Camilo corre y juega fútbol, pese a una semiparálisis
El muchacho es tímido, vive con su tía porque su madre está en España.
Cuando Camilo Romero Huanca, de 14 años, habla y juega con sus compañeros de colegio, parece olvidar que la parte lateral derecha de su cuerpo está paralizada. Pese a su hemiplejía corre y demuestra su habilidad con un balón de fútbol, haciendo gala de su pasión por este deporte y por el equipo de sus amores, el Bolívar.
El muchacho estudia desde kínder en la unidad educativa Villa Alemania de El Alto y dice que se siente «feliz y seguro» por permanecer allí; «mis compañeros también me quieren y me tratan bien». Ahora cursa el sexto de primaria B.
Se pone cohibido cuando Andrea Cardón, una de sus compañeras de 12 años, opina sobre él. «Es muy bueno, no molesta, es muy tierno, muy tranquilo y también es tímido», indica la niña y de pronto se escucha un coro de voces infantiles que dice «sí, es muy bueno».
El muchacho baja la mirada, prefiere callar, pero dibuja una leve sonrisa ante los comentarios y la mirada de todos.
De acuerdo con su educadora especial (que apoya a niños con discapacidad dentro del colegio), Adda Monroy, Camilo presenta esta discapacidad física desde su nacimiento, pero esto no le impide desarrollarse como los demás niños.
La Razón acompañó a Camilo a su aula de la escuela de El Alto. El muchacho, de mayor estatura que el resto de sus compañeros, se sienta y saca de su mochila una carpeta, un libro, lápices de colores y una goma para la clase.
Camilo cuenta que su materia favorita es Lenguaje. «También sé las operaciones de matemáticas. En mi casa hago mis tareas en las tardes. También cumplo con mis deberes en casa, como tender la cama», dice en voz baja.
Todas las mañanas, de lunes a viernes, sale de su casa en la calle 9 de la zona de Villa Alemania y se va caminando a la escuela junto a su hermano menor, Brandon (de cuarto de primaria). Los dos retornan al mediodía.
Los fines de semana los dedica al paseo con sus otros tres hermanos y disfruta jugando canchitas en la plaza Bolivia de Villa Adela.
Todos viven con su tía, porque su madre está en España y su papá viaja constantemente por su trabajo. Camilo sueña en ser profesor de Lenguaje.