Saturday 15 Feb 2025 | Actualizado a 21:34 PM

La doble muerte de Gaza

/ 28 de diciembre de 2024 / 18:10

Siguen las hostilidades, evidenciando el colapso de un sistema internacional incapaz frenar la matanza.

Se está forjando un consenso sobre los hechos en Gaza. El 5 de diciembre, Amnistía Internacional concluyó, tras una investigación, que “Israel ha cometido y sigue cometiendo genocidio contra los palestinos en la Franja de Gaza ocupada”. Unos días después, el Centro Europeo de Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR) declaró que, tras una investigación y un análisis, había llegado a la conclusión de que “existe un argumento jurídicamente sólido para afirmar que Israel está cometiendo genocidio contra los palestinos en Gaza”.

Unos días después, Human Rights Watch (HRW) declaró que “las autoridades israelíes son responsables del crimen contra la humanidad de exterminio y de actos de genocidio”, y Médicos Sin Fronteras informó de que sus “equipos médicos en el norte de Gaza están detectando claros signos de limpieza étnica”. A principios de noviembre, HRW también concluyó que las acciones de Israel en Gaza equivalían a “crímenes de guerra” y “crímenes contra la humanidad”, y parecían “cumplir también con la definición de limpieza étnica”.

Tras la emisión en noviembre de órdenes de arresto por parte de la Corte Penal Internacional (CPI) contra Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant por presuntos crímenes de guerra y de lesa humanidad, todas estas sentencias recientes cierran el año con una rotunda calificación del asalto a Gaza como violación del derecho internacional y se suman a la condena de la Comisión Internacional de Juristas y de la ONU contra la guerra de Israel, país que, según los tribunales y las organizaciones de derechos humanos que constituyen las autoridades jurídicas y morales del mundo, se encuentra ahora al margen de la ley.

Pero las sentencias, el lenguaje fuerte y las medidas propuestas resuenan en el vacío: no hay aplicación. Estados Unidos sigue defendiendo a Israel contra un consenso global emergente y armándolo. Otros partidarios utilizan el lenguaje de las lagunas y los enigmas al que nos hemos acostumbrado desde el comienzo de la guerra. El Reino Unido suspendió una pequeña parte de sus exportaciones de armas, pero insiste en que sigue siendo un “aliado fiel” del país y que seguiría en contacto con Netanyahu, pero también cumpliría de algún modo con sus obligaciones legales. Francia presentó una interpretación jurídica impresionante, al afirmar que Netanyahu de hecho gozaba de inmunidad porque Israel no era signatario de la CPI (una interpretación que también extendería la inmunidad a Vladimir Putin y Omar al-Bashir).

Mientras tanto, se acumulan más pruebas de que Gaza está sufriendo no sólo un ataque que viola las leyes y los derechos humanos, sino un ataque histórico. Según Airwars, una organización que monitorea las bajas civiles: “Casi en todos los parámetros, el daño a los civiles durante el primer mes de la campaña israelí en Gaza es incomparable con cualquier campaña aérea del siglo XXI”. La visión de varios meses de esfuerzos de investigación se complementa con las confesiones y testimonios de personal militar israelí. El periódico israelí Haaretz publicó relatos de soldados de las FDI que sirvieron en Gaza, que afirmaban que los civiles, incluso los niños, están siendo tratados como combatientes. El régimen de asesinatos arbitrarios, incluso competitivos, fue descrito como “el salvaje oeste con esteroides”.

Estas descripciones no sólo capturan métodos legales y militaristas de enfrentamiento, sino que también detallan asesinatos, hambrunas, mutilaciones, torturas y traumas psicológicos imposibles de comprender.

Estas investigaciones revelan las múltiples formas de dolor que se pueden infligir a una población civil: diminutos cuerpos destrozados, bebés en descomposición, cadáveres aplastados, fosas comunes, barrios arrasados y el dolor salvaje de los deudos. Es un espectáculo de matanza, todo ello a plena vista, transmitido en directo y publicado por ciudadanos y periodistas palestinos, presenciado por extranjeros y descrito por los propios israelíes.

A pesar de la abrumadora evidencia que tenemos ante nosotros, nada cambia todavía. La guerra continúa. Cosas que parecían avances, como la primera audiencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), ahora parecen ejercicios de observación. Es profundamente desconcertante, incluso abrumador, empezar a tener la sensación de que los actores, sin importar los umbrales criminales que crucen, no serán detenidos ni llevados ante la justicia.

Pero el fracaso no está en las descripciones de lo que está sucediendo en Gaza, sino, como escribió Lina Mounzer, en “la podrida subestructura del mundo dentro de la cual se supone que funciona este lenguaje”. El peligro ahora es que los palestinos mueran dos veces, una en la realidad física y la segunda en la moral, cuando los poderosos menoscaben los mismos estándares que configuran el mundo tal como lo conocemos. Al negarse incluso a aceptar las designaciones de genocidio y limpieza étnica, y mucho menos a actuar en consecuencia, los aliados de Israel fuerzan una adaptación al mundo después de la cual simplemente se acepta que los derechos no los otorga la humanidad, sino las partes que deciden quién es humano.

