Tiempos sombríos
El autor reflexiona sobre la situación del país, en un contexto mundial alborotado.
Con gran parte del país cubierto por un manto de humo producto de los espantosos incendios en la Chiquitanía, el Beni, el Chaco, los Yungas paceños e, incluso, en los valles cochabambinos, hemos agregado a la crisis múltiple que vivimos, el dolor por la vida de tanto bosque arrasado junto a animalitos asfixiados, quemados o sin hábitat, y un penoso sentimiento de impotencia general que cuesta sobrellevar.
En fin, como instituciones y sociedad nos cuesta aprender de nuestras experiencias y ser constructivos con las lecciones aprendidas. El 2019, como parte de la conspiración anti reeleccionista ya sufrimos de enormes incendios con millones de hectáreas calcinadas -con pirómanos descubiertos infraganti, como ahora- y con ellas de sus miles de moradores animales. ¿Aprendimos algo? Por lo visto poco, sino nada. Esta vez la naturaleza nos vuelve a salvar con lluvias, pero no podemos exponernos a semejantes eventualidades y tamañas pérdidas sin tomar las medidas preventivas.
Quemas
Dada la extrema gravedad de los incendios y de sus consecuencias trágicas -más allá de una pausa ecológica o la abrogación de las leyes “incendiarias”- es imprescindible que el gobierno, en plazo perentorio, presente un informe pormenorizado de la geografía de los incendios respecto de las propiedades individuales, comunales, empresariales o las tierras fiscales comprometidas, lo mismo que sobre la trama económica que financia el agronegocio y el tráfico de tierras y la dimensión humana y natural de los sucesos.
Urge que como sociedad entendamos lo acontecido y asumamos las decisiones que impidan se repita semejante desastre ambiental. O, conscientemente, sepamos que estos incendios y todas sus lamentables consecuencias son el precio de la desbocada ampliación de la frontera agrícola, del tráfico de tierras y de las anheladas exportaciones, que se hacen sin la mínima contabilidad de costos y beneficios en términos de naturaleza y medio ambiente.
Censo
Entre las sombrías dificultades políticas y de convivencia democrática que ocupa lo que va el año, sigue en pie la cuestión del Censo 2024 que se ha convertido en caballito de batalla de nuestras adelantadas elecciones generales y un concurso abierto de ignorancias e interesadas interpretaciones políticas. Es un debate oscurantista de corte casi medieval, que resiste y no puede asimilar una realidad demográfica mundial y latinoamericana.
Según el UNFPA, “Países andinos similares como Chile, Colombia, Perú y Ecuador han tenido este proceso demográfico. En todos hay una caída en la tasa global de fecundidad por debajo del nivel de 2,1 (hijos por mujer), pero siguen creciendo en términos poblacionales. Bolivia recién está llegando a ese nivel”; o sea que todavía nos esperan tasas algo menores. Como país, vivimos un enorme e histórico cambio cultural generacional, traducido en que las mujeres ya no entienden que su rol social sea tener hijos, participan como nunca del mercado laboral y, al mismo tiempo, los varones jóvenes son parte de estas decisiones.
Según la Cepal, el 83,2% de los hombres participarán en el mercado laboral en 2023 y las mujeres, en un 71,8%; casi 12 puntos de diferencia, aunque sin contar las consabidas dobles o triples jornadas femeninas. Este proceso se explica por la creciente e imparable urbanización -hemos invertido completamente la relación urbano – rural de hace 70 años- que acerca a las mujeres con sus familias a los servicios públicos de salud, con lo cual hay mayor planificación familiar y, en paralelo, mejoramos nuestras expectativas de vida, porque cada vez vivimos más años. Esto habla bien de nuestros sistemas de salud públicos, aunque ni los médicos lo quieran reconocer.
Políticas
Entonces, más allá del legítimo reclamo a todas las explicaciones del INE respecto de los resultados efectivos del censo, lo que debería preocuparnos son las políticas públicas con las cuales enfrentar estas problemáticas y, consecuentemente, su financiamiento. Está claro que, sino respondemos con apoyo de servicios públicos a las mujeres que trabajan como el cuidado de los niños, la tendencia de decrecimiento demográfico se mantendrá, por ejemplo.
Dos preguntas para introducir el tema: ¿Sabemos de la bajísima cobertura de los centros día, guarderías, wawa wuasis y este tipo de servicios públicos? Por el contrario, estamos claros que la distribución per cápita de los recursos de coparticipación es, precisamente, un incentivo al vaciamiento de las áreas rurales y menos favorecidas y que tiene un componente migratorio fuerte. En consecuencia ¿Vamos a seguir con este modelo ciego de apoyar menos a los que más necesitan? No, no nos preguntamos, estamos concentrados en levantar las piedras para encontrar al casi millón de personas que, supuestamente, no contó en censo.
