La falacia del vacío de poder
A cinco años del Golpe de Estado, Julio Peñaloza cuenta la historia y explica por qué fue inconstitucional la presidencia de Jeanine Áñez.
La primera presidenta de Bolivia, Lidia Gueiler Tejada, llegó al cargo por sucesión constitucional. Era presidenta de la Cámara de Diputados. Gracias a la resistencia popular contra el golpista y responsable de la masacre de Todos Santos (noviembre, 1979), Gral. Alberto Natusch Busch, quien había sido ministro de Asuntos Campesinos y Agropecuarios de la dictadura del Gral. Hugo Banzer Suárez (1971-1978), Gueiler asumió el gobierno de Bolivia luego de una dilatada trayectoria: primero en el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), más tarde en el Partido Revolucionario de Izquierda Nacional (PRIN) de Juan Lechín Oquendo, para luego volver a su casa de origen, a la que había representado en el apogeo de la revolución nacional de los 50 como diputada nacional. También fue representante diplomática en Alemania, lo que completa una carrera pública caracterizada por la militancia, la lucha política y la responsabilidad pública.
La segunda presidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, hizo carrera política luego de hacerse conocida como presentadora de televisión en su natal Trinidad (Totalvisión). Haber sido asambleísta constituyente representando a Poder Democrático y Social (PODEMOS), liderizado por el delfín del dictador Banzer, Jorge «Tuto» Quiroga, marca el inicio de una vida pública (2006) vinculada a la actividad partidaria opositora al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), que continuó con su candidatura a Senadora por el departamento del Beni en representación de Plan Progreso para Bolivia-Convergencia Nacional (PPB-CN), encabezado por Manfred Reyes Villa (2009-2014).
En las siguientes elecciones, cuando Bolivia ya se había convertido en Estado Plurinacional, Áñez continuó en la actividad parlamentaria como Senadora, esta vez (2015-2020) en representación de Unidad Demócrata (UD), coalición electoral encabezada por el entonces gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas (Movimiento Demócrata Social MDS, «demócratas» o «verdes»), y el empresario Samuel Doria Medina (Unidad Nacional UN).
En su condición de Senadora por el Beni, Áñez ejercía la segunda vicepresidencia de la Cámara de Senadores, cargo que le corresponde a la minoría parlamentaria. Su perfil político se fue labrando en función de una rabiosa retórica cargada de adjetivos y odio contra Evo Morales y el Movimiento al Socialismo (MAS). A diferencia de Lidia Gueiler, que militó en el partido de la revolución del 52, Áñez circuló en reductos desde los que se había edificado un sistema político de pactos, sustentado en un programa neoliberal que tuvo vigencia entre 1985-2005, tiempo político en que los revolucionarios del MNR de los 50-60 terminaron sellando acuerdos y sociedades políticas de distribución del poder con quienes se colaron por la puerta de la democracia a la política luego de haber encabezado dictaduras militares (1964-1982). De esta manera, tenemos como único caso en el continente a un militar como Banzer que pasó de dictador de los 70 a demócrata desde los 80.
A partir de esta cronología se puede comprender que el ala movimientista jefaturizada por Víctor Paz Estenssoro (el MNR se fragmentó en varias facciones a lo largo de su vigencia de por lo menos cuatro décadas) hizo sociedad política con líderes militares con los que gobernó en dictadura (Frente Popular Nacionalista FPN, conformado por el propio MNR, Falange Socialista Boliviana FSB y las Fuerzas Armadas) y también en democracia, participando en el golpe de Natusch Busch del 79, que generó dos centenares de muertos y 125 desaparecidos (James Dunkerley, «Rebelión en las venas», 1987) y la renuncia del mismo a los quince días de haber asaltado la presidencia de la República y utilizado efectivos militares y tanquetas en la plaza San Francisco de La Paz para acabar con las vidas de trabajadores que salieron a combatir el golpe asestado contra el Presidente Wálter Guevara Arce.
