Icono del sitio La Razón

MUERE ANAMAR, LA PRIMERA DEFENSORA DEL PUEBLO

A las 22.10 de ayer, falleció en su domicilio de la calle Capitán Ravelo de la ciudad de La Paz, Ana María Romero de Campero (68), luego de una prolongada enfermedad intestinal que le impidió asumir el cargo de la presidencia del Senado, al que juró en enero de este año.

La noticia fue confirmada por su hijo Fernando Campero alrededor de la una de la madrugada ante una veintena de periodistas apostados en las puertas de su casa y minutos antes de que ingresaran personeros de la funeraria Santa María para instalar el lecho fúnebre.

Anamar, como se la conoció en el ámbito periodístico y como la preferían llamar quienes la conocieron de cerca, estuvo internada hasta hace una semana en una clínica de esta ciudad, de la cual pidió ser trasladada «a su cama y a su casa», para descansar en paz.

Se prevé que los restos serán trasladados hoy a los salones de la Cámara Alta para ser finalmente enterrados el miércoles, como adelantó su hijo, Fernando, quien dará más detalles hoy en una conferencia de prensa.

En la que fue su última declaración pública y casi a manera de despedida, la que fuera la primera Defensora del Pueblo pronunció la siguiente frase en una entrevista con la periodista Amalia Pando en la radio Erbol: «Hay días que estoy mejor de ánimo, pero es muy diferente a estar mejor de salud, mi salud está complicada… hay ratos que veo mi pozo muy profundo y no veo la luz al final del camino».

«Cómo me duele no haber estado en el debate y aprobación de las leyes», lamentó en la entrevista, refiriéndose a las llamadas leyes estructurales de apoyo a la nueva Constitución Política.

Versátil. La trayectoria de Ana María Romero es de lo más diversa: escritora y periodista (directora de Presencia y Premio Nacional 1998), funcionaria pública (ministra de Informaciones de Wálter Guevara y primera Defensora del Pueblo) e impulsora de los derechos humanos y del diálogo intercultural (fundadora y directora de la Fundación Unir Bolivia).

Su participación en las jornadas de octubre del 2003, liderando una huelga de hambre en representación de la clase media, fue definitoria del conflicto social y popular que derivó en la salida del ex presidente Sánchez de Lozada.

Se la recuerda igualmente por su activa participación como «mediadora» en las movilizaciones campesinas y cocaleras de inicios del presente siglo, logrando en más de una oportunidad la resolución de los conflictos en su calidad de Defensora.

En esta misma condición incidió en la mejora de los derechos humanos de sectores vulnerables, como las trabajadoras sexuales. Uno de sus últimos cargos fue el de directora de la Fundación Unir Bolivia, entidad que fundó con el ánimo de poner sobre la mesa del debate temas vigentes como el diálogo y el encuentro intercultural.

Al dejar Unir optó por un descanso merecido, que no pudo completar luego de aceptar la invitación del presidente Evo Morales como primera senadora por La Paz, y en cuya campaña electoral vio deteriorada su salud. Fue finalmente elegida presidenta del Senado Nacional, cerrando una vida de servicio permanente al país.

Perfil

Nombre: Ana María Romero de Campero
Nació:1942
Profesión:periodista
Cargo:Senadora

La trayectoria profesional de Anamar

Ana María Romero trabajó como corresponsal de Nueva Época y de las agencias internacionales DPA, UPI, cronista de El Diario, reportera de radio Fides y de la Agencia de Noticias Fides, directora del periódico Presencia, trayectoria reconocida con el Premio Nacional de Periodismo 1998, según el Círculo de Mujeres Periodistas. En 1979 fue ministra de Informaciones en el gobierno transitorio de Wálter Guevara Arze. Como Defensora del Pueblo (1998-2003), la primera en Bolivia, marcó un hito en la historia democrática, trabajó en el proceso de construcción institucional, logrando convertirla, desde su inicio, en la institución de mayor credibilidad del país; asimismo, se caracterizó por defender, promocionar y divulgar los derechos humanos. Como directora de la Fundación Unir aportó a la articulación de procesos de mediación y democratización de la comunicación, pero a su vez al diálogo y al manejo de conflictos en paz. Escribió la novela Cables Cruzados y un libro de historia titulado Ni tan todos ni tan santos. Plural editó País Íntimo, una recopilación de sus columnas escritas bajo el título de Entreteclas, que publicó en La Razón de 1996 a 1998.