Por eso la indignación debe continuar, aunque se reduzca a tomar notas y redactar informes. Por más acrobacias semánticas que se realicen en los podios de toda Europa y Estados Unidos, estos informes documentan el hecho de que se está cometiendo un crimen. Puede que los derechos de los habitantes de Gaza hayan sido desvanecidos sobre el terreno, pero pueden mantenerse en los registros públicos. Cuando termine la guerra, esos relatos impedirán, o al menos pondrán en peligro, los intentos de reescribir la historia y negar las atrocidades.

Mientras el asesinato continúa, lo que impide que sea un crimen perfecto es que la gente permanece en el lugar, lo llama a gritos asesinato, señala al culpable, dice los nombres de los muertos, llora por ellos, realiza vigilias y defiende ferozmente sus derechos a la restitución. Cuando llegue el momento, los palestinos tendrán una enorme deuda de reparaciones. Debe llevarse un registro de lo que han sufrido.

“Si debo morir”, escribió el poeta palestino Refaat Alareer, que murió al comienzo de la guerra de Gaza, “que traiga esperanza, que sea un cuento”. Esa esperanza también consiste en no permitir que la muerte pase como un simple hecho. Si deben morir, que sea un crimen.

La política como el arte de la ilusión y la destrucción

"La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos", Jean Le Rond D'Alembert.

/ 15 de febrero de 2025 / 21:03

Jean Le Rond D’Alembert, uno de los grandes pensadores de la Ilustración, nos dejó una frase lapidaria: «La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos». En estas palabras resuena la crudeza del poder, una verdad que atraviesa los siglos y sigue latiendo en cada discurso, en cada promesa incumplida, en cada simulacro de democracia donde la voluntad popular es una marioneta en manos de hábiles titiriteros.

La política, desde sus albores, se ha nutrido tanto de la guerra como del engaño. En sus inicios, fue una herramienta de orden, un intento de superar la violencia primitiva mediante reglas, pactos y representaciones. Sin embargo, con el tiempo, dejó de ser un campo de ideas para convertirse en un escenario de estrategias, manipulaciones y ficciones cuidadosamente construidas.

Los antiguos griegos, padres de la democracia, lo sabían bien. Platón desconfiaba de los demagogos y advertía sobre el peligro de los sofistas, aquellos hábiles retóricos que moldeaban la verdad a conveniencia. Aristóteles, más pragmático, veía la política como el arte de gobernar para el bien común, pero aceptaba que la corrupción de este ideal llevaba inevitablemente a la tiranía.

D’Alembert nos confronta con una idea inquietante: así como la guerra destruye cuerpos, la política destruye almas. La guerra es brutal y directa; sus efectos son inmediatos y visibles. La política, en cambio, es sutil, persuasiva, seductora. No necesita ejércitos ni cañones para doblegar a las masas; solo precisa de discursos bien elaborados, de promesas que suenen creíbles y de símbolos que despierten emociones profundas.

La modernidad perfeccionó este arte del engaño. La propaganda política, tal como la conocemos hoy, nació con los regímenes totalitarios del siglo XX, pero su esencia ha sido adoptada incluso por las democracias más sofisticadas. Edward Bernays, pionero en relaciones públicas, comprendió que la opinión pública podía ser moldeada con la misma eficacia con la que se vende un producto. Y es que, en nuestra era, la política es un espectáculo: los líderes son actores, los debates son guiones ensayados y la verdad es una mercancía intercambiable.

En este contexto, la política no solo engaña: crea realidades alternativas. Los populistas han entendido esto mejor que nadie. Con discursos emocionales, con la construcción de enemigos imaginarios y con una retórica que apela más a las pasiones que a la razón, han logrado convertir la política en una suerte de religión secular, donde la fe ciega en el líder sustituye al pensamiento crítico.

Las elecciones se han convertido en una batalla de narrativas, no de propuestas. Los candidatos no compiten con ideas, sino con eslóganes; no con principios, sino con estrategias de marketing. Lo que importa no es la verdad, sino lo que parece verdad. Vivimos en la era de la posverdad, donde los hechos son secundarios frente a la percepción, donde la indignación es moneda de cambio y la manipulación emocional es la clave del éxito.

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer advertía que «la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados». Hoy, esa afirmación sigue vigente. Los políticos no resuelven problemas; los administran. Si un problema se soluciona, pierden una bandera de campaña. La política del engaño consiste en hacer creer a la gente que sin ciertos líderes todo colapsará, que solo ellos poseen la solución mágica, aunque en el fondo sean los responsables del caos.

Pero no todo está perdido. Si bien la política ha sido el arte de engañar, también ha sido el arte de emancipar. No olvidemos que las grandes revoluciones nacieron de ideas políticas, que los derechos y libertades que hoy disfrutamos fueron conquistados en el terreno de la política. Es cierto que el poder tiende a corromper, pero también es cierto que existen hombres y mujeres que han hecho de la política un servicio y no una farsa.

D’Alembert nos desafía a no ser ingenuos. Nos advierte que la política, en su forma más perversa, puede ser un arma de manipulación. Pero también nos invita, indirectamente, a elevar el estándar, a exigir más, a recuperar la política como un verdadero espacio de construcción colectiva.

Porque, al final del día, la política no es un ente abstracto. La política somos nosotros. Y si dejamos que el arte de engañar nos consuma, terminaremos por aceptar la mentira como nuestra única verdad.

Es aquí donde la educación y la conciencia ciudadana juegan un papel crucial. No se trata solo de votar cada ciertos años, sino de ser partícipes activos de la construcción de la sociedad. Debemos aprender a cuestionar, a no dejarnos seducir por discursos vacíos ni por promesas sin sustento. La democracia es frágil, y solo sobrevive si la gente se apropia de ella con responsabilidad.

