Thursday 12 Sep 2024 | Actualizado a 10:35 AM

Bolivia en postales de tribalización y fragmentación

/ 28 de julio de 2024 / 07:09

Una conversación con José Luis Exeni y Vladimir Peña sobre la actualidad política del país y sus perspectivas.

En el convulso panorama político global, Bolivia no es la excepción. Con el mundo sumido en incertidumbres y tensiones crecientes, el país enfrenta una fragmentación y polarización inéditas que reflejan las complejidades de la época actual. Las viejas certezas se han desvanecido y el debate político se encuentra en un punto de alto antagonismo y beligerancia.

Lejos quedaron los días posteriores a la caída del muro de Berlín, con Estados Unidos rigiéndose como el poder hegemónico del momento unipolar. El consenso de Washington y el neoliberalismo eran el credo de esa época. Era el fin de la historia, según Francis Fukuyama, pero, ¿era? Ese orden voló por los aires con la crisis financiera de 2008. Desde entonces las viejas certezas del Siglo XX ya no son más lo que fueron.

Bolivia comenzó el Siglo XXI con la discusión política centrada en la lucha a favor y en contra del neoliberalismo y el imperialismo estadounidense. Paralelamente, el MAS articuló la identidad popular e indígena y la dispuso para la brega por el poder. En la segunda década de la centuria las cosas empezaron a cambiar, sobre todo después del referéndum del 21F. Para explicar las cosas se empezó a hablar en ese momento de la posverdad y luego de la política identitaria; no sólo en el país, sino en la región y el mundo.

El panorama actual luce muy distinto incluso a eso. La pandemia y las guerras vienen acelerando las transformaciones. Por todas partes crecen los discursos que apelan a la fe, a los sistemas de creencias e incluso, en última instancia, a la violencia, cuando menos simbólica. El vitriolo se reparte a manos llenas y esto llegó al punto, en Estados Unidos, de un intento de asesinato donde literalmente casi le vuelan la cabeza a Donald Trump. Son tiempos de incertidumbre y fanatismos intensos. Nos toca vivir el proceso.

En el país cunden los discursos polarizadores, lo que deriva en una creciente tribalización y fragmentación, tanto en la vereda del oficialismo como entre las oposiciones. Conversamos sobre estas cuestiones con Vladimir Peña, abogado y exsecretario de Gobierno de la Gobernación cruceña, y con José Luis Exeni, comunicador, politólogo y escritor.

Lo primero que cabe es preguntarse cómo el debate político en Bolivia ha llegado a la situación actual, de altísimo antagonismo y beligerancia. Hay factores externos, sin duda, pero también hay un devenir de las cosas que son propias del proceso boliviano.

SITUACIÓN

Al respecto, Peña señala que en el país hay “una polarización extrema, que se ha instalado no solamente en el terreno político, sino en el conjunto de las instituciones y de la sociedad misma. Es la adopción de la dialéctica antigua de amigo-enemigo. Esto demuestra, además, que hay una falta de predisposición a escuchar al otro. Cuando uno mira al Parlamento, está convertido en cualquier cosa, menos en el espacio donde los representantes del pueblo van a debatir, a exponer sus ideas y a encontrar algunos puntos de acuerdo sobre ellas. Hemos vuelto, desgraciadamente, a la época donde todo se definía exclusivamente por la fuerza. Y esa es la evidencia más dura porque hoy nadie escucha, nadie quiere escuchar, cada uno quiere imponer su verdad y desgraciadamente eso termina no solamente erosionando la democracia, sino terminando devaluando las instituciones y, al final, generando una situación de incertidumbre en la ciudadanía. No hay cauces para buscar espacios para lo común de la sociedad”.

Según Exeni, luego de la coyuntura crítica de 2019 a 2020, “estamos en un renovado contexto de crisis por la dispersión e incertidumbre. Este ciclo de descomposición y de degradación en la política y en el ámbito institucional es una crisis que no es solo una de tipo político-institucional, sino también empieza a ser una crisis económica. Creo que eso es lo más complicado, esa combinación entre la crisis político-institucional y la económica, con muy alta desconfianza en todas las instituciones. Los estudios nos muestran eso que tanto la ciudadanía como los liderazgos confían cada vez menos en las instituciones, y no solo en las instituciones del Estado. La Asamblea Legislativa, Justicia, Tribunal Constitucional, Fuerzas Armadas, Policía, Gobierno, incluso Tribunal Electoral, sino en instituciones y entidades de la sociedad, que antes eran relevantes, tenían prestigio, tenían credibilidad, como la Iglesia, los propios medios de comunicación, los comités cívicos, las organizaciones sociales. Hoy la desconfianza es transversal a todos, eso es un dato duro. Y lo otro es que hay muy baja adhesión hacia los liderazgos, ningún liderazgo tiene saldo positivo en las adscripciones de la ciudadanía”.

“Hay una ausencia de debate político y de deliberación colectiva. Lo que hay son monólogos polarizados y polarizantes, una discursividad de odio y de descalificación, narrativas de negación del otro. Eso es lo que está predominando en la agenda política, en la agenda mediática. Menos hablemos, por supuesto, de las interacciones en las redes”.

Agrega que “la oposición, que siempre ha sido débil, dispersa, reactiva, hoy está en una lógica de fragmentación, que se puede ver claramente en los 17 precandidatos presidenciales que existen. Se tiene una oposición que es huérfana de liderazgos. Es decir, puede haber muchos precandidatos, pero no hay liderazgos fuertes de alcance nacional, con legitimidad. La oposición no tiene un proyecto de país, es reactiva, sigue siendo anti-masista, anti-evista, anti-anti. Por supuesto, es una oposición carente de calle, muy activa tal vez en las redes, en los medios, pero muy lejos de la unidad. Hay mucho discurso de unidad, pero están lejos de ella”.

OFICIALISMO

Los discursos permiten a los actores políticos comunicar sus ideas, persuadir a la ciudadanía, legitimar sus posiciones y finalmente disputar el poder. A través de ellos los diferentes grupos construyen sentido. Por tanto, es de la mayor relevancia entender lo que estos vienen diciendo. Empecemos por el partido de gobierno y los repertorios tanto del evismo como del arcismo.

“El evismo está apelando a un sentimiento de nostalgia de una época no tan pasada que aparentemente fue gloriosa para una parte importante de la bolivianidad, sea eso cierto o no. La paradoja es que Evo Morales ahora hace campaña con la economía, que dice que iba bien cuando él era presidente, y ahora lo mal que está cuando su ministro de Economía es presidente. Entonces, apelan al recurso de ‘antes estábamos bien y ahora estamos mal’, sin mayor debate, sin mayor profundidad, simplemente a lo emocional”, afirma Peña.

Prosigue indicando que “el segundo factor es el temor. El incendio, el miedo y la descalificación al oponente, con esta guerra fratricida que mantiene con Luis Arce”.

Exeni observa que “la discursividad del masismo, que ha sido el actor fundamental de los últimos 20 años en la política boliviana, como partido, como instrumento político, está muy concentrada en sí misma. Es una discursividad que se mira a sí misma desde sus faccionalismos, desde su división, desde su guerra interna por la candidatura presidencial. Entonces, esa discursiva ensimismada, que se termina fagocitando, se expresa en el caso del evismo y creo que es una discursiva muy concentrada y muy obsesionada con la candidatura presidencial de Evo. Ese es el discurso de ‘que no nos quiten la personería jurídica’, ‘que no nos roben la candidatura’. Hoy está muy empeñada en diferenciarse y en distanciarse del arcismo, porque hace unos años todavía era ‘nuestro gobierno’, ‘lo criticamos. pero es nuestro gobierno’, o ‘tiene que mejorar el rumbo’. Hoy el arcismo es sinónimo de traición. Son los traidores, es la nueva derecha, entonces es una discursividad muy concentrada en diferenciarse y en distanciarse con una crítica ya más radical”.

