Sociedad

Thursday 25 Apr 2024 | Actualizado a 16:43 PM

Los balseros hacen de las suyas en el Lago

Faltan chalecos salvavidas, los muelles están en mal estado, los patrones de botes y lanchones los sobrecargan con personas y vehículos que hacen el transbordo. Todos estos factores evidencian la ausencia de la autoridad del Estado en Tiquina.

Por La Razón

/ 21 de octubre de 2010 / 05:00

Faltan  chalecos salvavidas, los muelles están en mal estado, los patrones de botes y lanchones los sobrecargan con personas y vehículos que hacen el transbordo. Todos estos factores evidencian la ausencia de la autoridad del Estado en Tiquina.

Cientos de personas que visitan o realizan alguna actividad comercial en el Santuario de Copacabana, día a día corren el riesgo de sufrir algún accidente al pasar por el estrecho, ubicado entre las poblaciones de San Pedro y San Pablo, que tiene una extensión de 850 metros de ancho y una profundidad de hasta 40 metros.  En una visita a la zona, La Razón evidenció que estas irregularidades son recurrentes y que el control es nulo en el puerto.   

Un reglamento hecho por la Dirección Nacional de Marina Mercante exige a cada una de las capitanías de puerto el control de la seguridad en el traslado de civiles y carga, además de la verificación del buen estado técnico de las lanchas y las barcazas. En este caso, la tarea le corresponde a la Cuarta Capitanía de la Fuerza Naval asentada en Tiquina.

La primera irregularidad que  evidencia el viajero es  que nadie controla el uso de chalecos salvavidas por parte de los pasajeros como de los  patrones (conductores) de los botes. «Sólo nos colocamos (los salvavidas) en una marea alta, además los pasajeros dicen que son incómodos y antihigiénicos», asevera Marcelo Ch. conductor y propietario de tres lanchas. 

Cada bote tiene capacidad para embarcar entre 14 a 22 pasajeros, sin embargo, en todos los casos sólo se tienen a disposición ocho chalecos que son colgados en la proa del bote. «Hace cinco años, los efectivos de la Naval obligaban a los que operan las barcazas y las lanchas a utilizar los salvavidas.

Ahora, ningún oficial y menos un soldado verifica su uso», explica  Cristina Dueri, comerciante asentada en  Copacabana.   Y la Capitanía lo confirma. «Les hemos dado cursos para que comprendan esa necesidad, sin embargo, ellos asumen que el uso es voluntario», menciona el teniente de navío de la Capitanía de Tiquina, Elín Andia.  

El oficial añade que pese a que el estrecho es parte de la carretera  La Paz -Copacabana, ninguna lancha cuenta con el seguro contra accidentes SOAT, no obstante, los operadores  aportan Bs 2 por día a  una de las dos asociaciones de balseros en San Pedro y San Pablo como «cuota por accidente» que sólo les beneficia a ellos y no a los usuarios.

Pero también salta a la vista el mal estado de las barcazas.  La Razón observó que la totalidad de los 10 lanchones observados, la madera está desgastada y que sus conductores se ven obligados a quitar  con recipientes el agua que se filtra  sobre su superficie.

«Es normal que entre el agua, los tablones son cambiados con frecuencia y no afecta a toda la estructura», señala Remigio V., operador de una barcaza. Cada uno de estos lanchones puede cargar como máximo 25 toneladas, sin embargo, en ninguno de los muelles, que también son precarios y de madera, se tienen balanzas para hacer un control efectivo del peso.

Vehículos livianos y pesados deben subir por turnos a los  embarcaderos, hechos con tablones   y que por el paso de los años están en mal estado o se han podrido por la humedad y por la acción de las algas.

Tuición de la Naval boliviana

-La Fuerza Naval es la obligada a realizar inspecciones permanentes a las barcazas y lanchas que operan en el traslado de pasajeros y vehículos en el estrecho de Tiquina.
-Cada barcaza debe contar con un certificado de registro y cada patrón de navío (conductor) debe tener una autorización proporcionada por la Capitanía.
-El certificado debe especificar la capacidad de carga y de pasajeros; y en la autorización se debe establecer los años de experiencia de cada operador.