Si la política ha sido históricamente el arte del engaño, entonces la resistencia debe ser el arte de la lucidez. Hay que devolverle a la política su propósito original: ser un instrumento de cambio, no un teatro de ilusiones.

Es nuestra responsabilidad, como ciudadanos, como votantes, como actores sociales, romper con la apatía y el conformismo. Si permitimos que la política siga siendo solo un juego de intereses, no podremos quejarnos cuando las decisiones de unos pocos definan el destino de todos. La verdadera democracia no se reduce a emitir un voto; se construye día a día, en el debate, en la exigencia, en la fiscalización del poder.

El engaño político solo prospera donde reina la indiferencia. Y la indiferencia, al final, es el verdadero enemigo de la libertad.

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La nueva cara de las protestas

Las protestas estudiantiles masivas que han barrido Serbia buscan crear las condiciones para una nueva política.

/ 15 de febrero de 2025 / 20:42

Protestas y algo más. Algo importante está sucediendo en China y debería preocupar a los dirigentes políticos del país. Los chinos más jóvenes exhiben cada vez más una actitud de resignación pasiva, capturada por la nueva palabra de moda bai lan (“dejar que se pudra”). Nacida de la desilusión económica y la frustración generalizada con las normas culturales asfixiantes, bai lan rechaza la carrera de ratas e insta a uno a hacer solo el mínimo indispensable en el trabajo. El bienestar personal tiene prioridad sobre el avance profesional.

La misma tendencia se refleja en otra palabra de moda reciente: tang ping (“tumbado”), un neologismo del argot que denota una sensación de resignación ante la incesante competencia social y profesional. Ambos términos señalan un rechazo a las presiones sociales para lograr más de lo esperado y al compromiso social como un juego de tontos con rendimientos decrecientes.

El pasado julio, CNN informó que muchos trabajadores chinos estaban cambiando trabajos de oficina de alta presión por trabajos manuales flexibles. Como explicó un joven de 27 años de Wuhan: “Me gusta limpiar. A medida que el nivel de vida mejora (en todo el país), también aumenta la demanda de servicios de limpieza… El cambio que esto supone es que ya no siento mareos, siento menos presión mental y estoy lleno de energía todos los días”.

Estas actitudes se presentan como apolíticas, rechazando tanto la resistencia violenta al poder como cualquier diálogo con quienes están en el poder. Pero ¿son estas las únicas opciones para los alienados?

Protestas en Serbia

Las protestas masivas en curso en Serbia sugieren otras posibilidades. Los manifestantes no sólo reconocen que hay algo podrido en el estado de Serbia, sino que también insisten en no permitir que la podredumbre continúe.

Las protestas comenzaron el pasado mes de noviembre en Novi Sad, tras el derrumbe de un tejado que dejó 15 muertos y dos heridos graves en una estación de tren recientemente renovada. Desde entonces, las manifestaciones se han extendido a 200 ciudades y pueblos serbios, atrayendo a cientos de miles de personas y convirtiendo a este en el mayor movimiento estudiantil en Europa desde 1968.

Obviamente, el derrumbe del tejado fue sólo la chispa que encendió la mecha de la insatisfacción reprimida. Las preocupaciones de los manifestantes abarcan muchos temas, desde la corrupción rampante y la destrucción ecológica (el gobierno planea invertir todo en la minería de litio) hasta el desprecio general que el presidente serbio Aleksandar Vučić ha mostrado hacia la población. Lo que el gobierno presenta como un plan para aprovechar los mercados globales, los jóvenes serbios lo ven como una artimaña para encubrir la corrupción, vender los recursos nacionales a inversores extranjeros en condiciones turbias y eliminar gradualmente a los medios de comunicación de la oposición.

Malestar

Pero ¿qué hace que estas manifestaciones sean únicas? El estribillo de los manifestantes es: “No tenemos demandas políticas y nos mantenemos a distancia de los partidos de la oposición. Simplemente pedimos que las instituciones serbias trabajen en interés de los ciudadanos”. Para ello, insisten, de forma estricta, en la transparencia sobre la renovación de la estación de tren de Novi Sad; el acceso a todos los documentos sobre el accidente; la desestimación de los cargos contra los arrestados durante la primera protesta antigubernamental en noviembre; y el procesamiento penal de quienes atacaron a los manifestantes estudiantiles en Belgrado.

De esta manera, los manifestantes quieren cortocircuitar el proceso que ha permitido al partido gobernante mantener al Estado como rehén al controlar todas las instituciones. Por su parte, el gobierno de Vučić ha reaccionado con violencia, pero también con una técnica conocida en el boxeo como “clinching”: cuando un boxeador envuelve a su oponente con sus brazos para impedirle golpear libremente.

Cuanto más pánico siente Vučić, más desesperado está por intentar llegar a un acuerdo con los manifestantes. Pero estos se niegan a dialogar. Han especificado sus demandas e insisten en ellas incondicionalmente.

Tradicionalmente, las protestas masivas se basan, al menos implícitamente, en la amenaza de la violencia, combinada con una apertura a la negociación. Sin embargo, aquí tenemos lo contrario: los manifestantes serbios no amenazan con la violencia, pero también rechazan el diálogo. Esta simplicidad causa confusión, como también lo hace la aparente ausencia de líderes obvios. En este sentido estricto, las protestas tienen algunas similitudes con el bai lan.

