Antisociales ocupan 34 casetas en pleno centro
Espera. Las casetas se quedarán vacías hasta que la Alcaldía paceña defina si ingresan otros comerciantes

Todos los días cerca de las 18.00 los antisociales comienzan a llegar a las casetas abandonadas del pasaje de las Culturas. Las utilizan como dormitorios, baños y no hay control en las noches, lo que ha aumentado la inseguridad.
La Razón comprobó que los antisociales rompieron las puertas, doblaron las planchas metálicas, forzaron las cerraduras de al menos seis de los 58 anaqueles que están divididos en cuatro bloques. Una vez dentro partieron el cartón prensado que los dividía y tuvieron acceso a un total de 34 quioscos abandonados.
«En las casetas abandonadas se reúnen los cleferitos (drogadictos). Duermen y despiertan tarde. Por las mañanas entran a los locales, sacan cosas. En las noches los clientes ya no quieren entrar por la inseguridad», declaró la dueña de un local de expendio de comida que funciona en el pasaje.
Los anaqueles se encuentran detrás de la Casa de las Culturas, en la Pérez Velasco, en pleno centro de la ciudad. Fueron construidos a fines del 2007 para los vendedores de libros. Una vez concluido el mercado Lanza los libreros ingresaron al nuevo centro de abasto y los 58 anaqueles quedaron abandonados desde junio pasado.
Algunas de las casetas se convirtieron en baños por los desechos que tienen. Otras, en dormitorios porque en su interior La Razón halló plásticos, cartones y papel periódico acompañados de botellas vacías. Allí se siente un fuerte olor a alcohol.
«Antes teníamos movimiento (de personas) hasta las 23.00. Ahora ya no, la gente tiene miedo porque son muchos (los antisociales). Y vienen porque tienen un lugar vacío y cómodo para poder dormir», declaró el propietario de un comercio que funciona el área que prefirió no dar su nombre.
Un funcionario municipal que trabaja en la Casa de las Culturas dijo que con la ayuda de la Policía se llegó a retirar a los antisociales dos veces. «Continúan regresando. Saltan las rejas (de aproximadamente 1,7 metros de alto) que deberían restringir el paso y retornan a las casetas. Se las debería retirar para recuperar la tranquilidad que teníamos», declaró.
A mediados del 2007, antes de la instalación de las casetas, la Alcaldía construyó jardineras y mejoró la iluminación. «Las obras demoraron tres meses y en esa época no habían estas personas», informó.
TAREAS. Las casetas no serán derruidas hasta que no concluya el plan de reordenamiento del comercio en inmediaciones al mercado Lanza, informaron fuentes municipales. En las afueras del centro de abasto quedaron cerca de 800 gremiales que deben ser reubicados y aún se analiza la posibilidad de trasladar a algunos de ellos a estas estructuras abandonadas.
Un funcionario del ejecutivo municipal informó de que se solicitará a la Guardia edil coordinar tareas con la Policía Nacional para implementar nuevos mecanismos de seguridad.
La historia del Pasaje
-Los antisociales comenzaron a frecuentar el área el 2006. Los dueños de comercios pidieron que se mejore el sector. A mediados del 2007 se construyeron unos jardines centrales y se arregló la iluminación. Las obras mejoraron la seguridad del lugar.
-La Alcaldía no logró trasladar a los libreros al atrio de la Iglesia San Francisco el 2007 y los reubicó en el pasaje de las Culturas, donde permanecieron hasta junio pasado.
Resguardan tinglados de la Alonso de Mendoza
Tres tinglados que están en las inmediaciones a la plaza Alonso de Mendoza siguen vacíos. Se reforzaron sus puertas para evitar que ingresen antisociales, pero continúa la inseguridad en el área.
Después que las comerciantes del mercado Lanza ingresaron a sus puestos de venta en el nuevo centro de abasto, estas estructuras quedaron vacías. Las que se hallaban en la calle Evaristo Valle fueron retirados, pero aún permanecen en pie los que se encuentran en inmediaciones a la plaza Alonso de Mendoza.
Los comerciantes que están alrededor denunciaron que antisociales ingresaron a los galpones. Sin embargo, La Razón comprobó que se reforzaron las puertas y no hay aberturas para poder ingresar de nuevo. Pero por los alrededores aún rondan estas personas señaló un vendedor de una de las farmacias de las inmediaciones.
«Duermen en la calle Chuquisaca y se quedan entre los tinglados. Muchas veces entraron (a la Farmacia) y quieren que se les regale dinero, jeringas o ansiolíticos y los policías no hacen muchas rondas».