Opiniones

Rubén Irusta
‘Los balseros son empresarios que sólo lucran’

Los balseros (sic) de Tiquina, son empresarios que no ven la calidad del servicio, sólo cobran como quieren, nadie les controla.  La Naval no hace nada porque reciben su parte de los balseros, es por eso que no los vigilan. ¿Dónde está la autoridad?, si no hacen nada mejor que dejen el control a otros porque sólo así se podrá mejorar el servicio en Tiquina. Además, los balseros de este lugar no tributan al Estado como todos los bolivianos. 

Nano Fernández
‘Los pasajeros son tratados como bultos’

La gente pide un puente en Tiquina, peor por culpa de los que no quieren  tienen que aguantarse cruzando en esas  esas barcas y  lanchas viejas.  No hay seguridad y hay maltrato a los pasajeros que son tratados como bultos. Los barqueros sólo sirven para cobrarnos, no tributan.  Son empresarios que tienen lanchas, barcazas y minibuses. Los que trabajan son operarios inexpertos y en muchos casos adolescentes que imponen su criterio a los usuarios.

Marcelo Vargas
‘A los lancheros no les importa la seguridad’

Es normal que los balseros introduzcan hasta tres vehículos en sus barcazas sin importarles la distribución del peso o la exageración del mismo. A partir de las 16.00 de todos los fines de semana, los pasajeros nos vemos obligados a meter tres vehículos, caso contrario no nos dejan pasar. Obviamente, el pasaje no rebaja ni en 10 centavos, cada motorizado paga los Bs 40 que cobran y ni qué decir de los camiones que deben pagar más de Bs 200.

El agua entra a los botes 
Los pilotos de las barcazas, donde se transportan motorizados (camiones y buses y minibuses de servicio público, entre otros)  y otro tipo de carga de un lado al otro del estrecho de Tiquina tienen que sacar durante el trayecto el agua que penetra por entre los maderos para evitar el sobrepeso en la estructura. La superficie de cada barcaza es de tablones  que deben ser cambiados cada seis meses debido a que se debilitan o pudren por acción del agua.

Reciclado de tablones
Los tablones de barcazas y muelles son reparados a partir de otros que están en desuso o se han podrido. Esta irregularidad no es controlada por  la Cuarta Capitanía de la Fuerza Naval asentada en Tiquina que debe inspeccionar cada navío por lo menos una vez al año. La reparación se hace con planchas de metal (foto) o tablas que se fijan a los maderos viejos o podridos. También se usan como base para los malecones del estrecho de Tiquina.

Motores que se apagan

La Razón observó que los motores de cinco de diez barcazas y lanchas observadas se pararon en medio trayecto. Hay casos en los que los operadores deben utilizar timones de madera en busca de algún muelle cercano para reparar la nave. El problema se agrava cuando el aparato se paraliza en la mitad del estrecho y no se puede encender. Estos casos se producen por la falta de mantenimiento de los motores que son afectados por el ingreso de agua. 

Muelles en pésimo estado
En el estrecho de Tiquina hay al menos 20 muelles precarios hechos con tablones de madera, que sirven para que decenas de motorizados de diverso tonelaje puedan ingresar a las barcazas. Estas estructuras se alzan sobre piedras colocadas sin ningún tipo de refuerzo de concreto o  cemento, lo que las hace frágiles y peligrosas. En ningún malecón existen balanzas para pesar la carga y sólo  se calcula el volumen de cada vehículo.

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Un asunto oscuro

Según la presidenta ejecutiva de YLB, la acusación fue fruto de una investigación técnica realizada a lo largo de dos años

Por La Razón

/ 25 de abril de 2024 / 06:59

La todavía incipiente industria del litio en Bolivia no puede salir de las sombras. Al violento arresto del exministro de Minería y exresponsable de la planta en la región de Lípez en Potosí, Luis Alberto Echazú, se ha sumado, ayer, la muerte del exgerente ejecutivo de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). El tema se ha politizado y, ahora, judicializado, pero del negocio no hay más que promesas.

Los contornos del caso, la actuación presuntamente arbitraria e irregular de la Fiscalía el lunes, según denuncia del abogado de Echazú, así como las declaraciones de jerarcas y portavoces del ala evista del MAS, hacen pensar en intereses políticos ligados a la sorda pelea por el poder en el partido gobernante antes que en aquellos ligados al efectivo despegue de la industria del litio en el país. El intercambio de acusaciones, con y sin fundamento, en nada ayuda a reactivar el proyecto.

