Sociedad

Wednesday 1 May 2024 | Actualizado a 18:40 PM

Vecinos del Sur electrifican sus cercas pese a una prohibición edil

Desconocimiento. La Alcaldía y otras entidades echaron al olvido la norma 66/96

Por La Razón

/ 16 de enero de 2011 / 05:00

En la zona Sur de la ciudad de La Paz hay inmuebles que tienen cercas electrificadas, pese a la prohibición de la ordenanza 66/96, aprobada hace 15 años, la misma que la Alcaldía paceña no hace cumplir. Las vallas eléctricas, que pueden ser instaladas por uno mismo o por una empresa privada, se suman  a las otras medidas de seguridad que han tomado vecinos de esta zona, para hacer frente a la delincuencia.

En viviendas de Achumani, Calacoto, Cota Cota y Los Pinos no sólo se encuentran vallas eléctricas, sino alambre tejido, alambre de púas, vidrios, alarmas, sensores, guardias privados y  cámaras de seguridad. Además hay vecinos que han comprado cajas de seguridad y han adquirido pólizas de seguro.

Sin embargo, la instalación de vallas eléctricas está prohibida en la ciudad de La Paz. En 1996, en la gestión del ex alcalde Ronald MacLean, el Concejo Municipal aprobó la ordenanza 66/96, que advierte de acciones penales a propietarios de viviendas que instalen este tipo de cercas.

«Se prohíbe en forma terminante la instalación de cargas eléctricas en muros, cercas, rejas, vallas y otros de carácter perimetral que circundan a las viviendas particulares», dice la norma citada.

Rodrigo Soliz, director de Mantenimiento del Gobierno Municipal, afirmó que hasta este momento la Alcaldía no  logró identificar ni una sola vivienda que cuente con una cerca electrificada.

Añadió que la ordenanza de 66/96, que prohíbe estas instalaciones, se aprobó de manera puntual para que se investigue el caso del niño Juan Gabriel Estellanos, quien sufrió una descarga eléctrica de una valla, a consecuencia de la cual perdió el dedo índice.

«Cómo podemos saber qué malla está electrificada. Obviamente es difícil saber qué casas tienen electricidad en sus cercas, entonces se debe recurrir a los vecinos y como no hay denuncias, no podemos hacer las notificaciones», manifestó. Sin embargo, en un recorrido que hizo este diario por las zonas citadas, halló sin mucha dificultad las vallas prohibidas, que tienen notorios avisos  que advierten del peligro al que se expone quien trate de rebasarlas. Desde 1996, cuando se emitió la 66/96, sólo un propietario fue identificado y sancionado por tener cercas electrificadas.

Desde entonces no se realizaron operativos, ni controles y menos intervenciones, a pesar de que en los muros o paredes de las zonas como Achumani, Calacoto, Cota Cota y Los Pinos se tiene el anuncio de ¡Cuidado alto voltaje!, ¡Alto, cerca electrificada! y otros. Incluso en estos carteles se incluye el nombre y el número telefónico de la empresa que brinda el servicio.

Soliz explicó que «son las subalcaldías, las dueñas del territorio, quienes autorizan la instalación, de las cercas. Son ellas y no la Dirección de Mantenimiento.  Además, las solicitudes de inspección también deben ser canalizadas por las autoridades de los macrodistritos», recalcó el director.

No obstante, la subalcaldesa de la zona Sur,  Jeanett  Ferrufino, confirmó que su autoridad no aprobó ninguna autorización para la instalación de bardas eléctricas. «No autorizamos ningún elemento que ponga en peligro la seguridad de la población, haremos la verificación de estas vallas.

No he visto la existencia de las cercas, hasta que usted me llamó (no tenía conocimiento de su existencia)», dijo la responsable del macrodistrito. Las declaraciones de ambas autoridades y la constatación efectuada por este diario en la zona Sur de la ciudad revelan que la ordenanza que prohíbe la instalación de bardas eléctricas simplemente quedó archivada.

Según Ferrufino, en muchos casos el aviso de  ¡Cuidado, valla eléctrica! es sólo un aviso, pero que en realidad no tienen nada de eléctrico. ¿Usted verificó si están realmente electrificadas? consulto la Subalcaldesa a la periodista de La Razón. Algo similar sucede en el Concejo Municipal de La Paz. Denis Osterman (MSM) aseguró que desconoce la ordenanza de 1996 y la existencia de cercas electrificadas.

