Domitila Chungara, la dirigente de las mujeres de las minas que propició la caída de Hugo Banzer Suárez, padece cáncer de pulmón, pero ello no le impide seguir formando políticamente a jóvenes y adultos.
«Hay días que estoy bien, que no hay tos, hoy yo le diría no estoy enferma señorita, estoy sana; pero hay otros en que no me siento bien, como el viernes que he necesitado de oxígeno», describe Domitila Barrios de Chungara su estado de salud. La enfermedad que la persigue hace 26 años no logró quebrantar su espíritu de lucha ni impedir que continúe con su actividad favorita, la formación política de nuevas generaciones.
Considera que el cambio suscitado en el país requiere capacitación de la gente, «que se organice, nos hemos acostumbrado a decir queremos esto, queremos lo otro, pero hay dejadez y nomeimportismo», asegura.
Apoyada en un burrito, doña Domy abrió a La Razón la puerta de su vivienda —que también es su lugar de trabajo—; ahí funciona la Escuela de Formación Política. «Usted ve tantos asientos y no es casual, aquí damos talleres hasta a 40 personas, están abiertos para todos».
Cuenta que debido al tratamiento que debe seguir, suspendió dos viajes, uno de ellos a Italia, pero continúa impartiendo sus charlas en el país porque la escuela también es móvil. «Vamos donde nos llaman, a universidades, colegios, estamos en todas partes, no sólo aquí, también afuera, hemos ido a Ecuador, Perú, Argentina, Brasil, ahora estamos con mucho interés en Bolivia».
Domitila asegura que la ciudadanía no sólo debe pedir mejoras en varios aspectos, fundamentalmente debe colaborar para lograr esas mejoras. Pone como ejemplo los tinglados exigidos en unidades educativas. «El Gobierno pone la plata, pero los padres no van a controlar, le dan al contratista, a los cuatro meses está cayéndose y protestan contra el Gobierno, diciendo que es malo. ¿El Gobierno va a venir a controlar? Los padres deberían ver que esa obra sea buena», cuestionó la negligencia de la población, la falta de compromiso y de formación.
Visión. Recuerda con nostalgia la vida en los centros mineros. «El pueblo era tan solidario, tan consciente de su clase, luchaba por eso, ahora no. Antes las luchas eran por la dignificación de Bolivia, por tener fábricas, por tener industrialización y no sólo ser exportadores de materia prima, ideales que no acompaña la población», afirma.
«Tenemos que pensar en asegurar la alimentación, la salud, la educación para nuestros hijos y nietos, que estén seguras las fuentes de trabajo, esto es lo que se enseña en los talleres, esto debe tomar en cuenta la gente».
A sus 73 años, la prioridad en su vida es formar políticamente a la población, pero también mejorar el sistema de salud pública dando énfasis a las especialidades. Durante su estadía en el pabellón de Oncología del hospital Viedma, conoció una realidad que la preocupa, las necesidades de los pacientes a la hora de requerir tratamiento y atención médica. «Yo no tenía idea», dice.
Los datos de una luchadora
Nació en Potosí el 7 de mayo de 1937, tiene siete hijos y 13 nietos. Fue dirigente sindical, desde 1961 participó en el Comité de Amas de Casa, en el distrito minero de Siglo XX. En los años ’70, mediante una huelga de hambre, precipitó la caída de Hugo Banzer.
Lucha contra la enfermedad
No es la primera vez que debe luchar contra el cáncer. En 1984 tuvo los primeros síntomas de la enfermedad, perdió el útero y la matriz. En 1999 el cáncer volvió a aparecer, le extirparon el seno. Hace dos años empezó a toser, los médicos le diagnosticaron desde tuberculosis hasta una embolia de pulmón. Con ayuda llegó a Cuba, allí le realizaron varios exámenes y detectaron que el tumor del seno llegó a un pulmón. «Lamentablemente ha avanzado un poco en los dos pulmones. Me han recetado seis sesiones de quimioterapia y luego van a hacer evaluaciones que me dirán si ha mejorado o ha empeorado».
Doña Domy asegura que esta enfermedad «es de ricos», porque el que no tiene dinero «se muere con cáncer; es un lujo terrible».