Continuidades y transiciones en Santa Cruz
Las polarizaciones múltiples y la consecuente fragmentación aparecen como las tendencias dominantes en la política actual. La realidad cruceña no es diferente.
Ahora que Bolivia avanza inexorablemente hacia las nuevas elecciones presidenciales de 2025, con un clima político electoralizado desde el vamos, viene a bien una mirada profunda y crítica sobre las dinámicas de poder y los cambios en el liderazgo de Santa Cruz. A través del análisis de la evolución de los actores políticos, la continuidad de los intereses económicos y el impacto de eventos recientes, es posible una comprensión más clara de los desafíos y tensiones que enfrentan tanto a la clase dirigente cruceña como a la sociedad en general.
Entrevistamos a Reymi Ferreira, abogado, exrector de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM) y exministro de Defensa. El diálogo se presenta como una oportunidad para desentrañar las complejidades del poder cruceño. Ferreira, con su vasta experiencia y conocimiento de la historia de la región, ofrece una visión crítica sobre la evolución de las fuerzas políticas y sus representantes.
A continuación, les presentamos una versión sintética de la conversación. Para ver la entrevista completa, haga click aquí.
¿Cómo se han transformado los actores políticos en Santa Cruz, y cómo estas transformaciones han afectado a la clase dirigente?
Creo que la contradicción central sigue siendo la misma. Los actores no siguen siendo los mismos, pero los intereses y los discursos no han cambiado.
Es un discurso que en el fondo representan proyectos de poder y economía, pero que son disfrazados desde una perspectiva identitaria, aunque no lo plantean así. Lo plantean como un tipo de intereses, que son los que manejan finalmente las élites en Santa Cruz, como un tema de toda la región. Los intereses de los latifundistas, de los propietarios de grandes extensiones de terreno, los avasalladores; la mentalidad que han instalado es que es un atentado a Santa Cruz, cuando es un tema de intereses bien focalizados. Entonces, los intereses, las clases, los discursos, siguen siendo los mismos.
Lo que cambian son los actores. Hay una devaluación de los actores. En tres sentidos, capacidad, estructura orgánica e incluso coherencia. No podemos compararlo a Rubén Costas con Luis Fernando Camacho, porque hay miles de kilómetros de distancia. Costas tenía una estructura. Para empezar, funda un partido, una organización política. De alguna forma tiene algún contenido democrático. Es alguien que puede asistir a negociar, que puede discutir con el otro, que no retrocede, no escapa al diálogo y a la discusión; que ha sido radical, y en algunas cosas también ha recurrido a la violencia.
Camacho es imposible, es irascible. No tiene un marco conceptual, teórico. No sospecha lo que es la política ni la economía. Él solo tiene hígado. Entonces, no hay punto de comparación.
El otro, en el campo de la alcaldía, tampoco creo pueda compararse a Jhonny Fernández con Percy Fernández. Percy tiene un proyecto desarrollista, tecnocrático, pero tiene un proyecto, una visión, una cualidad que era plural. Conservador en muchas cosas, pero es el que se enfrenta con las logias en su momento. Fue el primer presidente del Comité Cívico que invita al Partido Comunista a un acto del Comité Cívico.
Jhonny es típico de las organizaciones populistas ideológicas. No sabe dónde va, no tiene un norte, es un caudillismo vacío. Espurio, diría yo.
Costas tuvo la capacidad de aglutinar un bloque con el Comité Cívico, con la alcaldía, con él mismo como gobernador. Que fue el frente de resistencia más fuerte que tuvo el gobierno. Incluso lo extiende a otros departamentos, la media luna.
Ahora el Comité Cívico está en una posición, la Gobernación en otra, y la Alcaldía, el alcalde, tiene otra. El bloque de poder no ha podido, ni siquiera a nivel de sus instituciones más representativas, expresarse unitariamente.
De hecho, el paro (del pasado viernes) es justamente por esas peleas. Porque el Comité Cívico tiene miedo de que el sector radical de Camacho empiece a cuestionarlo. De por qué no se pronuncia sobre el censo.
Ha habido evidentemente un cambio generacional, que sin embargo ha sido perjudicial. Un cambio generacional que no le ha ayudado a la élite que domina Santa Cruz.
Aunque no es solamente por el tema de la formación o no formación de sus dirigentes, también hay coyuntura. Hoy con el tema de la democracia del Internet, la democracia de las redes, que se ha banalizado la política, la gente cada vez es menos orientada a analizar, se deja llevar por las corrientes sin razonamiento. Es la época también. No es una crisis que se da sólo en Santa Cruz. Es una crisis mundial, diría yo, de desideologización. Algunos la han llamado de idiotización de la política.
¿Por qué hay esta idea de enemistad regional desde Santa Cruz?
