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Jóvenes cazadores bolivianos matan a animales de 25 especies

Colgado de las patas traseras, en la rama de un árbol, un puma se desangra despacio. El cazador se encuentra de pie, a su lado; luce orgulloso frente a la cámara fotográfica. Tiene la mirada oblicua y en la mano izquierda aún porta el arma que seguramente escupió la bala que derribó al felino.

Otra imagen. Un tigrecillo es alzado por su cazador. Parece un gran gato amarillo con manchas negras que duerme en los brazos de su dueño. El hombre tiene la mirada dura y sin sangre. Observa fijamente a la cámara.

Una más. Es la cabeza de una urina, casi irreconocible y llena de sangre. La leyenda del pie de la fotografía reseña: «Los 16 plomos del cartucho 4 Buck están en el cuello y la cabeza»; sólo uno de los proyectiles pudo matar a esta especie de venado. Chanchos de monte, lagartos, tapires, anacondas, jochis, patos, tatúes, liebres, jaguares, pirañas… han sido acribillados por cazadores bolivianos que hace muchos años se internan en la selva.

A través del Facebook convocan a más gente para las jornadas de cacería. Pertenecen al grupo ScZ HuNtEr’S ClUb y tienen buena acogida porque en la actualidad existen 330 miembros que hablan de la matanza de animales abiertamente. También han dejado comentarios sobre lugares de safaris y, especialmente, armas.

La Razón se contactó con un amigo de los cazadores y éste explicó: «Acá no se lo ve como algo malo (la caza). Cuando alguien cumple unos 15 ó 16 años los papás se lo llevan al monte, a cazar para que se haga hombre». Los cazadores se sumergen hasta una semana en medio del bosque cruceño. Van armados hasta los dientes. En las fotografías que ellos mismos divulgan por internet se ven sus fusiles, ametralladoras, ballestas, armas 9 milímetros…

Para internarse en la selva van en camionetas todo terreno. Llevan perros de caza, linternas, uniforme camuflado, casas de campaña. «La cacería requiere mucho dinero. Deben ser gente con plata y con sus influencias porque no cualquiera va de caza», explica la fuente de La Razón.

La mayoría de las personas involucradas en esta práctica tiene apellidos de origen extranjero y algunas son de familias importantes de la ciudad. Aún no se dio a conocer oficialmente la lista de los implicados, pero la Fiscalía estaría detrás de las pistas de personalidades influyentes de la sociedad cruceña.

LEY Y TRADICIÓN. La cacería, según la explicación del contacto de La Razón, es parte de la tradición de los cruceños. Sin embargo, la Constitución Política del Estado prohíbe la caza de animales silvestres. El artículo 381 parágrafo I establece que las especies nativas de origen animal y vegetal constituyen patrimonio natural del Estado.
La Ley de Medio Ambiente 1333 también protege a la fauna silvestre. Pero el Decreto de Veda General e Indefinida establece que está prohibida la captura de animales y sólo se permite la captura y acondicionamiento de animales silvestres con fines científicos, no comerciales. Esta legislación sanciona a los infractores con privación de libertad de uno a tres años y una multa del 100 por ciento del valor de los animales.

El 21 de enero del 1999 se modificó la norma. Aunque ratifica la veda, permite el uso sostenible de algunas especies. (Ver más información en los cuadros de la parte superior de las páginas).

Es decir, el Ministerio Público puede actuar ante este delito. Y, aparentemente, lo va a hacer.

CAZADORES EN LA MIRA. El jueves 25 de marzo Amor Por los Animales Bolivia (APLAB) presentó la denuncia de Caza Ilegal en Bolivia, ante la Dirección General de Biodiversidad. Medio mes después, el lunes 12 de abril, remitió una segunda nota e incluyó más elementos en su denuncia. A las 10 de la mañana, del viernes 28 de mayo la denuncia entró a la Fiscalía de Santa Cruz. El juez Luis Hernando Tapia Pachi fue sorteado para llevar adelante el caso, ocurrió el martes 15 de junio.
El juez Tapia Pachi se refugió en Brasil porque el Gobierno boliviano observó su «falta de accionar» en el caso Eduardo Rozsa Flores, el año pasado. En aquella oportunidad, el magistrado debía investigar al supuesto grupo terrorista y sus vínculos.

Por ésta y otras razones el Ministerio Público avanza a paso lento en el caso denunciado. Según un funcionario de esta entidad, la parte acusatoria debe pedir que se acelere el caso. La Dirección de Biodiversidad indaga en el juzgado cruceño una vez al mes.

El lunes 5 de julio, la Fiscalía hizo un pedido de ampliación de investigaciones por 90 días. Por estrategia pericial aún no se conocen los siguientes pasos del Ministerio Público. «Le puedo asegurar que esto no quedará así. Es el primer caso con estas características y podemos crear un antecedente importante» dijo un fiscal. Mientras la Fiscalía afila sus armas legales, los cazadores se alistan para una nueva aventura. Ahí está la invitación en internet: Se viene la Época de caza!!! a alistar pilchas para reflectorear y a caminar por las sendas!!!!