Nueva política

En algún momento, por supuesto, la política organizada tendrá que entrar en juego. Pero por ahora, la postura “apolítica” de los manifestantes crea las condiciones para una nueva política, en lugar de otra versión del mismo juego de siempre. Para lograr la ley y el orden, hay que limpiar la mesa.

Esta es razón suficiente para que el resto del mundo apoye las protestas incondicionalmente. Demuestran que un simple y directo llamado a la ley y el orden puede ser más subversivo que la violencia anárquica. Los serbios quieren el Estado de derecho sin todas las reglas no escritas que dejan la puerta abierta a la corrupción y el autoritarismo.

Los manifestantes están muy lejos de la vieja izquierda anárquica que dominó las manifestaciones de 1968 en París y en todo Occidente. Después de bloquear un puente sobre el Danubio en Novi Sad durante 24 horas, los jóvenes manifestantes decidieron extender su manifestación por tres horas más para poder limpiar la zona. ¿Puede uno imaginarse a los parisinos que lanzaban piedras en 1968 haciendo lo mismo?

Apoliticismo en las protestas

Si bien algunos pueden ver el apoliticismo motivado políticamente de los manifestantes serbios como hipócrita, es mejor entenderlo como una señal de su radicalismo. Se niegan a jugar a la política según las reglas existentes (en su mayoría no escritas). Están persiguiendo cambios fundamentales en el funcionamiento de las instituciones básicas.

El mayor hipócrita en esta historia es la Unión Europea, que se abstiene de presionar a Vučić por temor a que se incline hacia Rusia. Aunque la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha expresado su apoyo al pueblo georgiano que “lucha por la democracia”, ha permanecido notablemente callada respecto del levantamiento en Serbia, un país que oficialmente ha sido candidato a la membresía en la UE desde 2012. La UE está permitiendo que Vučić se salga con la suya porque prometió estabilidad y exportaciones de litio, un insumo clave para los vehículos eléctricos.

La falta de críticas de la UE, incluso ante las acusaciones de fraude electoral, ha dejado repetidamente a la sociedad civil serbia al margen. ¿Debería sorprendernos que haya tan pocas banderas de la UE ondeando entre los manifestantes? La idea de una “revolución de colores” del tipo iniciado en Ucrania hace 20 años para “unirse al Occidente democrático” ya no tiene ningún asidero. La UE ha tocado fondo político.

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Trump se mueve en Ucrania y deja a Europa sin aire

El líder republicano aseguró que Ucrania no será miembro de la OTAN y que no habrá despliegue de tropas estadounidenses.

/ 15 de febrero de 2025 / 20:26

Los líderes europeos que han apoyado firmemente la continuación de la guerra en Ucrania han recibido un duro golpe por parte del presidente Trump y el secretario de Defensa, Pete Hegseth. La mayoría de ellos deben estar en estado de shock, sin aliento.

Empecemos por Hegseth, que hizo las siguientes declaraciones:

1. La adhesión de Ucrania a la OTAN está descartada. Ucrania no será invitada a unirse a la OTAN.

2. Estados Unidos no enviará tropas a Ucrania por ningún motivo, incluido el mantenimiento de la paz.

3. Estados Unidos ya no suministrará ni pagará armas ni apoyo a Ucrania. Corresponderá a los miembros europeos de la OTAN brindar apoyo a Ucrania.

4. Si bien Estados Unidos apoya a la OTAN, la participación estadounidense debe ser justa y equitativa, lo que significa que los miembros de la OTAN tendrán que aumentar significativamente sus contribuciones.

5. Ucrania no podrá volver a las fronteras que tenía antes de 2014, lo que significa que Estados Unidos espera importantes concesiones territoriales de Ucrania.

Trump conversa con Putin

Mientras tanto, el presidente Trump mantuvo una reunión telefónica de una hora y media con el presidente ruso Putin. La conclusión principal es que Putin dijo que está dispuesto a iniciar negociaciones con Estados Unidos sobre Ucrania y otras cuestiones de seguridad.

La conversación entre Trump y Putin abarcó muchos temas, por ejemplo, cuestiones de seguridad, energía, inteligencia artificial, “el poder del dólar” y “varios otros temas”.

Tras la llamada, Trump aparentemente hizo una llamada “para informar” al presidente ucraniano Zelenski de su conversación con Putin. También creó de inmediato su equipo negociador. Designó al secretario de Estado Marco Rubio, al director de la CIA John Ratcliffe, al asesor de seguridad nacional Michael Waltz y al embajador y enviado especial Steve Witkoff para dirigir las negociaciones.

Cabe destacar que en la lista de participantes no figuraba el teniente general retirado Keith Kellogg, quien había estado promoviendo abiertamente la idea de aumentar significativamente las sanciones a Rusia como una forma de obtener concesiones en Ucrania. Según sus propias palabras, en una escala del 1 al 10, las sanciones actuales a Rusia son sólo un 3. Propuso aumentarlas mucho más (suponiendo que esto pudiera hacerse). Estos comentarios socavaron directamente la actitud de Trump hacia Putin y Rusia, y parecen haber sido idea de Kellogg (entre otros) para asegurarse de que la guerra en Ucrania continuara. Queda por ver si Kellogg volverá a aparecer como un actor en Ucrania.