Hay que diferenciar dos etapas. Antes de 1952 y después de 1952. Antes de 1952 la lucha de las élites, que son agropecuarias, era por tener un espacio en el mercado nacional. Espacio que mantuvo desde la colonia y en la época de los gobiernos proteccionistas, porque no se permitía entrar productos como el azúcar o el arroz o el alcohol si se producía en el país. Pese a los pésimos caminos, al final, como estaba protegido el mercado y no había ferrocarriles, teníamos un mercado. Cuando empieza a partir de 1872, un proceso de liberalización de la economía, se permite la libre exportación.
Pero cuando ya llegan los ferrocarriles, primero el de Antofagasta a Oruro, y luego en el siglo XX ya el de Antofagasta, Arica a La Paz, eso cambia radicalmente. ¿Qué salva a Santa Cruz? La goma.
Todos esos mercados que el liberalismo y el imperialismo inglés nos quitan, porque es política que viene de Inglaterra, no los abren en el norte. Pero eso no va a durar. Viendo eso, la Sociedad de Estudios Gráficos e Históricos, ya en 1904, lanza un memorándum que plantea la necesidad de construir un ferrocarril entre Cochabamba y Santa Cruz para integrarnos al mercado nacional y tener competitividad con los productos externos que llegan al país por la liberalización de la economía.
Entonces empieza una lucha que va a tener su punto más duro en 1924, 1925. Incluso se crea el Partido Orientalista y otro, el Partido Regionalista, que lo que quieren no es separarse; eso también es una falacia. Nunca quería Santa Cruz separarse. Lo que quieren es unirse al país y no pueden unirse porque no hay ferrocarril. Y es una lucha cívica, que en ese momento no era política, era cívica realmente porque tenía que ver con la sobrevivencia de la economía. Que a los que más le interesaba, por supuesto, era a las élites, pero ahí había una cohesión social y un discurso legítimo.
Otra cosa es el 52. El año 49, en la Guerra Civil, uno de los puntos fuertes del MNR fue Santa Cruz. Y como una sociedad conservadora hispanista que tiene mucha influencia de las ideas segregacionistas, de pronto anida también un discurso nacionalista y hasta revolucionario, policlasista.
Básicamente porque ven en el MNR la posibilidad de crear nuevamente un mercado nacional con economía protegida. Y porque el MNR plantea la integración nacional, plantea la integración económica y crea un mercado interno. Entonces se va a la opción nacionalista como una opción antiliberal, porque el liberalismo no le hizo bien a Santa Cruz.
El libre mercado, la apertura del mercado le hizo mucho daño a la economía cruceña. Entonces lo veían como una alternativa. De ahí la fuerza que tiene el MNR.
El MNR inaugura con la política arancelaria dura para importar cosas que se producen en el país, entre ellos productos agropecuarios, alcohol, arroz, azúcar. Sin embargo, va a generar reformas internas. Si bien aquí no hubo reforma agraria, había el temor que se la haga. Las grandes propiedades quedaron sin tocar.
SÍ hubo una reforma urbana y ahí va a nacer la base de la protesta, principalmente de Falange Socialista Boliviana. No fue cívica, fue Falange, inicialmente, que luego se va a mezclar con lo cívico.
Y Falange se va a convertir, no solo aquí, sino también en el país, en la vocera de los intereses de la oligarquía desplazada por la Revolución. Y sus luchas van a ser disfrazadas de cívicas, porque van a luchar contra la reforma agraria. El tema va a ser un discurso que se lo asume como cruceño.
Ahí empieza, cuando la lucha económica y de los privilegios se convierte y se la disfraza con el tema regional. No es casual que, justo cuando hay procesos de movilidad social, en 1952, 1984, 2006, el MNR, la UDP, el MAS, resurja el tema de la identidad, resurja el civismo. Resurja de pronto la identidad.
¿Qué dijo la dirigencia cívica contra René Barrientos, que fue un dictador sangriento? O contra Hugo Banzer, que fue alguien que conculcó siete años de la libertad de expresión, de la democracia, cerró las universidades, prohibió los partidos, censuró la prensa. Nadie dijo nada.
¿Qué dijeron contra 20 años de gobiernos neoliberales? Nunca hubo una movilización contra ellos. No, porque ya fueron incluidos. De hecho, Banzer, Barrientos, incluyen a la oligarquía cruceña en gobierno. Y van a ser parte importante.
Pero cuando esos procesos se interrumpen, como por ejemplo en el 82, con la UDP, o con el MAS, en el 2006, otra vez vuelve el tema. Y se potencia y se pone y se construye en el escenario nacional.
¿Cómo afectó el paro de los 36 días que hubo en 2022?
En noviembre del 2019, este grupo radical rompe con el grupo equilibrado, le llamaremos al liderizado por Costas. Y, aprovechando un error enorme del gobierno, con el tema de la reelección, va a instalar el discurso del fraude y lo va a imponer en el país. Y luego va a imponer el discurso de la renuncia. Carlos Mesa no quería la renuncia, quería nuevas elecciones. Quien impone el tema de sacar a Evo Morales del poder, inconstitucionalmente, porque lo de las elecciones si fue fraude o no, hay que discutirlo. Yo creo que no, pero eso es discutible. Pero que (Evo) se vaya antes del 22 de enero, y eso era inconstitucional, quien lo impone, finalmente, es Camacho. Con todas las consecuencias que eso trajo. Ahí fue su mayor punto, luego sí fue perdiendo espacio.
