Saturday 25 Jan 2025 | Actualizado a 16:55 PM

La bendición católica del golpe de 2019

/ 23 de noviembre de 2024 / 22:02

Una crónica sobre cómo la Conferencia Episcopal Boliviana y políticos opositores facilitaron la asunción de Jeanine Áñez.

¿Quién convenció a Jeanine Áñez para que no se le pasara por la cabeza que su temeraria decisión de asumir la presidencia del Estado no tendría consecuencias jurídico legales? ¿Quién le hizo creer que su llegada al Palacio Quemado no le acarrearía con el transcurso del tiempo las consecuencias que hoy está sufriendo? Hay dos posibles respuestas: 1) Una sola persona con enorme capacidad persuasiva le aseguró que estaba en la línea de la sucesión constitucional, cosa que ella, como Senadora, tenía que saber que no era cierta. Esa misma persona pudo convencerla que con el comunicado de prensa respaldado por la Declaración Constitucional 0003/01 del 31 de julio de 2001 que viabilizó legalmente la sucesión de Jorge “Tuto” Quiroga al Gral. Hugo Banzer Suárez, se tenía la jurisprudencia necesaria. 2) Un conjunto de actores políticos tenía claro que la segunda vicepresidencia del Senado ejercida por Áñez la situaba como la posibilidad “más cercana” a la legalidad para asumir la presidencia del Estado, como lo dijera en su momento el ex Rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Waldo Albarracín, aunque en los pasillos de la Asamblea Legislativa Plurinacional se sabía que quién se sentía en capacidad y disposición para ser presidente era su colega Oscar Ortiz. “Cercano a la legalidad” debe entenderse como ilegal.

Para que toda la estructura político partidaria opositora al gobierno del MAS-IPSP pudiera operar con éxito el derrocamiento de Evo Morales es imprescindible recordar que entre las decisiones del líder del partido de gobierno y las del Tribunal Supremo Electoral (TSE) se habían cometido dos garrafales errores, uno estratégico y el otro táctico.

El error estratégico consistió en la forzada habilitación de Evo Morales en noviembre de 2017 a través de la decisión del Tribunal Constitucional de considerar la candidatura presidencial como un “derecho humano”, decisión cuatro años después (agosto, 2021) rebatida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos con el antecedente de un referéndum realizado el 21 de febrero de 2016 en el que la ciudadanía se manifestó mayoritariamente en sentido de negar una tercera repostulación al entonces mandatario en las elecciones a escenificarse en 2019. Conclusión: Si Evo Morales decidía no forzar su candidatura presidencial las probabilidades de una conspiración golpista habrían quedado neutralizadas o por lo menos pospuestas hasta nuevo aviso.

El error táctico, ya en el desarrollo de los comicios del 20 de octubre de 2019, fue interrumpir la publicación de la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), la noche de ese mismo 20 de octubre hasta el 21 de octubre por la noche, lo que generó una rápida reacción de los observadores internacionales, especialmente los de la Organización de Estados Americanos (OEA) encabezados por el costarricense Manuel Gonzáles, quién sin ningún elemento objetivo a su disposición se atrevió a rayar la cancha para generar el clima propicio que desatara la indignación de una buena parte de la ciudadanía convencida de que estaba en marcha un fraude electoral.

Gonzáles afirmó que “la Misión de la OEA manifiesta su profunda preocupación y sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar en la tendencia de los resultados preliminares conocidos tras el cierre de las urnas”. Conclusión: “La mujer del Cesar no sólo debe ser honrada, sino que también debe parecerlo” es la mejor expresión para explicar que el conteo preliminar no oficial (TREP) a cargo del Tribunal Supremo Electoral (TSE) no debió ser interrumpido en su publicación en momento alguno, y de esa manera eludir los argumentos para que los adversarios políticos de Evo Morales y el MAS-IPSP pasaran a operar durante tres semanas –21 de octubre al 10 de noviembre de 2019—una estrategia que lograría finalmente la renuncia de Evo, no sólo a ser candidato, sino a dejar la presidencia del Estado dos meses antes de la conclusión formal de su mandato.

A Jeanine Áñez que se encontraba en Trinidad, Beni, la contactaron por celular desde una reunión celebrada en instalaciones de la Universidad Católica Boliviana de La Paz, con Monseñor Eugenio Scarpellini, Obispo de la ciudad de El Alto, como anfitrión, lo que evidencia, en primer lugar, cómo la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) había dado lugar a que la Iglesia Católica asumiera un rol político partidario en el desarrollo de la crisis política que derivaría en crisis de Estado. Fue a partir de ese llamado que se consumó la decisión de quién llegaría a suceder en el cargo a Evo Morales. A Scarpellini lo acompañaron en dichas oportunidades, el líder de la CEB, Aurelio Pesoa; el Obispo Auxiliar de El Alto, Giovani Arana; el Secretario Adjunto, José Fuentes, y Juan Carlos Núñez de la Fundación Jubileo, quienes posteriormente serían recibidos por Áñez en el despacho de la Presidencia del Senado, cuando todavía ni siquiera se había producido la puesta en escena de su doble “autoproclamación” como Presidenta de la Cámara Alta y Presidenta del Estado.

Utilizo a continuación la información acerca de las reuniones realizadas en la Universidad Católica para graficar roles y responsabilidades de quienes convirtieron una sala de reuniones de un recinto académico en una sala de guerra política para definir el destino de las elecciones del 20 de octubre que finalmente serían anuladas y objeto de una auditoría a cargo de expertos enviados por la Organización de Estados Americanos (OEA), procedimiento aceptado por Evo Morales y operativizado por sus entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Diego Pari y de Justicia, Héctor Arce Zaconeta.

Los operadores políticos que propiciaron la asunción de Áñez a la Presidencia de Bolivia les comunicaron a tres representantes del Movimiento al Socialismo (MAS) que estuvieron presentes en las reuniones de la Católica –la Presidenta del Senado, Adriana Salvatierra; la Presidenta en ejercicio de la Cámara de Diputados, Susana Rivero; y la directora de la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF), Teresa Morales—que prácticamente las decisiones habían sido tomadas, y que con la venia o no del MAS-IPSP serían ejecutadas.

En honor a la verdad es absolutamente falso como declararan en marzo de 2021 representantes de la Iglesia Católica, que lo que allí se había decidido fue en concertación con las representantes masistas en dichas reuniones en las que el embajador de la Unión Europea (UE), León de la Torre, jugó un papel de coordinador trasladándolas desde la residencia de la Embajada de México donde se encontraban refugiadas, hasta la Universidad Católica.

 Debido a que Salvatierra, Rivero y Morales estuvieron en esas decisivas reuniones, posteriormente el país tuvo la posibilidad de acceder a la información de cómo jugaron sus cartas todos los golpistas que se dieron cita para definir qué sucedería con el país y con el supuesto “fraude electoral” que estaba por terminar con el gobierno del MAS-IPSP.