Europa sin aire

A los líderes europeos pro guerra, junto con la UE, les llevará tiempo contemplar el futuro, ahora que prácticamente se les ha quitado la alfombra de debajo de los pies.

Los europeos no tienen ni armas, ni tropas, ni dinero para continuar la guerra en Ucrania. Tampoco obtendrán mucho apoyo para continuar la guerra si Estados Unidos no participa en ella. De hecho, si Europa quiere continuar sola, sin Estados Unidos, pondrá en riesgo el futuro de la alianza de la OTAN.

Muchos de los líderes europeos atraviesan problemas internos. Alemania, Francia, Polonia e incluso Rumania, donde se cancelaron las elecciones presidenciales para impedir que el principal candidato de la oposición fuera elegido, son ejemplos de la creciente inestabilidad en la clase dirigente europea. Las revelaciones sobre la interferencia de los Estados Unidos y la Unión Europea en el proceso electoral de Georgia, Serbia y Eslovaquia, y quizás también de Moldavia, ponen de relieve la naturaleza sórdida de la política actual en Europa.

La perspectiva de Trump

La administración Trump está liquidando la USAID, que ha estado actuando como una especie de fachada de la CIA en muchos de los países mencionados, incluida Ucrania. Al cortarse esa fuente de dinero y apoyo, la UE se enfrenta a un serio problema que va mucho más allá de las finanzas: el falso argumento de que la UE (y con ella, la OTAN) defiende la democracia ha quedado al descubierto. La pérdida de legitimidad es una amenaza real para las élites gobernantes.

Trump tiene una perspectiva geopolítica importante. Se trata de algo así: la seguridad europea es importante, pero Rusia no la amenaza realmente. Estados Unidos se enfrenta a una China resurgente que tiene una base industrial muy moderna (proporcionada en gran medida por Occidente), una fuerza laboral enorme y un ejército cada vez mejor equipado y poderoso. Desde el punto de vista de Trump, necesita una Rusia más amistosa que pueda ayudar a equilibrar las relaciones de poder globales. Para llegar a esto, necesita encontrar formas de redefinir la relación entre Estados Unidos y Rusia, que está en un profundo caos y plagada de hostilidad mutua. En su conversación de 90 minutos con Putin, Trump se refirió a las capacidades económicas y tecnológicas que podrían, en el futuro, proporcionar una base para mejorar las relaciones.

Nadie puede decir por ahora si se podrá llegar a un acuerdo para Ucrania, pero hay motivos para ser más optimistas respecto a que ambas partes puedan llegar a algo.

Habrá que ver si los europeos contraatacan y tratan de sabotear un acuerdo sobre Ucrania. La realidad es que Europa tiene poco que hacer si Putin y Trump llegan a un acuerdo.

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9 de febrero de 1825, el inicio constituyente

Un decreto, firmado por Antonio José de Sucre, convocó a una Asamblea General que inició el proceso de conformación de Bolivia.

/ 8 de febrero de 2025 / 23:59

Pocas veces nos encontramos con conceptos fascinantes que refieren a realidades complejas, más concretamente a procesos complejos y difíciles de caracterizar; es decir, conceptos y definiciones que parecen desplegarse y replegarse una y otra vez, que a la vez convocan ejemplos y, a la vez, viven en los ejemplos. Uno de esos conceptos es el de constitutional moment de Bruce Ackerman, concebido para caracterizar su trilogía titulada, tanto en inglés como en su traducción al español, como We the People. Se puede traducir constitutional moment por momento constitucional o, como lo hace el expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé, por momento constituyente en una reciente publicación de la FES.

De acuerdo con Bruce Ackerman, la Constitución no es solo un texto dispuesto a la interpretación, sino que es una práctica histórico-política en la que se disputa el sentido de la misma. De esta manera, en el tiempo de nacimiento de una Constitución se pueden encontrar momentos especiales y extraños impulsados por una compleja soberanía popular en movimiento. No son cambios que se dan de un día para otro, sino cambios y transformaciones que ocurren en años. El punto central del concepto de constitutional moment de Ackerman radica en que distintas decisiones políticas instan transformaciones fundamentales, que logran revolucionar los acuerdos institucionales, con el consentimiento consciente de una mayoría de la población.

Como mencionamos, el concepto de momento constitucional o momento constituyente se despliega y repliega en los ejemplos; es más, decíamos que vive en los ejemplos. En consecuencia, es posible encontrar estos momentos constituyentes en la práctica histórico-política boliviana, por ejemplo, en el conjunto de acontecimientos que va del decreto de 9 de febrero de 1825 a la primera Constitución bolivariana de 1826.

El decreto de 9 de febrero de 1825 de Antonio José de Sucre convoca a una Asamblea General de diputados de las provincias del Alto Perú, además de otorgar una serie de instrucciones para la elección de diputados y la reunión de los mismos en una Asamblea General entre el 15 y el 19 de abril en la ciudad de Oruro, para sancionar un gobierno provisorio y decidir la suerte y destino de estas provincias.

