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Comunarios de Callapa pelean por la propiedad de terrenos

«Ellos son los loteadores, nosotros somos los legítimos herederos», gritaba el grupo mayoritario. Mientras los otros, parapetados en la vivienda de Basilia Huanca, también se reclamaban propietarios de ese mismo sector.

Ambas partes mostraron fotocopias de una resolución del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) que hizo una dotación colectiva de 88 hectáreas y 2.500 metros de terreno a 47 personas en Callapa, cantón Palca. Sin embargo, de ellas sólo quedan nueve comunarios titulares, «el resto somos hijos, nietos, bisnietos y otros descendientes», explicó Juan Huanca del grupo que está afiliado al Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (Conamaq).

Los problemas surgieron cuando éstos cuestionaron  al dirigente Simón Carlos Mamani de quedarse ilegalmente en el cargo y de querer lotear esos predios. Pero Mamani, líder del grupo que está afiliado a la Federación de Campesinos Tupac Katari y que representa a unas 200 personas, aseguró que fue legítimamente elegido y que asumió la dirigencia hace tres meses.

«El problema es que ellos quieren más, quieren agarrar más terrenos, eso a nosotros no nos gusta, tenemos un documento por igual y tenemos  que repartirnos así», explicó.

En el lugar en disputa, los comunarios construyeron cuartos pequeños, otros tienen inmuebles más grandes. Ya cuentan con servicio de luz, el agua potable sólo llega a un sector. El barrio  es colindante con la urbanización Flor de Irpavi, donde hay casas tipo chalet y según los comunarios esa zona también era parte de la propiedad colectiva. «No queremos tener problemas y ya no reclamamos nada de eso», acotó Wálter Limachi, secretario de Actas.

La vida en el lugar se volvió un conflicto permanente, aseguró una anciana que vive con sus dos hijas que tienen discapacidad. «Siempre nos vienen a amenazar de que nos van a votar, ojala se acabe esto pronto, que venga la Policía», concluyó la mujer.

Detalles del problema

Acusación
Los vecinos de ambos lados aseguran que loteadores se infiltraron en la comunidad para buscar su división y vender esos predios a empresarios para construir urbanizaciones privadas.