Las reuniones realizadas en la Universidad Católica Boliviana (UCB) entre el 10 y el 12 de noviembre fueron decisivas para que a continuación se consumara la imposición de la banda presidencial a Jeanine Áñez. Conviene detallar el quién es quién de dichas reuniones para dejar registrado que todos los actores allí reunidos para ejecutar el derrocamiento de Evo Morales tienen como denominador común el haber formado parte o tener alguna relación con candidaturas y partidos gubernamentales que fueron parte de la llamada democracia pactada vigente en Bolivia entre 1985 y 2005 y con políticos y militares producto de las dictaduras de los 60 y 70.

Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz no estuvo en las reuniones de la Católica, pero envío a su abogado de confianza Jerjes Justiniano (hijo), quién fungió de moderador de las discusiones. Camacho tuvo una objetiva actuación político militar callejera durante los 21 días en que se paralizó el país, a través de la movilización de activistas en Santa Cruz de la Sierra que bloquearon calles y avenidas, y suspendieron actividades laborales con el objetivo de buscar la renuncia a la presidencia de Evo Morales. Camacho es hijo de José Luis “Papi” Camacho, quién había sido en los años 90, presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), pero 20 años antes participó en el golpe de Estado que hizo dictador al entonces Cnl. Hugo Banzer Suárez.

Por confesión registrada en celulares a gente de su confianza (27 de diciembre de 2019) y que luego saltó a las redes sociodigitales y a los medios de comunicación, Camacho que llevó una carta hasta la Casa Grande del Pueblo pidiendo la renuncia de Morales en el momento de mayor tensión, días previos al derrocamiento, dijo en tal oportunidad que fue su padre el que convenció a policías y militares para ponerse de su lado con el fin de que la conspiración alcanzara los resultados previstos. En otro libro (“Democracia interrumpida, gobierno de facto y crisis de Estado en Bolivia”, dos ediciones, 2021 y 2024) este periodista ha escrito que Camacho se erigió en el macho alfa del golpe de Estado encabezando bloqueos, marchas y cabildos alrededor del Cristo Redentor de la avenida Banzer (hoy Monseñor Rivero) y que con la estrategia de la llamada “Revolución de colores” basada en la combinación estratégica del activísimo en las redes y la agitación callejera logró consolidar la caída del MAS.

Jerjes Justiniano, que representaba a Camacho en las reuniones de la Católica, fue nombrado por la presidenta Áñez, Ministro de la Presidencia, cargo al que se vio obligado a renunciar a los veinte días de haber asumido, (02 de diciembre de 2019) por su involucramiento en el caso “La Manada”, en el que había asumido defensa de uno de los cinco autores de un caso de violación grupal contra una joven de 18 años en Santa Cruz de la Sierra y en el que quiso gravitar haciendo uso de su flamante poder político.

Carlos Mesa Gisbert, candidato presidencial por Comunidad Ciudadana (CC) podría considerarse como un perjudicado por el golpe de Estado, debido a que la anulación de los comicios del 20 de octubre, impidió como en principio se pensaba, llegar a una segunda vuelta en el entendido de que Evo Morales como primero en las preferencias no habría logrado la diferencia mínima del 10 por ciento sobre su inmediato seguidor para obtener el triunfo en primera vuelta. Si en lugar de anular dichos comicios se pensaba en la imposición de una segunda vuelta, Mesa tenía altas probabilidades de conseguir el triunfo, considerando que Morales no superaba el 50 por ciento de los votos (habría logrado el 47 por ciento) como lo consiguió en todos los procesos electorales en los que triunfó desde 2005.

En una inocultable fijación contra el MAS-IPSP, Mesa declaro en el momento más caliente de la crisis que ningún parlamentario del partido de gobierno debía sustituir a Morales en un explícito desconocimiento a la Constitución que señala que en la sucesión presidencial, el elegido o elegida debe surgir de la bancada mayoritaria como lo disponen la propia Constitución a partir de su artículo 169 y de los reglamentos camarales.

Más tarde, cuando Jeanine Áñez decidió pasar de presidenta transitoria a candidata presidencial (enero de 2020), Mesa dijo que esa candidatura impediría a Áñez ser una buena presidenta. Al respecto la ex presidenta declaró el 4 de junio de 2021 ante una Comisión de Fiscales en el juicio “Golpe de Estado 2”: “Jeanine Áñez acaba de vincular a Carlos Mesa con su sucesión y develar que éste impidió que Adriana Salvatierra u otros senadores del MAS asuman el poder en noviembre de 2019. Entonces, el expresidente se convirtió en el factor clave de la transición” (diario La Razón).

Mesa, ex vicepresidente y sucesor en la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003 estuvo acompañado por Carlos Alarcón y Ricardo Paz en las reuniones de la Católica. Alarcón había sido candidato vicepresidencial para las elecciones de 2002 haciendo binomio con el abogado René Blattmann, ministro de Justicia de Sánchez de Lozada (1993 – 1997) en representación del Movimiento Ciudadano para el Cambio, obteniendo el décimo lugar con el 0.63 por ciento de los votos, en tanto que Ricardo Paz formó parte de la cúpula de Conciencia de Patria (CONDEPA), fundada por el comunicador y músico Carlos Palenque Avilés en 1988, partido que dejó de existir el año 2002.

Otro ex vicepresidente, y también sucesor presidencial, Jorge “Tuto” Quiroga”, se constituyó sin representación formal alguna, en articulador de la salida de Evo Morales del gobierno y del país. Su larga relación con la Embajada de los Estados Unidos y su coordinación con el entonces Comandante de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB), Gral. Gonzalo Terceros, fueron determinantes durante los días en que el golpe fue consumado. Quiroga tenía claro que si Evo permanecía en el país, la situación podía agravarse hasta niveles incontrolables de violencia, por lo que fue el primer interesado en facilitar el exilio del Presidente renunciante junto al Vicepresidente Álvaro García Linera y a la Ministra de Salud, Gabriela Montaño. En la actualidad, Quiroga tacha de cobarde a Morales por haber “huido del país”.

“Tuto” Quiroga que le abrió la puerta a Jeanine Áñez en 2006 para que fuera asambleísta de la Constituyente en representación de su agrupación ciudadana, Poder Democrático y Social (PODEMOS) fue nombrado representante internacional del gobierno de Áñez para explicar fuera del país, en la OEA, en el Mercosur y ante medios de comunicación internacionales, lo acontecido en octubre-noviembre de 2019,cargo al que renunció el 08 de enero de 2020. Más adelante, Quiroga consideraría su candidatura presidencial para las elecciones de octubre de 2020, de la que finalmente se bajó porque los números le eran adversos: Según una encuesta llegaba apenas a un uno por ciento de las preferencias ciudadanas.