«¡Eso es criminal! , no debe haber ninguna barda electrificada, si se detecta  hay que intervenir, no se puede hacer eso», señaló. El concejal Jorge Silva (MAS) admitió que «la verdad no conocía de la existencia de este documento, de seguro se quedó archivado como muchos otros, porque no tenemos una Gaceta Municipal, que de nombre existe, pero no en los hechos».

Silva sugirió la modificación de esta ordenanza que en su artículo 2 dispone el inicio de acciones penales contra los propietarios de los inmuebles donde se encuentren cercas electrificadas. Esto, según dijo el concejal del MAS,  podría ser remplazado por sanciones económicas a través del cobro de impuestos, lo que obligaría a que los dueños de inmuebles desactiven las vallas prohibidas.

En la ordenanza también se prohíbe a Electropaz la otorgación de autorizaciones para la instalación de cercas eléctricas. Según la dirección de Comunicación de esta empresa, Electropaz siempre dio cumplimiento a esta  norma.

Pero el problema fundamental pasa porque el país no tiene políticas claras de seguridad ciudadana y la población busca formas de proteger sus enseres y su vivienda. Ésta es la respuesta que este medio logró de los propietarios, a los que les consultó por qué instalan las cercas con electricidad, pese a la prohibición.

El caso Juan Gabriel Estellanos

En 1996, este niño sufrió una descarga de 240 voltios sólo por tocar el timbre de la vivienda de Silvia Portal Arduz, que tenía la cerca electrificada, para recuperar su balón. El proceso por daños graves duró tres años y concluyó con un acuerdo transaccional, aunque el menor perdió el dedo índice.

Según la abogada María Teresa Montaño, que representó al menor, este incidente dio paso a la aprobación de la ordenanza 66/96, que prohíbe el uso de bardas electrificadas en La Paz.

Argumentos a favor

Daniel : «Por seguridad hay cercas eléctricas»
Por el movimiento de esta calle, porque no hay policías sólo hay seguridad privada. A veces hay asaltos por aquí, por eso la mayoría de los vecinos optamos por tener cercas eléctricas o porteros eléctricos y guardias privados. Tenemos adentro un sistema de seguridad con sensores y
alarmas; es sólo por seguridad.

Sandra: «Si está prohibido,  aquí nadie lo cumple»
Electrificaré la cerca porque lo único que buscamos es tener medidas de seguridad. Tengo perros y un sistema de seguridad interna. Por aquí ha habido varios robos y queremos evitar cualquier problema, la cerca electrificada me dará mas seguridad y si está prohibida nadie la cumple porque mucha gente tiene en toda la zona Sur.

Ramiro: ‘Tenemos cajas fuertes empotradas’
Nosotros tenemos que tener mínimamente un guardia, sistemas de monitoreo, compramos cajas fuertes, pólizas de seguro. Si alguien corta el alambre de púas o pasa la valla, los sensores detectan todo y suenan las alarmas y de inmediato la empresa de seguridad llama a la Policía.

 José: ‘Es para ahuyentar a los delincuentes’
Eso es de siempre, todos tenemos alambres de púas, otros tienen con electricidad. La parte de seguridad en cuanto a mallas y alarmas es prudente por lo menos para ahuyentar a los delincuentes, claro que no es suficiente, porque lo que debería existir es un mayor patrullaje, más policías en las calles para dar seguridad.

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¿EJ en septiembre?

Por La Razón

/ 28 de abril de 2024 / 00:18

Renovadas acciones de amparo y medidas cautelares están paralizando nuevamente y dejan en incertidumbre las Elecciones Judiciales (EJ). Según lo establecido en la ley transitoria, este 5 de mayo debe concluir la fase de preselección de postulantes en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Y el TSE anunció que la votación popular sería en septiembre. Hay duda sobre tales plazos.

Desde hace un año, el proceso electoral para renovar el Órgano Judicial y el Tribunal Constitucional está a la deriva. Según el mandato constitucional, las elecciones debieron realizarse en 2023. Pero políticos y operadores del sistema, en especial del TCP, se encargaron de frenar, congelar y a la postre postergar la elección. Como no se eligieron nuevas autoridades, los actuales magistrados (cuyo mandato ya se cumplió) decidieron autoprorrogarse. Fue como un guion escrito desde el principio para boicotear el proceso.