En cuanto al arcismo, Peña considera que “el problema es que no tiene discursividad propia, esa es su gran carencia. Ha terminado, presionado o atrapado, entre dos cuestiones: entre mantener el discurso clásico del masismo con el que llegó al poder, pero es evidente que está descafeinado y que no es el mejor exponente para aquellas reivindicaciones; y por otro lado, tampoco ha podido instalar un relato nuevo que transforme, lleve a otro nivel o que marque una ruptura con el discurso tradicional del MAS. Entonces es un gobierno desfigurado en términos discursivos. Ni siquiera se queda en lo tecnócrata porque también una opción pudiera haber sido que sea un gobierno tecnócrata y que sepa plantearse sobre medidas muy concretas, sobre indicadores claros, sobre políticas públicas determinadas, pero no, es un poquito de todo que al final termina siendo nada”.

Por su parte, Exeni ve que el arcismo “está predominando hoy una discursividad centrada en la victimización, ya desde la debilidad. Es una posición de debilidad, no es una posición de fuerza, pese a tener el control del Estado, que es un factor importante de poder. Hoy hablan desde la debilidad, la victimización, muy concentrada y obsesionada con el factor Evo Morales. Así como Evo está muy obsesionado con su candidatura, el arcismo también está muy obsesionado con la no candidatura de Evo. Es decir, están haciendo todo lo que tengan que hacer, no solo en términos de discursividad, sino de acción también”.

OPOSICIONES

En relación al mesismo, el exsecretario de la Gobernación cruceña, asevera que “el mesismo cometió, creo yo, un error que fue no plantarle cara al camachismo en su momento. Pasa que, si no se pone unas diferencias claras ante la ciudadanía, lo que sucede es que los extremos te absorben. En algún momento, el silencio del mesismo, sobre todo aquí en Santa Cruz, terminó generando que el proyecto se desprenda de ese espacio importante donde se definen las elecciones, el centro político, y sea llevado hacia el extremo. Entonces, no termina de posicionarse en un espectro que le dé posibilidades de generar el cambio político. Mesa todavía sigue siendo un líder que puede expresar un cambio, pero se nota que también es un líder cansado. De todas maneras, considero que están tratando de reconducir ahora esa inacción que los termina castigando por algo más propositivo”.

Exeni ve en el mesismo dos tonos. “Veo una discursividad que no se ha movido un milímetro desde 2019. Una discursividad siempre rezagada. Y cuando digo dos tonos, uno es el de Carlos Mesa, que básicamente está centrado en Twitter. O sea, es una discursividad tuitera. A la vez con algún videíto o muy excepcionalmente con alguna charla o alguna conferencia, pero muy centrada en esa red, muy selectiva y desde la nostalgia de ‘nos robaron las elecciones’, ‘hubo fraude’ y más o menos ‘nosotros debimos ser gobierno’. Para decirlo con una frase, una discursividad que quiere hacer propuestas, pero le sale espuma”.

“El otro tono es el de sus asambleístas, con mensajes muy incendiarios, hablando de Andrea Barrientos, de Luisa Nayar, del propio Carlos Alarcón, que digamos son las caras visibles en la Asamblea Legislativa Plurinacional, que están también polarizando, están en una lógica de acusación contra todo el proyecto nacional popular como sinónimo de dictadura, de despilfarro, de corrupción, sin reconocer nada de lo que se podría reconocer más allá de los errores y, por tanto, con poca o excepcional capacidad propositiva también”, agrega el politólogo y escritor.

También puede leer: FMI y el proteccionismo económico

Sobre el último punto, amplía la explicación señalando que “la discursividad de estos actores radicales del mesismo es, evidentemente, desde la trinchera y para su propia tribuna. Es decir, nutre y alimenta a la tribuna, por allá se reciben aplausos. Es como eso que decía Horacio: en la calle me silban, pero en mi casa yo me aplaudo. Es como que ellos están creyendo que les va bien, pero efectivamente lo que están haciendo es hablar desde una trinchera, desde una zanja. Por lo tanto, no es una discursividad que construya y genere adhesión, y menos de sectores populares o indígenas, porque siguen viéndolos, como decía María Galindo, como los culitos blancos. Discursos de blancos privilegiados que creen que pueden cambiar algo desde esa discursividad que divide, que discrimina y que excluye y que en muchos casos es una discursividad racista también”.

En lo que hace al camachismo, el abogado cruceño ve que éste “tuvo un momento estelar en 2019, que aparentaba que era un momento disruptivo políticamente. Pero ha quedado claro que fueron buenos acicateando la calle, y habrá que reconocerlo, en un momento de dejadez del sistema político aprovecharon y conectaron con la ciudadanía que quería movilizarse y quejarse con indignación. También es muy notorio que en las instituciones tuvieron un enorme aplazo. Entonces podemos decir que el camachismo agita la calle, desde sus perspectivas políticas obviamente, pero cuando llega la política de las instituciones no sabe qué hacer”.

“La discursividad del camachismo está muy concentrada en la defensa del líder ‘secuestrado’. Es decir, se mantiene esta lógica heroica del héroe que derrocó al gobierno fraudulento, etcétera, y que después llevó a grandes movilizaciones. Pero, como ahora el líder está preso, entonces se concentra en el héroe secuestrado. Sigue siendo una discursividad muy pensada desde y para la agenda regional. Muy testimonial y residual en las Asambleas, además, divididos”, afirma el politólogo. 

Ambos analistas invitados mencionan a Manfred Reyes Villa como alguien que intenta lograr una proyección. Por fuera se ve pocos discursos que estén llamando la atención nacional. Exeni lo sintetiza indicando que “después, hay muchos actores pequeños, algunos irrelevantes y desconocidos, que son muy bulliciosos en las redes, en sus cámaras de eco, por decirlo así. Están los bunkeros, los libertarios, los Saravia y los Börth y todos esos que son, según una encuesta que publicó Diagnosis, son desconocidos por el 85% de la gente. Son marginales, pero son muy bulliciosos en redes y por supuesto no tienen ninguna influencia en la agenda pública y política y están muy concentrados en mirarse a sí mismos como alternativas de un proyecto político que no existe. No tienen estructura política ni proyecto político. Son mini-voces que hacen ruido, pero que no tienen ninguna relevancia”.

PORVENIR

Así las cosas, ¿qué cabe esperar? Desde la perspectiva de Peña, “estamos en ese momento en que lo viejo no termina de morir y lo nuevo de nacer, como planteaba Antonio Gramsci. Estamos en una etapa de incertidumbre ante lo nuevo que va a venir o ante lo posterior a este agotamiento. Puede ser un periodo todavía de crisis muy largo, que no se encuentra salidas viables. Durante dos décadas había una mayoría clara, inequívoca, que acumuló poder, que lo ejerció de forma autoritaria, y que ha hecho que el sistema político pierda capacidades de entendimiento. Ahora todo acuerdo, todo pacto político que es una señal de debilidad, de traición entre los propios partidos”.

“No podemos seguir discutiendo eternamente o cinco años más lo mismo, si este es traidor o no, si los unos son los buenos y los otros son los malos”, añade.

Exeni advierte que “estamos en un momento con alta desconfianza institucional, algo que no sólo ocurre en Bolivia, sino es a nivel regional. Tenemos datos de Latinobarómetro y también a nivel global, de cada vez menor adhesión a la democracia. Es decir, un porcentaje cada vez mayor de gente preferiría o no tendría problemas en aceptar un gobierno autoritario, con respecto a los problemas económicos. Según el último dato del Latinobarómetro, solo el 48% tiene una adhesión firme a la democracia, eso es muy peligroso. El segundo dato crítico es que más de dos tercios de la gente tiene un desencanto y no está satisfecha con el funcionamiento y los resultados de la democracia. Y por supuesto se le culpa a la democracia no de sus problemas en sí mismos como de líneas políticas, sino de la corrupción, de la inseguridad, de la crisis”.

“Es desde los discursos populistas, discursos autoritarios, discursos ‘libertarios’, ya sean de izquierda o derecha, donde se cultiva la idea de ‘que se vayan todos’. Entonces, tenemos esta ausencia de política, porque no es tanto que la política está contaminada y en crisis, es una ausencia, no se está haciendo política. No hablo de política solo en términos de construcción de acuerdo, sino de gestionar de otra manera el conflicto y las mismas diferencias. Eso es muy riesgoso. Yo creo que estamos entrando en ese momento. No quiero ser ni catastrofista, ni pesimista, pero creo que estamos entrando en ese escenario donde puede aparecer un personaje que quiera romper todo”, concluye Exeni.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

¿Qué ocurre con las cooperativas en Bolivia?

