La zona Sur es una ‘mina de oro’ para los ladrones de autopartes
Cifras. Se presentan hasta cuatro casos por día. Los "cerebros" son los más cotizados
Joaquín dejó su vehículo estacionado en la avenida Costanera a las siete de la noche. Reconoció a un amigo y fue a saludarlo. Cruzó la calle. Se sirvió un vaso de cerveza y entre bromas y bromas pasaron unos 15 minutos. Volvió a su carro y junto a él había un hombre que veía por la ventana. Lo encaró y éste no respondió. Despacio, el tipo se subió a otro automóvil que lo esperaba estacionado. Joaquín llegó hasta su vehículo. Antes de abrir la puerta vio que su tablero delantero estaba hecho trizas. Quiso ir detrás del desconocido; pero éste se fue veloz en un Subaru negro.
Joaquín tiene un nombre ficticio y su drama no es exclusivo; según datos de la Dirección de Prevención e Investigación de Robo de Vehículos (Diprove) de esta región, cada día se presentan robos de piezas de autos. Hace un par de jueves se sustrajeron piezas de cuatro movilidades.
La cifra es un toque de alerta porque el año pasado la cantidad máxima de robos era de hasta dos por día. Según los datos de Diprove nacional, durante la gestión 2009 se registraba un promedio de nueve hurtos por jornada. Hoy, la zona Sur es la «capital» del robo de autopartes.
Carlos Valdivia, que está a cargo de la oficina en la zona Sur, dijo a La Razón: «Durante la semana pasada no registramos robos de vehículos completos sino sólo de autopartes y los días más complicados son los fines de semana, a partir del jueves».
El incremento de casos está acorde con la violencia que se ejerce en la actualidad. Según el presidente de la Asociación Boliviana de Aseguradoras (ABA), Justino Avendaño: «Ahora desvalijan todo el vehículo y antes eran robos que estaban relacionados a las partes externas del vehículo, por lo tanto tenían menos valor. Robaban espejos laterales, la llanta de repuesto y las partes de fuera del vehículo. Ahora ingresan a la cabina y roban las autopartes de mayor valor».
Las empresas aseguradoras están preocupadas porque sus pérdidas se han disparado (ver recuadro de la página siguiente) y además los casos son más frecuentes. Pero, los ciudadanos cuyos autos no tomaron previsiones son los más afectados. Según la aseguradora Zúrich, nueve de cada 10 carros no están asegurados.
Pero, ¿por qué los ladrones destrozan los vehículos? Según la explicación de Gonzalo Bedoya, representante de Zúrich, el crimen está violento porque las medidas de seguridad son mayores. Un ejemplo gráfico es lo que sucedía con los cerebros electrónicos, que son el dulce preferido de los delincuentes. Estas piezas son exclusivas de vehículos modernos, o que salieron después del 2000 y controlan el sistema eléctrico del coche (ver recuadros superiores).
Según los vehículos, los cerebros electrónicos venían en la parte delantera del vehículo. Entonces, los ladrones estaban obligados a abrir el capote y sacar el cerebro. Al principio esta pieza estaba desprotegida y después las aseguradoras las remachaban para evitar que sea fácil quitarlas de ese lugar.
Los automóviles más modernos tienen el cerebro detrás del panel de control, es decir están en la parte trasera del volante. Por lo tanto, los ladrones están obligados a destrozar el panel para llegar a la pieza codiciada
De acuerdo con los datos de ABA, las empresas aseguradoras también optaron por proteger y prácticamente «blindar» el capote. Y, entonces los ladrones optaron por destruir el panel en busca de las otras piezas del vehículo.
Y ahora roban desde los cables.
El reemplazo de cables, explica Bedoya, es tan costoso y necesario como el sistema de venas que recorre el cuerpo humano. «Hay casos que se deben reemplazar todos los cables».
Los hurtos son, también, por encargo, como sugiere este entrevistado. «No se puede explicar sino por qué se roban ciertas partes de vehículos, como vidrios laterales y otras piezas».
La preocupación por los cerebros electrónicos en Bolivia trascendió las fronteras. Según revela Juan Pablo Auza, gerente de Imcruz: «Hace tiempo llegó una delegación que trabaja en la fábrica de autos y ellos consultaron qué hacíamos y qué falla teníamos para que en Bolivia se arruine tanto cerebro electrónico. No podían entender que en el país se roban el cerebro electrónico porque este sólo sirve para un automóvil específico».
El negocio de los ladrones es redondo porque, como dice Bedoya, siempre hay mercado para las piezas robadas, a pesar de que éstas son exclusivas de los vehículos.
Auza da un paso más allá: «Obviamente del lado del ladrón es un negocio asegurado fenomenal. Ya tienes asegurado el comprador y el costo es mínimo sólo necesitas la gasolina del auto, el tiempo que se usa en un robo. El riesgo que te pesquen robando y qué vas a recibir una patada o hasta algo de eso. Y estás cargando entre 600 a 2.000 dólares».
Con estas palabras, el representante de Imcruz afirma que algunas compañías van al mercado negro para la compra de las piezas. Además, los usuarios exigen la reposición inmediata de las partes y eso condiciona que la aseguradora consiga lo hurtado.
A Joaquín lo llamaron para venderle sus piezas que le robaron. Él pertenece al 90 por ciento que no tiene seguro y tuvo que transar para obtener sus propias piezas. Algo que suele suceder.
El proyecto de ley que se quedó en intención
En abril del 2008, el Poder Legislativo estudió la posibilidad de aprobar un proyecto de ley para endurecer las penas de cárcel por robo y comercialización ilegal de autopartes de vehículos.
El ex director de Diprove Rómulo Vargas encabezó esta propuesta que se asemejaba a la Ley 1008 por la dureza de las sanciones. Entre otras sanciones, proponía penas de cárcel de entre 8 a 15 años para quienes estén involucrados en estos delitos. El proyecto nunca se sancionó.