Industria funeraria, un buen negocio en Argentina
Funexpo 2010 cierra hoy Buenos Aires tras mostrar novedades

Urnas de sal para arrojar al mar las cenizas de los muertos y un servicio de e-mail para enviar mensajes a los seres queridos una vez que nos llegue la hora, son algunos de los novedosos servicios presentados estos días en una exposición del sector funerario en Argentina.
Funexpo 2010, abierta al público hasta hoy, sirve además de espacio de debate para empresarios de un sector que el común de las personas prefiere ver de lejos, pero que genera suculentas ganancias.
Claro que las ventas no son tema fáciles, por la sensibilidad de un asunto tabú como la muerte y las costumbres tradicionalistas en torno a los rituales funerarios.
«La gente tiene miedo a hablar de la muerte porque cree que es anticiparse. El funeral hay que organizarlo con anticipación, como si fuera un casamiento. Un velorio no marca que una muerte ocurrió, sino que una vida fue vivida», dijo a EFE Ricardo Péculo, director del Instituto Argentino de Tanatología Exequial.
A su juicio, el gasto en un funeral es en realidad una «inversión» porque es un «homenaje único» que «alivia el dolor» de los familiares del muerto.
Detalle. En torno a los servicios fúnebres hay muchos elementos a tener en cuenta, pero uno esencial es el ataúd.
«El argentino tiene el gusto del italiano: el cajón con forma de seis cortes. Aunque nosotros también fabricamos con extremos redondeados, que exportamos a España, y estamos tratando de imponerlo aquí», indicó David Fiori, dueño de una de las dos mayores fábricas de ataúdes de Argentina. Los precios son variables, desde los 8.000 hasta los 15.000 dólares, dependiendo el tipo de material del cajón.
Los hay de madera de álamo, material que exige la ley argentina para las sepulturas en tierra dado que se degradan más rápidamente, y también en cedro o roble, que duran más de medio siglo en el nicho. Para las cremaciones, una tendencia que crece en Latinoamérica, las novedades son los cinerarios artísticos.