En el momento que asumen la gobernación y empiezan con los dislates, decir una cosa, decir otra, que solamente alguien que está enajenado puede decir, entonces empieza a perder credibilidad, dentro de Santa Cruz, peor afuera. Aunque aquí va a mantener, por una especie de lealtad religiosa, por el agradecimiento de haberlo sacado a Evo Morales. Con el paro de los 36 días eso termina, porque obviamente eso va a enfrentarlo a los demás, incluso a Beni, Pando, Tarija.
Lo deja aislado, como está ahora. Y lo deja tan aislado que empieza a fragmentarse. Ese otro bloque de la élite más dispuesto a conciliar, más ligado a los grandes empresarios, menos a las logias, entonces empiezan a cuestionarlo. Ahí viene la fractura: Comité Cívico por un lado, la Alcaldía por otro, y la Gobernación con Camacho, aunque sea preso, por otro.
Un paro sin sentido. Empieza ya la propia burguesía cruceña a interpelar a alguien que le está haciendo daño a la región, que hace que, sin sentido, se paralicen 36 días y que por cualquier cosa se pare el aparato productivo.
Con todos los elementos señalados, ¿cómo está el panorama actual de la política cruceña?
En mi criterio, estas disputas interélites, así las llamaremos, no van a desaparecer. Hay ya espacios muy difíciles de superar. El sector moderado de los conservadores, no creo que vuelva a arriesgar su apoyo a alguien que no sabe dónde va, que lo único que tiene es el instinto fascista de golpear, gritar, criticar, parar, destruir, quemar. La burguesía cruceña tiene gente muy inteligente, que a veces no se imponga y deje que este tipo de arrebato tome cuerpo, es una cosa, pero al final tienen intereses y saben que ese tipo de radicalismo no sólo afecta al MAS, destruye al país y afecta a la región. Entonces, no creo que vaya a haber unidad entre los racionales y los irracionales, pero hay otros bloques también.
Hay un bloque populista que no sabe dónde va, que es el bloque de Jhonny Fernández, y está, por supuesto, el MAS. Aunque fracturado, pero también está ahí. Ojo, cuando se habla de las fuerzas regionales solo se pone a la gente de la derecha. En el MAS son cruceños también. De acuerdo a la última elección, de cada diez, cuatro han votado por el MAS. También son cruceños. Los de izquierdas somos cruceños.
Hay que ver dos escenarios. Las elecciones nacionales y las subnacionales.
En las nacionales yo no veo, puedo estar equivocado, una figura que pueda estructurar una alianza de todos. El que mejor se proyectaba, Vicente Cuellar, el rector de la UAGRM, creo que de alguna forma se ha dejado supeditar y asociar con el sector de Camacho. Mientras estuvo independiente pudo ser un factor de consenso, pero creo que cada vez se acerca más a la fuerza de Camacho. Y Camacho no es un factor que cohesione. Quizás en el núcleo duro, en el centro de la ciudad o en algunas partes de la ciudad, pero ni siquiera el área departamental tiene ya esa fuerza.
El bloque fuerte, el bloque de los intereses donde están los grandes grupos de poder, los grandes intereses, tampoco tiene una figura así. O si tiene, no son tan conocidos para que puedan proyectar.
No veo yo un bloque unido. Pese a que, por nuestro peso demográfico, somos el departamento con mayor población, deberíamos tener la capacidad de imponer un candidato a presidente; hablando como región, no de clase. Lo hallo muy difícil.
El proyecto del MAS está bien debilitado. Creo que el bloque del MAS que dirige el expresidente Morales es sólido, tiene dudas respecto a si va a poder o no ser, pero va a estar en una coyuntura muy difícil, porque al final, se quiera o no, el gobierno es del MAS.
Y el propio sector del MAS que lidera el presidente (Arce) está también debilitado, porque se está cargando la gestión inmediata del gobierno. Y si van divididos, peor todavía. Es decir, que no se apoyan- La perspectiva que tengo, y lo veo con pena, además, es que el principal enemigo para un sector del MAS es el otro.
La gran ventaja que tienen es que al frente tampoco hay las opciones de la derecha.
Mi criterio, sin embargo, es que el único que pudiera articular desde la oposición un discurso contra el MAS es Manfred Reyes Villa. Tiene dominio territorial, tiene tradición política, es populista y puede ser un eje articulador, que si mantiene la visión del MAS pudiera ganar las elecciones. Creo yo.
Le puede interesar: ¿Qué se viene? Arce anuncia ‘soluciones estructurales’ al hablar de dólares y combustibles