Como efecto de un bloqueo de caminos realizado en enero, finalmente la bancada oficialista en la Cámara de Diputados viabilizó las truncadas elecciones. Se aprobó entonces una ley de consenso que trazó la ruta, sus fases y los plazos tanto para la preselección a cargo de la ALP como para la votación bajo responsabilidad del TSE. Así, se publicó la convocatoria, se recibieron más de 700 postulaciones, se verificaron requisitos y se resolvieron las inhabilitaciones. Hasta ahí todo conforme a lo previsto.

En medio de la evaluación de méritos, incluida una prueba de conocimientos, varios postulantes inhabilitados por incumplir requisitos activaron demandas en la justicia para la reconsideración de sus casos. Todas esas acciones prosperaron dejando en suspenso el proceso de preselección de postulantes. Y el plazo corre. Luego de calificar los méritos, la Comisión Mixta de la Asamblea debe aprobar su informe, que será la base para la elección, por dos tercios, en sesión plenaria. Queda solo una semana.

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Es evidente que algunos actores políticos y operadores judiciales están empeñados en frenar sin fecha, nuevamente, las elecciones judiciales. Sería desastroso para la institucionalidad en el país en un contexto de alta desconfianza y de crisis. Por ello es sensato que la Comisión Mixta retome el proceso desde mañana. Tampoco sería una buena señal que se amplíen los plazos, ya que ello implica postergar la votación popular (quizás hasta octubre, lo que se superpone con las elecciones primarias).

Todos sabemos que las elecciones judiciales no solucionan la crisis del sistema de administración de justicia, pero al menos implican cumplir la Constitución y evitar que los autoprorrogados continúen degradando aún más el Estado de Derecho con sus decisiones a la carta. Por ello es fundamental que la ALP culmine pronto su trabajo de preselección con voluntad política y madurez democrática. Luego será el turno de la ciudadanía en las urnas. Y seguirá en agenda la cada vez más urgente reforma estructural del sistema.

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Un asunto oscuro

Según la presidenta ejecutiva de YLB, la acusación fue fruto de una investigación técnica realizada a lo largo de dos años

Por La Razón

/ 25 de abril de 2024 / 06:59

La todavía incipiente industria del litio en Bolivia no puede salir de las sombras. Al violento arresto del exministro de Minería y exresponsable de la planta en la región de Lípez en Potosí, Luis Alberto Echazú, se ha sumado, ayer, la muerte del exgerente ejecutivo de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). El tema se ha politizado y, ahora, judicializado, pero del negocio no hay más que promesas.

Los contornos del caso, la actuación presuntamente arbitraria e irregular de la Fiscalía el lunes, según denuncia del abogado de Echazú, así como las declaraciones de jerarcas y portavoces del ala evista del MAS, hacen pensar en intereses políticos ligados a la sorda pelea por el poder en el partido gobernante antes que en aquellos ligados al efectivo despegue de la industria del litio en el país. El intercambio de acusaciones, con y sin fundamento, en nada ayuda a reactivar el proyecto.

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El tono y el contenido de una “carta abierta” firmada por el exgerente de YLB, Juan Carlos Montenegro, otro de los imputados, antes de morir (incluyendo una última línea en la que pide perdón a sus seres queridos por el “dolor” que les causará “esta mi decisión”), hace pensar en que detrás de la acusación hecha el jueves de la semana pasada por la actual gerente del proyecto y el procurador del Estado, además de la sorprendentemente rápida actuación del Ministerio Público, hay mucho más que la búsqueda de justicia o de castigo a la corrupción.

Según la presidenta ejecutiva de YLB, la acusación fue fruto de una investigación técnica realizada a lo largo de dos años, asunto del cual ni ella ni su antecesor habían dicho nada anteriormente. Al ser conducido a celdas policiales, el exministro, ahora en detención domiciliaria, afirmó que “el Gobierno quiere ocultar tres años y medio” de parálisis en el que debería ser el proyecto más importante del Estado Plurinacional en los últimos años.

Coincidiendo con la denuncia de YLB contra exfuncionarios de la institución, el mismo día, el Presidente del Estado acusó a “potencias mundiales” y un “país vecino” de pretender controlar los recursos naturales del país, especialmente el litio, bloqueando las exportaciones y excluyendo a Bolivia en procesos estratégicos de comunicación. A la luz de lo sucedido en los últimos años, es evidente que el principal obstáculo está en el Estado y no fuera de las fronteras.