El que fuera vicepresidente del Gral. Banzer, jugó un papel fundamental para el éxito de la conspiración civil, eclesial, militar y policial contra el gobierno del MAS-IPSP. “Tuto” Quiroga concurrió a las reuniones de la Universidad Católica junto a su mano derecha, el abogado Luis Vásquez Villamor que había sido el primer Alcalde de la ciudad de El Alto por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) elegido por voto popular en 1987, y que más adelante ocuparía el Ministerio de Justicia (2001) y la presidencia de la Cámara de Diputados (2002) que a 17 años de haber tramado y ejecutado la expulsión del diputado Evo Morales de la Cámara, se encontraba con la posibilidad de volver a expulsarlo, esta vez de la Presidencia del Estado. Vásquez es el estratega de la figura del ipso facto para que Áñez se hiciera presidenta del Estado.

Samuel Doria Medina es el “metepata” al que se le salió lo del “Plan B” en tono de advertencia dirigido a Salvatierra, Rivero y Morales en una de las reuniones realizadas en la Universidad Católica, poniendo en evidencia que ya todo estaba cocinado para que Jeanine Áñez asumiera la presidencia. Empresario cementero hasta hace algunos años y ahora inmobiliario y agente autorizado de una transnacional de trash food, Doria Medina ha jugado un papel bastante más notorio del que le otorgan los medios de comunicación con respecto de su actuación para el derrocamiento de Evo Morales. Para quienes no lo saben, fue el ahora propietario del rascacielos más alto de La Paz, el Greentower, quién invitó a participar en política a Arturo Murillo en su partido Unidad Nacional (UN), al que años más tarde apodaría el “Bolas” y que sería el Ministro de Gobierno, dueño y señor del poder durante la presidencia de Áñez.

Fue el mismo Doria Medina que sello acuerdo seguramente con la mediación de Oscar Ortíz, la alianza con el Movimiento Demócrata Social (MDS) del gobernador Rubén Costas. No será casual por ello, que Doria Medina hiciera nombrar en la Vicecancillería a quién ese momento era uno de sus asesores, Manuel Suárez Ávila, que en realidad fue puesto allí para, a través de encuestas coordinadas con el propietaro del diario Página Siete, Raúl Garafulic Lehm,medir la popularidad de Áñez con el objetivo de hacerla candidata presidencial. “¿Y si fuera ella?” era la pregunta que surgió de Doria Medina y sus cercanos, Murillo y Ortiz, autores operativos en la Asamblea Legislativa Plurinacional de la autoproclamación de Áñez primero como presidenta del Senado y pocos minutos después como presidenta del Estado.

Samuel Doria Medina fue anunciado como candidato a la Vicepresidencia del Estado, cuando Jeanine Áñez pasó de presidenta que debía permanecer en el cargo transitoriamente durante tres meses, a candidata presidencial. En 2021 muy suelto de cuerpo declaró públicamente: “Yo no estuve en el gobierno de Jeanine Áñez”.

A las decisiones tomadas en la Universidad Católica Boliviana le siguieron las acciones desarrolladas en la Asamblea Legislativa Plurinacional en la que los senadores Oscar Ortiz y Arturo Murillo comandaron un operativo en el que primero se impidió el ingreso de los asambleístas del MAS-IPSP y luego, cuando los cordones de seguridad conformados por “pititas” (1), policías y militares lograron evitar que las mismas Adriana Salvatierra, presidenta del Senado y Susana Rivero, presidenta en ejercicio de Diputados, pudieran pasar del edificio que fuera propiedad del Banco Minero en el que se encuentran comisiones parlamentarias, (calle Comercio esquina Colón) a la Asamblea Legislativa. En un forcejeo con efectivos militares, Rivero evitó que uniformados del Ejército se llevaran detenida a Salvatierra, mientras en esos momentos se preparaba la “posesión” de Añez como Presidenta: No hay imágenes de medios y redes sociales acerca de este incidente.

El que fuera senador potosino por el Movimiento de Organizaciones Populares (MOP), Edwin Rodríguez contó en el programa radiofónico “Al límite” de radio Illimani-Patria Nueva (20 de marzo de 2021) que había quedado abierta la posibilidad para que el 12 de noviembre de 2019, a través de un acuerdo con la mayoritaria bancada del MAS-IPSP pudiera asumir la presidencia del Senado y de ese modo dar paso a la sucesión constitucional una vez renunciados Evo Morales, Álvaro García Linera, Adriana Salvatierra y Víctor Borda. Se debe recordar que Rodríguez era candidato vicepresidencial formando binomio con Oscar Ortiz por la alianza Bolivia dice No, y este decidió renunciar a la misma, convencido de que para ganarle a Evo era necesaria la unidad a través de una sola candidatura. Con la agilidad que exigía el momento, se hicieron los trámites para habilitar como senadora a Reyna Isabel Villca Huayllani, suplente de Rodríguez, quién en su momento le pidiera al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump que invadiera Bolivia. La indebida inhabilitación de Rodríguez le impidió el ingreso en la Asamblea Legislativa, lo mismo que había sucedido con senadores y diputados del MAS-IPSP.

En uno de los pasillos de la Asamblea Legislativa Plurinacional, Aldo Camacho, responsable de Comunicación del Senado tuvo la templanza para encarar al Senador Arturo Murillo, al que le dijo que lo que estaban a punto de consumar era ilegal. Murillo respondió terminantemente: “Sabemos que es ilegal, pero tenemos el apoyo de la calle”.

Ruta crítica a las elecciones presidenciales 2025

El politólogo y expresidente del Tribunal Supremo Electoral, José Luis Exeni, mapea el camino que recorrerá el país para llegar a la cita con las urnas el próximo agosto.

/ 18 de enero de 2025 / 21:33

El camino hacia las elecciones presidenciales de 2025 en Bolivia está cargado de innumerables desafíos y controversias; cuándo no. El proceso se da nuevamente en un escenario de polarización, agravado ahora por una crisis económica y desconfianza institucional. Además, la cita con las urnas tiene lugar en el año del Bicentenario, lo que añade un toque de drama histórico a la ocasión.

El resultado de estos comicios no solo definirá al próximo gobierno, sino que también pondrá a prueba la capacidad del sistema electoral y la madurez democrática de Bolivia para gestionar un proceso que ya muestra signos de tensión. Las dudas sobre cómo se desarrollarán los eventos está en el centro de la atención pública, con cada ciudadano afinando su pálpito.

Para profundizar en esta temática, Animal Político, de La Razón, conversó con José Luis Exeni. El politólogo, comunicador y expresidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), presenta una visión crítica y detallada de los principales hitos y desafíos de de este camino hacia el voto en el cual ya está el país.