El MNR de Paz Estenssoro y Acción Democrática Nacionalista (ADN) de Banzer, fundada precisamente en 1979, sellaron en 1985 el Pacto por la Democracia, que consolidaría la dictación del Decreto Supremo 21060 con el que se regiría la política económica de Bolivia en las siguientes dos décadas. Fue el primer y único acuerdo entre partidos de la nueva era política boliviana que no supuso cuoteo de cargos o repartición de la administración del aparato público. Paz Estenssoro había respaldado al Banzer dictador (1971-1974) y el Banzer demócrata, en reciprocidad, devolvía gentilezas para apuntalar un programa diseñado desde afuera, desde el Consenso de Washington, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) tutelando la economía nacional. Diez años después, cuando Banzer ingresaba a la presidencia en democracia, consta en archivos de prensa que el representante del FMI en Bolivia, Eliahu Kreis, participaba de las reuniones de ministros en el gobierno «democrático» del ex dictador (1997-2001).
En síntesis, la política boliviana con el tutelaje e injerencia de los Estados Unidos y los organismos crediticios multilaterales estuvo marcada por la influencia ejercida por Paz Estenssoro-Banzer desde la Revolución de 1952 hasta 2001, cuando el exdictador reciclado a demócrata falleció por cáncer y generó la sucesión constitucional de Jorge «Tuto» Quiroga, quien luego de militar en ADN terminó fundando su propia agrupación, Poder Democrático y Social (PODEMOS), de la que formaría parte Jeanine Áñez, quien en 2006 como asambleísta constituyente trabajó incesantemente por evitar la consolidación de un proyecto que conducía a la puesta en vigencia de una nueva Constitución Política del Estado promovida por el MAS y las organizaciones sociales que en primer lugar fundaron el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP), finalmente aprobada a través del voto popular a principios del año 2009 y que dio lugar a que Bolivia adoptara la nueva cualidad de Estado Plurinacional con la incorporación y reconocimiento de derechos ciudadanos a las naciones y pueblos indígena originario campesinos.
Jeanine Áñez es políticamente el producto de lo que Carlos Montenegro llamaría la antinación («Nacionalismo y coloniaje», 1944), caracterizada por la sumisión y el entreguismo a la geopolítica imperial de los Estados Unidos, y es por ello mismo declarada enemiga ideológica de Evo Morales y el Movimiento al Socialismo-Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) que hasta 2019 ya llevaba gobernando durante tres lustros consecutivos y había desmontado el aparato de poder de la democracia de pactos partidarios y el neoliberalismo.
De los 90 presidentes que Bolivia ha tenido desde su fundación en 1825, solamente dos han sido presidentas: Lidia Gueiler Tejada (1979-1980) por sucesión constitucional y, 39 años después, Jeanine Áñez (2019-2020) a través de una sucesión inconstitucional que en términos clásicos se llama Golpe de Estado y que tanto ella, como todos quienes fueron parte del derrocamiento del presidente Evo Morales, niegan terminantemente, argumentando que ante un fraude electoral perpetrado en favor de la candidatura oficialista del MAS-IPSP, lo que correspondía era una sucesión transitoria que abriera las puertas hacia un nuevo proceso electoral que debía llamarse en un máximo de noventa días, pero que finalmente se dilató durante once meses y 25 días.
Para que Jeanine Áñez llegara a la Presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia se violó el artículo 169 de la Constitución Política del Estado que dice expresamente: «En caso de impedimento o ausencia definitiva de la Presidenta o del Presidente del Estado, será reemplazada o reemplazado en el cargo por la Vicepresidenta o el Vicepresidente y, a falta de ésta o éste, por la Presidenta o el Presidente del Senado, y a falta de ésta o éste por la Presidente o el Presidente de la Cámara de Diputados. En este último caso, se convocarán nuevas elecciones en el plazo máximo de noventa días. II. En caso de ausencia temporal, asumirá la Presidencia del Estado quien ejerza la Vicepresidencia, por un periodo que no podrá exceder los noventa días.»