El autor sostiene que la política de corte neoliberal arrinconó al cooperativismo en el país, lo dividió y lo anarquizó.

/ 7 de septiembre de 2024 / 19:59

Aunque el interés mostrado por la literatura económica respecto a la economía social y al sector no lucrativo es relativamente reciente, no puede decirse lo mismo en lo que concierne a la atención del pensamiento económico hacia el cooperativismo, cuyo sistema de valores y principios de actuación han servido para articular de manera decisiva el moderno concepto de economía social. Por diversas razones, la literatura económica ha dedicado una discreta pero significativa atención al fenómeno cooperativo, desde el florecimiento de la economía clásica liberal hasta la consolidación de los Estados del Bienestar.

A partir de la experiencia de Rochdale, las cooperativas serán objeto de atención por parte de diferentes escuelas. Desde los socialistas utópicos y los anticapitalistas ricardianos hasta la literatura neoclásica y keynesiana se han ocupado del análisis de las cooperativas, sin olvidar algunas de las más egregias figuras del pensamiento económico clásico y marxista.

En el periodo considerado, previo a la constitución en 1844 de la Cooperativa de Rochdale, las cooperativas inglesas coordinaron entre sí los famosos «congresos cooperativos», que elaboraron directrices para la unificación de criterios de actuación que permitieran implantar el nuevo orden social mediante una concertada negativa pacífica de continuar la producción bajo el sistema capitalista.

Región

En 1999, el Foro Consultivo Económico y Social del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) dirigió una recomendación al Grupo Mercado Común proponiendo la creación de una reunión especializada en materia de cooperativas. En sus considerandos señala que las cooperativas existentes en los países de la región «realizan un importante aporte al desarrollo sustentable de los países y regiones como importantes dinamizadoras de la economía local, nacional y regional». El Grupo Mercado Común, conforme con las atribuciones asignadas por el Protocolo de Ouro Preto, en octubre de 2001, dictó la resolución Nº 35/01, mismo año en el cual crea la «Reunión Especializada de Cooperativas» (RECM), integrada por representantes gubernamentales de los cuatro Estados partes para actuar en coordinación con las entidades nacionales representativas del sector cooperativo de cada uno de los países. Según dispone el art. 2do. de la mencionada resolución, se le asigna la finalidad de «analizar y desarrollar proyectos en esta área, especialmente en lo referente a la armonización de aspectos legislativos; la complementación de actividades productivas y/o servicios; la armonización de políticas públicas del sector cooperativo y la promoción de la libertad de circulación e instalación de las cooperativas en la región».

Desde su creación, la RECM ha venido realizando una intensa labor orientada a realizar sus objetivos relacionados con la armonización legislativa y de políticas públicas en la materia, además de la promoción de la libertad de establecimiento de cooperativas, a cuyo efecto constituyó una Comisión Jurídica especialmente encargada de estas tareas. La primera acción consistió en lograr un adecuado conocimiento del estado de la legislación cooperativa en la región con miras a determinar claramente las similitudes y asimetrías existentes entre los diferentes países.

Año de las cooperativas

Mediante Resolución 64/136 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se proclamó al año 2012 como «Año Internacional de las Cooperativas», teniendo en cuenta que las cooperativas «promueven la máxima participación posible de todas las personas en el desarrollo económico y social» por lo que «son cada vez un factor clave del desarrollo económico y social, y contribuyen a la erradicación de la pobreza».

En dicha resolución se invita tanto a los Estados miembros como a la propia ONU, para aprovechar el Año Internacional de las Cooperativas, promoviéndolas y aumentando la conciencia sobre su contribución al desarrollo económico y social.

También alienta a los gobiernos para que establezcan disposiciones jurídicas y administrativas apropiadas a fin de promover su crecimiento y sostenibilidad, creando un entorno propicio para su desarrollo.

Esta relevante declaración de las Naciones Unidas ha servido para poner de manifiesto el reconocimiento de que gozan las cooperativas en el máximo nivel internacional acerca de sus características propias y de la contribución que ellas brindan al progreso económico y social de sus integrantes y de sus comunidades.

Políticas

Sin embargo, debe reconocerse que las políticas del sistema capitalista cooptaron al cooperativismo, pese a que la esencia del cooperativismo es anticapitalista, siendo en el caso boliviano una influencia perniciosa muy visible en el cooperativismo tradicional, que sufre una permanente terciarización por parte de empresas privadas que, a título de cooperativas, explotan a las comunidades y contaminan el medio ambiente.

En efecto, el cooperativismo no tiene ninguna relación con el sistema capitalista de fundamento individual y no comunitario. El cooperativismo detenta una fuerza de clase que lo caracteriza por su interés en la comunidad y/o colectividad. Por tanto, en su consolidación como sujeto social emergente, está obligado a la generación de políticas sociales que reafirmen su compromiso de respeto al medio ambiente y de vinculación laboral equitativa.

La orientación política del cooperativismo no refleja ni los valores ni los principios que lo inspiraron en Rochdale. Al contrario, toda una serie de prácticas económicas -tanto rurales como urbanas- tienen como objetivo reproducir capital desde el modelo neoliberal que ha empapado la lógica del libre mercado. La política de corte neoliberal arrinconó al cooperativismo, lo dividió y lo anarquizó, a tal extremo que el cooperativismo de raíz minera empezó a operar en la lógica explotadora del libre mercado. Desde la década de los años 70 del siglo XX, el cooperativismo se diversificó y se constituyó en una fuerza económica y productiva del desarrollo nacional.

Le puede interesar: Argentina rechaza decisión ‘unilateral’ de Venezuela sobre su embajada en Caracas

Comparte y opina:

El ocaso del derecho internacional

El orden mundial intenta hacer actos de equilibrio en la cuerda floja, mientras las guerras continúan en Europa del Este y Oriente Medio.

/ 7 de septiembre de 2024 / 19:33

Los horrores de la Segunda Guerra Mundial dieron lugar a la creación de organizaciones internacionales y leyes internacionales para garantizar que tales horrores no se repitieran. El eje central de estos organismos internacionales fueron las Naciones Unidas y sus agencias regionales y funcionales, que fueron diseñadas para proporcionar barreras internacionales que limitaran el uso de la fuerza. La Ley de Seguridad Nacional de 1947 fue diseñada en parte para garantizar que las administraciones estadounidenses desempeñaran un papel activo en la gestión e incluso la transformación de la comunidad internacional.

También hubo un componente económico, que incluyó el Sistema de Bretton Woods, el cual incorporó al Banco Mundial para estimular el desarrollo internacional en los países más devastados por la guerra. El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio fue diseñado para administrar el comercio internacional, y el Fondo Monetario Internacional fue creado para monitorear la balanza de pagos. Los funcionarios estadounidenses estaban en el centro de todas estas instituciones, colocando a Washington en el centro del mundo del multilateralismo. La actual tendencia global hacia el aislacionismo y el ultranacionalismo está amenazando a estas instituciones.

Estados Unidos

Como resultado de la creciente actividad internacional, el personal de la Casa Blanca creció de varias docenas de personas en la administración del presidente Theodore Roosevelt al nivel actual de más de varios miles en la administración del presidente Joe Biden. El crecimiento burocrático estuvo marcado por el Consejo de Asesores Económicos (1946), el Consejo de Seguridad Nacional (1947), el Representante Especial de Comercio (1963), la Oficina de Administración y Presupuesto (1970) y la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca (1976). La Corte Suprema ha demostrado una deferencia excepcional hacia los poderes del presidente en el campo de la seguridad nacional, y el Congreso de los Estados Unidos aceptó en gran medida sin cuestionamientos el papel de los Estados Unidos en las Naciones Unidas, el Plan Marshall y la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y una variedad de otras organizaciones internacionales y acuerdos de seguridad.

Sin embargo, en la comunidad internacional hay demasiados motores del caos que apuntan a una mayor violencia mucho más allá de las fronteras de los protagonistas inmediatos. Dos años y medio de guerra entre Rusia y Ucrania amenazan con sumergir a Europa central y oriental en un conflicto mayor. La Corte Penal Internacional ha emitido una orden de arresto contra el presidente ruso, Vladimir Putin, pero eso no ha restringido sus viajes a los países miembros de la CPI, ni mucho menos mejorado sus tácticas terroristas en la guerra.