Hay una paradoja constituyente en este decreto: solo es posible la unidad a partir de la representación. El hecho de elegir representantes, llámense diputados, constituía en sí una unidad a representar. Quedaba claro, en el imaginario de Sucre, que el Alto Perú era algo distinto al Perú. Este fue posiblemente el primer momento constituyente que no solo preparaba la independencia del Estado, sino que, en su formulación, en su existencia, parecía ya hacerlo, y así lo entendió el libertador Simón Bolívar, quien mediante el decreto de 16 de mayo de 1825 condiciona los resultados de esta Asamblea General a los resultados del nuevo congreso del Perú que debía realizarse en 1826. El mencionado decreto en su resolución 5º señala: «Las provincias del Alto Perú no reconocerán otro centro de autoridad, por ahora, y hasta la instalación del nuevo congreso peruano, sino la del gobierno supremo de esta república». Este decreto firmado por Bolívar es la confirmación del acto constituyente del decreto de 9 febrero de 1825 firmado por Sucre, pues se trataba de un decreto destinado a evitar la concreción del acto constituyente ya en curso, en tanto mencionaba que las provincias del Alto Perú no reconocerán otro centro de autoridad. Pese al decreto de Bolívar, la Asamblea altoperuana se reunió, no en Oruro ni en la fecha prevista, sino desde el 10 de julio de 1825 en Chuquisaca, dando inicio al proceso constituyente que se desarrolla en distintas etapas.

El 6 de agosto de 1825 se da a conocer el acta de independencia del Alto Perú, que en la parte denominada Declaración, contiene el acto de fundar –se erige, señala el acta– el Estado soberano e independiente del Alto Perú. Aún no se trata de Bolivia ni de una República. Sin embargo, el momento constituyente no culmina allí, sino que se extiende en el Decreto de 11 de agosto de 1825, primera norma estrictamente jurídica que constituye al Estado del Alto Perú en República de Bolívar y continúa con el Decreto de 13 de agosto de 1825, que otorga sustancia a la primera constitución de la república estableciendo el gobierno representativo, concentrado, general y uno para toda la república, estableciendo además la llamada división de poderes en legislativo, ejecutivo y judiciario; si atendemos a la época, podemos decir que estamos delante de una norma fundamental que divide y separa los poderes de un naciente Estado, algo que si seguimos a lo señalado por el artículo 16 de la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano de 1789 es lo que hace Constitución a una Constitución: Artículo 16. Una sociedad en la que no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de Constitución.

Sin embargo, hasta aquí no se ha elaborado una Constitución escrita en lo formal, es decir, reunida en un código único y que se autodenomine «Constitución», y así parece entenderlo Bolívar, que en el reglamento para la elección de diputados para la Asamblea Constituyente de 26 de noviembre de 1825 señala que la Asamblea General del Alto Perú carecía de facultades para constituir a la decretada República boliviana, porque la representación nacional es la única que puede formar una Constitución. Fue de esta manera que llegamos a la Constitución bolivariana sancionada el 6, promulgada el 19 y publicada el 26 de noviembre de 1826. Es decir, llegamos a una Constitución escrita en lo formal, con una serie de normas reunidas en un solo cuerpo que denominamos, desde una lectura jurídica, la primera Constitución boliviana, pero con una serie de materiales (decretos, declaraciones) constitucionales necesarios para la comprensión del fenómeno constituyente boliviano.

Entendamos: las normas jurídicas son puntos de llegada, más que de partida. Es indiscutible que para la mirada de los juristas la Constitución bolivariana de 1826 deba ser reconocida como la primera Constitución boliviana, pero lo es a condición de que una Constitución formal no es más que una especie de fotografía del status quo que evoca un estado de cosas que suceden y que a la vez congela y cristaliza una situación plural, múltiple y compleja. La Constitución formal legitima una distribución particular de las relaciones de poder, no las crea, solo las retrata, pero al hacerlo las reviste de una forma que busca prorrogar en el tiempo esa imagen. Se trata de un ritual para la duración de las cosas, un ritual de establecimiento del Derecho.

Un momento constitucional o un momento constituyente muchas veces lo es solo a condición de ser reconocido en el tiempo posterior como tal. El decreto de 9 de febrero de 1825 convocaba no solo a una Asamblea de diputados, sino a una potencialidad de acontecimientos.

Un día como hoy, pero hace doscientos años, empezaba la odisea del nacimiento de Bolivia a partir de la decisión de un hombre de apenas 30 años: Antonio José de Sucre.

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Deportaciones en EEUU y situación de la comunidad boliviana

Los bolivianos radicados en Estados Unidos no son el objetivo principal de las políticas de Trump, aunque se prevé un aumento en deportaciones para 2025.

/ 8 de febrero de 2025 / 23:59

El cuadragésimo séptimo presidente de Estados Unidos de América (EEUU), Donald Trump, asumió la presidencia el martes 20 de enero de 2025, marcando de esta manera su segundo mandato, no consecutivo, al mando de la potencia norteamericana. El referido empresario y político, desde su juramento, ha implementado cambios significativos en la gestión migratoria. Durante su primera semana en el cargo, el presidente firmó 10 órdenes ejecutivas (una especie de Decretos Presidenciales/Supremos) relacionadas con inmigración, el programa de deportaciones masivas y la seguridad fronteriza, que fueron anunciados durante su campaña reiterativamente.

Las referidas órdenes han dado lugar a propuestas locales mucho más controvertidas y menos esperadas, que van desde la introducción de recompensas de $us 1.000 (mil dólares americanos 00/100) para quienes denuncien a inmigrantes indocumentados hasta la figura especial del Caza Recompensas Available Bill Text (Mississippi y Missouri), pasando por unidades estatales y locales de Inmigración (ICE estatal), medidas que han generado preocupaciones por la carga de xenofobia y aporofobia en estas propuestas legislativas. No obstante, dichos proyectos, a la fecha, no han sido aprobados todavía o ya fueron rechazados en sus jurisdicciones legislativas correspondientes.

