¿Han dejado de ser útiles las Naciones Unidas?
A sus 79 años, la ONU evidencia su obsolescencia ante los conflictos globales actuales, lastrada por un Consejo de Seguridad poco representativo y un poder de veto que paraliza su efectividad.
Las Naciones Unidas, establecidas en 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial, lamentablemente han dejado de ser útiles al conmemorar su 79° aniversario debido a su fracaso en reformarse y adaptarse al nuevo orden mundial tras el colapso de la Unión Soviética, que es significativamente diferente de cuando se estableció la ONU.
La misión de las Naciones Unidas, que es promover la paz y la estabilidad, ha fracasado una y otra vez, como lo demuestran claramente muchos de los conflictos violentos actuales, especialmente la guerra de Ucrania y el conflicto israelí-palestino.
Como bien lo expresó el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, cuando preguntó durante su discurso ante el Consejo de Seguridad en 2022: “¿Dónde está la seguridad que el Consejo de Seguridad necesita garantizar? ¿Dónde está la paz?”.
A lo largo de los años, académicos y centros de estudios han propuesto ideas reformistas para que la ONU sea más adaptable y responda mejor al cambiante orden mundial. Han fracasado principalmente debido a la forma en que se estructuró la ONU y a la oposición de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) –Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia– a cualquier reforma significativa que pudiera disminuir su poder.
Sin duda, proponer reformas integrales a las Naciones Unidas queda fuera del alcance de esta columna. Sin embargo, hay algunas reformas limitadas que el Consejo de Seguridad puede llevar a cabo, sin un cambio fundamental en su estructura, para mejorar su eficacia en el mantenimiento de la paz mundial.
Antes de ello, es fundamental señalar algunas de las deficiencias de la ONU para poner en contexto las limitadas reformas que se pueden emprender.
La estructura del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
La estructura del Consejo de Seguridad de la ONU, en particular el poder de veto de sus cinco miembros permanentes, suele conducir a la inacción. Este poder permite a cualquiera de estos países bloquear resoluciones, incluso si existe un amplio apoyo internacional. Esto ha dado lugar a estancamientos en cuestiones críticas como la guerra civil siria, la guerra en Ucrania y el conflicto entre Israel y Palestina.
Las matanzas de civiles y la destrucción de ciudades y pueblos, en particular por parte de Israel y Rusia, son devastadoras y continúan sin cesar, incluso a través de las Naciones Unidas y sus organismos humanitarios. La Corte Penal Internacional y los expertos en derechos humanos de la ONU han pedido reiteradamente al Consejo de Seguridad que actúe. En estos casos, las relaciones adversas entre Estados Unidos y Rusia les impidieron alcanzar soluciones para mitigar estos conflictos.
La composición del Consejo de Seguridad no refleja la dinámica mundial actual, lo que plantea interrogantes sobre su legitimidad y eficacia. Los llamamientos en favor de una reforma han sido persistentes, pero en gran medida no han sido atendidos debido a la renuencia de los actuales miembros permanentes a modificar un sistema que los beneficia.
Sólo una cuarta parte de la población mundial está representada en el Consejo de Seguridad. Bloques de países, entre ellos Estados musulmanes, naciones africanas, países sudamericanos y la India, con más de 1.300 millones de habitantes, no están representados en el CS.
Limitaciones del mantenimiento de la paz
Las misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas suelen ser criticadas por sus mandatos y recursos limitados. Las fuerzas de paz suelen desplegarse en zonas donde no hay paz que mantener, como Chipre, Kosovo y el Sáhara Occidental. Por lo general, no están adecuadamente equipadas ni tienen autoridad para emprender operaciones violentas.
Esta limitación es claramente evidente en regiones asoladas por el terrorismo y el extremismo violento, como la región del Sahel en África, la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, donde las fuerzas de mantenimiento de la paz luchan por estabilizar las situaciones sin el apoyo adecuado de las naciones poderosas. Además, a menudo hay una desconexión entre los mandatos de las Naciones Unidas y las realidades locales, lo que complica las iniciativas de mantenimiento de la paz.
Es posible que las fuerzas de paz no estén adecuadamente capacitadas o preparadas para manejar dinámicas regionales complejas, lo que lleva a intervenciones ineficaces.
Falta de mecanismos de cumplimiento
Las Naciones Unidas carecen a menudo de mecanismos eficaces para hacer cumplir sus resoluciones. Si bien el Consejo de Seguridad puede, en teoría, imponer sanciones o autorizar acciones militares, el poder de veto y las consideraciones políticas impiden con frecuencia la adopción de medidas decisivas. Esto permite que los países que cometen crímenes contra la humanidad o que participan en crímenes de guerra puedan escapar impunemente a cualquier medida punitiva, incluso cuando las impone el Consejo de Seguridad.