Guerras

Un año de guerra en Oriente Medio entre Israel y Hamás amenaza con desatar un conflicto regional mayor que podría involucrar a dos importantes actores no árabes: Estados Unidos e Irán. Una vez más, la CPI está considerando la posibilidad de emitir órdenes de arresto contra el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el Ministro de Defensa, Yoav Gallant, pero no ha habido tregua en la campaña genocida que Israel está librando en Gaza ni en el desplazamiento forzado de civiles palestinos en Cisjordania. El uso por parte de Israel de armamento suministrado por Estados Unidos es ciertamente incompatible con el derecho internacional y apunta a la complicidad de Estados Unidos en la guerra de Netanyahu. Hasta ahora, solo Gran Bretaña ha demostrado su voluntad de limitar el suministro de ciertas armas a Israel.

Mientras tanto, Occidente no presta atención a la catástrofe global que es Sudán, el tercer país más grande de África, donde millones de personas han sido desplazadas, decenas de miles han sido asesinadas y pronto puede haber una hambruna que rivalizará con la que envolvió a Etiopía en los años 80. Al igual que Rusia/Ucrania e Israel/Gaza, la guerra civil en Sudán será un motor del caos mucho más allá de sus fronteras. Las naciones que limitan con Sudán ya son frágiles, en particular Chad, Egipto, Etiopía y Libia. Hay contrabando de armas en toda la región y es muy probable que Sudán, como Libia, se divida en dos partes geográficas. Y existe el riesgo añadido de los participantes externos, como Rusia, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto e Irán, que abastecen a las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) o las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). La CPI está reuniendo actualmente pruebas de los crímenes y atrocidades cometidos por las SAF y las RSF.

Derecho internacional

Con excepción del Pacto Briand-Kellogg de 1928, que renunció a la guerra como instrumento de política nacional, no existen leyes internacionales que regulen la guerra, y mucho menos la impidan. El genocidio y la tortura están prohibidos en varios protocolos, pero esto no ha impedido que Putin, Netanyahu o la administración Bush combatan la guerra global contra el terrorismo. Las armas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki en 1945 fueron actos de terrorismo porque ninguna de las dos ciudades era un objetivo estratégico y el propósito general era obligar a una comunidad civil japonesa a presionar a sus líderes para que se rindieran a los Estados Unidos, la definición misma del terrorismo.

Las atrocidades cometidas por Estados Unidos en Vietnam deberían haber dado lugar a un debate serio sobre la necesidad de diferenciar entre objetivos militares y civiles, pero no ha habido ningún debate internacional sobre la importancia de acordar reglas de guerra humanas. Mientras tanto, decenas de miles de civiles inocentes están siendo asesinados en Ucrania y Gaza, y más de 150.000 civiles han sido masacrados en Sudán.

Desafíos

Dos décadas de guerra de Estados Unidos en Irak y Afganistán provocaron la muerte de un gran número de civiles. El Departamento de Defensa hizo todo lo posible para controlar y suprimir la información sobre el coste humano de la guerra. Invitó a los periodistas estadounidenses a «incorporarse» a las unidades militares, pero les exigió que presentaran sus historias a los militares para su revisión previa a la publicación, con el fin de cooptar a los periodistas incorporados y dificultar la cobertura informativa independiente y objetiva. Ha borrado las imágenes de los periodistas sobre las muertes de civiles en Afganistán y se ha negado a revelar estadísticas sobre las bajas civiles. «No hacemos recuentos de cadáveres», dijo una vez el general Tommy Franks.

Estados Unidos no dedica la suficiente atención ni los recursos necesarios a la posibilidad de un diálogo bilateral con potenciales adversarios que pueda paliar los horrores internacionales que existen actualmente. El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, ha declarado que no existen «barreras» para las negociaciones nucleares con Estados Unidos. No ha habido respuesta de la administración Biden. China quiere que Estados Unidos alivie sus presiones sobre Pekín para estabilizar las relaciones bilaterales y entrar en conversaciones sobre cuestiones nucleares. En este momento, el presidente Joe Biden es el primer presidente estadounidense que evita viajar a China en más de 50 años. Putin está buscando formas de reabrir un diálogo con Estados Unidos, pero Biden cree que no tiene nada que decirle al presidente ruso.

Biden

La administración Biden se atribuye el mérito de haber construido un sistema de alianzas en Asia contra China, de haber reconstruido la alianza en Europa contra Rusia y de haber trabajado para aislar a Irán en Oriente Medio y el Golfo Pérsico. Se han formado alianzas impresionantes con Japón, Corea del Sur y Filipinas en la región de Asia y el Pacífico; se ha ampliado la OTAN hasta sus límites geográficos en Europa occidental y oriental, y se están haciendo esfuerzos para alentar a las naciones árabes del norte de África y Oriente Medio a aislar a Irán.

Tal vez sea hora de que la presidencia saliente de Biden se duerma en los laureles internacionales y encuentre formas de relacionarse con tres adversarios clave (Rusia, China e Irán) para reducir el nivel de riesgo internacional y manejar los indicadores políticos de unas relaciones más estables. Las sanciones paralizantes no han funcionado para limitar el programa nuclear de Corea del Norte, pero tal vez se deba dar una oportunidad a los incentivos diplomáticos. La formación de las cuasi-alianzas podría fácilmente convertirse en una profecía autocumplida que hará más daño que bien a la escena internacional.

Le puede interesar: Venenezuela revoca ‘de manera inmediata’ permiso a Brasil para representar a Argentina

Comparte y opina:

El éxito de AFD en alemania presiona a europa

Si la denominada derecha extrema sigue ganado elecciones, el orden europeo enfrentará dificultades.

/ 7 de septiembre de 2024 / 19:20

El canciller Olaf Scholz calificó de «amargo» y «preocupante» el sorprendente éxito de Alternative für Deutschland (AFD) en las elecciones regionales de Alemania. También es preocupante para la UE, que se enfrenta a problemas existenciales, desde la guerra de Rusia contra Ucrania hasta la crisis climática, al comienzo de un nuevo ciclo de cinco años tras las elecciones europeas celebradas a principios de este verano.

«Un día oscuro para Alemania es un día oscuro para Europa», dijo la líder de la eurodiputada centrista francesa Valérie Hayer. Si bien los resultados en los estados orientales de Turingia y Sajonia no fueron una sorpresa después del sólido desempeño de la AfD en la votación parlamentaria europea de junio, confirman el ascenso constante de partidos que alguna vez se consideraron fuera de lugar.

En Croacia, Finlandia, Hungría, Italia, Países Bajos, Eslovaquia y Suecia, los partidos radicales y de extrema derecha están en el gobierno o apoyan al gobierno. Austria podría sumarse pronto a esa lista, ya que las encuestas de opinión muestran que el ultraderechista Partido de la Libertad lleva una cómoda ventaja antes de las elecciones del 29 de septiembre.

Mientras tanto, Francia sigue sumida en una parálisis política, casi dos meses después de que el presidente, Emmanuel Macron, convocara elecciones anticipadas en respuesta a la victoria del partido de extrema derecha Agrupación Nacional en las elecciones europeas. El gobierno de coalición de Alemania, que ya se consideraba poco poderoso en Bruselas, parece que se debilitará aún más tras los catastróficos resultados que obtuvieron el domingo los tres partidos gobernantes en los dos estados del este.

Unión Europea

Aunque los recientes resultados electorales en Polonia y España muestran que es posible derrotar a las fuerzas nacionalistas y de extrema derecha, el panorama general parece sombrío para la UE.

La debilidad de Francia y Alemania –el legendario motor de la integración europea– frente a la creciente fuerza de los partidos radicales y de extrema derecha plantea problemas para el proyecto europeo, que se basa en el compromiso, el respeto del Estado de derecho y las instituciones.

Una UE fragmentada con la derecha radical en ascenso afectará las decisiones políticamente más trascendentales.

El apoyo a Ucrania se verá amenazado, especialmente a medida que los gobiernos afronten los costos del rearme interno, el apoyo militar continuo y la reconstrucción de Ucrania.