Mientras Chile se abre a las inversiones de riesgo compartido y se propone recuperar el sitial de primer exportador de litio en el mundo en los próximos dos años, y el presidente de Argentina busca entregar las reservas de su país a las transnacionales del sector, Bolivia todavía no ha mostrado cuál es su estrategia de industrialización y comercialización del preciado mineral, al extremo que ni siquiera ha transparentado los acuerdos (no contratos) que tiene con empresas chinas y rusas. Así, es imposible tener optimismo en el futuro del litio.

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Ley ‘antihombres’

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta.

Por La Razón

/ 21 de abril de 2024 / 00:27

La penosa declaración del presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, en sentido de que la Ley 348 es una ley “antihombres” (sic), puso en agenda la cuestión irresuelta de la violencia contra las mujeres. Rodríguez recibió fuertes críticas, pero también adhesiones. Lo preocupante es que fomenta a grupos antiderechos y pone en riesgo una norma que protege a las mujeres.

 La ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia (Ley 348) fue promulgada por el presidente Morales en marzo de 2013. Su objeto es establecer mecanismos, medidas y políticas integrales de prevención, atención, protección y reparación a las mujeres en situación de violencia, así como la persecución y sanción a los agresores. Se trata de una ley avanzada, resultado de muchos años de lucha de las mujeres por sus derechos en una sociedad patriarcal y machista como la boliviana.

En 11 años de vigencia, la Ley 348 permitió el registro de centenas de miles de denuncias de violencia contra mujeres en el país. Según datos del Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer, el año pasado hubo casi 52.000 denuncias. Los casos de violencia familiar o doméstica, que son la mayoría, se incrementaron en 193% entre 2013 y 2023. Cada día, en promedio, hay 142 denuncias de violencia contra mujeres, 30 agresiones sexuales, 104 embarazos de niñas y adolescentes. En 2023 se registraron 81 feminicidios.

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta. Por ello son deplorables afirmaciones tan ligeras como que la Ley 348 es una “ley antihombres” o, peor, que “la violencia no tiene género”. Si bien existen acusaciones falsas contra hombres, e incluso detenciones arbitrarias presumiendo culpabilidad, ello no atenúa ni menos niega la abrumadora evidencia de que las mujeres son las victimas sistemáticas de actos de violencia en todas sus formas.

En su capítulo de derechos fundamentales, la Constitución señala con claridad que “todas las personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual y psicológica”. Y establece que el Estado tiene la obligación de adoptar las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar la violencia de género.

Con ese mandato constitucional, la Ley 348 define mecanismos para proteger a las mujeres. Y traza la ruta para la denuncia, persecución y sanción penal de los agresores.

Es evidente que se requiere una reforma normativa y hay valiosas propuestas para el efecto. Pero sobre todo fallan los operadores del sistema judicial. Claro que debe evitarse que haya hombres inocentes en prisión, pero sobre todo que los feminicidas y violentos estén libres. Las polémicas palabras del presidente del Senado tendrían que servir para debatir el tema, mejorar la ley, garantizar en serio para las mujeres una vida libre de violencia y frenar las muy peligrosas campañas antiderechos.

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Un vecino conflictivo

El gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo

Por La Razón

/ 18 de abril de 2024 / 07:06

Días atrás, la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, informó que había decidido reforzar la seguridad en la frontera con Bolivia debido a la supuesta presencia de cientos de militares iraníes en el país. La respuesta de la Cancillería boliviana fue tan rápida como mesurada, en evidente contraste con el tono que está adoptando el gobierno de Javier Milei.

Desde el inicio, la presidencia de Javier Milei ha sido notable no solo por sus políticas internas de shock, sino también por su manejo de las relaciones internacionales, especialmente con países latinoamericanos de gobiernos considerados izquierdistas. Sus controversiales interacciones con líderes regionales han generado un amplio debate sobre las estrategias diplomáticas y sus implicaciones tanto a nivel regional como doméstico.

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Primero, el intercambio de insultos con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, provocó una rápida escalada de tensiones que afortunadamente no pasaron a más. Milei respondió a las críticas de López Obrador, quien había tildado a Milei de “facho conservador”, con términos igualmente duros, exacerbando las fricciones bilaterales. Este tipo de diplomacia de confrontación no solo socava las relaciones tradicionalmente cordiales entre Argentina y México, sino que también plantea preguntas sobre la estabilidad regional.