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El tono y el contenido de una “carta abierta” firmada por el exgerente de YLB, Juan Carlos Montenegro, otro de los imputados, antes de morir (incluyendo una última línea en la que pide perdón a sus seres queridos por el “dolor” que les causará “esta mi decisión”), hace pensar en que detrás de la acusación hecha el jueves de la semana pasada por la actual gerente del proyecto y el procurador del Estado, además de la sorprendentemente rápida actuación del Ministerio Público, hay mucho más que la búsqueda de justicia o de castigo a la corrupción.

Según la presidenta ejecutiva de YLB, la acusación fue fruto de una investigación técnica realizada a lo largo de dos años, asunto del cual ni ella ni su antecesor habían dicho nada anteriormente. Al ser conducido a celdas policiales, el exministro, ahora en detención domiciliaria, afirmó que “el Gobierno quiere ocultar tres años y medio” de parálisis en el que debería ser el proyecto más importante del Estado Plurinacional en los últimos años.

Coincidiendo con la denuncia de YLB contra exfuncionarios de la institución, el mismo día, el Presidente del Estado acusó a “potencias mundiales” y un “país vecino” de pretender controlar los recursos naturales del país, especialmente el litio, bloqueando las exportaciones y excluyendo a Bolivia en procesos estratégicos de comunicación. A la luz de lo sucedido en los últimos años, es evidente que el principal obstáculo está en el Estado y no fuera de las fronteras.

Mientras Chile se abre a las inversiones de riesgo compartido y se propone recuperar el sitial de primer exportador de litio en el mundo en los próximos dos años, y el presidente de Argentina busca entregar las reservas de su país a las transnacionales del sector, Bolivia todavía no ha mostrado cuál es su estrategia de industrialización y comercialización del preciado mineral, al extremo que ni siquiera ha transparentado los acuerdos (no contratos) que tiene con empresas chinas y rusas. Así, es imposible tener optimismo en el futuro del litio.

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Ley ‘antihombres’

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta.

Por La Razón

/ 21 de abril de 2024 / 00:27

La penosa declaración del presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, en sentido de que la Ley 348 es una ley “antihombres” (sic), puso en agenda la cuestión irresuelta de la violencia contra las mujeres. Rodríguez recibió fuertes críticas, pero también adhesiones. Lo preocupante es que fomenta a grupos antiderechos y pone en riesgo una norma que protege a las mujeres.

 La ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia (Ley 348) fue promulgada por el presidente Morales en marzo de 2013. Su objeto es establecer mecanismos, medidas y políticas integrales de prevención, atención, protección y reparación a las mujeres en situación de violencia, así como la persecución y sanción a los agresores. Se trata de una ley avanzada, resultado de muchos años de lucha de las mujeres por sus derechos en una sociedad patriarcal y machista como la boliviana.

En 11 años de vigencia, la Ley 348 permitió el registro de centenas de miles de denuncias de violencia contra mujeres en el país. Según datos del Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer, el año pasado hubo casi 52.000 denuncias. Los casos de violencia familiar o doméstica, que son la mayoría, se incrementaron en 193% entre 2013 y 2023. Cada día, en promedio, hay 142 denuncias de violencia contra mujeres, 30 agresiones sexuales, 104 embarazos de niñas y adolescentes. En 2023 se registraron 81 feminicidios.

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta. Por ello son deplorables afirmaciones tan ligeras como que la Ley 348 es una “ley antihombres” o, peor, que “la violencia no tiene género”. Si bien existen acusaciones falsas contra hombres, e incluso detenciones arbitrarias presumiendo culpabilidad, ello no atenúa ni menos niega la abrumadora evidencia de que las mujeres son las victimas sistemáticas de actos de violencia en todas sus formas.

En su capítulo de derechos fundamentales, la Constitución señala con claridad que “todas las personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual y psicológica”. Y establece que el Estado tiene la obligación de adoptar las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar la violencia de género.

Con ese mandato constitucional, la Ley 348 define mecanismos para proteger a las mujeres. Y traza la ruta para la denuncia, persecución y sanción penal de los agresores.

Es evidente que se requiere una reforma normativa y hay valiosas propuestas para el efecto. Pero sobre todo fallan los operadores del sistema judicial. Claro que debe evitarse que haya hombres inocentes en prisión, pero sobre todo que los feminicidas y violentos estén libres. Las polémicas palabras del presidente del Senado tendrían que servir para debatir el tema, mejorar la ley, garantizar en serio para las mujeres una vida libre de violencia y frenar las muy peligrosas campañas antiderechos.