La agenda verde, que está entrando en una fase crucial de implementación, estará en peligro. Los partidos tradicionales de centroderecha, presionados por la extrema derecha escéptica respecto del cambio climático, han demostrado que están dispuestos a votar en contra de políticas ambiciosas para proteger el clima y la naturaleza.

Los gobiernos también estarán bajo mayor presión para frenar la migración, el tema que más une a los partidos radicales y de extrema derecha.

Migración

A principios de este año, la UE acordó un amplio paquete de leyes para revisar las normas migratorias, incluidas medidas para acelerar el retorno de las personas a las que se les ha negado el asilo, así como para compartir el costo de cuidar a las personas en movimiento. Hungría ha denunciado el pacto, que es aplicable a partir de 2026, diciendo que rechazará cualquier requisito de «solidaridad obligatoria» para albergar a los solicitantes de asilo o hacer una contribución financiera o de otro tipo. Si Hungría se niega, otros gobiernos podrían seguir su ejemplo, tirando de los hilos que deshagan un sistema no probado de cooperación de la UE.

A los nervios por las perspectivas económicas de Europa y a las crecientes exigencias del presupuesto de la UE, que tendrá que renegociarse antes de 2028, el proyecto europeo afronta unos años difíciles.

Hasta ahora, los funcionarios de la UE han mostrado su confianza en que se podrá contener a esos partidos o que moderarán su comportamiento una vez que ocupen el poder, una dinámica que se ve favorecida por el hecho de que están divididos en materia de política exterior y de cómo manejar a Bruselas. Las fuerzas radicales y de extrema derecha de Europa también están divididas en tres grupos separados en el Parlamento Europeo, lo que debilita su eficacia.

Contener a AFD

«El centro se mantiene», dijo en junio la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, una vez que quedó claro que los partidos pro-UE habían ganado la mayoría de los escaños en el Parlamento Europeo, aunque las fuerzas radicales y de extrema derecha aumentaron significativamente su porcentaje de votos.

Mientras tanto, sentarse a las mesas de toma de decisiones de la UE puede llevar a los líderes anti-UE a las formas tradicionales de hacer acuerdos, un «efecto de socialización [que] eventualmente anulará su bagaje ideológico», como describen los investigadores del grupo de expertos Carnegie Europe en Bruselas.

Giorgia Meloni es un claro ejemplo de ello. La primera ministra italiana ha adoptado una actitud pragmática y no confrontativa con la UE, al tiempo que ha limitado los derechos de los padres homosexuales y ha buscado un mayor control sobre los medios de comunicación en su país. En cambio, la lucha de la UE por contener a la derecha nacionalista está ejemplificada por Viktor Orbán. El veterano líder de Hungría es un perturbador serial de las decisiones de la UE, aunque habitualmente –pero no siempre– dé marcha atrás.

Si la extrema derecha y la radicalidad siguen ganando elecciones, impulsadas además por la victoria de Donald Trump en noviembre, la contención se hace más difícil. La UE podría ver más imitadores de Orbán, en lugar de aquellos que emulan la estrategia pragmática de Meloni. «El desafío de la extrema derecha necesita ser abordado con más seriedad», han dicho los investigadores de Carnegie.

Le puede interesar: Manifestantes de izquierda protestan en Francia contra el nuevo primer ministro

Comparte y opina:

Continuidades y transiciones en Santa Cruz

Las polarizaciones múltiples y la consecuente fragmentación aparecen como las tendencias dominantes en la política actual. La realidad cruceña no es diferente.

/ 7 de septiembre de 2024 / 19:07

Ahora que Bolivia avanza inexorablemente hacia las nuevas elecciones presidenciales de 2025, con un clima político electoralizado desde el vamos, viene a bien una mirada profunda y crítica sobre las dinámicas de poder y los cambios en el liderazgo de Santa Cruz. A través del análisis de la evolución de los actores políticos, la continuidad de los intereses económicos y el impacto de eventos recientes, es posible una comprensión más clara de los desafíos y tensiones que enfrentan tanto a la clase dirigente cruceña como a la sociedad en general.
Entrevistamos a Reymi Ferreira, abogado, exrector de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM) y exministro de Defensa. El diálogo se presenta como una oportunidad para desentrañar las complejidades del poder cruceño. Ferreira, con su vasta experiencia y conocimiento de la historia de la región, ofrece una visión crítica sobre la evolución de las fuerzas políticas y sus representantes.
A continuación, les presentamos una versión sintética de la conversación. Para ver la entrevista completa, haga click aquí.


¿Cómo se han transformado los actores políticos en Santa Cruz, y cómo estas transformaciones han afectado a la clase dirigente?
Creo que la contradicción central sigue siendo la misma. Los actores no siguen siendo los mismos, pero los intereses y los discursos no han cambiado.
Es un discurso que en el fondo representan proyectos de poder y economía, pero que son disfrazados desde una perspectiva identitaria, aunque no lo plantean así. Lo plantean como un tipo de intereses, que son los que manejan finalmente las élites en Santa Cruz, como un tema de toda la región. Los intereses de los latifundistas, de los propietarios de grandes extensiones de terreno, los avasalladores; la mentalidad que han instalado es que es un atentado a Santa Cruz, cuando es un tema de intereses bien focalizados. Entonces, los intereses, las clases, los discursos, siguen siendo los mismos.
Lo que cambian son los actores. Hay una devaluación de los actores. En tres sentidos, capacidad, estructura orgánica e incluso coherencia. No podemos compararlo a Rubén Costas con Luis Fernando Camacho, porque hay miles de kilómetros de distancia. Costas tenía una estructura. Para empezar, funda un partido, una organización política. De alguna forma tiene algún contenido democrático. Es alguien que puede asistir a negociar, que puede discutir con el otro, que no retrocede, no escapa al diálogo y a la discusión; que ha sido radical, y en algunas cosas también ha recurrido a la violencia.
Camacho es imposible, es irascible. No tiene un marco conceptual, teórico. No sospecha lo que es la política ni la economía. Él solo tiene hígado. Entonces, no hay punto de comparación.
El otro, en el campo de la alcaldía, tampoco creo pueda compararse a Jhonny Fernández con Percy Fernández. Percy tiene un proyecto desarrollista, tecnocrático, pero tiene un proyecto, una visión, una cualidad que era plural. Conservador en muchas cosas, pero es el que se enfrenta con las logias en su momento. Fue el primer presidente del Comité Cívico que invita al Partido Comunista a un acto del Comité Cívico.
Jhonny es típico de las organizaciones populistas ideológicas. No sabe dónde va, no tiene un norte, es un caudillismo vacío. Espurio, diría yo.
Costas tuvo la capacidad de aglutinar un bloque con el Comité Cívico, con la alcaldía, con él mismo como gobernador. Que fue el frente de resistencia más fuerte que tuvo el gobierno. Incluso lo extiende a otros departamentos, la media luna.
Ahora el Comité Cívico está en una posición, la Gobernación en otra, y la Alcaldía, el alcalde, tiene otra. El bloque de poder no ha podido, ni siquiera a nivel de sus instituciones más representativas, expresarse unitariamente.
De hecho, el paro (del pasado viernes) es justamente por esas peleas. Porque el Comité Cívico tiene miedo de que el sector radical de Camacho empiece a cuestionarlo. De por qué no se pronuncia sobre el censo.
Ha habido evidentemente un cambio generacional, que sin embargo ha sido perjudicial. Un cambio generacional que no le ha ayudado a la élite que domina Santa Cruz.
Aunque no es solamente por el tema de la formación o no formación de sus dirigentes, también hay coyuntura. Hoy con el tema de la democracia del Internet, la democracia de las redes, que se ha banalizado la política, la gente cada vez es menos orientada a analizar, se deja llevar por las corrientes sin razonamiento. Es la época también. No es una crisis que se da sólo en Santa Cruz. Es una crisis mundial, diría yo, de desideologización. Algunos la han llamado de idiotización de la política.