Por otra parte, las relaciones con Colombia se tensaron significativamente después de que Milei llamara al presidente Gustavo Petro «comunista asesino». Esta declaración provocó una pronta respuesta diplomática de Colombia, incluyendo el llamado de su embajador en Buenos Aires, lo cual subraya la seriedad del conflicto y el impacto en las relaciones diplomáticas; por ahora las relaciones entre ambos países están normalizándose y los respectivos embajadores han regresado a sus funciones.

Asimismo, la afirmación de la ministra Bullrich sobre la presunta presencia de militares iraníes en Bolivia añadió más leña al fuego, mostrando una tendencia hacia declaraciones provocativas que pueden tener serias repercusiones diplomáticas y de seguridad. Algo similar había ocurrido poco antes, cuando el presidente Milei afirmó que el gobierno de Chile iba a llevar a ese país a la pobreza por adoptar políticas socialistas. En ambos casos la respuesta fue pronta, mesurada y contundente.

En el frente interno, estas controversias internacionales parecen servir como una cortina de humo para desviar la atención de los problemas económicos graves que enfrenta Argentina, como la inflación y el estancamiento económico. Al centrarse en conflictos externos, el gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo, mientras posterga o minimiza la discusión sobre la necesidad de reformas económicas internas profundas.

Es posible que las tácticas de confrontación de Milei tengan un atractivo político inmediato entre ciertos sectores en Argentina que le son afines, pero los riesgos asociados a alienar a países vecinos y potenciales socios comerciales son altos, especialmente en el mediano y largo plazos, cuando el polémico mandatario ya no esté en funciones.

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Los medios en cuestión

Por La Razón

/ 14 de abril de 2024 / 00:20

El reciente estudio Delphi de la Fundación Friedrich Ebert (FES-Bolivia), realizado con líderes de todo el país, revela datos delicados respecto a los medios de comunicación y su desempeño. Además de una baja confianza, se percibe a los medios como promotores del conflicto y como actores políticos que informan en función a su agenda e intereses. La evaluación es crítica.

Hubo un tiempo en que los medios de comunicación y periodistas, en general, estaban en la cima de la confianza ciudadana. Junto con la Iglesia Católica, tenían muy alta legitimidad. Hoy es diferente: en la Delphi de la FES, solo el 7% tiene una confianza alta o muy alta en los medios. Para el 39% es regular. Y un mayoritario 54% confía poco o nada. Estos datos debieran preocuparnos. Si bien estamos mejor que otras entidades, la confianza es un bien preciado que los medios debemos recuperar y preservar.

En un contexto en que los medios digitales y las redes sociales tienden a desplazar a los medios de comunicación tradicionales como principal fuente de información, es necesario hacer un examen acerca de nuestro desempeño. ¿Cómo nos evalúan los líderes? Más de dos tercios, nada menos, sostienen que los medios informan en función a su propia agenda e intereses. Si sumamos el 13,5% que nos perciben como manipuladores, el saldo es muy negativo. Solo un marginal 7% cree que los medios informan con veracidad.

La baja confianza en los medios y la percepción de que informan más pensando en ellos mismos que en la sociedad, quizás se explican, entre otros factores, porque varios operadores mediáticos están polarizados y alientan la polarización. Lo vimos como tragedia en la crisis de 2019, cuando algunos medios y periodistas avalaron y hasta justificaron las masacres. Ello se reafirma en la Delphi: 86% de los líderes consultados sostienen que los medios promueven enfrentamientos y conflictos en el país.

Por si fuera poco, en estas percepciones reveladoras de la situación del campo mediático en Bolivia, casi nueve de cada 10 participantes en el estudio de la FES están de acuerdo con la afirmación de que los medios actúan como si fuesen actores políticos. Es tremendo. Para los liderazgos, la esencia de los medios se está perdiendo. En su balance, varios medios y periodistas están más cerca de la acción política que de la labor informativa. Eso, por supuesto, va en desmedro del periodismo.

Los estudios de percepción cualitativa y de opinión pública expresan tendencias generales en momentos determinados. Son útiles para la reflexión y el análisis. Y contribuyen a la autocrítica. Pero hay diferencias. Más allá de las percepciones aquí descritas, es meritorio el trabajo de medios que persisten en el empeño de cuidar y cultivar cada día los derechos a la comunicación e información. Como diario nos situamos en ese camino reafirmando nuestro compromiso con el libre ejercicio del oficio periodístico.

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