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Un vecino conflictivo

El gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo

Por La Razón

/ 18 de abril de 2024 / 07:06

Días atrás, la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, informó que había decidido reforzar la seguridad en la frontera con Bolivia debido a la supuesta presencia de cientos de militares iraníes en el país. La respuesta de la Cancillería boliviana fue tan rápida como mesurada, en evidente contraste con el tono que está adoptando el gobierno de Javier Milei.

Desde el inicio, la presidencia de Javier Milei ha sido notable no solo por sus políticas internas de shock, sino también por su manejo de las relaciones internacionales, especialmente con países latinoamericanos de gobiernos considerados izquierdistas. Sus controversiales interacciones con líderes regionales han generado un amplio debate sobre las estrategias diplomáticas y sus implicaciones tanto a nivel regional como doméstico.

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Primero, el intercambio de insultos con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, provocó una rápida escalada de tensiones que afortunadamente no pasaron a más. Milei respondió a las críticas de López Obrador, quien había tildado a Milei de “facho conservador”, con términos igualmente duros, exacerbando las fricciones bilaterales. Este tipo de diplomacia de confrontación no solo socava las relaciones tradicionalmente cordiales entre Argentina y México, sino que también plantea preguntas sobre la estabilidad regional.

Por otra parte, las relaciones con Colombia se tensaron significativamente después de que Milei llamara al presidente Gustavo Petro «comunista asesino». Esta declaración provocó una pronta respuesta diplomática de Colombia, incluyendo el llamado de su embajador en Buenos Aires, lo cual subraya la seriedad del conflicto y el impacto en las relaciones diplomáticas; por ahora las relaciones entre ambos países están normalizándose y los respectivos embajadores han regresado a sus funciones.

Asimismo, la afirmación de la ministra Bullrich sobre la presunta presencia de militares iraníes en Bolivia añadió más leña al fuego, mostrando una tendencia hacia declaraciones provocativas que pueden tener serias repercusiones diplomáticas y de seguridad. Algo similar había ocurrido poco antes, cuando el presidente Milei afirmó que el gobierno de Chile iba a llevar a ese país a la pobreza por adoptar políticas socialistas. En ambos casos la respuesta fue pronta, mesurada y contundente.

En el frente interno, estas controversias internacionales parecen servir como una cortina de humo para desviar la atención de los problemas económicos graves que enfrenta Argentina, como la inflación y el estancamiento económico. Al centrarse en conflictos externos, el gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo, mientras posterga o minimiza la discusión sobre la necesidad de reformas económicas internas profundas.

Es posible que las tácticas de confrontación de Milei tengan un atractivo político inmediato entre ciertos sectores en Argentina que le son afines, pero los riesgos asociados a alienar a países vecinos y potenciales socios comerciales son altos, especialmente en el mediano y largo plazos, cuando el polémico mandatario ya no esté en funciones.

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Los medios en cuestión

Por La Razón

/ 14 de abril de 2024 / 00:20

El reciente estudio Delphi de la Fundación Friedrich Ebert (FES-Bolivia), realizado con líderes de todo el país, revela datos delicados respecto a los medios de comunicación y su desempeño. Además de una baja confianza, se percibe a los medios como promotores del conflicto y como actores políticos que informan en función a su agenda e intereses. La evaluación es crítica.

Hubo un tiempo en que los medios de comunicación y periodistas, en general, estaban en la cima de la confianza ciudadana. Junto con la Iglesia Católica, tenían muy alta legitimidad. Hoy es diferente: en la Delphi de la FES, solo el 7% tiene una confianza alta o muy alta en los medios. Para el 39% es regular. Y un mayoritario 54% confía poco o nada. Estos datos debieran preocuparnos. Si bien estamos mejor que otras entidades, la confianza es un bien preciado que los medios debemos recuperar y preservar.

En un contexto en que los medios digitales y las redes sociales tienden a desplazar a los medios de comunicación tradicionales como principal fuente de información, es necesario hacer un examen acerca de nuestro desempeño. ¿Cómo nos evalúan los líderes? Más de dos tercios, nada menos, sostienen que los medios informan en función a su propia agenda e intereses. Si sumamos el 13,5% que nos perciben como manipuladores, el saldo es muy negativo. Solo un marginal 7% cree que los medios informan con veracidad.