¿Por qué hay esta idea de enemistad regional desde Santa Cruz?
Hay que diferenciar dos etapas. Antes de 1952 y después de 1952. Antes de 1952 la lucha de las élites, que son agropecuarias, era por tener un espacio en el mercado nacional. Espacio que mantuvo desde la colonia y en la época de los gobiernos proteccionistas, porque no se permitía entrar productos como el azúcar o el arroz o el alcohol si se producía en el país. Pese a los pésimos caminos, al final, como estaba protegido el mercado y no había ferrocarriles, teníamos un mercado. Cuando empieza a partir de 1872, un proceso de liberalización de la economía, se permite la libre exportación.
Pero cuando ya llegan los ferrocarriles, primero el de Antofagasta a Oruro, y luego en el siglo XX ya el de Antofagasta, Arica a La Paz, eso cambia radicalmente. ¿Qué salva a Santa Cruz? La goma.
Todos esos mercados que el liberalismo y el imperialismo inglés nos quitan, porque es política que viene de Inglaterra, no los abren en el norte. Pero eso no va a durar. Viendo eso, la Sociedad de Estudios Gráficos e Históricos, ya en 1904, lanza un memorándum que plantea la necesidad de construir un ferrocarril entre Cochabamba y Santa Cruz para integrarnos al mercado nacional y tener competitividad con los productos externos que llegan al país por la liberalización de la economía.
Entonces empieza una lucha que va a tener su punto más duro en 1924, 1925. Incluso se crea el Partido Orientalista y otro, el Partido Regionalista, que lo que quieren no es separarse; eso también es una falacia. Nunca quería Santa Cruz separarse. Lo que quieren es unirse al país y no pueden unirse porque no hay ferrocarril. Y es una lucha cívica, que en ese momento no era política, era cívica realmente porque tenía que ver con la sobrevivencia de la economía. Que a los que más le interesaba, por supuesto, era a las élites, pero ahí había una cohesión social y un discurso legítimo.
Otra cosa es el 52. El año 49, en la Guerra Civil, uno de los puntos fuertes del MNR fue Santa Cruz. Y como una sociedad conservadora hispanista que tiene mucha influencia de las ideas segregacionistas, de pronto anida también un discurso nacionalista y hasta revolucionario, policlasista.
Básicamente porque ven en el MNR la posibilidad de crear nuevamente un mercado nacional con economía protegida. Y porque el MNR plantea la integración nacional, plantea la integración económica y crea un mercado interno. Entonces se va a la opción nacionalista como una opción antiliberal, porque el liberalismo no le hizo bien a Santa Cruz.
El libre mercado, la apertura del mercado le hizo mucho daño a la economía cruceña. Entonces lo veían como una alternativa. De ahí la fuerza que tiene el MNR.
El MNR inaugura con la política arancelaria dura para importar cosas que se producen en el país, entre ellos productos agropecuarios, alcohol, arroz, azúcar. Sin embargo, va a generar reformas internas. Si bien aquí no hubo reforma agraria, había el temor que se la haga. Las grandes propiedades quedaron sin tocar.
SÍ hubo una reforma urbana y ahí va a nacer la base de la protesta, principalmente de Falange Socialista Boliviana. No fue cívica, fue Falange, inicialmente, que luego se va a mezclar con lo cívico.
Y Falange se va a convertir, no solo aquí, sino también en el país, en la vocera de los intereses de la oligarquía desplazada por la Revolución. Y sus luchas van a ser disfrazadas de cívicas, porque van a luchar contra la reforma agraria. El tema va a ser un discurso que se lo asume como cruceño.
Ahí empieza, cuando la lucha económica y de los privilegios se convierte y se la disfraza con el tema regional. No es casual que, justo cuando hay procesos de movilidad social, en 1952, 1984, 2006, el MNR, la UDP, el MAS, resurja el tema de la identidad, resurja el civismo. Resurja de pronto la identidad.
¿Qué dijo la dirigencia cívica contra René Barrientos, que fue un dictador sangriento? O contra Hugo Banzer, que fue alguien que conculcó siete años de la libertad de expresión, de la democracia, cerró las universidades, prohibió los partidos, censuró la prensa. Nadie dijo nada.
¿Qué dijeron contra 20 años de gobiernos neoliberales? Nunca hubo una movilización contra ellos. No, porque ya fueron incluidos. De hecho, Banzer, Barrientos, incluyen a la oligarquía cruceña en gobierno. Y van a ser parte importante.
Pero cuando esos procesos se interrumpen, como por ejemplo en el 82, con la UDP, o con el MAS, en el 2006, otra vez vuelve el tema. Y se potencia y se pone y se construye en el escenario nacional.


¿Cómo afectó el paro de los 36 días que hubo en 2022?
En noviembre del 2019, este grupo radical rompe con el grupo equilibrado, le llamaremos al liderizado por Costas. Y, aprovechando un error enorme del gobierno, con el tema de la reelección, va a instalar el discurso del fraude y lo va a imponer en el país. Y luego va a imponer el discurso de la renuncia. Carlos Mesa no quería la renuncia, quería nuevas elecciones. Quien impone el tema de sacar a Evo Morales del poder, inconstitucionalmente, porque lo de las elecciones si fue fraude o no, hay que discutirlo. Yo creo que no, pero eso es discutible. Pero que (Evo) se vaya antes del 22 de enero, y eso era inconstitucional, quien lo impone, finalmente, es Camacho. Con todas las consecuencias que eso trajo. Ahí fue su mayor punto, luego sí fue perdiendo espacio.
En el momento que asumen la gobernación y empiezan con los dislates, decir una cosa, decir otra, que solamente alguien que está enajenado puede decir, entonces empieza a perder credibilidad, dentro de Santa Cruz, peor afuera. Aunque aquí va a mantener, por una especie de lealtad religiosa, por el agradecimiento de haberlo sacado a Evo Morales. Con el paro de los 36 días eso termina, porque obviamente eso va a enfrentarlo a los demás, incluso a Beni, Pando, Tarija.
Lo deja aislado, como está ahora. Y lo deja tan aislado que empieza a fragmentarse. Ese otro bloque de la élite más dispuesto a conciliar, más ligado a los grandes empresarios, menos a las logias, entonces empiezan a cuestionarlo. Ahí viene la fractura: Comité Cívico por un lado, la Alcaldía por otro, y la Gobernación con Camacho, aunque sea preso, por otro.
Un paro sin sentido. Empieza ya la propia burguesía cruceña a interpelar a alguien que le está haciendo daño a la región, que hace que, sin sentido, se paralicen 36 días y que por cualquier cosa se pare el aparato productivo.


Con todos los elementos señalados, ¿cómo está el panorama actual de la política cruceña?
En mi criterio, estas disputas interélites, así las llamaremos, no van a desaparecer. Hay ya espacios muy difíciles de superar. El sector moderado de los conservadores, no creo que vuelva a arriesgar su apoyo a alguien que no sabe dónde va, que lo único que tiene es el instinto fascista de golpear, gritar, criticar, parar, destruir, quemar. La burguesía cruceña tiene gente muy inteligente, que a veces no se imponga y deje que este tipo de arrebato tome cuerpo, es una cosa, pero al final tienen intereses y saben que ese tipo de radicalismo no sólo afecta al MAS, destruye al país y afecta a la región. Entonces, no creo que vaya a haber unidad entre los racionales y los irracionales, pero hay otros bloques también.
Hay un bloque populista que no sabe dónde va, que es el bloque de Jhonny Fernández, y está, por supuesto, el MAS. Aunque fracturado, pero también está ahí. Ojo, cuando se habla de las fuerzas regionales solo se pone a la gente de la derecha. En el MAS son cruceños también. De acuerdo a la última elección, de cada diez, cuatro han votado por el MAS. También son cruceños. Los de izquierdas somos cruceños.
Hay que ver dos escenarios. Las elecciones nacionales y las subnacionales.
En las nacionales yo no veo, puedo estar equivocado, una figura que pueda estructurar una alianza de todos. El que mejor se proyectaba, Vicente Cuellar, el rector de la UAGRM, creo que de alguna forma se ha dejado supeditar y asociar con el sector de Camacho. Mientras estuvo independiente pudo ser un factor de consenso, pero creo que cada vez se acerca más a la fuerza de Camacho. Y Camacho no es un factor que cohesione. Quizás en el núcleo duro, en el centro de la ciudad o en algunas partes de la ciudad, pero ni siquiera el área departamental tiene ya esa fuerza.
El bloque fuerte, el bloque de los intereses donde están los grandes grupos de poder, los grandes intereses, tampoco tiene una figura así. O si tiene, no son tan conocidos para que puedan proyectar.
No veo yo un bloque unido. Pese a que, por nuestro peso demográfico, somos el departamento con mayor población, deberíamos tener la capacidad de imponer un candidato a presidente; hablando como región, no de clase. Lo hallo muy difícil.
El proyecto del MAS está bien debilitado. Creo que el bloque del MAS que dirige el expresidente Morales es sólido, tiene dudas respecto a si va a poder o no ser, pero va a estar en una coyuntura muy difícil, porque al final, se quiera o no, el gobierno es del MAS.
Y el propio sector del MAS que lidera el presidente (Arce) está también debilitado, porque se está cargando la gestión inmediata del gobierno. Y si van divididos, peor todavía. Es decir, que no se apoyan- La perspectiva que tengo, y lo veo con pena, además, es que el principal enemigo para un sector del MAS es el otro.
La gran ventaja que tienen es que al frente tampoco hay las opciones de la derecha.
Mi criterio, sin embargo, es que el único que pudiera articular desde la oposición un discurso contra el MAS es Manfred Reyes Villa. Tiene dominio territorial, tiene tradición política, es populista y puede ser un eje articulador, que si mantiene la visión del MAS pudiera ganar las elecciones. Creo yo.