A partir de esta disposición constitucional, Áñez no tenía posibilidades de acceso legal a la presidencia debido a que era la segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores en representación de la minoría parlamentaria y esto queda terminantemente confirmado con el artículo 35 del Reglamento de la misma Cámara Alta: «Composición y Elección de la Directiva Camaral. Para cada legislatura, la Cámara elegirá de entre sus miembros una Directiva, conformada por un presidente Electivo, dos Vicepresidentes y tres Secretarios. Esta elección se realizará en votación secreta y por mayoría absoluta de los presentes. La directiva así constituida durará en sus funciones un año y se reunirá obligatoriamente por lo menos cada quince días para conocer, coordinar y resolver los asuntos de régimen interno de la Cámara […] Para asegurar la participación y pluralidad política, la Directiva de la Cámara estará conformada, mínimamente, por dos miembros del Bloque de la Minoría Camaral. El Presidente, el Primer Vicepresidente, el Primer y Tercer Secretario corresponderán al Bloque de Mayoría; el Segundo Vicepresidente y el Segundo Secretario al Bloque de la Minoría.»
Correspondía entonces que ante la renuncia de Adriana Salvatierra a la presidencia del Senado se eligiera una nueva directiva, para que de ella surgiera constitucional y reglamentariamente el presidente o presidenta que sustituiría en la presidencia a Evo Morales. Eso nunca sucedió. No se instaló la que debía ser ineludible sesión para tratar las renuncias del propio Morales, del Vicepresidente Álvaro García Linera y de la también renunciante Salvatierra, y se procedió en una irregular sesión que no contaba con el quorum correspondiente a elegir, sin la participación de los senadores de la bancada mayoritaria, la del MAS-IPSP, a Jeanine Áñez como presidenta del Senado y de inmediato a «designarla» presidenta del Estado, cargo que asumió en un salón del Palacio Quemado, recibiendo la banda presidencial de un oficial de las Fuerzas Armadas. Ni siquiera se había intentado cuidar las formas protocolares que exige el Ceremonial del Estado: los presidentes democráticamente elegidos habían jurado desde 1982 (Hernán Siles Zuazo) en el hemiciclo del antiguo edificio del Congreso Nacional.
Un segundo argumento con el que los golpistas a la cabeza de Áñez han querido justificar la toma de facto de la presidencia del Estado es que se producía un vacío de poder debido a que Evo Morales había renunciado, lo mismo que el Vicepresidente Álvaro García Linera y que por instrucciones del mismo Evo, obraron de la misma manera Adriana Salvatierra, presidenta del Senado (también lo hizo Rubén Medinacelli, primer Vicepresidente), y Víctor Borda, presidente de Diputados, quien había sido amenazado y la casa de su hermano en Potosí había sido incendiada por agitadores del Comité Cívico a la cabeza de Marco Pumari, que fueron parte de las movilizaciones empeñadas en la defenestración del Presidente Constitucional. El criterio de Evo estaba basado, precisamente, en la idea de que los golpistas «se quedaran con su golpe».
Debido a ese supuesto vacío de poder, el servicial abogado de «Tuto» Quiroga, Luis Vásquez Villamor, recordado por haber expulsado a Evo Morales de la Cámara de Diputados en su condición de Presidente (2002), inventó la figura de la sucesión ipso facto valiéndose de un comunicado de prensa emitido por el Tribunal Constitucional que, como bien afirmó oportunamente el Magistrado Petronilo Flores, «no tiene valor legal y no es vinculante». El comunicado con el que se «habilitó» la presidencia de Áñez pretendía sustentarse en la jurisprudencia de la Declaración Constitucional 0003/01 del 31 de julio de 2001 con la que Jorge «Tuto» Quiroga sucedió constitucionalmente al fallecido Gral. Hugo Banzer Suárez.