La baja confianza en los medios y la percepción de que informan más pensando en ellos mismos que en la sociedad, quizás se explican, entre otros factores, porque varios operadores mediáticos están polarizados y alientan la polarización. Lo vimos como tragedia en la crisis de 2019, cuando algunos medios y periodistas avalaron y hasta justificaron las masacres. Ello se reafirma en la Delphi: 86% de los líderes consultados sostienen que los medios promueven enfrentamientos y conflictos en el país.

Por si fuera poco, en estas percepciones reveladoras de la situación del campo mediático en Bolivia, casi nueve de cada 10 participantes en el estudio de la FES están de acuerdo con la afirmación de que los medios actúan como si fuesen actores políticos. Es tremendo. Para los liderazgos, la esencia de los medios se está perdiendo. En su balance, varios medios y periodistas están más cerca de la acción política que de la labor informativa. Eso, por supuesto, va en desmedro del periodismo.

Los estudios de percepción cualitativa y de opinión pública expresan tendencias generales en momentos determinados. Son útiles para la reflexión y el análisis. Y contribuyen a la autocrítica. Pero hay diferencias. Más allá de las percepciones aquí descritas, es meritorio el trabajo de medios que persisten en el empeño de cuidar y cultivar cada día los derechos a la comunicación e información. Como diario nos situamos en ese camino reafirmando nuestro compromiso con el libre ejercicio del oficio periodístico.

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Un impasse inédito

El camino hacia la resolución de este conflicto debe estar pavimentado con el respeto a las leyes internacionales

Por La Razón

/ 11 de abril de 2024 / 06:33

Aunque se afirma que no es la primera vez que ocurre en la historia reciente, lo sucedido en Quito la noche del viernes al sábado, cuando la Policía irrumpió en la Embajada de México ante Ecuador, representa mucho más que un escándalo diplomático y ha puesto al país andino en un impasse del cual será muy difícil salir, mucho más debido a la hasta ahora arrogante posición de su gobierno.

El conflicto diplomático entre México y Ecuador, cuyo antecedente inmediato fue la declaración de persona no grata a la embajadora mexicana, que luego dio paso al secuestro y encarcelamiento del exvicepresidente Jorge Glas, que acababa de recibir el estatus de refugiado político (pese a haber sido condenado por delitos comunes años atrás), ha escalado hasta alcanzar los estrados de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), donde México ha presentado una demanda buscando justicia y el respeto a las normas internacionales.

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La decisión de México de acudir a la CIJ y la convocatoria a sesiones extraordinarias de la Organización de Estados Americanos (OEA) los días martes y miércoles reflejan la gravedad de la situación y la necesidad de un marco de acción que respete los principios fundamentales de la diplomacia y el derecho internacional. Estos foros ofrecen una oportunidad invaluable para abordar el conflicto de manera constructiva, poniendo en primer plano la necesidad de soluciones pacíficas y el diálogo basado en el respeto mutuo, razón por la cual la demanda ecuatoriana de revisar los tratados internacionales es poco prudente.

En estas circunstancias, la comunidad internacional, así como los organismos regionales y multilaterales, deben actuar como mediadores para facilitar una resolución que respete las normas internacionales y promueva la estabilidad regional. Según expertos en la materia, la mediación debe enfocarse en la reconciliación y buscar una solución que permita a ambas partes superar el impasse, manteniendo la integridad de los tratados internacionales como guía.

Este conflicto sirve para poner en relieve la importancia de adherirse a los principios del derecho internacional no solo como un fin en sí mismo, sino como un medio para asegurar la paz, la seguridad y el respeto entre las naciones. La resolución de este caso podría sentar un precedente importante para el manejo de futuras disputas diplomáticas y reafirmar el valor de las convenciones internacionales como pilares de las relaciones entre Estados.

El camino hacia la resolución de este conflicto debe estar pavimentado con el respeto a las leyes internacionales y el compromiso con el diálogo y la negociación. Es imperativo que México y Ecuador, con el apoyo de la comunidad internacional y organismos como la OEA, encuentren una salida basada en el entendimiento mutuo y el respeto a los tratados que han guiado las relaciones diplomáticas durante décadas. Este enfoque no solo resolverá el impasse actual de manera justa, sino que también fortalecerá el sistema internacional basado en reglas, crucial para la coexistencia pacífica entre naciones.

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