Ruta crítica a las elecciones

Según Exeni, uno de los aspectos más relevantes de este ciclo electoral es la ausencia de elecciones primarias, lo que ha modificado la temporalidad del proceso. “La convocatoria oficial a elecciones está prevista para abril, pero previamente, en febrero, deben registrarse las alianzas. Esto es crucial porque definirá si la oposición logra articular una alianza amplia o si se presenta fragmentada”, señaló.

La eliminación de las primarias no solo reduce las tensiones anticipadas, sino que también permite una mayor flexibilidad en la conformación de alianzas. Sin embargo, también genera incertidumbre, ya que la definición de candidaturas se posterga hasta mediados de mayo, dejando un corto margen para la campaña electoral oficial. Este cambio, según Exeni, “no es menor, ya que altera la dinámica del proceso y podría influir en la forma en que los partidos se preparan y movilizan”.

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Elecciones presidenciales 2025

Elecciones presidenciales 2025

Entre los hitos clave del calendario electoral, destaca la delimitación de circunscripciones. Este trabajo técnico, a cargo del Tribunal Supremo Electoral (TSE), es fundamental para garantizar una representación equitativa. “El hecho de que la ley de escaños haya sido aprobada sin mayores conflictos es una buena señal. Aunque los cambios fueron mínimos, esta aprobación permite avanzar con el proceso sin grandes contratiempos”, indicó.

Otro hito importante es la inscripción de candidaturas, programada para el 13 de mayo. “Este momento definirá el panorama electoral, ya que sabremos qué alianzas se concretaron, quiénes serán los candidatos y cuáles serán las estrategias de las distintas fuerzas políticas”, mencionó Exeni. Este punto también será crucial para resolver la incertidumbre en torno a la candidatura del expresidente Evo Morales, cuya participación está condicionada por barreras legales y la oposición de facciones dentro de su propio partido.

La fecha de votación, establecida inicialmente para el 10 de agosto, pero que podría modificarse dentro de ese mes, marca el cierre de este ciclo. En caso de que ningún candidato alcance el porcentaje necesario para ganar en primera vuelta, se realizará una segunda vuelta el 12 de octubre. “Es fundamental que el proceso se desarrolle con normalidad y que se respeten los plazos establecidos, ya que cualquier retraso podría generar tensiones adicionales y poner en riesgo la credibilidad del sistema electoral”, advirtió.

A pesar de la claridad del calendario, existen factores de incertidumbre que podrían alterar el curso del proceso. Exeni mencionó específicamente las elecciones judiciales pendientes y los posibles conflictos en torno al referéndum intradepartamental sobre límites territoriales. “Aunque estos eventos no están directamente relacionados con las elecciones generales, su resolución o falta de ella podría tener un impacto significativo en el clima político del país”, afirmó.

El experto también destacó la importancia de proteger el principio de preclusión, que garantiza que las etapas del proceso electoral no sean revisadas o repetidas. “Vulnerar este principio, como ya ocurrió en las elecciones judiciales, sería abrir un boquete al sistema electoral y generaría un riesgo enorme para la estabilidad del país”, alertó.

Contexto de crisis múltiple

Exeni describió el contexto actual con tres palabras: crisis, polarización e incertidumbre. “Enfrentamos una crisis política e institucional severa, una crisis económica con signos claros de deterioro y una polarización social que se arrastra desde 2019”, mencionó.

La crisis política e institucional se manifiesta en una creciente desconfianza hacia las principales instituciones del país, llegando inclusive al Tribunal Supremo Electoral, que en anteriores procesos gozaba de mayor credibilidad. Según Exeni, esta desconfianza se ha extendido a otros organismos como el Tribunal Constitucional Plurinacional, el poder judicial en general y las fuerzas del orden, configurando un panorama precario. “Esta pérdida de confianza mina la legitimidad del sistema y dificulta la construcción de consensos para resolver los problemas estructurales”, afirmó.

En cuanto a la crisis económica, Exeni destacó que los indicadores actuales muestran un paisaje sombrío. “Hay señales claras de inflación, escasez de combustibles y un deterioro general en la percepción económica de la ciudadanía. Esto no solo afecta el ánimo del electorado, sino que también incide directamente en las preferencias políticas”, explicó. La incertidumbre sobre el manejo de la economía durante el próximo gobierno será un tema central en el debate electoral.

Por otro lado, la polarización, lejos de ser solo un enfrentamiento discursivo, tiene profundas raíces sociales y culturales. Exeni señaló que esta división se agudizó a partir de las crisis políticas de 2019 y 2020, y se ha mantenido latente, incluso en contextos no electorales. “La fractura social entre sectores urbanos y rurales, así como entre diferentes clases sociales, complica la posibilidad de alcanzar acuerdos amplios para fortalecer el sistema democrático”, mencionó.

El politólogo resaltó que la incertidumbre es el sentimiento predominante entre la ciudadanía. “Los estudios de opinión reflejan que la mayoría de los bolivianos sienten que el futuro del país es incierto. Esta percepción afecta no solo la confianza en el proceso electoral, sino también la participación ciudadana y el compromiso cívico”, aseveró.

Así las cosas, la gestión de la crisis será determinante para garantizar un proceso electoral pacífico y con resultados que sean aceptados por todos los actores políticos y sociales.

Fragmentación en las fuerzas políticas

El panorama político boliviano está profundamente marcado por la fragmentación, tanto en el oficialismo como en la oposición. José Luis Exeni explicó que esta división interna podría configurar un escenario electoral más competitivo, pero también más incierto. “El MAS está fracturado en dos facciones principales: una liderada por el presidente Luis Arce y otra por el expresidente Evo Morales. Esta división no solo afecta la dinámica interna del partido, sino que también tiene implicaciones directas en la gestión pública y en el propio proceso electoral”, señaló.

En el caso del MAS, la falta de cohesión interna es evidente. Mientras que el sector liderado por Arce controla el aparato estatal, el grupo de Morales cuenta con una base social sólida, aunque limitada por restricciones legales que podrían impedir su participación en las elecciones. “Esta disputa interna no se resolverá fácilmente, y lo más probable es que ambas facciones terminen presentando candidatos separados, debilitando así sus posibilidades de éxito”, observó Exeni.

Por otro lado, la oposición enfrenta sus propios desafíos de fragmentación. Aunque desde hace dos décadas se habla de la necesidad de unidad para enfrentar al MAS, los líderes opositores no han logrado articular un proyecto común. “Existen múltiples aspirantes a la presidencia, cada uno con agendas y enfoques distintos, pero sin una propuesta clara que capture la imaginación de la ciudadanía”, explicó.

Entre los actores de oposición, algunos buscan posicionarse como alternativas radicales, mientras que otros intentan ocupar un espacio de centro moderado. “Esta falta de cohesión y visión unificada no solo dificulta la tarea de competir contra el MAS, sino que también contribuye al desencanto de los votantes”, comentó Exeni.