La Orden Ejecutiva

Dentro de la primera decena de Órdenes Ejecutivas, la administración del presidente Trump ha emitido una denominada «Protegiendo a los estadounidenses de una invasión» (Protecting the American People Against Invasion), la cual es la piedra angular, que establece nuevas prioridades para la detención y deportación de individuos no documentados. Esta disposición estipula que cualquier individuo que haya ingresado al país de forma ilícita o que permanezca sin los documentos pertinentes puede ser sometido a detención, proceso judicial y deportación, lo que amplía considerablemente el alcance de las medidas de implementación de la legislación migratoria. Además, la orden instruye al Departamento de Seguridad Nacional a potenciar la capacidad de captura de inmigrantes, a través de la edificación y funcionamiento de nuevas instalaciones de detención, así como la suscripción de contratos con establecimientos de detención privados.

Cambios

Además de haber cambiado el estatus semineutro de «lugares sensibles» (escuelas, iglesias y hospitales), el presidente Trump ha dictado el cese de la práctica denominada «captura y liberación», que proporcionaba a determinados inmigrantes sin estatus definido la posibilidad de permanecer en libertad mientras aguardaban sus procesos judiciales en los tribunales de inmigración. En la actualidad, la administración tiene como objetivo detener a todos los inmigrantes en situación irregular hasta su deportación. La orden promueve, asimismo, la colaboración entre las autoridades federales de inmigración y las entidades locales de aplicación de la ley, extendiendo los acuerdos del Programa denominado «ICE 287(g)» (Delegation of Immigration Authority Section 287(g) Immigration and Nationality Act | ICE), que habilita a los agentes de policía locales para actuar en calidad de agentes de inmigración, además de integrar a otras agencias como el FBI.

Del mismo modo, incluso en el caso de que un individuo se encuentre en el proceso de solicitar asilo o esté bajo libertad condicional, existe la posibilidad de ser detenido y eventualmente deportado de acuerdo con las directrices recientes sobre inmigración establecidas por la Casa Blanca, las cuales han estado en vigencia desde la semana pasada. Los agentes de inmigración tienen la autoridad para proceder con la deportación de un individuo antes de que comparezca ante un juez de inmigración, especialmente si ha residido en los EEUU por un período inferior a dos años, lo que se conoce como un proceso de expulsión acelerada (Designating Aliens for Expedited Removal). Anteriormente, este procedimiento se aplicaba únicamente a individuos que vivían a menos de 100 millas de la frontera y que ingresaban a los EEUU en un plazo de hasta 14 días después de su llegada (Memo ICE Guidance).

Consecuencias Diplomáticas

De acuerdo con el Reporte Anual de Deportaciones de la Agencia de Migración de Estados Unidos (ICE), durante el año fiscal 2024 se removieron de EEUU a 87.289 mexicanos y 54.056 colombianos (Annual Report 2024, ICE), objeto de un proceso de deportación bajo los mismos métodos practicados la semana pasada. Sin embargo, la narrativa, la escalada de arrestos reportados en redes sociales y las imágenes compartidas por la prensa estadounidense provocaron reacciones de protesta ante una ola de estigmatización en contra de los derechos de los nacionales de estos países, lo que provocó iniciales protestas que culminaron en la prohibición del aterrizaje de los aviones militares de Estados Unidos que transportaban deportados a los aeropuertos de Colombia y México. Cancelación que provocó la respuesta directa del Comandante en Jefe de la Casa Blanca, el Presidente Trump, que no se dejó esperar, reaccionando el sábado 1 de febrero con el anuncio del alza de los aranceles en los productos provenientes de estos territorios hasta un 25%, lo que convocó una serie de esfuerzos diplomáticos para acercar posiciones, generando una coordinación de la vigilancia fronteriza en el caso mexicano y el envío de aviones de bandera colombiana para recoger a migrantes en condiciones más dignas, lo que puso en pausa la escalada comercial y diplomática que se había suscitado.

Las consecuencias para ambos países, tanto en el caso colombiano, pero especialmente en el caso mexicano, habrían sido catastróficas, porque más del 80% de las exportaciones de México se van a su vecino, siendo la industria automotriz la que habría soportado mayor impacto, tomando en cuenta que de los $us 400.000 millones, un total de $us 129.000 millones corresponden a esta industria. No obstante, en agricultura, la industria de paltas y los minerales habrían sentido fuertemente las medidas, y teniendo en cuenta que tales amenazas incluyen a Canadá, ponen en riesgo de llevar a terapia intensiva el T-MEC, que se terminó y negoció en la primera administración del presidente Trump (2018), planteando un bloque comercial geopolítico con el objetivo de frenar la expansión latinoamericana de Beijing.

Otras Consecuencias Diplomáticas

La postura adoptada por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha sido distinta a las controversias surgidas con la administración de Sheinbaum, Da Silva y Petro. La semana pasada se produjo un acercamiento de posturas entre Trump y Bukele, a pesar de una declaración indirecta previa en julio. Trump estableció contacto telefónico con su contraparte para discutir la lucha contra la inmigración irregular y las organizaciones delictivas como el Tren de Aragua, conversación que se selló con la visita del secretario de Estado, Marco Rubio, que derivó en la voluntad del presidente Bukele para recibir migrantes que no sean nacionales de El Salvador, acción que será objeto de un acuerdo entre ambos países sobre «Tercer País Seguro».

