El periodismo bajo el reinado de la monofuente
El periodismo boliviano enfrenta enormes desafíos en medio de una creciente polarización, transformaciones tecnológicas, además de presiones políticas y económicas.
La norma básica del periodismo exige que toda nota que se precie de ser rigurosa debe, al menos, tener dos fuentes de respaldo: las clásicas parte y contraparte; aún mejor, una pluralidad de voces que le brinden respaldo y seriedad. Sin embargo, en el ejercicio actual del periodismo en Bolivia reinan las notas con una sola fuente, lo que evidentemente, en medio de la polarización, se ha convertido en un arma política.
La más reciente encuesta Delphi-FES (Friedrich-Ebert-Stiftung) de octubre de este año establece que ante la pregunta «¿En general, los medios de comunicación en Bolivia…?», los encuestados respondieron: informan con veracidad (4,6%), informan en función de su propia agenda e intereses (72,6%), desinforman y generan noticias falsas (14,7%), otro (7,3%), no sabe (2,8%). Estos resultados son más que interesantes porque presentan una radiografía casi precisa sobre el rol que cumplen los medios de comunicación, conclusión por demás alarmante, porque implica que la mayoría cree que estos responden a su propia agenda e intereses, que, traducido a la realidad del país, significa que el ciudadano consume una «postura editorial politizada», en un contexto altamente polarizado que toleramos desde la primera gestión de Evo Morales.
Datos sobre medios y periodismo
En la misma encuesta, encontramos que ante la pregunta «¿Por qué medios se entera principalmente de las noticias y el mundo?»: televisión (24,8%), radio (17,4%), periódicos (22,0%), medios digitales (61,1%), redes sociales (34,9%), grupos WhatsApp (8,3%), otro (0,0%) y no me interesan las noticias (0,9%). Las respuestas dejan ver que los medios digitales han tomado el liderazgo como fuentes de información.
En este contexto, los nuevos modelos informativos han cambiado el escenario, lo que se evidencia más a partir del predominio de lo que se ha venido a llamar «periodismo deliberativo», una opción «premasticada» del consumo informativo, que desplaza al ejercicio del periodismo como estrictamente fue concebido, donde la opinión del «redactor/editor» se basaba en la búsqueda rigurosa de los hechos que conforman una noticia, con una pluralidad de fuentes. Hoy esa búsqueda es considerada anticuada; las «nuevas tendencias» quieren/exigen todo cavilado, evitan que el lector procese el contenido informativo y que llegue a su propia conclusión. Si un lector busca llegar a la verdad de una noticia, o por lo menos aproximarse, tiene que buscar varias fuentes, mismas que tienen diferentes enfoques, compararlas, cotejarlas y así llegar a una conclusión que le permita asumir una posición propia y no impuesta por la agenda.
Hacer periodismo
La práctica periodística actual en los medios nos condiciona a consumir la información como si de grageas se tratara: solo una parte del hecho noticioso, que además fue «condimentada» en su «cocción» con la postura del medio de comunicación, dejando totalmente de lado la búsqueda de fuentes. La pluralidad queda desplazada por la instantaneidad del proceso informativo, por un lado, pero lo más evidente es que quienes elaboran esa información están concentrados en disgregar el contenido de manera que puedan cautivar a las audiencias, mutilando en el proceso todo sentido periodístico estricto, que es informar. Mostrar solo una parte de un hecho noticioso de manera tendenciosa es lo mismo que no contar la noticia.
No es que incomode la libertad de expresión informativa, hoy irrestricta como nunca antes se ha visto; lo que preocupa es la calidad de la información que es emitida. Y se torna preocupante porque quien tenga un celular puede transmitir un evento que considere importante, pero esto no lo hace periodista bajo ningún aspecto, porque solo está enviando un «en vivo», que carece de tratamiento periodístico, lo que a veces se convierte en un peligro porque puede tergiversar un hecho y causar daños irreparables.
Información
Ocurre entonces que esta forma de informar, pese a su falta de rigurosidad y tratamiento informativo, se ha impuesto en los medios de comunicación. Celular en mano, el periodista desde donde está activa su transmisión en vivo considerando solo una fuente. El actuar es igual en todos los medios: una sola fuente de información e, inmediatamente después, una conclusión. En muchos casos, se busca una reacción altamente emocional en la audiencia, quitando toda posibilidad de reflexión. De esta forma, se vulnera el principio fundamental periodístico: el de intentar llegar a una aproximación cercana a la realidad.
Hoy, quienes dirigen los medios olvidaron intencionalmente los principios periodísticos informativos, al optar por preservar sus intereses políticos/empresariales y al elevar los niveles de consumidores/ventas con base en la exacerbación de la polarización política que vive el país desde que «esa otra Bolivia» decidió ser parte de la toma de decisiones sobre lo que debería ser la nación. En medio de esa conflictividad, también han surgido los tonos grises que en la coyuntura actual han enardecido mucho más las posturas políticas, convirtiendo a los medios de comunicación en verdaderos actores políticos al estilo de «dime qué consumes y te diré qué crees».
Las audiencias tienen hoy, más que antes, una percepción distinta del medio periodístico y también del periodismo, porque su consumo informativo ya no se circunscribe al medio de comunicación tradicional, sino al virtual; por tanto, su realidad informativa puede llegar a ser radicalmente distinta al medio de comunicación, cualquiera que fuese. Es decir, las audiencias tienen información previa, la que no necesariamente es de calidad, emitida sea por una «transmisión en vivo» o el «relato del informador de plataforma», que desde su oficio «tiktokero» (quienes no tienen obligación alguna de cumplir con los códigos formales del quehacer periodístico), puesto que su oficio es difundir emociones para ser consumido.
Cambios tecnológicos y periodismo
Entonces, ocurre un fenómeno de contrastación entre lo que vio a través de su celular y lo que le muestra el medio de comunicación: la directa/real y la mediática/procesada. De no coincidir ambas, generan rechazo, no hacia lo que vio a través de su celular, porque tiene la visión de que eso es real y de allí que se perciba que los periodistas de los medios de comunicación tradicionales ocultan la verdad. Quizá esta sea una respuesta a las agresiones que sufren hoy los periodistas.
Es entonces el consumidor quien manda y decide; el medio está dejando de ser el «medio» porque, ante la percepción general, como se vio en los resultados de la encuesta, ya no cumple con su labor periodística de manera rigurosa; al contrario, en la lógica actual, consumista y publicitaria, informa a medias, manipula la noticia según su propio interés o, mejor dicho, según el interés de los propietarios, de sus empleadores.
No podemos dejar de lado el tema de la pauta publicitaria que, siendo en nuestro país escasa, convierte al Estado en el principal cliente, que aunque pague mal y tarde, es el único pilar de la subsistencia de los medios de comunicación, salvadas excepciones. ¿Qué pasa con el sector empresarial? A partir de la irrupción de las diversas plataformas digitales, ya no necesariamente busca tener presencia en los canales tradicionales; simplemente una cuenta en TikTok, Facebook o Instagram y contratar a un equipo de productores de contenidos para redes.
¿Qué queda entonces? Lo político, la confrontación, la polarización como único factor para contrarrestar esta falta publicitaria. Vale señalar que en Bolivia no todos los medios han caído en esta malsana coerción, que todavía existen medios que apuestan por el consumo «sano» de un buen periodismo, que, luchando contra la marea, le han dicho no a la narrativa impuesta y se han rebelado heroicamente al dominio de la «monofuente».