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Son madres emprendedoras

Provistas de coraje y un sentido enorme de responsabilidad, seis madres están en condiciones de demostrar a cualquiera que el dicho popular «querer es poder», tiene sentido.

Se trata de un grupo de mujeres dueñas de un negocio propio que en un lapso corto de tiempo fue convertido en una rentable microempresa, que en algún caso ya genera fuentes de empleo en beneficio de terceros.

Cada una a su vez adquirió un préstamo que pagó «sagradamente» y siempre en fecha puntual, lo que le permitió acceder a una línea de crédito. Ayer, en conmemoración del Día de la Madre, ellas fueron agasajadas por BancoSol, la entidad financiera que escogieron para trabajar.

Al acto asistieron como homenajeadas doña Elsa Rendo, madre de 12 hijos y acreedora por 15 años. Se dedica a la producción de chamarras de corderoy. Obtuvo su primer crédito el año 2002 y actualmente está en su sexto crédito con cero días de atraso. Cinco de sus hijas siguen su ejemplo y también obtuvieron un préstamo.

Además estuvo Bertha López Rubín de Celis, madre de dos hijos, de los cuales una ya es cliente de la entidad financiera. Doña Bertha se dedica a la venta de artículos de plomería y cocina. Comenzó su relación con la entidad a través de grupos solidarios, lo que permitió que su negocio crezca; ahora compra los productos para su negocio en varias importadoras.

Doña Eulalia Choque, madre de seis hijos, tiene un puesto de venta de comida en el mercado Lanza. Se animó a agrandar su negocio el año 2000 y no hace mucho terminó de comprar una vivienda propia.

En el caso de doña Simona Mendoza de Condori, madre de dos hijos, ella se dedica a la venta de condimentos y junto a su esposo también opera en el rubro del transporte. Comenzó con sus operaciones de crédito hace nueve años. Hace poco el negocio creció con la compra de tres vehículos pesados.

Empezaron con Bs 300

Cuatro de las seis madres emprendedoras solicitaron, de inicio, créditos por un valor de 300 bolivianos, la mayoría en lo que se denominó «grupos solidarios». Hoy guardan en secreto los montos que administran.

Doña Alicia convirtió su tienda en un almacén

Alicia Mayta Sutura se ha convertido en un ejemplo de mujer y madre emprendedora pues en 18 años de trabajo logró  cambiar su vida convirtiéndose en una microempresaria exitosa. 

Doña Alicia es casada, nació el 8 de junio de 1967 y tiene cuatro hijos, Robert Edwin, Patricia, María Esther y Paola, de 25, 23, 21 y 10 años, respectivamente.

Empezó sus actividades vendiendo pan en una pequeña tienda de la zona Marcelo Quiroga Santa Cruz, en la avenida Periférica, al norte de la ciudad de la Paz.

«Han transcurrido tantos años desde mi primera tiendita, que hoy me encuentro emocionada al contarle que tengo un almacén de abarrotes, he adquirido un terreno en El Alto, he construido mi casa y he comprado dos vehículos, una camioneta y un minibús. Gracias a Dios, tengo apoyo de mi familia, mi esposo —Roberto Limachi, de 48 años— conduce el minibús y me ayuda con los negocios. Mi hijo mayor este año se titula como ingeniero en sistemas».

Doña Alicia afirma que concretó sus logros tras adquirir créditos financieros que paga hace más de 15 años. «Mi principal proyecto para el futuro es hacer funcionar el horno que mi papá me heredó, para la distribución del pan».

Gonzalo Alaiza, gerente Regional de BancoSol en La Paz, la entidad financiera que otorgó los créditos a las madres emprendedoras homenajeadas ayer, sostuvo que «el reconocimiento es a las mujeres que decidieron mejorar su calidad de vida y la de sus hijos».

El acto consistió en un desayuno con api, pastel, llauchas y empanadas de queso. También asistieron las asesoras financieras de cada una de las agasajadas y, en algún caso, sus hijos.

Doña Pilar es dueña de tres equipos pesados

«Me levantaba junto con mi esposo a las tres de la madrugada para recoger arena y piedras de los ríos Lipari, Irpavi y Achumani en nuestra volqueta», cuenta doña Pilar Zoraida Quispe Mamani al recordar la forma en que empezó en el oficio que hoy la convirtió en una próspera empresaria.

Hoy es propietaria de tres retroexcavadoras, modelos 1998, 2002 y 2006, que adquirió tras obtener ocho créditos bancarios.

«El trabajo era muy sacrificado porque teníamos que regresar a las siete de la mañana a la casa para atender a nuestros hijos y luego volver al río a acopiar los agregados de construcción para los clientes, además de combinar estas tareas con la siembra, cosecha y venta de flores y choclos en el mercado Rodríguez», añade.

Doña Pilar es una madre de 32 años con dos hijos varones de 11 y 13 años de edad, los cuales estudian en el colegio de Mallasa.

Junto a su esposo, Julio Flores, se animó «a sacar un crédito para comprar nuestra primera retroexcavadora, valuada en 52 mil dólares. A partir de ese momento cambiamos nuestro rubro de trabajo y el rumbo de nuestra vida».

«En el terreno de Lipari hemos construido dos departamentos y dos tiendas, que están alquiladas».
Han pasado cinco años desde entonces y hoy genera fuentes de empleo a operadores y ayudantes. «Nuestro trabajo es más descansado, nos dedicamos a administrar la empresa, distribuir diesel y grasa, y ver que todo se cumpla».