Además, la fragmentación no es únicamente ideológica, sino también territorial. Las alianzas regionales y las plataformas departamentales suelen priorizar intereses locales por encima de una visión nacional, lo que complica aún más la posibilidad de consolidar un frente opositor sólido. “Este fenómeno no es nuevo, pero en el contexto actual, con una ciudadanía marcada por la incertidumbre y el descontento, podría ser aún más perjudicial para las fuerzas políticas”, agregó.

En este complejo escenario, Exeni enfatizó que “el reto principal no es solo ganar las elecciones, sino también ofrecer una visión de futuro que permita superar la crisis y reconstruir la confianza en las instituciones democráticas”.

Riesgos de judicializar el proceso

La judicialización del proceso electoral se ha convertido en un riesgo real en Bolivia. Este fenómeno, que implica el uso de instancias judiciales para influir o alterar el desarrollo de las elecciones, amenaza con desestabilizar el sistema democrático del país. “El antecedente de las elecciones judiciales, donde decisiones del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) vulneraron principios básicos como el de preclusión, es un ejemplo claro del peligro que enfrentamos”, señaló Exeni.

El principio de preclusión, que establece que cada etapa del proceso electoral es definitiva y no debe revisarse ni repetirse, es fundamental para garantizar la integridad del sistema. Sin embargo, su violación en procesos recientes ha abierto un “boquete” en la institucionalidad electoral. “Esto genera un terreno fértil para que actores políticos o judiciales busquen manipular los resultados o interferir en la competencia electoral, lo que socava la confianza ciudadana”, advirtió el expresidente del TSE.

El TCP, en particular, ha adquirido un rol polémico. “Se ha consolidado como un ‘suprapoder’ que actúa por encima de los demás órganos del Estado, emitiendo sentencias que no solo son cuestionables, sino que también tienen el potencial de alterar las reglas del juego en pleno desarrollo del proceso electoral”, explicó. Según Exeni, este comportamiento no solo pone en riesgo la imparcialidad del sistema, sino que también introduce una peligrosa inestabilidad jurídica y política.

Uno de los mayores temores es que decisiones judiciales futuras puedan deslegitimar candidaturas o incluso anular elecciones. “El riesgo de que se utilicen amparos constitucionales o sentencias ‘a medida’ para favorecer a ciertos actores es real y podría desencadenar una crisis aún mayor”, afirmó Exeni. Este escenario sería especialmente crítico en un contexto ya marcado por la polarización y la desconfianza institucional.

Para mitigar estos riesgos, Exeni resaltó la necesidad de fortalecer la autonomía del TSE y garantizar que sus decisiones sean definitivas e inapelables, como lo establece la normativa vigente. “El TSE debe ser blindado de cualquier interferencia externa, ya sea política o judicial, para preservar la integridad del proceso”, subrayó.

Además, señaló la necesidad de un pacto político entre los principales actores, incluyendo partidos, instituciones y el propio TCP, para comprometerse a respetar las reglas del juego y evitar el uso de mecanismos judiciales como herramientas de sabotaje electoral. “Solo con un acuerdo amplio y una vigilancia ciudadana activa podremos evitar que la judicialización se convierta en un obstáculo insalvable para la democracia boliviana”, concluyó.

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Los tiempos del traspaso del poder en América Latina

Un análisis sobre las particularidades y simbolismos detrás de las transiciones presidenciales en los países de la región.

/ 18 de enero de 2025 / 21:21

Los tiempos en el traspaso de poder en la región no son idénticos en todos los países; responden, en algunos casos, a lógicas distintas, a coyunturas políticas específicas, a cambios constitucionales y/o a fechas emblemáticas. En determinadas ocasiones, se combinan varios factores.

Entre los países que cuentan con el menor tiempo de traspaso entre la gestión saliente y la entrante, se encuentra Argentina. El día estipulado para la asunción presidencial es el 10 de diciembre. Esta determinación respondió a la decisión política del Gobierno de Ricardo Alfonsín —primer presidente electo posdictadura militar—, quien asumió ese día en 1983 y resultó un hito histórico para la democracia argentina. Además, la fecha corresponde con el Día Internacional de los Derechos Humanos, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948. Esta trayectoria fue alterada, en el marco de un peculiar contexto político, cuando Néstor Kirchner asumió un 25 de mayo de 2003.

En Argentina, las elecciones se realizan a fines de octubre y, si hay segunda vuelta, acontecen aproximadamente el tercer domingo de noviembre. Si contamos la última elección presidencial de 2023, solo pasaron 20 días entre el 19 de noviembre, día en el que Javier Milei ganó el balotaje, y el 10 de diciembre, la fecha de su asunción.

Entre los países con mayor tiempo de transición entre el Gobierno saliente y el entrante, se encuentran Uruguay y México. En las últimas elecciones presidenciales realizadas en la República Oriental del Uruguay (2024), la primera vuelta fue el 27 de octubre y el balotaje, el 24 de noviembre. Históricamente, la investidura presidencial en Uruguay se lleva a cabo el 1 de marzo posterior a la elección, fecha que coincide con la primera Legislatura del país. Es decir que la transición dura más de 3 meses (o, incluso, 4) si una fuerza política gana en primera vuelta.

Otro caso similar es México. La toma de posesión en este país es el 1 de octubre (esto ocurre desde 2024). Anteriormente, la toma de posesión presidencial se llevaba a cabo el 1 de diciembre cada seis años, según lo que establecía la Constitución Política mexicana. Aunque los tiempos de transición en gobiernos del mismo signo político parecieran más cortos por una cuestión de continuidad, pasaron 4 meses desde las elecciones del 2 de junio hasta la toma de protesta de Claudia Sheinbaum el último 1 de octubre.

En países como Brasil, Colombia y Chile, el tiempo estipulado para la transición es de 48 días a 3 meses. Brasil suele llevar adelante la primera vuelta electoral el primer domingo de octubre y la segunda, al finalizar el mismo mes. La investidura presidencial en este país es el 1 de enero, según lo determinado por la Constitución de 1988.

Por su parte, en Colombia, la asunción presidencial está establecida el 7 de agosto y tiene un correlato histórico, ya que ese día se conmemora la Batalla de Boyacá. La primera vuelta se suele realizar a fines de mayo y, en caso de haber balotaje, se celebra a mediados de junio.

Chile realiza la primera vuelta electoral a mediados de noviembre, y en diciembre se celebra la eventual segunda vuelta. La investidura presidencial se lleva adelante el 11 de marzo del año siguiente a las elecciones, según la Constitución de 1980. Esta fecha ha sido una constante en la política chilena desde entonces y se ha mantenido como el día oficial para la toma de posesión de los presidentes electos.

