Censos y otras leyendas bolivianas
El director del INE, Humberto Arandia.
Las controversias en torno al conteo poblacional revelan una profunda desconfianza en las instituciones y exponen un país dividido por cálculos políticos y temores infundados.
Dibujo Libre
Cuando la grave crisis política que atravesamos y su principal secuela, la pérdida de confianza social en las instituciones públicas y privadas, nos tiene al borde del colapso, el país sigue en pie porque la gente redobla esfuerzos, estoica mira para adelante y rechaza a los jinetes del apocalipsis y los cantos de sirena. Pero, como para los políticos en ejercicio y los que van preparándose no hay que dejar pasar nada y menos algo de tanta sensibilidad como los datos preliminares del Censo 2024, se desatan las tormentas con frustraciones y expectativas no cumplidas.
La principal idea y frase es que se “robaron un millón de habitantes” y la explicaban es que el “robo” se hizo con el objetivo de no repartir mayores recursos de coparticipación y, otra vez, para dar trascendencia al brulote, preparando un fraude electoral. Los alcaldes, entre los más sorprendidos, que esperaban los datos censales con cara de financiamiento extraordinario y POAs, reclaman. Las afirmaciones y las suspicacias salieron de control porque la disputa política no solo es contra el gobierno y en la perspectiva de las elecciones generales del próximo año, en el caso de Santa Cruz, hay una áspera interna regional y el tema sirve para arremeter contra los no camachistas. Desde la prensa, un periodista de radio paceña, entre cándido y convencido, decía que los resultados han decepcionado y que no puede ser que todos hayan estado equivocados esperando otros datos. Otro grupo se estrellaba contra las proyecciones del 2014 y del 2020, como si las proyecciones valieran más que el censo; aunque, evidentemente, fue el INE el que alentó expectativas con sus equívocos cálculos. Bueno, hay para todas las innúmeras pretensiones, desde la básica militancia política que reacciona a tropel hasta para los más finos intrigantes.
Frente a tanta palabrería, aseveraciones temerarias y no poca paranoia, pocos preguntan a los expertos. Tengo la suerte de estar en un grupo internet con varios de ellos y quedé impresionado por la contundencia técnica con la cual explican los resultados censales. Sobre las proyecciones que propagó el INE y que fueron un grave error. Rolando Morales Anaya, dice: “Las proyecciones fueron calculadas con la tasa de crecimiento de los dos censos anteriores. Técnicamente, fueron criticadas hace mucho”. Y, en cuanto a los resultados globales, que de forma indubitable hablan de un estancamiento demográfico. Morales dice: “El bajo crecimiento poblacional de Bolivia se explica por la caída de la tasa de fecundidad (hijos por mujer) y por la importante migración. No hay misterio ni secreto alguno. Pretender otra cosa es dar curso libre a esa fastidiosa tendencia de muchos bolivianos conspirativista”. Otro experto, Iván Velásquez, indica que hay varios factores interrelacionados: 1. Reducción de la tasa de natalidad (métodos anticonceptivos, educación sexual y preferencias por menos hijos). 2. Urbanización creciente (mayores oportunidades laborales y educativas, pero costo de vida más alto y las familias tienen menos hijos). 3. Mejora en la educación y la participación de las mujeres en la fuerza laboral (posponen el matrimonio y la maternidad, menor tasa de fertilidad). 4. Migración (reduce el crecimiento poblacional al disminuir el número de personas en edad reproductiva). 5. Mejoras en la salud y mayor esperanza de vida (la estructura poblacional envejece, lo que puede ralentizar el crecimiento demográfico). 6. Factores económicos (En tiempos de incertidumbre económica, las tasas de fertilidad tienden a disminuir). Y concluye, de forma taxativa: Estos factores combinados han contribuido a una desaceleración en el crecimiento poblacional en Bolivia, similar a lo que ha ocurrido en otros países de la región. O sea, ni siquiera somos una rareza entre los países de la región, estamos dentro la tendencia general.
Confirmando estas explicaciones y aseveraciones técnicas, el Banco Mundial, en su sección de seguimiento demográfico indica que: “La población en América Latina y el Caribe crecen 0.7 % anual. Bolivia un poco más 0.74”. O sea, otra vez, un poquito mejor, pero nada más. Todos los países están creciendo poco y nosotros no somos la excepción, en absoluto.
De este recuento básico, la primera impresión es que las vitriólicas expresiones y cálculos antojadizos sobre los resultados del Censo muestran un país y una sociedad enfrentada de una forma enfermiza y que hay un riesgo para la estabilidad y la gobernabilidad del país. Por supuesto, los principales agentes de estas aguas turbias son nuestros políticos, que antes que líderes de opinión y propuestas hacen de pandilleros para arrojar lo que tengan en las manos o enfrentar a quien se cruce por el camino de su jefe. Uno se pregunta si siquiera tienen amigos en lo intelectual a quién recurrir por explicaciones u orientaciones o, peor, si alcanzan a preguntarse por la gravedad y complejidad del tema y entonces proponerse averiguar.
También puede leer: Instituciones cruceñas elaborarán un informe para refutar los datos del Censo 2024
Otra cuestión grave surge de la pregunta sobre cómo una institución tan importante y estratégica como el INE, no puede manejar las proyecciones con el mínimo de solvencia técnica y con esa confianza brindar la seguridad que el estado y la sociedad esperan de la institución que lleva el registro de nuestra existencia como individuos y colectivos. Por la cantidad de errores en las proyecciones uno se pregunta si además de la incompetencia alguien sugirió promocionar el aumento poblacional buscando apoyo al censo y de ahí que todos aumentaban y esperaban entusiastas los resultados. Es delicado y complejo el asunto, lo único que tranquiliza es que organismos internacionales como UNFPA y CELADE acompañaron el desarrollo del censo. Sin embargo, como un ejercicio de transparencia y pedagogía social el INE debe abrirse a que cada departamento y municipio acceda a las más amplias explicaciones sobre los resultados censales.
Finalmente, tres cuestiones. Una, el Censo puede haber sido un proceso técnicamente inobjetable y los resultados los que son, independientemente de que cuesten aceptar las magras cifras demográficas, pero, independientemente de aquello, sus datos ponen en cuestión al Padrón Electoral porque, en la comparación, éste queda sobredimensionado. Lo que tampoco es extraordinario porque el Padrón, a cargo del Tribunal Electoral Plurinacional (igual que el SERECI), debería ser más eficiente en el registro de nacimientos, el depurado de las defunciones, el registro de los migrantes en el país dónde se encuentren, etcétera. ¿Este trabajo de saneamiento se hace? ¿Es posible realizarlo antes de las elecciones del próximo año? Segunda, preguntarnos porque seguimos usando dos bases de datos: la del Padrón Electoral y la del Censo. ¿Acaso no habría que pensar en una única base de datos demográfica regularmente actualizada y que la validamos con un Censo cada diez años? La tercera, la cuestión que quizá tiene la mayor capacidad de recomposición de lo político y lo institucional: El Pacto Fiscal que, por mandato de la Ley de Autonomías, debe hacerse luego de la entrega de los datos finales del censo. Este será un momento, un proceso, que puede permitir los acercamientos y los consensos que tanta falta hacen al país. Ojalá, sumemos voluntades.
(*)José de la Fuuente Jería es abogado e investigador social