Para quienes no están informados o solamente suelen leer los titulares de las noticias debe quedar claro que no hubo vacío de poder en Bolivia entre el 10 y 12 de noviembre de 2019 debido a que la Presidenta en ejercicio de la Cámara de Diputados, Susana Rivero, que sucedió al renunciante Víctor Borda, decidió permanecer en el cargo como presidenta en ejercicio a pesar de la instrucción terminante de Evo. Rivero consideraba que con su presencia era necesario tener el argumento para rebatir con los hechos la versión-pretexto del vacío de poder con la que se iba a tomar la presidencia por la fuerza, omitiendo la Constitución y el procedimiento camaral para la recomposición de las directivas de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Acerca de estos hechos, la Red Compañera Mundo, entre otros medios de comunicación, publicó la siguiente noticia en marzo de 2021:
La Paz, 26 de marzo de 2021 (RC). – El presidente del Estado, Luis Arce, indicó la mañana de este viernes que fue un error el haber reconocido que el gobierno de Jeanine Áñez era constitucional y que desconocía las normas de cómo tendría que haber sucedido y sostuvo que Susana Rivero del MAS debió asumir la presidencia interina […] «A mí particularmente, como a muchos, nos han hecho creer que era un gobierno constitucional […]. No soy todólogo, entonces puedo cometer errores, no tengo ningún problema en reconocer que nos podemos equivocar en dar alguna precisión, que tal vez a insistencia de los propios periodistas, porque yo di mi respuesta muy clara esa noche, está en los videos que lo demuestran así», argumentó Arce.
Arce explicó que junto a juristas, especialistas y constitucionalistas evaluó aspectos que «no había tomado en consideración», como «el reglamento de debates de la Cámara de Diputados que se debería haber optado (utilizado) para la designación de quien debería haber sido el ‘sucesor’ dada la renuncia del presidente (presidenta) del senado».
«Yo no conocía ese reglamento, no conocía esas normativas como muchos de los bolivianos; y nos damos cuenta de que debería haber presidido la hermana Susana Rivero, que estaba en la Cámara de Diputados. Y cosas así que cuestionan profundamente lo que hasta ese momento los medios de comunicación nos habían informado», agregó.
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Entre el miércoles 13 y el jueves 14 de noviembre, cuando Áñez ya se había autoproclamado presidenta y se había instalado en el despacho del antiguo palacio de gobierno, cumpliendo con su anuncio televisivo (Unitel) del domingo 10 hacia el final de la tarde desde Trinidad, un poco después de que Evo Morales hiciera pública su renuncia, la presidenta en ejercicio de la Cámara de Diputados, Susana Rivero (1), conforme al reglamento correspondiente, dirigió y concretó la recomposición de la directiva con Sergio Choque elegido como Presidente y había sucedido lo mismo con la Cámara de Senadores, en la que Eva Copa asumió la presidencia. En los dos casos, luego de vulnerarse la Constitución y los reglamentos parlamentarios para consumar la autoproclamación presidencial de Jeanine Áñez, se cumplía con lo estipulado reglamentariamente: los presidentes de ambas cámaras surgían de las bancadas mayoritarias del MAS-IPSP que se vieron obligadas a lidiar con el gobierno de Áñez durante casi todo el año 2020. En determinado momento corrió la versión de que el gobierno de facto tenía pensado cerrar la Asamblea Legislativa Plurinacional. El vicecanciller, Manuel Suárez Ávila, le dijo categóricamente a este periodista: «Jamás haríamos algo así».
- Susana Rivero formalizó su renuncia a la directiva de la Cámara de Diputados como Vicepresidenta el 20 de noviembre de 2019 y renunció a su diputación el 06 de enero de 2020, aduciendo que no continuaría en el cargo durante la gestión de un gobierno golpista. A través de la ley Nº 1270 del 20 de enero de 2020 se promulgó la “Ley excepcional de prórroga del mandato constitucional de autoridades electas hasta la posesión de nuevas autoridades para el período 2020 – 2025”. De esta manera, senadores y diputados que debían concluir sus mandatos el 22 de enero de 2020, fueron prorrogados en sus cargos hasta noviembre de 2020 cuando se produjo la posesión de nuevas autoridades democráticamente elegidas, producto de los comicios realizados el 18 de octubre.