Bolivia es un caso particular, en el cual el golpe de Estado de 2019 trastocó el calendario electoral y modificó la fecha de toma de posesión. Antes del golpe, se realizaba el 22 de enero, una fecha en la que se conmemora el día del Estado Plurinacional luego de la reforma constitucional de 2009. A causa del particular contexto político, el último presidente electo democráticamente, Luis Arce, asumió el 8 de noviembre de 2020 después de haber logrado la victoria casi un mes antes, en octubre de ese mismo año. De cara al 2025, las elecciones están pautadas para el 10 de agosto, la segunda vuelta para el 25 de octubre, y la fecha de la asunción sería el 8 de noviembre, similar a lo acontecido en 2020.

Ecuador también posee sus particularidades. De acuerdo con su Constitución, el presidente electo asume el cargo el 24 de mayo del año de la elección, y la fecha coincide con el aniversario de la Batalla de Pichincha. Sin embargo, en 2023, la toma de posesión presidencial de Daniel Noboa se llevó a cabo el 23 de noviembre debido a la anticipada salida del presidente Guillermo Lasso. En contextos normales, las elecciones presidenciales en Ecuador se realizan en febrero y en abril, la segunda vuelta (una de las temporalidades más amplias que existen entre la primera y la segunda vuelta en América Latina).

Por último, vale mencionar el caso de Perú, país que tendrá su próxima elección presidencial recién en 2026. Las elecciones están estipuladas para abril (la primera vuelta) y para principios de junio, el balotaje. La investidura presidencial suele producirse el 28 de julio, fecha que coincide con el Día de la Independencia peruana. En este caso —y a diferencia de lo ocurrido en Bolivia—, el quiebre institucional de diciembre de 2022 no ha modificado el calendario electoral. A pesar del Gobierno no democrático de Dina Boluarte, no se ha definido cambiar la fecha de la cita electoral y, por ahora, tampoco la de la asunción presidencial.

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La Ley de Imprenta cumple cien años

A un siglo de su promulgación, el autor reflexiona sobre el legado, los retos y la vigencia esta norma pilar de la democracia.

/ 18 de enero de 2025 / 21:04

La libertad de expresión, que en nuestro país está garantizada mediante la Ley de Imprenta, es un derecho innato del ser humano, que nace con su capacidad de pensar y sentir. Sin embargo, a lo largo de la historia, este derecho ha sido constantemente vulnerado por quienes detentan el poder y no toleran la disidencia. Esta situación ha generado movimientos de rebeldía y resistencia, donde las ansias de libertad y justicia han encontrado cauces para manifestarse, incluso en condiciones de opresión.

En los albores de la lucha por la libertad de expresión, se recurría al anonimato mediante pasquines que desafiaban al poder al exponer ideas y críticas. Los poderosos, para mantener el control, castigaban a los autores de estos escritos mediante procesos sumarios que terminaban en severas sanciones, incluso la ejecución pública. Sin embargo, estas acciones represivas no lograron detener el impulso de expresarse libremente, sino que sembraron la semilla de un derecho fundamental que evolucionó hasta convertirse en una garantía reconocida.

El Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Este marco internacional refuerza el compromiso de los Estados, incluyendo Bolivia, de garantizar este derecho fundamental.

En Bolivia, la Constitución Política del Estado consagra la libertad de expresión como un derecho civil y político. El numeral 5 del artículo 21 establece que los bolivianos tienen el derecho “a expresar y difundir libremente pensamientos y opiniones por cualquier medio de comunicación, de forma oral, escrita o visual, individual o colectiva”. Asimismo, el numeral 6 garantiza el acceso a la información y su interpretación, análisis y difusión. A pesar de estos derechos, su cumplimiento pleno enfrenta obstáculos, entre ellos la falta de conocimiento generalizado de las leyes.

La Ley de Imprenta de 1925

El 19 de enero de 1925, se promulgó en Bolivia la Ley de Imprenta, un instrumento normativo que marcó un hito en la defensa de la libertad de expresión y prensa. Esta ley establece principios esenciales como la publicación sin previa censura y la responsabilidad de los autores, directores y editores de los medios.

Entre sus disposiciones destacadas se encuentran:

Responsabilidad sucesiva: Los autores, directores y editores son responsables de los delitos cometidos a través de la prensa, en un orden claramente establecido.

Publicaciones clandestinas: Se consideran tales aquellas que no consignan los nombres de los responsables en sus primeras páginas, imponiéndose sanciones económicas y penales.

Secreto de la fuente: Protege la confidencialidad de las fuentes de información, penalizando su revelación sin requerimiento judicial.

Delitos de imprenta: Regula las conductas que atentan contra la Constitución, la sociedad y las personas, estableciendo sanciones para cada caso.

La libertad de expresión, aunque esencial para la democracia, no es absoluta. Los límites se establecen para proteger otros derechos fundamentales, como la honra, la privacidad y la seguridad pública. En Bolivia, la Ley de Imprenta y el Código Penal regulan estas restricciones, buscando equilibrar la libertad con la responsabilidad.

Situación actual

El último informe sobre la libertad de expresión en Bolivia pone en evidencia preocupaciones significativas que afectan a este derecho fundamental. Entre los principales problemas destacan:

En Bolivia, se han denunciado diversos actos que atentan contra la libertad de expresión, incluyendo intimidaciones, censura y hasta hechos de violencia contra periodistas. Estas situaciones reflejan un entorno hostil para el ejercicio del periodismo independiente y plantean serios retos para el fortalecimiento de la democracia.

Medios bajo influencia

Un problema estructural radica en la dependencia económica de muchos medios de comunicación frente al gobierno de turno. Este dominio se manifiesta en las siguientes vertientes principales:

Control Gubernamental: Parte significativa de los medios opera bajo la influencia del gobierno, lo que limita su capacidad para abordar temas sensibles o críticos hacia las autoridades.

Enfoque Sensacionalista: Otros medios han adoptado una línea editorial amarillista, priorizando noticias de impacto superficial que atraen a grandes audiencias pero descuidan el análisis profundo y responsable.

Medios Independientes y Éticos: Solo una minoría de periodistas y medios mantiene una práctica profesional y ética, lo que es valorado por la ciudadanía consciente que demanda información veraz y objetiva.

Esta situación deja al descubierto un debilitamiento del papel fiscalizador de los medios de comunicación, afectando la transparencia y la participación informada de la ciudadanía.

Ley de Imprenta, expresión y democracia

En el contexto actual de Bolivia, la libertad de expresión adquiere una relevancia crítica como pilar de la democracia. El país atraviesa una etapa de transición caracterizada por:

Crisis Económica y Cambios Estructurales: El modelo económico vigente enfrenta profundas tensiones que requieren un debate amplio y participativo para definir un camino sostenible hacia el futuro.