Ideas
Al sombrío panorama general de tragedia ambiental y mediocridad política, debemos añadir la crisis política y de la balanza de pagos -resumiendo la escases de dólares- y acá, antes que encontrar en la política con mayúsculas a los políticos elegidos -senadores y diputados; primer órgano del estado y dónde reside la soberanía popular- la capacidad política e intelectual para debatir y confrontar ideas respecto de estas cuestiones de fondo sobre la gobernabilidad y la salud de la democracia del país, solo tenemos unos cuantos locuaces legisladores perdidos en el chismorreo sobre la suerte de los ministros; que sabemos es atribución exclusiva del presidente. O, al frente, un despistado y ocurrente ministro, que sugiere que la elección del nuevo fiscal general pueda ser por decreto; sabiendo que la elección de esta autoridad es exclusiva atribución del órgano legislativo.
Sin duda, la política se escribe con minúsculas y ha perdido el libreto. En la confusión y desorientación se escarban temas para promocionar candidatos y, de paso, sirven para soltar, sin pudor, resentimientos, broncas personales y políticas y frustración.
Mundo
La democracia en el mundo occidental no está mejor o, quizá, peor que antes, aunque no teníamos la conciencia de hoy por la falta de esta conectividad en tiempo real que nos tiene a todos interconectados y transnacionalizada la política. Los síntomas inocultables son -la incontinencia verbal que cubre la falta de ideas- al extremo que un potencial presidente norteamericano xenófobo acusa -ante millones de televidentes del mundo entero- a los haitianos de comer mascotas gringas. No satisfecho con la grosería, también acusa a sus contrincantes demócratas de “ejecutar” recién nacidos en su cometido de la defensa al derecho del aborto.
Ya ni hablar de la envejecida y genuflexa Europa que no tiene fuerzas ni para reproducirse -allá la batalla demográfica está perdida, como a Francia que ya solo queda aprender el Corán- y cuyos planes son los de siempre con la destrucción de Rusia y un plan financiero que duplique el histórico Plan Marshal -casi 800 mil millones de euros-. Armas y dinero, pero de ideas y un nuevo mundo nada, ni por asomo. Esto es lo que quedó de la Ilustración europea.
Región
¿Y cómo nos va en el vecindario latinoamericano? Igual de mal, aunque con más dignidad y vigor cultural pero escasos de ideas porque -dicho mexicano- cuando ya sabíamos las respuestas nos cambiaron las preguntas. Como dijimos antes, en Venezuela nadie -ni gobierno ni oposición-contaba con resolver la disputa política en términos democráticos -ánforas, voto ciudadano y resultados-, los planes eran conspiraciones para incendiar el país y a continuación desatar al injerencismo listo en la OEA, pero fallaron, fueron inferiores a los planes del régimen para reprimirlos.
Nuestra querida Argentina, sufriendo en manos de Frutillita, su secta religiosa y sus brokers, que piensan que el déficit fiscal -y con ello la maldita inflación- se resuelve haciendo que los jubilados coman menos de lo poco que ya comen, dejándolos sin medicinas y llenando de dinero a la inteligencia política. Que malo será el plan que ni el FMI lo quiere financiar. En fin, “No llores por mi Argentina”; aunque en Santa Fe ya surgió el primer acto de verdadero enojo popular.
Tiempos oscuros
Y nuestro vecino Chile, repitiendo con holgura la vieja historia contada hace décadas por una valiente periodista -Historia Negra de la Justicia Chilena-, que vive un novelón superior a cualquier trama hollywoodense. El país, y sobre todo la derecha piñerista, ha quedado desnuda en las telarañas del poder con un registro a detalle -en un millón de “folios”- que el abogado Hermosilla guardaba en su teléfono que tenía más memoria que él conciencia. En fin, ya no sigamos, que no hay más espacio y terminaremos en llanto.
Y antes que terminar con Bertolt Brecht, “Tiempos oscuros”, que pensaba se podría cantarlos, mejor pedir a los argentinos un último esfuerzo republicano cantando con Julio Sossa el insuperable Cambalache –“el que no afana es un gil”-, pero referido a este siglo que prometía ser la cúspide de la civilización del homo sapiens y más bien, dándole la razón a Einstein, que no sabía como sería la tercera guerra mundial -esto de los drones, satélites o robots de infantería, por ejemplo- pero que si sabía que la cuarta guerra mundial sería a palos; como tan cerca parece que estamos.
En fin, que, cuando menos, no nos falte el humor. Salud