Del mismo modo, Bernardo Arévalo, después de la reunión con el secretario Rubio, informó que Guatemala acogerá a ciudadanos provenientes de naciones diversas deportados de EEUU bajo el concepto general de «tercer país seguro», con la diferencia de que los individuos serán posteriormente repatriados a sus respectivos países a cargo de los Estados Unidos de América, aumentando en un 40% la cantidad de vuelos de deportación que recibe.

Consecuencias para Bolivia

La migración de bolivianos en Estados Unidos, de acuerdo con el Censo de Población en EEUU del 2019 (Census Data), es equivalente a poco más de 132.619 personas, con un margen de error de 5%; de ellos, alrededor del 65% viven en el Estado de Virginia. No obstante, no incorpora la evidente ola de migración que se ha sumado desde el año 2019 en una tendencia creciente.

La comunidad boliviana es un colectivo que tiene residentes en casi todos los Estados, incluida Alaska; no obstante, las poblaciones más grandes residen en ambas costas, siendo la más grande población la que se encuentra en el área metropolitana del DMV (Washington DC, Maryland y Virginia), sobre todo en Virginia en diferentes condados. Aunque no se tiene un estimado de cuántos bolivianos se encuentran en situación migratoria irregular, sí se tiene que, de la población registrada en el Censo, a septiembre de 2024 (aún gestión Biden), 302 bolivianos habrían sido deportados, lo que representa el 0,2% de la población en general oficial, y la tasa más alta de deportaciones desde el 2019, cuando se registraron 64 nacionales.

Siendo la cantidad de bolivianos un número no representativo de las deportaciones en general registradas el 2024 (271.484 personas), se tiene que, a pesar de tener una población relativamente numerosa sobre todo en ciertos condados de Virginia, su estatus migratorio es normalmente regular con excepciones; es decir, no formarán parte de los objetivos marcados inicialmente por la administración Trump, que ya ha comenzado el proceso de deportación de miembros de otras comunidades como la mexicana, hondureña, guatemalteca, colombiana, venezolana, entre otras.

No obstante, tomando en cuenta que la población de deportados durante la gestión Biden desde el año 2023 (132 personas) ha incrementado poco más de un 43% en la gestión 2024, y teniendo presente que, a pesar de no ser la población boliviana en EEUU el objetivo principal de los cambios en las políticas de migración, es previsible que al menos se repita el incremento de 2024 al culminar la gestión 2025, que marcaría un récord para nuestra comunidad, pero al mismo tiempo permanece siendo un porcentaje conservador.

Los bolivianos en EEUU, de acuerdo con el Censo de Población tabulado por el Pew Research, son una comunidad privilegiada cuya población en un 76,37% (más de 100.001 personas) posee al menos un «Green Card» o detenta la doble nacionalidad, y a pesar de no ser numerosa, su presencia cultural es muy fuerte, siendo un colectivo joven cuya edad promedio ronda los 33 años, está compuesta por familias nucleares en 77% (a diferencia de la familia estadounidense no migrante), y es muy bien educada, por cuanto al menos el 42% tiene un título universitario. Es decir, de lejos no coincide con el perfil expresado por los encargados de la campaña del actual presidente; muy al contrario, es una comunidad conocida por su desempeño en muchas industrias, ciencias, artes, letras e inversión.

Ola de miedo en EEUU

No obstante, aunque las cifras nos señalan un escenario muy halagador para la comunidad boliviana, no quita el hecho de que existe un porcentaje de compatriotas cuya situación migratoria no está definida por el momento, y las cadenas de propaganda se esparcen por las redes sociales, que en un principio señalaban un número de 200 detenidos (casi la población hondureña) que no fue luego aclarado pero que alimentó el estado de zozobra. Esto definitivamente se vio reflejado en las actividades públicas, más allá de su adscripción a las campañas de sabotaje como comunidad (al menos un porcentaje), que se nota incluso en las actividades extracurriculares de las escuelas.

¿Se está demonizando la deportación masiva? Por un lado, existe un registro de ciertos espacios donde se ha compartido información que no corresponde con la realidad; no obstante, no es injustificada la precaución. El drama que atraviesa una familia que sufre la deportación de uno de sus integrantes es traumático, lo que empeora si esto lleva a la separación de padres e hijos, hermanos, esposos. En ese sentido, es previsible que la ola vaya a tocar su punto más alto pronto y de ahí baje, como fue en la primera administración. Se ha visto que de la primera ola de detenidos se ha tenido que soltar a muchos por la falta de condiciones materiales en este momento, lo que es parte de los retos que supone una tarea de esta envergadura.

Del mismo modo, organizaciones no gubernamentales, internacionales y estatales ya se han pronunciado haciendo seguimiento de estas políticas, y han pedido que se garanticen los derechos humanos de sus nacionales viviendo en territorio de EEUU. Del mismo modo, en las cortes se están contestando ciertas directrices que ya han sido objeto de suspensión, que refleja un acompañamiento de la comunidad internacional. Finalmente, en este año electoral es bueno recordar que los anteriores gobiernos se comprometieron a abrir un Consulado General en Virginia donde reside la mayor parte de los bolivianos; vamos a recordar a los actores políticos relevantes del momento la necesidad de cumplir esta promesa.

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