Corrupción y Seguridad Jurídica: Las últimas décadas han estado marcadas por escándalos de corrupción que han erosionado la confianza ciudadana en las instituciones y en algunos políticos, además de la ausencia de una independencia judicial y las diferentes vulneraciones a la constitución.

Ausencia de Políticas de Estado: La falta de estrategias claras en sectores clave como la energía y los recursos naturales ha debilitado el desarrollo estructural del país.

Posible Momento Constituyente: Se vislumbra un proceso constituyente que podría modificar la Constitución vigente, lo que exige un debate inclusivo y transparente.

En este panorama, la libertad de expresión no solo garantiza el acceso a información, sino que también fomenta el diálogo y la reflexión colectiva. Los medios de comunicación social, a pesar de sus limitaciones, desempeñan un rol crucial al informar, educar y promover la discusión democrática.

Desafíos y Propuestas

Para que los medios de comunicación cumplan efectivamente su función en la sociedad, es necesario:

Fortalecer la Ética Periodística: Es imperativo que periodistas y medios adopten códigos de ética que prioricen la verdad y el interés público por encima de intereses particulares.

Garantizar la Independencia Financiera: La promoción de mecanismos de financiamiento independientes podría reducir la dependencia económica de los medios frente a actores políticos o comerciales.

Fomentar la Educación Mediática: Es esencial educar a la ciudadanía para que identifique información fiable y reconozca las prácticas periodísticas éticas.

También es importante señalar que los principales medios de comunicación social son los impresos (periódicos, libros y revistas), la televisión, los medios digitales y las redes sociales, la imprenta cada vez pierde la trascendencia de tiempos pasados y se impone una nueva ley que regule  la libertad de expresión en sus nuevas versiones.

Reflexión Final

A 100 años de su promulgación, la Ley de Imprenta sigue siendo un baluarte de la democracia y la libertad en Bolivia. Este centenario nos invita a reflexionar sobre su vigencia y los desafíos que enfrenta en el contexto actual.

Es fundamental fortalecer una cultura que valore y respete la expresión libre y responsable como un pilar esencial de una sociedad justa y pluralista. Honramos así el legado de quienes lucharon por estos derechos y renovamos nuestro compromiso de defender la voz de todos los bolivianos. La libertad de expresión no es solo un derecho individual, sino una herramienta colectiva para construir un futuro más justo y equitativo.

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22 de enero, ¿qué festejamos en Bolivia?

El autor señala aspectos controversiales del Decreto Supremo 450, que establece el 22 de enero como día de la Fundación del Estado Plurinacional de Bolivia.

/ 18 de enero de 2025 / 20:39

Mediante el Decreto Supremo N° 450 de 20 de enero de 2010, se decreta el 22 de enero de cada año como el Día de la Fundación del Estado Plurinacional de Bolivia. Este día se declara feriado con la suspensión de actividades públicas y privadas a nivel nacional.

Analicemos un poco este decreto. El mismo presenta cinco considerandos previos al artículo único, que determina el feriado del 22 de enero.

El primer considerando hace referencia al artículo 67 del Decreto Supremo 21060 de 29 de agosto de 1985, en el que se establecen los días feriados como suspensión de actividades en las siguientes fechas: 1 de enero, lunes y martes de Carnaval, Viernes Santo, 1 de mayo, Corpus Christi, 6 de agosto, 1 de noviembre, 25 de diciembre, y en cada departamento la fecha de su efeméride.

El tercer considerando señala que, el 18 de diciembre de 2005, el pueblo boliviano logró un triunfo democrático histórico, dando inicio a la Revolución Democrática y Cultural en Bolivia.

El cuarto considerando indica que, el 22 de enero de 2006, Evo Morales Ayma asumió la conducción del Estado en representación de las naciones y pueblos indígena-originario-campesinos.

El quinto considerando señala que, el 22 de enero de 2010, se instituyó el Estado Plurinacional de acuerdo con la Constitución Política del Estado.

Cuestiones sobre el 22 de enero

Primer tema a discusión: La mención al Decreto Supremo 21060. Este decreto es considerado el instrumento con el cual el gobierno de Víctor Paz Estenssoro estableció la nueva política económica de Bolivia, que determinó el despido masivo de los trabajadores de las minas, conocido como «relocalización». Asimismo, este decreto liberalizaba el mercado y desregularizaba los precios. No se trata de un decreto cualquiera, sino uno de 170 artículos que establecía el marco normativo del llamado neoliberalismo. Es una mención curiosa para establecer un feriado. ¿Era necesaria esa mención? Pues, ni se modifica el decreto, solo se menciona, tal vez para recordar que aún sigue vigente en una buena parte.

Segundo tema a discusión: La Constitución Política del Estado no menciona como fecha de la institución del Estado Plurinacional el 22 de enero de 2010. En realidad, la Constitución entra en vigencia el día de su publicación en la Gaceta Oficial, la cual ocurrió el 7 de febrero de 2009. En consecuencia, si hay un día en el que se instituye la nueva Constitución y, por ende, el Estado Plurinacional, ese día es el 7 de febrero, y no el 22 de enero. La Constitución no es de un partido político, sino que es la Constitución de un Estado. Si bien se puede intentar sobre-interpretarla, burlarla o no cumplirla, es la Constitución la que ordena a todo gobierno su cumplimiento.

Historias e historias

Tercer tema a discusión: ¿Qué se pretende recordar el 22 de enero? El mismo decreto lo señala: el día de la asunción al cargo de Presidente de la República de Bolivia por Evo Morales Ayma, en tanto ese era el nombre de nuestro Estado el 22 de enero de 2006. Sobre si dejamos de ser república, considero que es un debate insulso, pues el artículo 11 de la Constitución vigente señala que Bolivia es una república. Asimismo, la palabra «república» se repite media docena de veces en el texto constitucional vigente.

Estos tres temas que sometemos a discusión nos permiten observar cómo hay una historia de los estados y una pretendida historia oficial que intenta fijar fechas y construir memorias de eventos que son, en el fondo, otros. En este caso, no se trata de la fecha del Estado Plurinacional, aunque el 22 de enero se lo presente de esta manera, sino del comienzo del gobierno de Evo Morales y de su partido político, conocido como MAS. Como se trata de un feriado, es muy difícil que los gobernantes actuales y futuros lo dejen sin efecto. Incluso en el corto y cuestionado gobierno de Jeanine Áñez se acató el feriado, ya que los feriados son muy esperados por todos los bolivianos.

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Biden retira a Cuba de la lista de terrorismo

Los analistas consideran la medida adoptada por el presidente saliente como ‘demasiado poco y demasiado tarde’.

/ 18 de enero de 2025 / 20:24

Al señalar que “el gobierno de Cuba no ha brindado ningún apoyo al terrorismo internacional” y ha “ofrecido garantías” de que no lo hará en el futuro, la Casa Blanca dijo en un memorando que la administración Biden está avanzando para rescindir la adición de Cuba en enero de 2021 por parte de la primera administración Trump a la lista de Estados patrocinadores del terrorismo (SSOT) y tomar otras medidas para aliviar algunas sanciones a la sufrida isla de 11 millones de habitantes.

La designación de Cuba como Estado Parte en la Lista SSOT se basó principalmente en que la nación socialista ha albergado a rebeldes izquierdistas colombianos y a varios fugitivos de la justicia estadounidense por presuntos crímenes cometidos hace décadas, a pesar de que ningún otro país ha sido incluido en la lista SSOT por tal razón y a pesar de que los terroristas de derecha cubanos exiliados gozan de ciudadanía -e incluso de estatus heroico- en Estados Unidos.

“A pesar de su carácter limitado, se trata de una decisión en la dirección correcta y en correspondencia con el reclamo sostenido y firme del gobierno y el pueblo de Cuba, y con el llamado amplio, enfático y reiterado de numerosos gobiernos, especialmente de América Latina y el Caribe, de los cubanos residentes en el exterior, de organizaciones políticas, religiosas y sociales, y de numerosas personalidades políticas de los Estados Unidos y de otros países”, indicó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba en un comunicado.

“Es importante destacar que se mantienen vigentes el bloqueo económico y gran parte de la decena de medidas coercitivas que se han puesto en vigor desde 2017 para reforzarlo, con pleno efecto extraterritorial y violatorio del derecho internacional y de los derechos humanos de todos los cubanos”, agregó el ministerio.

Durante 32 años consecutivos, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha votado abrumadoramente a favor de resoluciones que condenan el bloqueo estadounidense a Cuba. Y durante 32 años, Estados Unidos, generalmente junto con un pequeño grupo de países, se ha opuesto a las medidas. La votación del año pasado fue de 187 a 2, e Israel se unió a Estados Unidos en el voto en contra de la resolución.

Cuba siguió la iniciativa de Biden al anunciar que liberaría “gradualmente” a 553 presos políticos tras negociaciones con la Iglesia Católica, informó The New York Times.

Muchos progresistas aplaudieron el cambio de postura de Biden. La congresista Nydia Velázquez (demócrata por Nueva York) dijo en un comunicado que la designación de Cuba como Estado de transición “solo ha empeorado la vida del pueblo cubano sin promover los intereses estadounidenses” y “ha dificultado que los cubanos accedan a la ayuda humanitaria, los servicios bancarios y la posibilidad de viajar al exterior”.

“También ha profundizado la escasez de alimentos y medicinas y ha empeorado la crisis energética de la isla, especialmente después del huracán Rafael”, agregó. “Estas penurias han impulsado una ola migratoria sin precedentes, que ha dado lugar al mayor éxodo en la historia de Cuba”.

La representante Ilhan Omar (demócrata de Minnesota) calificó la medida de Biden como “una acción largamente esperada que ayudará a normalizar las relaciones con nuestro vecino”.

“Este es un paso hacia el fin de décadas de políticas fallidas que solo han perjudicado a las familias cubanas y han tensado las relaciones diplomáticas”, agregó Omar. “Eliminar esta designación ayudará al pueblo de Cuba y creará nuevas oportunidades para el comercio y la cooperación entre nuestras naciones. Espero continuar el trabajo para construir puentes entre nuestros países y apoyar políticas que beneficien tanto al pueblo estadounidense como al cubano”.

David Adler, co-coordinador general de Progressive International, calificó la exclusión de la lista como “demasiado poco y demasiado tarde”.

“El hecho de que el presidente estadounidense haya retirado la designación de Cuba como SSOT en los últimos días de su presidencia sólo significa una cosa: sabía, desde el primer día, que la designación era simplemente una excusa para castigar al pueblo cubano”, añadió Adler. “Pero la mantuvo de todos modos. Es repugnante”.

El grupo por la paz CodePink publicó una declaración en la que celebra el cambio de postura de Biden, pero añade que “es inaceptable que esta administración haya tardado cuatro años en abordar estas injusticias”.

“El presidente Biden tomó la decisión inhumana todos los días de no aliviar el sufrimiento de millones de cubanos manteniendo esta designación en vigor”, añadió el grupo. “Al tiempo que conmemoramos este avance tan esperado, solo podemos esperar que la administración Trump no revierta estos pasos cruciales hacia la justicia y la diplomacia”.

El candidato de Trump para secretario de Estado, el senador republicano por Florida, Marco Rubio, es hijo de inmigrantes cubanos y un feroz crítico del gobierno socialista de Cuba. En 2021, Rubio presentó una legislación destinada a bloquear la eliminación de Cuba de la lista SSOT. Trump también ha designado a Mauricio Claver-Carone, un firme partidario de sancionar a Cuba, como su enviado especial para América Latina.

Alex Main, director de política internacional del Centro de Investigación Económica y Política, dijo el martes que “si bien esta decisión, que llega años después de que 80 miembros del Congreso instaran a Biden a revertir el enfoque de ‘presión total’ de Trump, debería haberse tomado hace mucho tiempo, es mejor tarde que nunca”.

“Sesenta años de políticas fallidas deberían ser más que suficientes, y esperamos que la nueva administración tenga la sabiduría y el coraje de seguir un nuevo rumbo, uno que sea en el mejor interés tanto del pueblo estadounidense como del cubano”, añadió Main.

Cuba fue incluida por primera vez en la lista SSOT por la administración Reagan en 1982, en medio de una campaña continua de décadas de terrorismo en el exilio, intentos de subversión, intentos de asesinato fallidos, guerra económica y operaciones encubiertas grandes y pequeñas respaldadas por Estados Unidos en un esfuerzo inútil por derrocar al gobierno revolucionario del líder de larga data Fidel Castro. Cuba dice que el terrorismo respaldado por Estados Unidos ha matado o herido a más de 5.000 cubanos y ha costado a su economía miles de millones de dólares.

En marcado contraste, Cuba no ha cometido ningún acto terrorista contra Estados Unidos.

El expresidente Barack Obama eliminó a Cuba del SSOT en 2015 durante un acercamiento prometedor, pero en última instancia efímero entre los dos países que terminó abruptamente cuando Trump asumió el cargo por primera vez en 2017.

“Cuba continuará enfrentando y denunciando esta política de guerra económica, los programas injerencistas y las operaciones de desinformación y descrédito financiadas cada año con decenas de millones de dólares del presupuesto federal de Estados Unidos”, afirmó el martes el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. “También seguirá dispuesta a desarrollar una relación de respeto con ese país, basada en el diálogo y la no injerencia en los asuntos internos de ambos, a pesar de las diferencias”.

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