro cupo para alimentos y medicamentos esenciales a fin de mitigar la especulación, 3) instruir a los bancos la devolución de depósitos en dólares para montos menores a $us 10.000, 4) aceptar la compra de pasajes en bolivianos para viajes especiales como salud o estudio, 5) elaborar una ley de inquilinato y anticresis que cubra los vacíos legales y facilite las transacciones.
Este proceso no será exitoso sin la contribución de todos. Los bolivianos requerimos de nuestro propio esfuerzo productivo para salir adelante.
(*)Omar Velasco es economista