Los intereses nacionales por encima de la paz mundial
Los intereses de los Estados miembros poderosos suelen anteponerse a los objetivos colectivos de seguridad global. Las principales naciones exportadoras de armas también son miembros permanentes del Consejo de Seguridad, lo que crea conflictos de intereses que socavan los esfuerzos por resolver las disputas en las que esas naciones tienen intereses estratégicos.
Esto es muy evidente en las guerras entre Israel y Hamás y entre Rusia y Ucrania, en las que Estados Unidos, en particular, está brindando un apoyo militar masivo. En este contexto, las rivalidades geopolíticas entre las principales potencias impiden el consenso sobre cuestiones críticas. Por ejemplo, China y Rusia suelen alinearse contra los países occidentales en diversos asuntos internacionales, lo que conduce a un estancamiento en la resolución eficaz de los conflictos.
Ineficiencias burocráticas de Naciones Unidas
La lentitud de los procesos burocráticos y la mala gestión suelen obstaculizar las operaciones de las Naciones Unidas. Estas ineficiencias pueden retrasar la ayuda humanitaria crítica y otras intervenciones necesarias para mantener la paz. Para abordar estas cuestiones se necesitarían reformas sustanciales, en particular en el Consejo de Seguridad, junto con un compromiso de los Estados miembros de dar prioridad a la paz mundial por encima de los intereses nacionales.
Reformas que pueden mejorar la eficacia de las operaciones de las Naciones Unidas
Sin embargo, dadas las insuperables dificultades que supone emprender reformas integrales de la ONU, todavía es posible reformar el Consejo de Seguridad para mejorar su eficacia en el mantenimiento de la paz mundial, lo que supone abordar varias cuestiones clave. A continuación, se presentan varias reformas viables que podrían rectificar algunos de los problemas.
Las propuestas de reforma incluyen limitar el uso del veto, en particular en casos de atrocidades masivas o violaciones del derecho internacional. Esto podría incluir exigir una supermayoría para que el veto sea efectivo o exigir que se celebren debates en la Asamblea General después de un veto.
Representación de naciones
Es fundamental garantizar el equilibrio geográfico y la representación de diversas culturas y civilizaciones, lo que podría implicar la creación de escaños regionales que rotaran entre los países de una región, mejorando así la representación sin aumentar significativamente el número de escaños permanentes.
Fortalecimiento del papel de la Asamblea General
El fortalecimiento del papel de la Asamblea General en cuestiones de paz y seguridad podría contrarrestar la parálisis del Consejo de Seguridad. Iniciativas como la resolución “Unidos por la paz” permiten a la Asamblea General actuar cuando el Consejo de Seguridad se encuentra en un punto muerto. Habida cuenta de los diferentes intereses nacionales y las consideraciones geopolíticas, todavía se puede lograr un consenso sin comprometer necesariamente los intereses nacionales.
Reformas que no implican enmiendas
La reinterpretación de las disposiciones vigentes de la Carta de las Naciones Unidas puede permitir respuestas más flexibles a las crisis mundiales sin necesidad de modificaciones formales. Esas reformas podrían facultar a otros órganos de las Naciones Unidas para actuar cuando el Consejo de Seguridad no pueda hacerlo.
Equilibrar la dinámica del poder
Para ampliar el número de miembros y al mismo tiempo gestionar el poder de veto es necesario negociar cuidadosamente para garantizar que los nuevos miembros no agraven la situación de estancamiento. También existe la preocupación de mantener la eficacia del consejo con un mayor número de miembros.
Ampliación de la membresía
La ampliación del número de miembros permanentes y no permanentes es una reforma ampliamente debatida. Esta ampliación podría incluir la incorporación de nuevos miembros permanentes sin poder de veto, como países de regiones subrepresentadas como África, América Latina y Asia. Los países del G4 (Brasil, Alemania, India y Japón) y los países africanos han sido candidatos destacados para ocupar puestos permanentes.
Aunque existe un amplio consenso sobre la necesidad de reformar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para lograrlo es necesario poner a prueba escenarios geopolíticos multifacéticos y equilibrar diversos intereses nacionales. Dicho esto, los cambios graduales, especialmente aquellos que no requieren modificaciones formales de la Carta de las Naciones Unidas, pueden ofrecer un camino viable para avanzar.
Si el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no adopta algunas de estas reformas, la ONU prácticamente dejará de ser útil, especialmente en el área de resolución de conflictos, donde la horrible muerte y destrucción que ocurren diariamente en todo el mundo dan testimonio de sus lamentables fracasos.