Le puede interesar: ¿Qué se viene? Arce anuncia ‘soluciones estructurales’ al hablar de dólares y combustibles

Comparte y opina:

Estados Unidos: entre neocons y wokes

Una mirada al panorama actual de la política en la potencia del norte, donde muchas cosas estarán en juego en las próximas elecciones presidenciales de noviembre.

Por Pablo Deheza

/ 1 de septiembre de 2024 / 06:19

El punto sobre la i

En los últimos años, dos corrientes ideológicas aparentemente opuestas han jugado un papel central en la configuración del panorama político y cultural de Estados Unidos: el neoconservadurismo y la cultura woke. Por un lado, los neocons, con sus raíces en la Guerra Fría y su visión de una política exterior agresiva, han influido significativamente en la postura internacional de la potencia del norte. Por otro, la cultura woke, nacida de movimientos por la justicia social, ha ganado prominencia en el debate público, desafiando normas establecidas y promoviendo una mayor conciencia sobre temas de desigualdad y discriminación.

A continuación, exploramos la evolución y el impacto de ambos fenómenos en la sociedad estadounidense contemporánea. Desde el ascenso de los neoconservadores en la política exterior hasta la controversia generada por la cultura de la cancelación vinculada a la cultura woke, se analizan las complejidades y contradicciones de estas dos fuerzas que, aunque diferentes en sus orígenes y objetivos, han llegado a definir gran parte del discurso político actual estadounidense.

Neocons

El neoconservadurismo es uno de los movimientos ideológicos más influyentes en la política estadounidense contemporánea, con raíces que se remontan a la Guerra Fría. A lo largo de las últimas décadas, los neocons han jugado un papel central en la formulación de políticas exteriores de Estados Unidos, particularmente en lo que respecta a su postura militarista y su relación con Israel. A continuación, exploraremos qué es el neoconservadurismo, quiénes son los neocons, su evolución dentro del panorama político estadounidense y su situación actual en relación con los partidos Republicano y Demócrata.

El neoconservadurismo se originó en los Estados Unidos durante las décadas de 1960 y 1970 como una reacción contra la corriente dominante del liberalismo, particularmente en contraposición a lo que sus adherentes percibían como una respuesta débil al comunismo y una actitud permisiva hacia el desorden social. Según Hammad Ahsan y sus colegas académicos del Departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Sargodha, «el neoconservadurismo tiene sus raíces en familias inmigrantes judías de Europa del Este, muchas de las cuales eran antiestalinistas y trotskistas durante las décadas de 1930 y 1940». Este grupo de intelectuales, que incluía a figuras como Irving Kristol y Norman Podhoretz, comenzó a distanciarse de la izquierda política debido a sus desacuerdos en cuestiones de política exterior y valores culturales.

Irving Kristol, considerado uno de los padres fundadores del neoconservadurismo, justificó este movimiento indicando sentirse como «un liberal al que la realidad le ha asaltado». Esta frase encapsula la transición de muchos liberales desencantados hacia una postura más conservadora, especialmente en temas de política exterior. Los neoconservadores creen firmemente en la primacía militar de Estados Unidos y en su deber moral de liderar el mundo en la lucha permanente contra el mal. Más aun, una creencia firmemente asentada al interior de este grupo es el excepcionalísimo, a nivel de las relaciones internacionales, tanto de EEUU como de Israel. Así las cosas, lo que hagan estos dos países bajo el liderazgo neoconservador es definido como lo bueno y todo aquello que se oponga es lo malo.

Evolución

A medida que el neoconservadurismo se consolidaba, comenzó a influir en la política exterior de Estados Unidos. Durante la Guerra Fría, los neocons se posicionaron como fuertes defensores del anticomunismo, apoyando políticas que promovieran un enfrentamiento directo con la Unión Soviética y otras potencias comunistas. Esta postura les llevó a rechazar cualquier forma de apaciguamiento o negociación con los adversarios de Estados Unidos, abogando en cambio por una política exterior agresiva y militarista.

La influencia neoconservadora alcanzó su apogeo durante las administraciones de Ronald Reagan y George W. Bush. Reagan, por ejemplo, adoptó muchas de las ideas neoconservadoras, incluyendo el incremento del gasto militar y la intervención en conflictos extranjeros para contrarrestar la influencia soviética. Sin embargo, fue durante el mandato de George W. Bush cuando el neoconservadurismo realmente definió la política exterior de Estados Unidos.

Paul Wolfowitz desempeñó un papel fundamental en la consolidación de los neoconservadores y en la promoción de su agenda dentro de la política exterior de Estados Unidos. Su influencia es particularmente notable durante las décadas de 1980 y 2000.

Uno de los aportes más influyentes de Wolfowitz fue la formulación de la doctrina que lleva su nombre, en 1992, que proponía un enfoque unilateral en la política exterior estadounidense. Este documento, oficialmente conocido como «Defense Policy Guidance», abogaba por una estrategia de «Pax Americana» donde Estados Unidos debía asegurar su dominio global a través de la disuasión militar, sin depender de instituciones internacionales o alianzas que pudieran limitar su capacidad de acción.

Israel

Una de las características más notables del neoconservadurismo es su fuerte apoyo a Israel. Desde sus inicios, los neocons han visto a Israel no solo como un aliado estratégico en el Medio Oriente, sino también como un Estado moralmente excepcional que merece la defensa incondicional de Estados Unidos. Jim Lobe, un periodista norteamericano y veterano observador del neoconservadurismo, sostiene que «la defensa de Israel ha sido un pilar central de la cosmovisión neoconservadora desde el principio».

Este apoyo inquebrantable a Israel se refleja en la postura neoconservadora hacia los conflictos en el Medio Oriente. Los neocons han abogado repetidamente por políticas que aseguren la seguridad de Israel, incluso si esto implica desafiar las normas internacionales o emprender acciones unilaterales. Por ejemplo, durante la Guerra de Irak, los neocons promovieron la idea de que derrocar a Saddam Hussein no solo sería beneficioso para Estados Unidos, sino también para la seguridad de Israel. Este respaldo incondicional se observa igualmente con la situación bélica en Gaza en la actualidad.

Presente y porvenir

Hoy, el movimiento neoconservador enfrenta un panorama político complejo. Aunque su influencia ha disminuido en comparación con su apogeo durante los gobiernos de Reagan y Bush, los neocons siguen siendo una fuerza influyente en la política estadounidense.

Desde la perspectiva del columnista sobre temas de sociedad y política estadounidense, Mark Lessereaux, “a mediados de la década de 2010, gigantes neoconservadores como William Kristol y Victoria Nuland habían migrado del Partido Republicano al Partido Demócrata. Aunque esta migración se debió en gran parte a la aceptación del Partido Republicano por parte de Donald Trump, estos mimados neoconservadores también se dieron cuenta astutamente de que los halcones de guerra dependientes de los donantes, como los futuros candidatos presidenciales Hillary Clinton y Joe Biden, no harían nada para desafiar los objetivos de política exterior neoconservadora. A todos los efectos, Clinton, Biden y una parte significativa del resto del establishment del Partido Demócrata ya estaban neoconizados a principios y mediados de la década de 2010”.

