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Flora busca agua puerta a puerta

Flora Callisaya tiene las manos callosas y fuertes de tanto cargar baldes con agua desde hace nueve años, cuando se trasladó a vivir a la zona San Felipe de Seke, en El Alto. «Hasta ahora no hay agua potable. Voy a tocar casa por casa para que me regalen un poco para poder cocinar», dice Flora, quien repite la tarea cada dos días, desde las 07.00.

Vive en el sector 7 de la zona San Felipe de Seke (Distrito 4), que no tiene conexión de agua potable ni alcantarillado, aunque algunos sectores aledaños sí cuentan con el servicio. Es ahí donde Flora consigue agua.

No hay piletas públicas y los cisternas no cubren este barrio al que el transporte público sólo llega hasta las 20.00. «Más tarde tenemos que venir a pie desde el puente Seke, tardamos media hora».  Flora tiene ocho hijos y vive con cuatro de ellos, su esposo, su yerno y su nieto de tres años. Todos en una casa de adobe de tres cuartos.

«Cada dos días traigo dos baldes de agua y mi yerno trae otros dos para que nos alcance por lo menos para dos días. Unimos el agua recolectada en una olla grande y la tapamos para usarla para cocinar», menciona Flora, sentada sobre unas piedras con su hija Nayeli.

El líquido le alcanza sólo para cocinar, para otros fines ocupa el agua del pozo de 20 metros de profundidad cavado en su patio. «Saco agua del pozo en varios bañadores y en uno lavo y en uno y otro enjuago la ropa para no malgastar el agua», indica la mujer de 48 años de edad.

En San Felipe de Seke suele correr viento que levanta tierra de las calles sin asfalto ni empedrado. La ropa se ensucia con el polvo, pero la gente  se acostumbra. «No podemos lavar seguido nuestra ropa. Tenemos que medirnos el agua».  Por eso, además la familia de Flora se baña dos veces a la semana con el agua del pozo.

Pero el líquido en el patio también se acaba. Flora recuerda que hace dos meses su esposo tuvo que escarbar aún más la tierra y hacer un hueco más profundo. Al día siguiente, el agua comenzó a filtrar nuevamente.

Sin alcantarillado, Flora y su familia no tiene batería de baño ni letrina. «No tenemos, por lo que vamos a las pampas». Agrega que muchas casas del lugar poseen pozos ciegos, «por eso no se puede beber el agua de los pozos que hacemos y menos cocinar, pues está contaminada».

La señora, vestida de pollera, sombrero blanco y un delantal, recuerda que un día su nieta bebió el agua y tuvo una alergia en todo el cuerpo. «El médico del centro de salud nos recomendó que no debemos tomar ese líquido porque está contaminado. Por eso, quiero tener agua en mi casa y alcantarillado y vivir como otros viven con todos los servicios», afirmó.

«Sólo los sábados nos bañamos porque no tenemos agua potable»
Patricia mamani. Es vecina del sector 7 de la zona San Felipe de Seke y no cuenta con agua ni alcantarillado.

Todos los sábados, Patricia Mamani saca al patio los baldes de lata con agua que extrajo del pozo que tiene en su casa. La idea es calentar el líquido al sol para que a las 13.00 esté tibio y así ella y sus hijas se bañen juntas.

«Sólo los sábados nos bañamos. No podemos bañarnos todos los días porque no tenemos agua y tenemos que racionar. Tengo una hija mayor de 15 años que hasta ahora la sigo bañando», dice Patricia, de 35 años, mientras su esposo saca agua del pozo para asearse.

Ella vive en la zona San Felipe de Seke, en El Alto, donde no hay agua potable ni alcantarillado. El pozo que tiene en su patio (foto), sin embargo, le ha permitido tener el líquido para el aseo personal y para cocinar; aunque antes es necesario cernirlo y ponerle cal.

Ella y varios de sus vecinos tienen pozo ciego donde hacen sus necesidades. A veces, los desechos se mezclan con el agua que luego Patricia saca de su patio.  Existen zonas contaminadas pero no hay alcantarillado». 

«Después de sacar del agua del pozo, a veces la hervimos, pero cuando no tenemos mucho tiempo la bebemos de forma directa», cuenta.

«La gente de la zona es de escasos recursos, algunos vecinos se dedican a la albañilería y no les alcanza el dinero para pagar la instalación de agua ni alcantarillado. Antes yo arreglaba zapatos pero me enfermé», cuenta. Ahora, su anhelo es tener algún día en su vivienda los servicios básicos. «Tengo hijos jóvenes y necesitan asearse», comenta.