Crisis institucional y democracia en riesgo
El manoseo de las instituciones, por parte de los actores políticos, deja al descubierto fracturas profundas en el tejido estatal que requiere urgentes reformas estructurales.
La crisis institucional en el país, que se manifiesta claramente en la situación del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), es uno de los temas más urgentes y controvertidos en la agenda política actual. La autoprorrogación de los magistrados, cuyo mandato concluyó el 31 de diciembre de 2023, plantea serias dudas sobre las decisiones que emite esta instancia. Abordar esta cuestión es fundamental para entender el deterioro del sistema judicial.
La continuidad de estos magistrados no es un hecho aislado; refleja un problema estructural más profundo que requiere atención. Habla de desajustes en el modelo estatal mismo, tal cual está planteado en la actual Constitución Política del Estado. La disputa política sin cuartel ha contribuido a que se manosee y perfore la institucionalidad, que debería ser un patrimonio de la ciudadanía boliviana. La Asamblea Legislativa Plurinacional no cumplió con la convocatoria en los plazos a elecciones judiciales, entre otras cosas.
Sin un sistema judicial transparente e independiente, el país enfrenta una amenaza constante de manipulación política y vulneración de los derechos ciudadanos.
Días atrás, Claudia Benavente, directora de La Razón, entrevistó en Piedra, Papel y Tinta a tres figuras clave que ofrecen perspectivas complementarias sobre esta situación: Eduardo Rodríguez Veltzé, expresidente de Bolivia; Jerges Mercado, diputado del Movimiento al Socialismo (MAS); y Luis Adolfo Flores, senador del mismo partido. Rodríguez Veltzé aporta un análisis jurídico y político sobre la ilegalidad de la prórroga del TCP, mientras que Mercado y Flores exponen las tensiones internas dentro del MAS y la falta de consensos que agravan la situación institucional. Sus declaraciones revelan un panorama complejo, donde las disputas políticas y las decisiones cuestionables del TCP han exacerbado la crisis, afectando no solo la confianza en las instituciones, sino también la estabilidad del país.
Eduardo Rodríguez Veltzé
El expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé presenta una visión crítica y detallada sobre la actual crisis del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), destacando la ilegalidad en la que operan los magistrados cuya gestión debería haber concluido el 31 de diciembre de 2023. Para él, la continuidad de estos magistrados no solo carece de fundamento legal, sino que representa una amenaza directa al orden democrático del país. «Los magistrados autoprorrogados ejercen funciones de manera ilegal y abusiva, lo que constituye una violación clara de la Constitución», sostiene
La Constitución boliviana estipula que los mandatos judiciales son improrrogables y cualquier acto realizado fuera de ese marco carece de validez. Según Rodríguez Veltzé, la extensión del mandato de los magistrados del TCP es una decisión arbitraria que vulnera principios fundamentales del Estado de Derecho. “No solo es nulo cualquier acto que realicen, sino que están usando recursos públicos de manera indebida, lo cual debería ser objeto de una auditoría gubernamental”, afirma
Este uso indebido de recursos es, según él, un síntoma de una crisis más profunda, donde la falta de control gubernamental ha permitido que instituciones clave actúen al margen de la ley.
Crisis institucional
La exautoridad destaca que la actual situación del TCP no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una serie de maniobras políticas diseñadas para consolidar el poder. Rodríguez Veltzé sostiene que existe una “maquinación orquestada” entre el Ejecutivo, especialmente desde el ala arcista y el gobierno de Luis Arce con ciertos sectores del sistema judicial. Esta alianza, explica, ha manipulado el proceso de elección judicial, bloqueando cualquier intento de renovación legítima de los magistrados. “El proceso fue saboteado desde el principio con recursos de amparo que frenaron la convocatoria. Estos recursos no eran simples errores legales, sino parte de un plan deliberado para mantener el control del TCP”, denuncia.
Uno de los aspectos más preocupantes para Rodríguez Veltzé es la percepción de que el TCP se ha convertido en un “suprapoder” que interviene en todos los ámbitos de la vida política del país. “El Tribunal Constitucional fue creado para garantizar los derechos fundamentales, no para convertirse en el árbitro supremo de la política boliviana”, subraya.
Esta concentración de poder ha erosionado la confianza pública en la justicia y ha generado un clima de incertidumbre, donde las decisiones del TCP son vistas como instrumentos de manipulación política en lugar de garantías de legalidad.
El expresidente también critica la falta de acción por parte de los órganos de control, como la Contraloría General del Estado y el Ministerio de Economía. “Me sorprende que no se haya activado un control gubernamental interno o una auditoría que cuestione los salarios que reciben estos magistrados ilegítimos. Hay un vacío de responsabilidad que permite que esta situación continúe”, afirma.
Crisis en la justicia
Según señala, esta omisión es indicativa de un problema estructural en la administración pública boliviana, donde las instituciones carecen de la independencia y la fortaleza necesarias para hacer cumplir la ley.
La solución, según Rodríguez Veltzé, pasa por un proceso de renovación legítimo y transparente del sistema judicial, acompañado de una reforma profunda que garantice la independencia de los tribunales. “No se trata solo de reemplazar a los magistrados, sino de cambiar la forma en que se conciben y se gestionan las instituciones judiciales en Bolivia. Es necesario recuperar la confianza pública y establecer un sistema de justicia que realmente sirva a los ciudadanos”, asevera.
Además, hace un llamado a las autoridades del Ejecutivo, Legislativo y del sistema electoral para que coordinen esfuerzos y enfrenten la crisis con responsabilidad. “Los líderes políticos deben dejar de lado sus diferencias y trabajar juntos para restaurar el orden constitucional. El país no puede seguir en este estado de incertidumbre”, insiste.
El análisis de Rodríguez Veltzé revela no solo las fallas estructurales del sistema, sino también la responsabilidad del gobierno en perpetuar una situación que pone en riesgo la democracia boliviana.
Jerges Mercado
Desde la perspectiva del diputado Jerges Mercado, la crisis institucional se agrava por la falta de legitimidad de la actual directiva de la Cámara de Diputados. El legislador denuncia que la elección de Omar Yujra como presidente de la Cámara Baja fue un proceso irregular, marcado por la violación de normativas internas. “Hubo una usurpación de funciones flagrante. Se posesionó una directiva con apenas 30 o 35 votos, cuando se requerían 66”, explica.
Mercado señala que estas irregularidades han generado un ambiente de inestabilidad y bochornos constantes en la Asamblea, lo que impide alcanzar consensos necesarios para aprobar leyes clave. “Sin legitimidad ni consensos, cualquier decisión perjudica al país. Esta situación solo refuerza la división y paraliza la gestión legislativa”, sostiene. Además, el diputado hace notar la falta de autocrítica dentro del gobierno de Arce, especialmente en temas económicos como la escasez de dólares y combustible, que afectan directamente a la población.
La división interna del MAS es otro factor que, según Mercado, contribuye a la crisis. «Es normal que no todos pensemos igual, pero las diferencias deben resolverse respetando las normas. Lo que vemos ahora es una lucha de poder que pone en riesgo la estabilidad del país”, advierte. Esta división entre «evistas» y «arcistas» ha debilitado la capacidad del gobierno para enfrentar los desafíos económicos y sociales.
Luis Adolfo Flores
El senador Luis Adolfo Flores, por su parte, ofrece un diagnóstico aún más crítico. Acusa al gobierno de Luis Arce de proteger a los magistrados autoprorrogados del TCP, creando un sistema de “protección mutua” que perpetúa la crisis institucional. “El arcismo ha copado las instituciones y protege a los autoprorrogados. Existe una alianza que impide cualquier fiscalización real”, denuncia. Flores sugiere que esta alianza ha generado una impunidad que erosiona la confianza en el sistema judicial y en las instituciones democráticas.
En cuanto a la economía, Flores destaca que el gobierno no ha tenido la capacidad de abordar los problemas estructurales que afectan al país. Denuncia una falta de transparencia y diálogo, lo que ha llevado a una situación crítica. “Hace tres años que advertimos sobre una crisis económica inminente, pero el gobierno ha ignorado nuestras propuestas”, afirma. Según el senador, esta crisis no solo se refleja en la escasez de dólares o combustible, sino también en la inflación y la reducción de la producción agrícola. “El gobierno debe ser honesto con la población y buscar soluciones consensuadas. De lo contrario, estamos condenados a una situación insostenible”, advierte.
Tribunal Constitucional Plurinacional
Un punto en el que coinciden los tres entrevistados es la necesidad de restablecer la legitimidad del Tribunal Constitucional Plurinacional. Rodríguez Veltzé enfatiza que “el TCP fue creado para ser un garante de los derechos fundamentales, no para decidir quién gobierna o bajo qué condiciones”. Esta injerencia ha generado tensiones adicionales con el Tribunal Supremo Electoral y la Asamblea Legislativa, debilitando aún más la confianza pública en las instituciones.
Flores también critica la actuación del TCP, señalando que sus decisiones han favorecido a ciertos sectores políticos en detrimento del interés nacional. “El TCP actúa bajo presión y con intereses políticos claros. No hay independencia judicial, y eso es lo más peligroso”, sostiene. Según él, la única solución pasa por un proceso de renovación legítimo, acompañado de una reforma estructural del sistema judicial.
A pesar de las diferencias en sus enfoques, los tres entrevistados coinciden en la necesidad urgente de un diálogo nacional. Rodríguez Veltzé hace un llamado directo al presidente Luis Arce y a los líderes de los otros poderes del Estado para que prioricen el bienestar ciudadano sobre las disputas partidarias. “Es hora de coordinar esfuerzos, dejar de lado las peleas políticas y enfrentar los problemas con sentido común y responsabilidad pública”, subraya.
Mercado y Flores también insisten en la importancia de alcanzar consensos reales. Para Mercado, la clave está en respetar las normas y recuperar la legitimidad de las instituciones. “Sin consensos ni respeto a la ley, no hay solución posible”, afirma. Flores, por su parte, advierte que el país no puede permitirse más divisiones internas. “Necesitamos un acuerdo nacional que incluya a todos los sectores, de lo contrario, la crisis solo se profundizará”, concluye.
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