Prosigue y sostiene que “ahora, en la década de 2020, la neoconización de la posición del Partido Demócrata en materia de política exterior es tan completa que incluso demócratas progresistas como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez han estado votando (casi) en sintonía con los republicanos y sus correligionarios demócratas en cuestiones como el aumento del ya exorbitante presupuesto de defensa de Estados Unidos de 825 mil millones de dólares y la aprobación de cientos de miles de millones de dólares en armas y ayuda monetaria que se envían a Israel y Ucrania entre 2022 y 2024”.

El ascenso de Donald Trump marcó un desafío significativo para los neocons. Trump, con su retórica aislacionista y su escepticismo hacia las intervenciones militares, se distanció de la ortodoxia neoconservadora, generando fricciones dentro del Partido Republicano.

En las primarias de 2016, Trump ganó haciendo campaña contra el intervencionismo estadounidense, que está en el núcleo de las creencias neoconservadoras, e interpretando una fuerte crítica nacionalista que se sintetizaba en el slogan “hacer grande a Estados Unidos otra vez”. Aunque los neocons siguieron ocupando espacios al interior de su gestión, la relación no fue tan fluida como con los últimos gobiernos demócratas, incluido la actual gestión de Biden.

Cabe recordar que los neocons y el complejo militar industrial estadounidense están intrínsecamente relacionados a través de sus intereses compartidos en la política exterior y la defensa nacional.

El complejo militar industrial hace referencia a la relación entre el gobierno de EEUU, las fuerzas armadas y la industria de defensa. Este término fue popularizado por el presidente Dwight D. Eisenhower, quien, en su discurso de despedida, en 1961, advirtió sobre la influencia desproporcionada que podría ejercer este ente sobre la política y la economía del país.

“Nunca debemos permitir que el peso de esta combinación ponga en peligro nuestras libertades o nuestros procesos democráticos. No debemos dar nada por sentado. Sólo una ciudadanía alerta e informada puede obligar a que la enorme maquinaria industrial y militar de defensa se combine adecuadamente con nuestros métodos y objetivos pacíficos”, dijo Eisenhower en ese tiempo, algo que resuena con mucha claridad en el presente.

Cultura Woke

En los últimos años, el término woke ha ganado una enorme relevancia en la vida política y cultural de Estados Unidos. Originado como una expresión de conciencia social, particularmente en relación con las injusticias raciales, la cultura woke ha evolucionado hasta convertirse en un fenómeno complejo y actualmente es un nudo central de una auténtica batalla cultural. Comprender la cultura woke es esencial para entender algunas de las tensiones actuales en la política y sociedad estadounidense.

El término woke proviene del inglés wake, que significa despertar; es el participio de ese verbo. Originalmente era una expresión utilizada en las comunidades afroamericanas para describir un estado de alerta frente a las injusticias raciales y sociales. Esta frase se popularizó en el siglo XX, particularmente durante el movimiento por los derechos civiles en la década de 1960. Sin embargo, fue en el siglo XXI cuando el concepto de wokeness comenzó a expandirse más allá de la lucha racial, abarcando temas como el feminismo, los derechos LGBTQ+, y la justicia social en general.

La cultura woke tiene raíces en diversas corrientes filosóficas, entre las que se destacan el postmodernismo y el marxismo. Estas corrientes cuestionan las narrativas dominantes y enfatizan la importancia del poder y la identidad en la estructura social.

También puede leer: Fragmentaciones e ilusiones electorales

Como señala el profesor de filosofía Matthew Sharpe, «el postmodernismo socava las certezas universales, promoviendo una visión del mundo donde las experiencias subjetivas y las identidades tienen prioridad». Esta base filosófica ha dado forma al discurso woke, enfocándose en cómo las estructuras de poder perpetúan la opresión y la desigualdad.

Durante la primera década del siglo XXI, el concepto de wokeness se mantuvo relativamente limitado a círculos académicos y activistas. Sin embargo, a partir de la segunda década del siglo, especialmente con el surgimiento del movimiento Black Lives Matter en 2013, el término comenzó a ganar popularidad. Las redes sociales jugaron un papel central en esa expansión, ya que permitieron a activistas y ciudadanos comunes compartir sus experiencias y preocupaciones sobre la injusticia social a una escala sin precedentes.

El ascenso de figuras públicas que adoptaban un discurso woke, como la activista y académica Angela Davis, y la creciente visibilidad de movimientos sociales, llevaron a que lo woke se convirtiera en un símbolo de conciencia y compromiso social. En un principio, ser woke era visto como algo positivo, un estado deseable de conciencia en el que se reconocían y enfrentaban las desigualdades sistémicas.

Reacción

A medida que la cultura woke se consolidaba, también comenzaron a surgir críticas. En la década actual, el término empezó a ser utilizado de manera peyorativa por algunos sectores políticos y sociales en Estados Unidos. Aquello que en un inicio era visto como un movimiento necesario para combatir la desigualdad, comenzó a ser percibido como excesivamente dogmático e intolerante hacia cualquier visión divergente.

Según explica el filósofo alemán Hans-Georg Moeller, profesor del Departamento de Filosofía y Estudios Religiosos de la Universidad de Macao, “el término wokeísmo se utiliza ampliamente hoy en día como una etiqueta polémica y a menudo peyorativa en América del Norte y Europa. Generalmente se refiere a un nuevo tipo de ‘política de identidad’ y ‘corrección política’ que promueve la equidad y la diversidad de las identidades raciales, sexuales y de género ‘marginadas’. Es especialmente sensible al uso del lenguaje y, por ejemplo, exige la abolición de la terminología racista y la distinción de género ‘sexista’ en el lenguaje, así como el uso ‘correcto’ de los pronombres personales”.

“Los políticos e intelectuales conservadores suelen describir el wakeismo como una nueva forma de izquierdismo radical. El intelectual público Jordan Peterson, por ejemplo, lo considera una combinación diabólica de marxismo y posmodernismo. Sin embargo, una minoría significativa de académicos de izquierda, entre ellos Walter Benn Michaels y Adolph Reed, no está de acuerdo y lo ve como un nuevo tipo de neoliberalismo que apoya al capitalismo y al individualismo y tiende a restar importancia a la lucha de clases. Después de todo, las grandes corporaciones y los principales partidos políticos neoliberales, como los demócratas en los Estados Unidos, lo emplean mucho en el marketing”.

El fenómeno conocido como la cultura de la cancelación (cancel culture) se convirtió en una de las manifestaciones más controversiales de la cultura woke. La cultura de la cancelación se refiere al rechazo público y la censura de individuos u organizaciones que son percibidos como ofensivos o contrarios a los valores progresistas. Esto a menudo implica campañas de boicot en redes sociales, la pérdida de empleo o la exclusión de espacios públicos y profesionales.

Este enfoque ha llevado a acusaciones de autoritarismo y ha generado un profundo debate sobre la libertad de expresión en Estados Unidos y Europa Occidental. Críticos de la cultura woke argumentan que su insistencia en la corrección política y la cancelación de aquellos que no se alinean con sus ideales crea un clima de temor y autocensura. En palabras del politólogo Andrew Sullivan, «el problema con la cultura woke es que, en lugar de promover el diálogo, instaura una nueva forma de dogmatismo».

Moeller asevera que “el wokeismo comparte numerosas similitudes con las religiones y, en particular, con el cristianismo. Es sumamente dogmático al centrarse en unos pocos valores morales ‘absolutos’ relacionados con la justicia social que solo se pueden afirmar, pero no negar. De esta manera, no invita a la argumentación ni al debate, sino que, en cambio, fomenta el sentimiento moral y los sentimientos de rectitud. Promete una absolución secular de la maldad heredada y ‘cancela’ a los herejes”.

Mientras el debate continúa, importantes figuras de Hollywood comienzan a verse presionados por la cultura woke y deciden manifestarse en contra de ésta, argumentando que atenta contra la libertad necesaria para hacer arte y para comunicar ideas libremente. No es tema relegado a las calles y redes sociales, la realeza cultural de Occidente está sintiendo los pinchazos.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias